El asesinato policial de Pedro Oregón y la resolución popular de parar la brutalidad policial

Houston: Asesinos en Gulfton

Obrero Revolucionario #980, 1 de noviembre, 1998

El 11 de julio, Pedro Oregón regresó a su apartamento en el barrio Gulfton de Houston. Había chambeado toda la semana en Austin en la jardinería y tenía ganas de pasar el fin de semana con la familia y de ir a un partido de fútbol el domingo. Pero a la 1:30 de la madrugada tocaron a la puerta y al abrirla tantito entraron seis chotas del "equipo antipandillas" del Departamento de Policía de Houston (DPH), gritando, golpeando y amenazando a lo loco. Tumbaron la puerta de su cuarto y abrieron fuego; en cuestión de minutos, Pedro Oregón, de 22 años, estaba tendido en el suelo de su recámara desangrándose, pues recibió 12 impactos de bala, nueve de ellos en la espalda.

El asesinato a sangre fría de Pedro Oregón prendió la ira popular. Dos semanas después, La Resistencia convocó una protesta de 200 personas que marcharon por el barrio, a pesar de un bárbaro calor. Desde entonces, siguen las manifestaciones y reuniones en Gulfton y en toda la ciudad. El 19 de septiembre se celebró una misa por Pedro en una iglesia del barrio y al día siguiente volvieron a marchar 200 personas con mantas y fotos de Pedro, coreando: "ˇPerros asesinos!", "ˇLa Migra, la policía, la misma porquería!", "ˇJusticia para Pedro!".

La versión oficial (repetida servilmente por la prensa) se desmintió tan contundentemente que la fiscalía tuvo que convocar un gran jurado de acusación unas semanas después del asesinato. Sin embargo, han pasado tres meses y el gran jurado sigue examinando las pruebas sin entablar acusación alguna.

La muerte de Pedro afectó a mucha gente porque en Gulfton, al igual que por todo el país, los proletarios viven bajo una permanente ocupación policial, donde tratan a los chavos como si fueran delincuentes. En su mayoría inmigrantes, han experimentado la guerra contra el pueblo en la frontera, las redadas de la Migra y su chingadera de trámites, que separa familias y destruye vidas. Hay muchas ganas de luchar por justicia para Pedro, como expresaba el cartel de un señor en una de las protestas: "No más cabezas agachadas".

La cronología de un ghetto

Gulfton ha experimentado una tremenda represión de la policía y la Migra durante años, puesto que es el frente de batalla clave en la "guerra contra la droga" y la "guerra contra las pandillas" de Houston. Es el barrio con mayor concentración centroamericana en el estado de Texas; además, allí viven muchos inmigrantes mexicanos, así como gente de otras nacionalidades y etnias.

La mayoría de los apartamentos de Gulfton se construyeron durante un boom de bienes raíces a finales de los 70 y principios de los 80. Familias de clase media vivían en unos 50.000 condominios, pero todo cambió con la quiebra de las cajas de ahorro en los 80. Los dueños no podían pagar, los servicios sufrieron un gran deterioro y muchos tuvieron que dejar sus apartamentos; aparecieron cercas de alambre de púas y maderas en las ventanas.

Entonces otros capitalistas compraron los edificios a precio de ganga. No hicieron casi nada de reparaciones; luego pusieron anuncios en la prensa en español para atraer a los inmigrantes centroamericanos y mexicanos que estaban llegando a Texas. De la noche a la mañana, los medios de comunicación le pusieron "Gulfton ghetto". Así que el colapso del mercado de bienes raíces y la avaricia capitalista transformaron una zona de clase media con apartamentos modestos pero bien cuidados en un barrio de vidrios rotos, alambre de púas, basura y aguas negras. Los politiqueros y la prensa servil culpaban a las masas de Gulfton por la situación, cuando en realidad eran víctimas.

En 1990, pusieron una subdelegación de la policía en Gulfton y se inició lo que el Houston Chronicle describió como "la mayor campaña de control en la historia del Departamento de Policía de Houston". Arrestaron a centenares de personas, principalmente chavos, por delitos menores inventados por la chota. Asimismo, hubo deportaciones masivas. Así se inició una década de constantes atropellos contra el pueblo, una gran escalada de represión con equipos "antipandillas" y "antidroga" que tenían carta blanca para hostigar a los chavos del barrio. La represión es el único "servicio" que se ofrece en Gulfton; como señalan activistas comunitarios, no hay escuelas ni parques ni bibliotecas.

