Informe directo de la guerra popular de Nepal, Parte 15

El nuevo poder y la nueva mujer

Obrero Revolucionario #1033, 5 de diciembre, 1999

Apenas llevamos un día en esta aldea y saldremos en la tarde. Los muchachos acaban su partido de volibol en el patio de la escuela y lo preparan para la reunión de despedida. Toda la aldea asiste a la ceremonia; el ambiente es muy festivo. Una docena de jóvenes que conforman la milicia se presentan en orden de batalla y nos saludan a mí y a mi traductor cuando pasamos al frente.

La ceremonia muestra un gran cariño. Después de unos breves discursos y una presentación cultural, los líderes de las organizaciones de masas me regalan unos tejidos, dos morrales (uno que dice "Rukum" en bordado) y una cuerda tradicional para cargar bultos pesados amarrados a la frente.

La reunión se acaba al atardecer y partimos. Los aldeanos se paran al lado del camino para despedirnos y la milicia nos acompaña por un tramo. Todo el mundo grita "¡lal salaam!" (el saludo rojo).

Al rato, el sol se pone detrás de las montañas y caminamos varias horas de noche. Como estamos a cuatro horas de la próxima aldea, habrá que acampar al aire libre. Felizmente, nos encontramos con unos pastores muy amables que nos ofrecen un lugarcito junto a su hoguera. Tienen muchas ovejas y pasamos la noche entre el rebaño, durmiendo con los balidos de las ovejas y el ladrar de los perros guardianes.

Al día siguiente, llegamos a otra aldea de Rukum, donde los parientes de los mártires se reúnen conmigo. Para mí, la plática subraya los sacrificios de las mujeres, quienes participan en pie de igualdad en esta revolución, combaten y dan la vida por ella.

De los 800 mártires que han caído en tres años y medio de guerra popular, 100 son mujeres. Muchas han perdido al esposo o a un hijo; han sufrido torturas y la policía las ha violado y matado. Pero muchísimas compañeras se han mantenido firmes, aguantando crueles torturas.

Una organizadora me cuenta: "Tras el inicio, los reaccionarios se propusieron acabar con la participación de la mujer en la guerra popular. Tenemos 50 compañeras mártires, la mayoría de la Región Occidental. Han violado a miles de mujeres y muchas están presas. Por ejemplo, durante los comicios, los policías llegaron y ordenaron que las mujeres votaran. Cuando los desafiaron, arrestaron a 14 compañeras, se las llevaron y las violaron. Entre ellas había una niña de 12 años que quedó tan maltrecha que no pudo caminar durante una semana.

"Han desaparecido a varias mujeres y a veces las obligan a casarse con un policía. Según nuestras costumbres, se pinta la frente de la novia con un polvo rojo (tikka). La policía les pone tikka a las detenidas para humillarlas. Además les ponen el uniforme policial y las mandan a hacer el trabajo de la policía. Pero las mujeres se niegan y no revelan información o secretos.

"Se conocen varios casos de crueles torturas a mujeres aquí en el occidente. En una zona torturaron a la secretaria de la organización de mujeres. Estaba encinta y la violaron. Logró salir del cerco policial, pero estaba muy débil por los golpes y no pudo huir. La mataron a tiros. A pesar de la tortura y la represión, la mayoría de las mujeres están convencidas de que solo la Revolución de nueva democracia las liberará".

En Katmandú, Rekha Sharma, presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres Nepalesas (Revolucionaria) me habló de varios ataques con saña a las revolucionarias:

"Cuando la policía sospecha que un hombre es guerrillero, va a la casa y le pregunta a la señora: `¿Dónde está su marido?' o `¿Donde está su hijo?'. En el distrito de Pyuautan llegaron a la casa de Radhad Ghimise y le preguntaron por su esposo, un maestro. La señora estaba embarazada; la arrestaron y la llevaron al bosque. No se supo más de ella y a las tres semanas la encontraron decapitada. Otro ejemplo es la tortura de Depa Khadka, la presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres Nepalesas (Revolucionaria) en el distrito de Dolakha. La arrestaron por tener papel membretado de la organización y la violaron en grupo. Otra señora fue a visitar a su esposo en la cárcel; la golpearon y después murió".

