Mes de historia negra

Cuatro Niñas y la lucha por la libertad

El dinamitazo de Birmingham en 1963

Obrero Revolucionario #945, 22 de febrero, 1998

El dinamitazo de una clínica de salud de la mujer de Birmingham, Alabama, en enero, nos trajo el recuerdo de infamias del pasado, cuando dicha ciudad recibió el apodo de "Bombingham" por los ataques racistas contra las luchas de los años 60. A continuación recordamos la historia de lucha de Birmingham en 1963 y el tristemente célebre dinamitazo de una iglesia bautista, una historia documentada en la impactante película de Spike Lee Four Little Girls (Cuatro niñas).

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En 1963, 100 años después de la Proclama de Emancipación que acabó con la esclavitud, Birmingham era un bastión de racismo y segregación. La estructura de poder de ese centro industrial de carbón y acero amparaba los intereses de los grandes monopolios; era racista, desalmada y miope. El 38% de la población era negra y vivía en una situación degradante de pobreza y discriminación.

En las tiendas del centro se les permitía a los negros comprar todo lo que pudieran con lo poco que ganaban, pero no se les permitía entrar a los baños, comer en los restaurantes ni trabajar allí. Por todas partes los letreros decían "Solo para blancos".

Al igual que en todo el Sur, los blancos de Birmingham tuteaban a los negros de cualquier edad y les decían "muchacho" a los señores. Las escuelas estaban segregadas y el sistema educativo de los negros era muy inferior.

La policía racista y el Ku Klux Klan, brazo cuasioficial de la estructura de poder, sembraban terror con el objetivo de mantener esa situación injusta. La ciudad tenía fama por los ataques nocturnos de los supremacistas blancos contra la comunidad negra.

Esa situación tenía años y muchos pensaban que jamás iba a cambiar, pero en 1963 el pueblo negro empezó a decir: "basta, ya es más que hora de acabar con la supremacía blanca". A través del Sur, y en el Norte también, las organizaciones de masas movilizaban contra el sistema. Este respondió con todo el salvajismo imaginable, así como con engaños y jugadas sucias.

Contra los opresores
de Birmingham

¿Cuántos años ha de vivir un pueblo
sin derecho a la libertad?
La respuesta, amigo, se la lleva el viento,
la respuesta se la lleva el viento.

Canción de Bob Dylan
que llegó a ser número uno
en marzo de 1963, reemplazando la canción
"Puppy Love" (Primer amor).

La organización del reverendo Martin Luther King, Jr., Southern Christian Leadership Conference (SCLC), decidió dar batalla en Birmingham. Era un momento de gran debate en el seno del movimiento de derechos civiles, y el Student Non-Violent Coordinating Committee (SNCC) (una organización con estrategias y tácticas más combativas) cuestionaba a SCLC.

Así que SCLC organizó el "Proyecto C" ("C" denotaba "confrontación"), una serie de protestas no violentas y boicots de los negocios de Birmingham.

Dado que la base de SCLC eran las iglesias negras del Sur, estableció su local en la Iglesia Bautista de la Calle 16, en el corazón de la zona comercial negra de Birmingham. Los dirigentes se hospedaron en el hotel Gaston (de negros).

A partir del 3 de abril de 1963, empezaron a salir de la iglesia equipos de activistas; hacían piquetes en el centro y entraban a los restaurantes "para blancos". Al principio eran pocos, pero centenares de negros acudían al parque Kelly Ingram frente a la iglesia y a las calles rumbo al centro; observaban la situación, manifestaban su apoyo y se debatían si ellos también debían jugárselo todo por la causa.

Para la policía, el movimiento era peligroso e ilegal. El FBI acababa de orquestar una campaña de propaganda en todo el país, tildando al movimiento de derechos civiles de "comunista" y diciendo que la lucha contra la supremacía blanca amenazaba el orden social.

El jefe de la policía, Bull Connors, anunció que iba a patrullar la iglesia y a arrestar a todo el que fuera a protestar al centro. El 6 de abril, detuvieron a los 50 manifestantes de la primera marcha de protesta que salió para el centro. Al día siguiente, se reunieron 600 personas y la policía atacó con saña.

Todos los días hubo choques con la policía. Cada noche, los activistas hacían talleres y reuniones públicas.

La policía atacaba con cachiporras y perros, y rociaba a los manifestantes con potentes chorros de agua. Hacía alarde de que las nuevas mangueras del departamento de bomberos podían arrancar ladrillos de los muros o descortezar árboles. Empapaban a los manifestantes y a las multitudes de observadores, y después concentraban toda la fuerza del agua en las primeras filas de la marcha.

