El Manifiesto Comunista hoy por hoy:
Vigente, peligroso, esperanza de los desesperados

Parte 2: La visión comunista

Raymont Lotta

Obrero Revolucionario #959, 31 de mayo, 1998

El 1º de Mayo de 1998, el economista político maoísta Raymond Lotta dio una importante charla en Nueva York con motivo del 150 aniversario del Manifiesto Comunista. Esta es la conclusión de su charla; la primera parte se publicó la semana pasada.

La visión comunista no es aminorar la pobreza; al contrario, es eliminarla. No es mitigar la desigualdad entre el hombre y la mujer; es acabar del todo con la opresión de la mujer.

El Manifiesto Comunista plantea una excelsa visión de una nueva sociedad, un nuevo mundo. Por ejemplo, Marx habla de "una asociación en que el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos". Asimismo, dice: "La revolución comunista es la ruptura más radical con las relaciones de propiedad tradicionales, nada de extraño tiene que en el curso de su desarrollo rompa de la manera más radical con las ideas tradicionales".

Ese concepto de "dos rupturas radicales" sintetiza la misión revolucionaria del proletariado. Como hemos mencionado, las relaciones de propiedad entrañan varios aspectos: la propiedad de los medios de producción, el papel de distintos sectores en la producción social y la distribución de la riqueza que la sociedad produce. La revolución comunista se plantea socializar los medios de producción y avanzar--a través de distintas etapas--a una situación en que son propiedad colectiva de la sociedad.

La revolución comunista elimina las ganancias como motivo de la producción y crea una abundancia material en común. Asimismo, elimina la producción de mercancías y el intercambio por medio de dinero. Transforma la organización del trabajo y las relaciones sociales: cada cual trabaja colectivamente con los demás para contribuir lo máximo a la sociedad y recibe lo que necesita. Ya no le toca entregar su capacidad creativa a fuerzas ajenas que lo dominan ni subordinarse a una división de trabajo esclavizadora en que unos mandan, diseñan, son creativos y otros se rompen el lomo.

Se supera la diferencia entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; todos desarrollan su capacidad productiva y su capacidad creativa. Es decir, ningún aspecto es exclusivo de un puñado; todos participan plenamente en el manejo de la sociedad. La revolución comunista se plantea eliminar las diferencias de clase, los antagonismos sociales y las condiciones que permiten que cualquier grupo domine la sociedad. En resumen, su meta es eliminar el estado.

Para lograr esas transformaciones, se requiere la segunda "ruptura radical" que Marx menciona, es decir, la ruptura con las ideas tradicionales, lo cual implica transformar la forma de pensar, los motivos, la moral; romper con el peso de la tradición, las ideas y los valores retrógradas, la superstición. La revolución no puede derrotar al capitalismo sin luchar contra la ideología burguesa de "primero yo".

El comunismo tiene su propia concepción de la libertad. El concepto burgués de la libertad, como explica Marx en el Manifiesto, radica en la libertad de comprar y vender, es decir, la libertad de dominar y explotar. Se centra en el individuo y el interés personal: el derecho de obtener poder y riqueza a costa de los demás, el derecho de unos de mandar a otros.

El concepto comunista es totalmente distinto. En el comunismo, se liberará al individuo de las relaciones de explotación y opresión. Cada quien tendrá la oportunidad de desenvolverse plenamente en el contexto de la colaboración sin precedentes de todos en la nueva sociedad. En palabras de Bob Avakian, Presidente del Partido Comunista Revolucionario: "[La gente] sabrá que los intereses de todos se logran por la transformación de la sociedad, extendiendo la esfera de libertad para todos".

La revolución comunista es una revolución internacional; se plantea eliminar las clases a nivel mundial y crear una comunidad global donde exista diversidad y una gran unidad, donde se hayan superado las relaciones opresivas, la desigualdad entre naciones y pueblos, así como la división del mundo en naciones. Esa situación permitirá que la humanidad actúe como guardián de la Tierra y sus recursos, preocupada tanto por el presente como por el futuro y las futuras generaciones. El comunismo dará a luz una comunidad global, una asociación cooperativa de seres humanos libres. Como Mao Tsetung sintetizó: "La época en que la humanidad entera proceda de manera consciente a su propia transformación y a la del mundo, será la época del comunismo mundial".

