Es cuestión de justicia

Obrero Revolucionario #1003, 25 de abril, 1999

El sistema dice: "Es el caso de un matapolicías condenado que ya ha apelado a varios tribunales y todos lo han rechazado. Ahora, después de matar al esposo, él y sus partidarios famosos están atormentando a la viuda del agente. Ella necesita ponerle punto final al asunto".

El pueblo contesta: NO. Es el caso de un activista y periodista, ex militante del Partido Pantera Negra y constante crítico del Departamento de Policía de Filadelfia, a quien juzgaron, condenaron y sentenciaron a muerte por sus creencias políticas.

Antes del incidente en que Mumia resultó herido de gravedad y el agente William Faulkner resultó muerto, el alcalde de Filadelfia, Frank Rizzo, lanzó una racha de ataques y amenazas contra Mumia por sus informes sobre la guerra de la policía contra la organización MOVE. La policía de Filadelfia, tristemente célebre por brutalidad y corrupción, lo tenía en la mirilla. Desde cuando Rizzo (en ese entonces jefe de policía) obligó a los Panteras a desnudarse en la calle a punta de fusil, hasta el bombardeo de la casa de MOVE en 1985 (que mató a once personas y destruyó todo un barrio negro), la policía de Filadelfia es famosa por brutalidad racista, mentiras y trampas. En los últimos años han tenido que soltar más de 140 condenados por pruebas falsas de la policía y la fiscalía.

En el caso de Mumia:

EL JUEZ es el juez más pro-policía de Filadelfia y tiene a su haber la mayor cantidad de sentenciados a muerte del país; a Mumia no le permitió defenderse, lo echó de la corte y le puso un abogado que no quería.

La fiscalía rechazó a 11 candidatos afroamericanos AL JURADO, una práctica racista que se enseñaba a los fiscales de Filadelfia con un video especial.

LA FISCALIA ocultó pruebas, amenazó a testigos y habló de la militancia de Mumia en el Partido Pantera Negra y de sus creencias políticas como justificación para pedir la pena de muerte, una práctica que más tarde la Suprema Corte declaró inconstitucional.

Lo que importa aquí no es ponerle punto final al asunto, sino la justicia. Con el pretexto de los "derechos de las víctimas" y del "punto final", hoy se pide acelerar el ritmo de las ejecuciones de los 3000 presos que están en el pabellón de la muerte, sin importar la justicia. Pero una y otra vez, cuando reciben atención pública y se les dedican los recursos necesarios para investigar, se prueba que son inocentes. En los últimos años han absuelto a más de 75 presos de los pabellones de la muerte de este país. En las últimas tres décadas, han anulado 386 condenas de homicidio a raíz de fechorías de la fiscalía.

El caso de Mumia Abu-Jamal no se puede separar de toda la historia del pueblo negro en este país. Ni tampoco de la situación del negro hoy o en el futuro.

Esta sociedad tiene una tradición de amenazar, callar, exiliar, meter a la cárcel y asesinar a la oposición negra. El caso de Mumia continúa una larga serie: Nat Turner, DuBois, Garvey y Robeson, Robert Williams, Malcolm X, Fred Hampton, George Jackson, la familia MOVE y un sinnúmero más. Pero desde la época de la esclavitud, el gobierno no ha tenido la osadía de ejecutar legalmente a un conocido revolucionario negro.

A Mumia lo sentenciaron a muerte por sus actividades y creencias. Ha ganado fama internacional después de su condena a muerte. Ha seguido firme e inquebrantable ante la cámara de muerte y por eso tiene partidarios en todos los países. No podemos permitir que el sistema ejecute a Mumia Abu-Jamal.


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