La lucha por justicia vs. las mentiras del sistema

El asesinato de Pedro Oregón es un ejemplo muy fuerte del maltrato y brutalidad que el pueblo sufre a manos de las fuerzas del orden, por lo que está harto de tanto atropello, del hostigamiento de la policía y la Migra, y de que las autoridades tachen a la juventud de delincuentes.

Un vecino que participó en el primer mitin por Justicia para Pedro Oregón le dijo a El Día: "Los hispanos venimos aquí a trabajar, a buscar mejores oportunidades de vida, no venimos aquí a que nos maten, a que nos maltraten impunemente sin gozar del privilegio de justicia, no más. Los hispanos también somos fuerza y podemos unirnos. No vamos a permitir que las autoridades sigan abusando de nosotros por el simple hecho de ser hispanos; somos fuerza y lo vamos a demostrar". Los vecinos--inmigrantes que huyeron de los escuadrones de la muerte Made in USA en El Salvador y Guatemala--se refieren a la policía de Houston como soldados porque son iguales a los soldados que siembran terror en el campo centroamericano.

Mucha gente que está protestando contra el asesinato de Pedro Oregón ha experimentado la brutalidad de los matones de azul y el sistema judicial injusto. A esta lucha se han unido profesores y estudiantes de la Universidad de Houston, miembros de la Nación de Islam y La Resistencia. Formaron una coalición con los lemas de: "ˇJusticia para Pedro Oregón! ˇCadena perpetua a la chota asesina!".

La policía y el sistema están a la defensiva ante las denuncias y lucha del pueblo, y están lanzando ataques abiertos y solapados.

Las mentiras que usaron para justificar el asesinato de Pedro Oregón son muy trilladas. El Houston Chronicle lo describió como un "sospechoso en un caso de droga"; la policía dijo que era un "presunto narcotraficante", que apuntó una pistola y suscitó "un tiroteo", lo cual provocó su muerte e hirió levemente a un chota.

Pero la historia oficial se desmintió en un dos por tres. No se encontró nada de droga en el apartamento de Pedro; la autopsia tampoco encontró ni droga ni alcohol en la sangre. Se supo que el chota herido recibió un impacto de bala de sus secuaces, pues dispararon 30 tiros contra Pedro. Pedro no descargó la pistola que tenía en casa por su seguridad y la de su familia. Además, la chota violó varios reglamentos: no tenía orden de cateo ni orden de arresto. El soplón que supuestamente informó que se vendía droga en el apartamento no estaba "registrado", como especifica el reglamento.

Johnny Holmes, el fiscal del condado de Harris, responsable de llevar casos ante el gran jurado de Houston, tiene en su haber la mayor cantidad de condenados a muerte en el país. Luchó durante años por la ejecución de Ricardo Aldape Guerra (quien estaba en el pabellón de la muerte, acusado de matar a un chota) cuando las pruebas demostraron su inocencia; de plano las falsas acusaciones en su contra eran patentemente racistas.

Holmes corrió a defender a los agentes que mataron a Pedro Oregón. Admitió que no tenían el derecho de entrar al apartamento; sin embargo, afirmó que no violaron las leyes de homicidio. Argumenta que si bien algunas de sus acciones violaron la ley y el reglamento del DPH, la acción de balear a Pedro se justifica porque es ilegal oponer resistencia a la policía.

Al parecer, Holmes está empleando una estrategia de demora, o sea, tomar mucho tiempo para presentar los argumentos al gran jurado con la esperanza de que se calme la ira popular. Un volante de la Coalición por Justicia para Pedro Oregón dice: "El fiscal Johnny Holmes no recomienda acusaciones contra la policía. Quiere justificar el asesinato de Pedro Oregón. Sostiene que la policía tenía el derecho de matarlo por el simple hecho de tener una pistola. ˇQué idiota! La policía entró a su casa de noche como pandilla, como escuadrón de la muerte. El asesinato de Pedro Oregón no se justifica. Exigimos justicia. Cadena perpetua a la chota asesina. No tenemos miedo. Sigamos luchando hasta que salga la verdad".

El sistema lanza ataques

La policía amenaza y busca intimidar a los que luchan por justicia, sobre todo en Gulfton. En las protestas siempre están presentes con sus coches celulares, listos para arrestos masivos; llegan docenas de chotas para "control de tránsito".