Uno de los objetivos primordiales del Manifiesto era aclarar cómo plasmar en la realidad la visión comunista, cómo lograr su meta. Al final, hay una parte donde Marx critica otros conceptos de socialismo y comunismo. En resumidas cuentas, lo que señala Marx en esa parte del Manifiesto, y en sus demás escritos, es que otros caminos--subordinarse a dirigentes "ilustrados" o que gente de buena voluntad tome las riendas del estado e instituya reformas o que se establezcan pequeñas comunidades comunistas utópicas al margen de la sociedad--no sirven para acabar con la injusticia porque no eliminan las relaciones económicas del capitalismo ni su dominio político.

El proletariado ha de lograr su propia emancipación. Como dice "La Internacional": "Ni en dioses, reyes ni tribunos está el supremo salvador... nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor". O sea, lo que señala Marx es que el proletariado (como clase) ha de organizarse y asumir su misión de liberar a toda la humanidad. Debe tumbar a la burguesía por la fuerza, destruir su aparato estatal, constituirse como la clase dominante y establecer su dictadura de clase sobre la burguesía.

Se llegará a la sociedad sin clases a través de la dictadura del proletariado, que es la forma en que el proletariado gobierna y transforma la sociedad. Eso es el socialismo: la transición entre el capitalismo y el comunismo.

Tres hitos

La burguesía afirma que cada vez que se ha emprendido ese camino, las consecuencias han sido desastrosas, que esa es la lección de los últimos 150 años. Pero los marxista-leninista-maoístas decimos que, muy por el contrario, los resultados de esta revolución han sido profundamente liberadores. Además, esa experiencia histórica--las victorias y derrotas--nos brinda lecciones valiosas acerca del camino a la emancipación de la humanidad. Sobre eso quisiera profundizar ahora.

La historia de la revolución proletaria tiene tres grandes hitos, tres avances logrados gracias al heroísmo e iniciativa de las masas, y cada uno sentó la base para el siguiente.

El primero fue la Comuna de París de 1871, cuando la clase obrera conquistó el poder por vez primera en la ciudad de París. La burguesía abandonó la ciudad y durante 80 grandiosos días nació algo totalmente nuevo, jamás visto en la historia de la humanidad. Se estableció un gobierno de la clase obrera y se implantaron reformas que beneficiaron al pueblo. Los obreros comenzaron a administrar la ciudad. Las mujeres estaban en las primeras filas de los combates y de la innovación. Pero la vida de la Comuna fue muy corta porque la burguesía se recuperó y la ahogó en sangre.

De esa experiencia, se sacó una lección de suma importancia. Como el mismo Marx sintetizó (esto se añadió a ediciones posteriores del Manifiesto): "La clase obrera no puede simplemente tomar posesión de la máquina estatal existente y ponerla en marcha para sus propios fines". Es decir, el proletariado de París no captó la importancia de aplastar al enemigo.

El gran salto siguiente ocurrió en Rusia en 1917, donde Lenin y los bolcheviques aplicaron las lecciones de la Comuna de París. Lenin señaló la importancia de un partido de vanguardia para que el proletariado adquiera conciencia y libre la lucha revolucionaria.

La revolución estableció nuevos organismos políticos y sociales de gobierno popular. Reconoció el derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas del imperio ruso y formó un estado multinacional fundamentado en la igualdad de naciones, nacionalidades e idiomas. La mujer obtuvo el derecho al divorcio y otros cambios en las relaciones familiares; participó plenamente en la producción y la política. La Unión Soviética animó y apoyó a los movimientos revolucionarios del mundo entero. Estableció la primera economía socialista planeada de la historia. Confiscó la propiedad de las clases explotadoras y estableció un sistema de propiedad pública del estado. Un plan racional para satisfacer las necesidades de la sociedad guió la producción.