Un juez prohibió las marchas y autorizó arrestar a cualquiera que se dirigiera al centro. El gobernador de Alabama, George Wallace, aumentó por ley la fianza por delitos menores de $300 a $2500, pero solamente en Birmingham, con el propósito de quebrar al movimiento.

El 12 de abril, 50 personas protestaron frente a la iglesia en flagrante desacato. Una gran multitud llenaba las calles aledañas. Arrestaron a todos los manifestantes; al reverendo King lo pusieron en aislamiento total.

Para el 1º de mayo, después de un mes de lucha constante, 1000 personas estaban presas o habían salido bajo fianza. La situación estaba muy gruesa: la policía y la estructura de poder se mostraban totalmente intransigentes, y los organizadores no veían cómo avanzar.

¡Libertad AHORA!

Justo en ese momento, surgió una fuerza poderosa e inesperada: los chavos. Empezaron a dejar la escuela para asistir a las reuniones de planeación de las protestas. Al principio fueron los de prepa, pero después llegaron los de primaria. Algunos dirigentes consideraron que no se les debía permitir a los menores de 18 años enfrentarse con la policía, pero los chavos estaban decididos y su participación era muy necesaria.

El FBI informó a la policía que en las prepas negras circulaban volantes de paros. "Tall Paul", un locutor muy popular, se puso a anunciar una "gran fiesta" para el jueves en el parque Kelly Ingram, y todo el mundo le entendió perfectamente.

Los jóvenes de toda la ciudad discutían qué hacer. En muchos casos, sus padres les prohibieron participar; les dijeron que debían dedicarse a los estudios y no arriesgarse, pues un arresto podría perjudicarlos mucho. Además, se decía que los activistas estudiantiles eran unos escandalosos dirigidos por gente de afuera.

La consigna de los organizadores estudiantiles era: "¡Primero luchar por la libertad y después a clase!".

El jueves 2 de mayo hacía mucho calor. Por todo el barrio se oían los cantos de los manifestantes desde la iglesia. A la una de la tarde salieron los primeros 50 chavos, marchando de dos en dos, cantando, bailando con gran alegría. Según un observador, el himno "We Shall Overcome" sonaba muy combativo; en ese momento perdió su tono respetuoso y religioso. Unos 1000 chavos estaban puestos para enfrentarse con la policía. En muchos casos, sus papás no lo sabían.

Un capitán de la policía fue a amedrentar a un grupo de 40 niños de primaria para que se regresaran a casa, pero le dijeron sin pelos en la lengua que lo hacían a conciencia y no iban a rajarse.

Cuando los chavos salieron de la iglesia, la policía les dio con las mangueras. La primera fila no aguantó; la fuerza del agua arrojó por el suelo a muchos. Se escuchó el grito: "¡Canten, niños, canten!"; y la multitud avanzó contra los tremendos chorros de agua.

La policía atacó con sus salvajes perros. La multitud gritó su coraje; unos huyeron. La policía avanzó y cayó encima de los que se mantenían firmes. Soltaron los perros a morderlos, pero los chavos no se rajaron. Grupos de niñas de siete y ocho años se enfrentaban a la policía, coreando: "¡Libertad! ¡Libertad, AHORA!".

Se pusieron a arrestarlos. Llenaron patrullas y camionetas con los detenidos, pero los chavos seguían avanzando, buscando abrir brecha y marchar al centro. Finalmente, la policía trajo camiones escolares para transportar a los detenidos. Arrestaron a 600. A tres chavos los internaron en el hospital por las mordidas de perro y muchos más recibieron primeros auxilios de los vecinos.

La prensa criticó al movimiento por haber permitido la participación de niños, pero el mundo entero vio el odio de la cara de Bull Connors y supo que en Birmingham habían soltado perros contra niños negros. Además, los chavos no se amilanaron; al otro día estaban ahí de nuevo.

Llegaron muchos más para tomar el lugar de los caídos (detenidos y heridos). Nuevamente, 1000 jóvenes confrontaron las mangueras y los perros. El agua arrasó con 50 chavos de las primeras filas; los arrojó por debajo de los carros estacionados, pero aguantaron 10 y allí permanecieron, empapados y cantando "Libertad" al estilo de un antiguo himno. Los bomberos les dieron duro con las mangueras, pero la multitud avanzó y todos se sentaron en plena calle.

Un hombre vio por la ventana de su oficina a una niña negra dar tumbos por toda la calle por la presión del agua. Sintió una gran vergüenza y decidió que ya no podía seguir de brazos cruzados.

Unos chavos rompieron con la doctrina de no violencia del movimiento, y les tiraron piedras a los policías y bomberos. Esa acción permitió romper el cerco policial y llegar al centro.