En la sociedad feudal la mujer que sufre una violación es estigmatizada, pero la revolución substituye vergüenza por odio de clase. Y la crueldad de la policía, me dice Rekha, no ha minado la decisión de las mujeres revolucionarias de Nepal. Dice: "Las mujeres que han perdido a un ser querido-el marido, un hijo-no pasan la vida de luto; al contrario, demuestran gran valentía revolucionaria. Y cuando interrogan a las mujeres, cuando las torturan, no dan información al enemigo".

Las mujeres y los comités de 3 en 1

El sistema feudal y semifeudal de producción impone la opresión de la mujer: los campesinos dependen de la tierra, pero la mujer no tiene igualdad de derechos en cuanto a propiedad ni para heredarla. En algunas regiones, donde los campesinos viven en una virtual esclavitud, sometidos a formas de trabajo gratuito para pagar sus deudas a los grandes terratenientes, además de dicho trabajo gratuito, la mujer debe someterse sexualmente.

La revolución agraria es central para la revolución de nueva democracia y la guerra popular tiene una posición muy clara sobre los derechos de propiedad de la mujer. La consigna "La tierra para quien la trabaja" guía el reparto de la tierra y se aplica el principio de "igualdad de derecho de la mujer a la propiedad". Bajo el nuevo poder, los tribunales populares han devuelto muchas tierras a viudas y solteras, o sea, tierras que los terratenientes y reaccionarios acapararon. De esta y otras formas, el nuevo poder popular empieza a liberar a la mujer.

En las zonas guerrilleras, las mujeres participan en los "comités de 3 en 1" que supervisan la vida cotidiana de la aldea. Juegan un papel clave en el nuevo poder popular, como militantes del partido, combatientes del ejército popular e integrantes de las organizaciones de masas del frente único.

Por lo general lo que los campesinos cultivan no les alcanza para alimentar a la familia. Durante una temporada, los hombres buscan trabajo en las ciudades o en India, y las mujeres y los niños se quedan trabajando la parcela. Ahora con la guerra popular, las nuevas formas colectivas de agricultura son una gran ayuda para los hogares donde el hombre se ha ido a trabajar en la ciudad o a luchar en la guerra popular.

Una organizadora explicó: "La represión tan dura que se vive en las aldeas obliga a los hombres a pasar a la clandestinidad, pero las mujeres siguen ahí. Así que participan en el nuevo poder popular a través de los comités de 3 en 1 y están resolviendo muchos problemas, como riñas y disputas. De hecho las mujeres son del 30% al 50% de los integrantes de los comités de 3 en 1".

Le pregunté a un miembro del Comité Central de la Asociación Nacional de Mujeres Nepalesas (Revolucionaria) en Rolpa qué hacen cuando un hombre maltrata a la esposa. Me habló de un señor que tenía otra mujer:

"La organización de mujeres organizó a las masas de mujeres: le pusieron un collar de zapatos [ataron los zapatos al cuello en forma de un `collar'], le pintaron la cara y lo llevaron por toda la aldea. En otro caso, una campesina pobre se fue a trabajar cargando ladrillos en Katmandú y un hombre de este distrito la violó. La organización de mujeres se enteró y fue a la casa y lo arrestó. Como castigo le cortaron el pelo de la mitad de la cabeza, lo obligaron a ponerse las manos en los oídos, y a sentarse y pararse continuamente. Lo condenamos ante las masas. El pueblo apoya esta labor que realizamos en las aldeas".

Me enteré de que la poligamia es una práctica feudal todavía común en Nepal; muchos hombres tienen dos esposas. El partido se opone a la poligamia y a los matrimonios concertados, y donde la guerra popular tiene fuerza lucha para eliminar esas costumbres. En algunas zonas, los comités de 3 en 1 han establecido nuevas medidas para garantizar los derechos de la mujer. Una compañera de Rukum me dijo:

"En nuestro distrito, mucho ha cambiado en los últimos tres años respecto a las actitudes y prácticas que afectan a la mujer. Por ejemplo, participamos en el departamento judicial (uno de los comités del poder popular) y ayudamos a resolver muchos problemas tales como casos de una segunda esposa, donde garantizamos los derechos de propiedad de la primera esposa. A veces obligamos a la segunda esposa a dejar el matrimonio por las injusticias que se infligen a la primera.

