Pesadillas de Silicon
Cómo es trabajar en las fábricas del valle Silicon
Obrero Revolucionario #1056, 28 de mayo, 2000
La semana pasada, el artículo "Valle Silicon: Los proletarios y la industria de alta tecnología" señaló que la gran opulencia del valle Silicon de California proviene de la desenfrenada explotación de los proletarios de la industria de alta tecnología en esa zona y el mundo entero.
El OR entrevistó a un joven compañero de Sudasia, quien trabajó en una planta de montaje del valle Silicon y nos habló de las peligrosas condiciones de trabajo, los salarios de miseria y la solidaridad que se forja entre obreros de muchos rincones del planeta.
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OR: Platícanos de tus compañeros de trabajo.
A: Más que nada son inmigrantes, en su mayoría latinos. En segundo lugar había filipinos y después de Sudasia, además de unos africanos, por ejemplo, refugiados de Etiopía y Somalia. Eso era todo, aparte de unos chicanos que tenían bastante tiempo aquí en el país. Casi no había blancos.
Nuestra línea era típica: éramos 35 en ese turno y del 70% al 80% eran mujeres con un supervisor blanco. Principalmente mujeres, todos inmigrantes, desde chavos hasta abuelas y abuelitos.
Lo de los chavos me chocó, la verdad, porque cuando se habla de las maquiladoras de la industria de alta tecnología, uno piensa en inmigrantes. Pero en realidad, los patrones reclutan a chavos de las minorías que no tienen carrera. El sistema educativo los tiene marginados, pues no van a estudiar en la universidad ni tienen una carrera profesional. Cuando esos chavos se gradúan de prepa (o si no se gradúan), van a una agencia de trabajo eventual, sobre todo si tienen antecedentes penales, porque ahí no piden referencias ni les importa la preparación que uno tenga; los mandan a trabajar a las maquiladoras.
Salarios bajos y el alto costo de la vida
OR: Unos 900 obreros trabajan en la planta, ¿verdad?
A: Sí, había dos edificios juntos con un total de 900 obreros.
OR: Dijiste que ganaban unos $8 la hora y el costo de la vida es alto en el valle Silicon, ¿no?
A: La verdad, es increíble que se pague $8 la hora. La vivienda y todo lo demás se ha disparado. Un apartamento de una recámara cuesta $1200 al mes. Así que $8 no alcanza para nada. Una amiga chicana lleva 25 años trabajando en esas plantas. Trabajaba en Hewlett Packard cuando fabricaban calculadoras. Le pregunté cómo ha cambiado la situación y me dijo: "Ahora hay muchas nacionalidades, y antes éramos puros chicanos y unos cuantos negros. Ahora hay muchísimos inmigrantes asiáticos". Pero ¡esa amiga gana prácticamente lo mismo que hace 20 años! En ese tiempo le alcanzaba para un apartamento más o menos bueno, pero ahora ¡un apartamento chiquito vale $1200! Vive con la hija y los nietos en una recámara. No hay de otra.
OR: O sea, ¿básicamente la gente vive cerca del trabajo pero con mucha gente embutida en un pequeño apartamento?
A: Claro, se quedan en el valle y viven así con la familia o con más familias. Otros van a Gilroy o Stockton, donde la vivienda es más barata. Un compañero que vivía en Stockton (a unos 150 kilómetros) salía de la casa a las 3:30 de la madrugada-pues a las 4 a.m. ya hay mucho tráfico de los que van al valle a trabajar-para entrar a trabajar a las 6 a.m.
¡Qué locura! Es una forma de discriminación. Los que creamos la riqueza no tenemos para vivir en el valle.
La línea de montaje global
OR: ¿El trabajo es duro? Mencionaste que cada línea debe producir cierta cantidad de productos. ¿Cuál es el ritmo de trabajo?
A: De hecho éramos la parte final de la línea de montaje global. Se fabricaban componentes en Japón, se hacía montaje parcial del módulo plástico en Idaho y nosotros hacíamos el montaje final, o sea, el producto quedaba listo para el consumidor. La línea era una cinta transportadora al estilo de las fábricas de la industria automotriz y en ella venían artículos medio montados; cada quien ponía su componente: apretaba el tornillo, montaba esto o lo otro, lo revisaba, etc. Por la velocidad de la línea, era una pesadilla, pues uno repetía un movimiento de por sí incómodo a todo vapor.
Como la mayoría eran mujeres, los hombres subíamos todo a la línea y lo bajábamos al final. O sea, uno ponía la cosa en la línea, hacía algo de montaje y luego los demás la trabajaban; al final uno la bajaba y la empacaba. Tocaba subir y bajar las cosas, y torcerse constantemente; y hacerlo muy rápido.