Pero desde el principio, y sin cesar, la revolución se encontraba en una situación sumamente difícil. Apenas se formó el estado obrero, los imperialistas lo invadieron. Estaba rodeado por imperialistas y, con el tiempo, sufrió la embestida de la máquina de guerra nazi. Durante 40 años se defendió el socialismo, pero finalmente fue derrotado como consecuencia de tremendas presiones externas y deterioro interno. A principios de los años 50, una nueva clase capitalista subió al poder después de la muerte de Stalin.

El siguiente gran avance de la revolución proletaria ocurrió en China en 1949 al triunfar una guerra revolucionaria prolongada, dirigida por la clase obrera y su partido comunista bajo el liderazgo de Mao Tsetung. Emancipó a la cuarta parte de la humanidad. ¡Imagínense!; a través de la reforma agraria en China, la mayor cantidad de riqueza en la historia humana pasó de las manos de los ricos a las de los pobres.

Mao Tsetung sacó lecciones de la experiencia socialista y la restauración del capitalismo en la Unión Soviética. Aunque hubo grandes logros, también los revolucionarios cometieron errores y no captaron algunos rasgos importantes de la sociedad socialista.

Por ejemplo, Mao analizó el fenómeno de los rezagos capitalistas: algunas personas hacen principalmente trabajo intelectual y otros trabajo manual; las tareas de administración y dirección todavía no las comparten todos; persisten las desigualdades entre campo y ciudad, entre distintas regiones, entre hombres y mujeres; hay diferencias en los ingresos; y el dinero y la producción de mercancías aún juegan un papel importante en el socialismo.

Es imposible eliminar dichos rezagos de la noche a la mañana. Pero es preciso restringirlos y transformarlos, así como combatir la ideología que los acompaña. Sin embargo, mientras existan, generarán fuerzas burguesas que buscarán moldear la sociedad de acuerdo a sus intereses de clase. Mao dijo que el socialismo es un período prolongado de lucha entre los caminos capitalista y socialista, entre clases sociales antagónicas. Por eso, durante todo ese período, la cuestión de si será el socialismo o el capitalismo el que venza no está decidida.

Asimismo, Mao analizó las deficiencias de los soviéticos en la construcción socialista: le dieron demasiado énfasis a la industria pesada; adoptaron muchas formas capitalistas de organización y transformaron muy poco las relaciones sociales (por ejemplo, no cambiaron el sistema de gerencia por una sola persona); le dieron demasiada importancia a los expertos y no a las masas; no prestaron suficiente atención a la "segunda ruptura radical": la lucha ideológica para cambiar la cosmovisión.

Una cuestión sumamente importante desde una perspectiva histórica es que los revolucionarios soviéticos no encontraron la forma de combatir a las nuevas fuerzas burguesas--sobre todo los que estaban en el mismo partido comunista--que buscaban restaurar el capitalismo. Pero Mao, junto con las masas, descubrió los medios y el método para hacerlo: la Gran Revolución Cultural Proletaria.

La Revolución Cultural empezó en 1966 y terminó en 1976. Es el tercer hito en la historia de la revolución proletaria mundial, la cima más alta que el proletariado ha alcanzado. Muchas veces nos preguntan: "¿Pueden decir algo concreto acerca de cómo el proletariado dirige la sociedad?". Claro que sí.

El gran avance
de la Revolución Cultural

La Revolución Cultural fue una revolución dentro de la revolución, una lucha de clases en el socialismo con la meta de impedir la restauración del capitalismo y la traición de la revolución. Las masas se alzaron, bajo la dirección de Mao Tsetung y sus seguidores en el Partido Comunista de China, para tumbar a las nuevas fuerzas capitalistas que surgieron en las mismas estructuras e instituciones de la sociedad socialista, y cuyo centro de poder estaba en el propio partido comunista.

Fue la revolución más profunda y cabal en la historia del mundo. Ilustró concretamente cómo las masas, en palabras de Marx, "hacen saltar" toda la sociedad.