"Cuando se pide el divorcio, hacemos una determinación. La mayoría de las solicitudes son de mujeres víctimas de golpes, maltrato o tentativa de homicidio. Si una mujer pide la propiedad del esposo, el tribunal la ayuda. El tribunal popular investiga cada caso para determinar quién tiene la razón.

"En la poligamia es común que el esposo no tome en cuenta a la primera esposa. Actualmente la mujer que se divorcia por esa situación no le debe nada al ex esposo. Anteriormente, si se volvía a casar, el nuevo esposo pagaba una dote al ex esposo, pero hemos eliminado esa práctica. Si la mujer no se vuelve a casar, la tradición dispone que debe pagarle una cantidad de dinero al ex esposo y alguna gente todavía sigue dicha práctica, pero nuestra meta es eliminarla completamente.

"Antes del inicio de la guerra popular, había muchos casos de golpizas a la esposa, inclusive por camaradas del partido. Ahora, eso no es común y prácticamente no ocurre con partidarios ni con los cuadros. Al enterarse de un caso así, el partido actúa: las masas luchan con el esposo; si la esposa está lesionada, la organización de mujeres o el tribunal popular exige que se le dé el divorcio. Han sometido a los responsables a humillación pública-pintarles la cara, ponerles un `collar de zapatos'-pero no a castigos físicos".

La revolución repudia toda una serie de costumbres feudales que oprimen a la mujer: la preferencia a los hijos, tabúes contra la menstruación, las tradiciones que disponen que una viuda debe guardar luto de por vida. Las viudas de los mártires visten ropa de colores brillantes y joyas, en pleno desacato a dichas tradiciones. Asimismo, la revolución está transformando las celebraciones tradicionales como la "Teej", un día de ayuno de la religión hindú cuando las casadas oran por una vida larga para el marido y las solteras le piden a dios que les mande esposo. Ese día se está transformando en una jornada de apoyo a la guerra popular.

Organizaciones revolucionarias de mujeres

A través del país, las fuerzas políticas (incluso los partidos reaccionarios y el gobierno) organizan a las mujeres, pero las organizaciones maoístas son distintas, pues ligan la lucha contra la opresión de la mujer con la meta revolucionaria de tomar el poder por medio de la lucha armada y establecer la república de nueva democracia.

Rekha Sharma me explicó cómo la Asociación Nacional de Mujeres Nepalesas (Revolucionaria) ve la relación entre la lucha contra la opresión de la mujer y el apoyo a la guerra popular:

"Estamos convencidas de que los problemas de la mujer solo se resolverán al tumbar el feudalismo y el sistema actual. Nuestro punto de vista es totalmente distinto del de las organizaciones reformistas y nuestras actividades contribuyen a resolver los problemas en forma cabal porque tenemos esa claridad, es decir, sabemos que la causa de la opresión de la mujer es el feudalismo y el poder del estado reaccionario. Nuestra labor contribuye a la solución definitiva-la revolución y la sociedad de nueva democracia-y a desarrollar la guerra popular. Con el triunfo de la guerra popular se solucionarán los problemas de la mujer y se logrará la igualdad. Pero no por eso adoptamos una actitud pasiva de esperar al triunfo de la guerra; también prestamos atención a la lucha reivindicativa".

Las organizaciones revolucionarias de la mujer en las ciudades brindan información sobre la guerra popular y hacen labor de apoyo, y los grupos de mujeres maoístas en el campo participan directamente en la guerra: las compañeras ingresan al ejército popular y las milicias, construyen las nuevas formas del poder popular y transforman las relaciones sociales.