El lunes, 6 de mayo, protestaron de nuevo y para esa noche había 2000 manifestantes detenidos. Ya para estas alturas, las masas se sentían muy comprometidas con la lucha. A la policía le lanzaban piedras y botellas cuando patrullaba en los barrios negros. Los adultos se sumaron al movimiento con los chavos y se dice que a veces iban armados. Los ojos del mundo estaban puestos en Birmingham y llegaba gente de todo el país para solidarizarse con los heroicos chavos.

El gobierno federal estaba muy preocupado y envió un representante de la Casa Blanca a reunirse con la clase dirigente de Birmingham. Había un consejo semioficial, llamado los "Grandes Burros", de representantes de las grandes corporaciones (Ford, Royal Crown Cola, U.S. Steel), banqueros y comerciantes. Setenta de los "Grandes Burros" se reunieron en el centro para decidir qué hacer. Su idea era imponer ley marcial y, de ser necesario, que las tropas abrieran fuego contra el pueblo. En el mismo momento en que estaban reunidos, aparecieron 600 piquetes en el corazón de la zona comercial; pararon el tráfico y lo trastornaron todo. Un observador calculó que en ese momento unas 3000 personas estaban librando batallas callejeras con la policía por toda la ciudad. Horrorizados, los "Grandes Burros" comprendieron que quizás ni siquiera las tropas iban a poder mantener el viejo orden. Aceptaron el consejo de la Casa Blanca de dar concesiones, aunque la idea de negociar con los dirigentes negros les envenenó el hígado.

Realizaron negociaciones secretas y dos días después anunciaron que iban a eliminar la segregación en un lapso de 90 días en los restaurantes, los baños, los vestidores de las tiendas y las fuentes de agua. Acordaron soltar a todos los detenidos. La lucha conquistó una victoria histórica para los oprimidos.

Ataque y contraataque

Sin embargo, la batalla de Birmingham no terminó allí. Fuerzas poderosas anunciaron un boicot racista contra la integración: exhortaron a los blancos a no comer junto con los negros ni entrar a los vestidores de las tiendas después de ellos. El Ku Klux Klan convocó un mitin en las afueras de la ciudad el 11 de mayo, donde quemó cruces y llamó a la acción.

Esa noche hubo dos dinamitazos en la casa del reverendo A.D. King, el hermano del doctor Martin Luther King, Jr. Una hora más tarde estalló una bomba en el hotel Gaston.

Al escuchar la noticia del ataque de los racistas contra los dirigentes del movimiento, miles de negros salieron a las calles y expulsaron a la policía de sus barrios. Destruyeron patrullas y varios policías quedaron lesionados. Las llamas alcanzaron los cielos y hasta muy noche se oían los gritos: "¡Libertad! ¡Libertad AHORA!".

La clase dominante adoptó varias medidas para apagar el estallido de lucha. El presidente John F. Kennedy despachó tropas federales a las afueras de Birmingham, listas para reprimir a las masas. Por otra parte, el sistema ofreció nuevas concesiones: un nuevo proyecto de ley de derechos civiles estipuló igualdad de derechos en lugares públicos (como baños, hoteles, restaurantes y fuentes de agua) y dio mayor autoridad al secretario de Justicia para demandar a los estados que no cambiaran las leyes y prácticas patentemente discriminatorias.

En junio y julio, estallaron nuevas luchas en ciudades a través del país, muchas veces con las tácticas de Birmingham. En Misisipí, asesinos racistas mataron a Medgar Evers, dirigente del movimiento en la ciudad de Jackson.

Durante esos meses, la clase dominante se dedicó a aumentar su influencia en el seno del movimiento de derechos civiles. El presidente Kennedy se reunió con distintos dirigentes del movimiento con el propósito de promover a los más fieles al sistema, como Martin Luther King, Jr. Idearon un plan para lograr mayor control político del creciente movimiento e imponer un programa moderado a través de la Marcha a Washington de agosto de 1963.

"¡Están matando
a nuestros hijos!"

En Birmingham, el pueblo negro seguía luchando por eliminar la segregación, y la estructura de poder reaccionaria bregaba por mantener el sistema tradicional. En septiembre, cinco estudiantes negros iban a entrar a escuelas blancas. El alcalde de Birmingham (supuestamente un "reformador") pidió que una corte federal pospusiera la integración de las escuelas mientras consideraba "evidencia de diferencias inherentes entre las razas".

Otro dinamitazo en la casa de un activista prendió una noche de resistencia. A esas alturas la policía tenía un tanque antimotín, que dejó una víctima negra.

El gobernador Wallace propuso una solución sencilla: cerrar las escuelas que debían recibir a los estudiantes negros. El 9 de septiembre mandó la guardia nacional a prohibirles la entrada, pero el presidente Kennedy tomó cartas en el asunto; retiró la guardia de Birmingham y los estudiantes negros entraron a las escuelas blancas.