Los jóvenes revolucionarios prendieron debates acerca de qué pasaba en la sociedad. Los obreros de las grandes ciudades se movilizaron en lucha heroica para quitarles el poder a las élites atrincheradas y desenvolvieron el proceso complejo de forjar nuevas formas de gobierno proletario, más radicales y con mayor participación.

Se rompió la rutina cotidiana y todo el mundo entró en un gran debate acerca de la economía, el sistema educativo, las relaciones entre el partido comunista y las masas. Sometían a los funcionarios a la crítica, y gente común luchaba contra la arrogancia y prejuicios de clase de científicos y administradores.

Los campesinos analizaban cómo los valores de patriarcado y servidumbre de Confucio todavía influían en la vida. En la China revolucionaria, la consigna "Servir al pueblo" era el criterio ideológico de millones de personas; es decir, se juzgaban a sí mismas y a los demás de acuerdo a cómo su vida contribuía a las necesidades de la sociedad y la revolución mundial.

Durante la Revolución Cultural hubo campañas para popularizar ciertos conceptos de Marx, como el siguiente: "El comunismo es la declaración de la revolución permanente, de la dictadura de clase del proletariado como punto necesario de transición para la supresión de las diferencias de clase en general, para la supresión de todas las relaciones de producción en que éstas descansan, para la supresión de todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción, para la subversión de todas las ideas que brotan de estas relaciones sociales".

Los maoístas denominamos ese concepto "las cuatro todas". Significa que la revolución no se detiene a medio camino; al contrario, el proletariado sigue luchando por revolucionar todos los sistemas, las relaciones, las instituciones y las ideas que corresponden (y fortalecen) a las divisiones de clase.

¿Qué quiere decir concretamente, por ejemplo, para las relaciones de producción? Durante la Revolución Cultural, transformaron la gerencia de las fábricas y la industria en general. Criticaron y eliminaron los reglamentos que, con el pretexto de la productividad y disciplina, limitaban la iniciativa de los obreros. Se estableció la gerencia colectiva en lugar de la gerencia de un solo individuo. Los obreros participaban en tareas de administración y los gerentes participaban en la producción. Técnicos y obreros colaboraban para analizar problemas y se creaban equipos técnicos compuestos de obreros. Los obreros hacían distintos trabajos en forma rotativa para combatir la rutina y la especialización excesiva. Los gerentes mejor pagados ganaban cinco veces más que los obreros, comparado con los ejecutivos de este país que ganan 150 veces más.

Se forjó colaboración entre las fábricas y las comunidades vecinas; enviaban delegaciones al campo para superar la división entre el campo y la ciudad. Y la vida de la fábrica abarcaba más que la producción. Durante la Revolución Cultural, los seguidores de Mao tenían una consigna: "las fábricas no solo producen productos, también producen gente". Al trabajo se integraba discusión y debate político, cultura y educación.

Las "cuatro todas" también abarcan las relaciones e instituciones sociales. Veamos la revolución en el sistema educativo. Muchos obreros y campesinos empezaron a estudiar en la universidad, y transformaron los estudios para que contribuyeran a la construcción de una sociedad igualitaria; eliminaron los exámenes y las calificaciones tradicionales; criticaban los métodos autocráticos de enseñanza y exigían que los profesores aprendieran de los estudiantes; obreros y campesinos daban conferencias en las escuelas. El nuevo sistema educativo ligaba el estudio al trabajo manual. Antes de la universidad, los estudiantes pasaban un par de años con los obreros y campesinos; estos nominaban a los candidatos y el criterio clave era su deseo de servir al pueblo.

Se trataba de cambios muy profundos y difíciles; por eso, había oposición. Todo eso formaba parte de una lucha de clases muy aguda sobre la orientación de la sociedad china y quién la iba a dirigir, el proletariado o una nueva burguesía. En los años 70, esa lucha se intensificó y la situación internacional ejerció mucha influencia en ella. Las fuerzas revolucionarias libraron una lucha heroica y tenaz para defender el poder del proletariado, pero los seguidores del camino capitalista, encabezados por Deng Xiaoping, acumularon fuerza y dieron un golpe militar. Derrumbaron el poder de la clase obrera en 1976.