Una organizadora de la Región Occidental me dijo: "Al principio, hicimos labor de educación sobre la lucha por la igualdad de la mujer y atacamos las viejas costumbres que oprimen a la mujer, como la dote. En el campo la familia del novio tiene que darle dote a la familia de la novia. (En la ciudad es al revés.) Puede ser unas botellas de alcohol, roti (pan) o cabras. Eso es vender a la mujer y por eso nos oponemos. Por otra parte, en algunas zonas hemos prohibido el consumo de alcohol y así hemos parado las golpizas a la mujer. Por hechos así muy concretos, muchas mujeres se acercan a la organización revolucionaria de mujeres, pues nos oponemos a los matrimonios concertados desde niños y la poligamia, y hemos organizado acciones de masas contra esta.

"Hemos construido Chautari (monumentos) a los mártires y senderos en su memoria. Construimos inodoros y fomentamos la higiene en las aldeas. Nos organizamos para cultivar la tierra colectivamente. Tenemos programas de alfabetización y recomendamos tener menos hijos debido a los bajos recursos económicos. En el pasado, sin la influencia política de la revolución, los hombres tenían el derecho de decidir cuántos niños la pareja debía tener, pero ahora el hombre y la mujer toman esa decisión conjuntamente. Defendemos el derecho de la mujer de decidir si quiere casarse y tener hijos".

Las organizaciones revolucionarias de mujeres dan cursos de marxismo-leninismo-maoísmo y guerra popular, y me dicen que en muchas zonas de Rolpa y Rukum, prácticamente todas las mujeres participan. La mayoría tienen de 15 a 30 años, pero participan jóvenes de 14 y hasta ancianas de 70.

Le pedí a una camarada del Comité Central de la Organización Nacional de Mujeres Nepalesas (Revolucionaria) que me platicara del trabajo de su organización:

"Las mujeres tienen un profundo odio de clase al opresor y amor por el partido, pues ven que solo con los maoístas se liberarán. Iniciamos clases para adultos, tanto hombres como mujeres. Hemos construido monumentos a los mártires y caminos para el ganado. Según las viejas costumbres, la mujer regresa a la casa de sus padres en los días festivos para que la pinten con tikka, pero hemos descartado esa tradición feudal. Estamos construyendo una nueva cultura y celebramos festivales propios de la revolución como el 13 de febrero, el aniversario del inicio de la guerra popular. Ese día nos reunimos con las familias de los mártires, les damos regalos y recibimos tikka de ellas.

"Ayudamos a las compañeras que nos piden castigar a sus opresores. Por ejemplo, una compañera quería divorciarse porque el marido tomaba y la golpeaba. Pidió la ayuda de la organización. Como no le daba el divorcio, la organización de mujeres recomendó que lo dejara.

"Cargamos granos, y hacemos tareas de comunicación y logística para el partido. Fabricamos balas y pólvora, y le vendemos productos al costo. Los comités hacen guantes para las escuadras y pelotones. Hacemos pintas y reclutamos a compañeras a la milicia. Aportamos cultivos al partido, además de pollos y cabras".

Muchas compañeras mencionan que los compañeros las animan a participar, a desarrollarse políticamente y a dedicarse de tiempo completo. En muchas parejas, los dos tienen un firme compromiso con la guerra popular y es común que se celebre una "ceremonia comunista" en vez de la boda tradicional. Una organizadora me dijo: "Antes del inicio se hablaba de apoyar a la mujer, pero eso no siempre se cumplía en la práctica. Tras el inicio, hubo un cambio dramático y ahora la mujer juega un papel muy importante en la guerra popular".

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Rekha Sharma me dijo: "Lenin recalcó que el éxito de la revolución depende de la plena participación de la mujer. Aquí en Nepal, se destaca dicha participación, pues la mujer está demostrando que no es débil sino fuerte e igual al hombre.

"Hemos oído de revolucionarias de otros países, pero ahora con tu visita hemos conocido a una. Te agradecemos muchísimo el esfuerzo de viajar a Nepal para conocer nuestra situación y nuestras actividades. Ojalá que el Obrero Revolucionario divulgue la situación objetiva de Nepal, la guerra popular y nuestro trabajo a las oprimidas de Estados Unidos y del mundo entero, que diga al mundo que en Nepal la mujer está combatiendo al enemigo, haciendo sacrificios y dedicando toda su energía a la lucha. Así las masas explotadas del mundo conocerán nuestra situación y se animarán a hacer la revolución, y además se generará apoyo para la guerra popular de Nepal".

Continuará.

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