El domingo 15 de septiembre, hubo un dinamitazo muy fuerte en la Iglesia Bautista de la Calle 16. Entre los escombros se oían gritos, gemidos y después sirenas.

Cuatro niñas que se salieron del catecismo estaban platicando en el baño de mujeres en el sótano. Estaban vestidas de blanco porque se celebraba el Día de la Juventud e iban a presentarse en la misa de las 11.

Después del bombazo, la señora Maxine McNair buscaba desesperadamente a su hija. Encontró a su esposo llorando en los escombros: "Está muerta, mi amor. Aquí está su zapato". El padre se llenó de coraje al mirar la carita de terror de su niña y gritó: "¡Quisiera volar esta maldita ciudad!". En ese momento, Sarah Collins de 10 años salió por un hueco en el muro. Casi no podía caminar, estaba parcialmente ciega y le salía sangre de la nariz y los oídos. Ese día llevaron a 20 heridos al hospital.

Encontraron los cadáveres de las cuatro niñas vestidas de blanco entre los escombros: Denise McNair, Cynthia Wesley, Addie Mae Collins y Carol Robertson; tenían de 11 a 14 años.

Los ojos del mundo

"En nombre del pueblo chino, tomo esta oportunidad para expresar nuestro decidido apoyo a los negros norteamericanos en su justa lucha contra la discriminación racial y por la libertad e igualdad.... Estoy plenamente convencido de que con el apoyo del 90% de la población del mundo, los negros norteamericanos serán victoriosos. El malvado sistema colonialista e imperialista surgió y prosperó con la esclavitud y la trata de negros, y desaparecerá asimismo con la emancipación definitiva de la raza negra".

Mao Tsetung, Sobre la lucha
contra la discriminación racial
del imperialismo estadounidense, 1963

El bestial ataque contra el local del movimiento no logró su propósito de sembrar terror. Todo lo contrario: la noticia de esa barbaridad prendió la ira popular. El mundo entero presenció los crueles ataques lanzados por los defensores de la segregación, primero con mangueras y perros, y después, el dinamitazo de la iglesia.

El asesinato de las cuatro niñas fue decisivo para mucha gente, que se sumó a la lucha contra la injusticia. Durante el año siguiente muchos estudiantes--negros y blancos--decidieron participar con SNCC en su campaña de llevar el movimiento a los condados más represivos de Misisipí.

En Birmingham se sabía muy bien quiénes fueron los responsables del ataque. Desde luego, el FBI estaba enterado, pues tenía vínculos muy estrechos con miembros de todo rango del Klan y el dinamitazo fue obra de un equipo de racistas blancos, con la participación de Robert Chamblis, conocido como "Dynamite Bob". La estructura de poder protegió a esos hombres, como siempre, y eso también impactó a todos los que seguían los acontecimientos de Birmingham. A Chamblis no lo juzgaron sino hasta 1977; a sus cómplices ni los acusaron.

Malcolm X, ministro musulmán en Harlem en ese entonces, habló del incidente en su discurso "El voto o la bala": "Qué tranza cuando leemos que hay un dinamitazo en una iglesia y asesinan a sangre fría a cuatro niñas--no gente mayor sino unas niñitas--que estaban rezando a dios justamente como el blanco les enseñó, y el gobierno dizque investiga pero no puede encontrar a los culpables. Es capaz de encontrar a Eichmann escondido en Argentina, o si dos o tres soldados yanquis mueren en Vietnam, metidos donde no tienen por qué estar, el gobierno en un dos por tres manda buques de guerra".

Malcolm X afirmó: "...donde el gobierno no tiene la capacidad o la voluntad de defender la vida y la propiedad de los negros, es hora de que nos defendamos nosotros mismos".

El mensaje de Malcolm asombró a mucha gente, pues contradecía totalmente la orientación de la clase dominante para el movimiento de derechos civiles. La postura combativa de Malcolm nació de la dura experiencia de lucha; de igual modo, activistas de todo el país se pusieron a estudiar nuevas filosofías e ideologías revolucionarias. En Louisiana, se formó "Diáconos por la Autodefensa", escuadrones de defensa armada del movimiento de derechos civiles.

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La estructura de poder empleó la policía, las mangueras y los perros con el fin de detener el cambio en Birmingham, Alabama, en 1963. Finalmente, desató grupos racistas que asesinaron a cuatro niñas en la Iglesia Bautista de la Calle 16.

La historia demuestra que las infamias de esos cobardes no pudieron frenar la justa lucha del pueblo negro ni aplastar la combatividad, valor y visión de los jóvenes, que en ese año comenzaban a florecer.


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