Perspectiva histórica

El proletariado ha asaltado los cielos tres veces: primero en París, después en la Unión Soviética y, más adelante, en China. En dos ocasiones comenzó el proceso de construir un nuevo mundo (durante más de 30 años en la Unión Soviética y más de 25 años en China). Pero en los dos casos la revolución sufrió una derrota; no "fracasó", repito, la derrotó el enemigo de clase y su sistema mundial.

En los dos países, la batalla por construir una nueva sociedad se libró en una situación de cerco y presión por potencias hostiles, en un mundo dominado por el modo de producción capitalista, y sus ideas y cosmovisión. En eso radica una lección importante: el destino de toda revolución está ligado en última instancia al avance de la revolución mundial, lo cual implica que la nueva sociedad socialista en cualquier país debe, ante todo, ser una base de apoyo para el avance de la revolución mundial.

El proletariado ha tenido tres experiencias en el poder y no está empezando de cero, pues ha sacado valiosas lecciones de ellas. Sabe lo que es gobernar y transformar la sociedad entera. A través del marxismo-leninismo-maoísmo, ha sintetizado todo eso y ha profundizado su comprensión del proceso revolucionario. Algunos dicen que Marx acertó en su análisis del capitalismo, pero se equivocó al sacar la conclusión de que el proletariado dirigirá una revolución libertadora. Sin embargo, durante estos 150 años, el proletariado ha demostrado que es la única clase capaz de revolucionar la sociedad.

La perspectiva histórica es de suma importancia porque aquí tenemos una lucha histórico-mundial entre un nuevo sistema que está surgiendo, el comunismo, y otro sistema viejo que está en declive, es decir, el capitalismo-imperialismo, la última y más completa forma de producción social caracterizada por antagonismo social. Es cierto que el viejo sistema ha perdurado más de lo que pensaba Marx, pero no por eso se ha suavizado. Más que nunca, el mundo está polarizado entre los que tienen todo y los que nada tienen; la gente vive dividida y divorciada de su propia creatividad. La tecnología esclaviza a la humanidad en vez de liberarla. En fin, el sistema es completamente obsoleto, y la miseria que impone a las masas suscita resistencia y lucha. Solo la revolución proletaria puede resolver las contradicciones del sistema y permitir que la humanidad supere esta bárbara etapa de la historia.

Pero hemos aprendido que eliminar este sistema ha de requerir una compleja y prolongada lucha, y toda una época. Hoy sabemos que la revolución proletaria tomará más tiempo y pasará por más vueltas y revueltas de lo que pensaba Marx. Hay que tener presente que la burguesía demoró cuatro siglos--desde su comienzo en las ciudades-estados de Italia--para afincarse en el poder. Pero los burgueses luchaban por un nuevo sistema de explotación, mientras que la revolución proletaria es un proyecto humano totalmente distinto. Así que no debemos desanimarnos ante las dificultades y derrotas.

Aquí estamos en el umbral del nuevo milenio y la burguesía nos quiere imponer una visión estrecha, es decir, quiere convencernos de que no existe más opción que el capitalismo, de que no puede haber un futuro diferente. Pero tenemos la experiencia histórica de crear un mundo distinto. Además, el comunismo está vivo. Tenemos el Movimiento Revolucionario Internacionalista que unifica a fuerzas marxista-leninista-maoístas de todo el mundo. Están las guerras populares de Perú y Nepal, dirigidas por partidos participantes del MRI. Tenemos la guerra popular maoísta de Filipinas. Y aquí mismo en "las entrañas de la bestia", tenemos un partido de vanguardia que trabaja con las masas y prepara las condiciones para la revolución.

Como dijo Bob Avakian, el Presidente del Partido Comunista Revolucionario: "Si puedes imaginar un mundo sin imperialismo, explotación y opresión, ¿cómo es posible que no te sumes a la lucha histórico-mundial por hacerlo realidad?".

Compañeros y compañeras, ¡el Manifiesto Comunista es plenamente vigente, sigue siendo peligroso y sigue siendo la esperanza de los desesperados!


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