Está claro que les preocupa que la lucha se "salga de control", y están haciendo sus fechorías para minar la lucha y atacar a los dirigentes políticos y organizadores.

Una semana después del asesinato de Pedro, unos detectives visitaron los apartamentos donde vivió. Esos desalmados preguntaron por Pedro en cada casa, diciendo que tenían una orden de arresto. Por otra parte, una mujer bien vestida (al parecer, una tira) se le acercó a una destacada activista de Houston en una protesta y le dijo: "Tengo un recado para Travis Morales: que descanse en paz". Travis Morales es muy conocido como partidario del Partido Comunista Revolucionario y vocero de La Resistencia.

Unos días antes de la misa y la marcha por justicia para Pedro, salió un artículo muy dudoso en El Día, un periódico que ha sacado varios artículos favorables a la lucha. Sin embargo, ese artículo fue muy siniestro; tenía el titular "Se prevé violencia" en la lucha por Justicia para Pedro. Decía que de acuerdo a una conversación con alguien de la coalición, se hablaba de recurrir a medidas violentas si el gran jurado no llegaba a una decisión favorable. No mencionó ningún nombre, pero hizo un comentario acerca de la rebelión del parque Moody hace 20 años cuando el Northside de Houston se alzó por el asesinato policial de José Campos Torres, cuando la policía solo recibió una multa de $1. Dijo que un activista de la coalición afirmó: "Sabemos que dentro de nuestra organización hay miembros que hace 17 años participaron en la rebelión del parque Moody y que han mencionado recurrir a la violencia en caso de que el gran jurado no acuse formalmente a los agentes". Asimismo, el artículo sostenía que en las reuniones de la coalición se han trazado planes para "una reacción violenta".

En Houston, todo el mundo sabe que Travis Morales es la persona más vinculada con la rebelión del parque Moody. Se metió de lleno a la lucha por Justicia para José Torres. El fallo de la corte que prácticamente exoneró a los chotas que lo asesinaron un año después prendió la rebelión y Travis la defendió en una rueda de prensa en el palacio municipal, donde dijo que fue "un día glorioso en la historia de los pueblos chicano y mexicano. Los capitalistas han saboreado una pizca de justicia popular". Lo arrestaron y lo acusaron del delito grave de "incitar a motín", y le pusieron una fianza de medio millón de dólares.

Travis hace su labor política desde la perspectiva de contribuir lo máximo a preparar el terreno para una revolución proletaria en el momento que maduren las condiciones necesarias. Asimismo, afirma que el pueblo tiene el derecho de defenderse ante la brutalidad policial. Participa en la lucha por Justicia para Pedro Oregón junto con otros partidarios del PCR, quienes hablan claramente de su punto de vista revolucionario en la coalición.

El artículo de El Día es un burdo ataque a Travis y otros compañeros con el fin de preparar el terreno para entablar acusaciones criminales en su contra. En realidad, las discusiones que menciona jamás ocurrieron; la supuesta fuente, un miembro de la coalición, escribió una carta al periódico (publicada al día siguiente del artículo) que refutaba lo que ahí decía.

En la historia de la lucha popular en este país existen numerosos ejemplos de notas periodísticas filtradas por la policía con la finalidad de entrampar a revolucionarios y activistas, y de confundir al pueblo. Después, la policía suele usar las mentiras que salen en la prensa para justificar ataques a revolucionarios. En 1970, por ejemplo, la prensa armó un escándalo, diciendo que Carl Hampton y otros revolucionarios jóvenes del Partido Pantera Negra de Houston se iban a lanzar a enfrentamientos armados contra la policía. En julio de ese año, el DPH y otras dependencias policiacas atacaron la sede del PPN en la calle Dowling en un operativo de gran envergadura; mataron a Carl Hampton e hirieron de gravedad a varios compañeros. Es de suma importancia desenmascarar maniobras siniestras como el artículo de El Día, que tienen el propósito de sembrar divisiones y frenar la lucha.

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El pueblo de Gulfton y Houston no olvidará a Pedro Oregón. En Gulfton están resueltos a continuar la lucha por justicia para él--sea cual fuere la decisión del gran jurado--hasta que acusen, enjuicien y condenen a los chotas por homicidio. Muchos participantes de dicha lucha están captando la conexión entre ella y la lucha general contra la brutalidad policial, la represión y la criminalización del pueblo.

ˇJusticia para Pedro Oregón! ˇCadena perpetua a la chota asesina!


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