Casi todo mundo se lesiona. Yo tenía 24 años, y había compañeros de 20 y 21 que tenían la espalda lastimada por tanto torcerse. Era muy duro por eso, porque tocaba moverse así.
OR: ¿Sabías de otras fábricas de gran escala con líneas de montaje?
A: Claro, por ejemplo, muchos inmigrantes trabajan en las fábricas de chips [circuitos integrados], donde emplean muchas sustancias químicas, hacen soldadura, etc. Gente de Sudasia trabaja en Fremont, donde se hace el empaque. Los obreros de las líneas de montaje de chips tienen una tasa de enfermedades industriales tres veces mayor que las demás industrias porque emplean muchas sustancias químicas.
Los subcontratistas mandan mucho trabajo a casa. Por ejemplo, cuando Hewlett Packard necesita un nuevo producto, un subcontratista como Solectron (uno de los más grandes) le fabrica los chips. Como el tiempo apremia, se les pide a los obreros que hagan el trabajo en casa: "¿Por qué no lo llevas a casa; me lo terminas para el lunes y ganas $50?". Entonces una compañera que es buena para trabajar rápido lleva los circuitos impresos a casa y monta los chips. Tiene que aceptar porque no tiene ninguna protección; fácilmente la despiden. O sea, todos son eventuales; si dicen que no quieren, a lo mejor el lunes no tendrán trabajo.
La compañera lleva el trabajo a casa, y como es mucho y no le alcanza el tiempo, les pide a su mamá y los hijos que la ayuden. Trabajan en la cocina y se exponen a todas esas sustancias químicas. Eso es muy común en el valle; sobre todo las vietnamitas lo hacen.
De trabajadora de planta a eventual
OR: Trabajaste para un subcontratista, ¿no?
A: Se decía (y todavía se dice) que XXX era un "buen patrón". Una compañera trabajaba al ladito y tenía muchos años ahí en la línea de montaje. Ya era abuela y ganaba más de $16 la hora, lo cual era muy bueno. Tenía prestaciones y estaba por sacar la jubilación a finales de los 80, pues tenía derecho a recibir pensión al cumplir 10 años en la compañía. La compañera llevaba nueve años y medio cuando XXX cambió de plan: despidió a los empleados de planta y contrató a eventuales. La compañera no recibió su pensión y no pudo jubilarse.
No era tan vieja, pero en las plantas si uno tiene más de 35 años, lo consideran viejo. No encontró trabajo y recurrió a Manpower, una agencia de trabajadores eventuales; le encontraron trabajo ahí mismo en XXX. Entonces estaba en el mismo lugar, haciendo el mismo trabajo en la línea de montaje, solo que ganaba la mitad del salario ($8 la hora), sin prestaciones ni protecciones. Así reciclan a la gente, eso es lo que pasa.
Se perjudica la salud
OR: Mencionaste que la agencia ofrecía seguro médico, pero que era muy caro y nadie lo compraba. ¿Cuánto costaba?
A: Algo como $400 al mes para una familia de cuatro personas.
OR: Así que uno ganaba $8 y ¿se le pedía $400 al mes?
A: Claro, nadie lo compraba. Les pregunté a los patrones a propósito: "¿Alguien lo ha comprado?" y me dijeron que no. ¿Quién iba a comprarlo? Era ridículo, totalmente ridículo.
OR: Ya nos platicaste de las lesiones por torcerse y hacer movimientos incómodos; ¿había otros problemas de salud?
A: La tasa de lesiones industriales era dos veces mayor que el promedio de la industria. Sabíamos eso porque según las reglas de OSHA [dependencia de salud y bienestar laboral], la compañía tenía que publicar esas cifras en febrero de cada año. Para entonces ya me sentía enfermo. No podía respirar profundo, tenía un dolor en el pecho y tosía a cada rato. Pregunté a los demás cómo se sentían y muchos se sentían igual; tenían hemorragias nasales y muchísimos tenían asma. Era muy marcado, o sea, de los 30, la tercera parte sufría de asma.
A muchos les daba bronquitis. Conseguimos información sobre los materiales con los cuales trabajábamos. (OSHA requiere que las compañías proporcionen esos documentos.) Resultó que trabajábamos con una sustancia carcinógena que provoca enfermedades respiratorias. Fue algo muy pesado, pero la compañía lo negó; dijo que se trataba de "probabilidades científicas" y no de una certeza. Dijo: "No se preocupen. Es el polen; no está relacionado con el trabajo, pues es el tiempo del polen; por eso, todos se enferman".
Nadie se atrevía a quejarse por temor a perder el trabajo. Cuando una compañera embarazada pidió un cambio porque le dolía la espalda por el movimiento que hacía, la supervisora dijo: "Mira, así es la manufactura. Si no te conviene, debes buscar otro trabajo". Así siempre nos decían cuando protestábamos por cuestiones de salud. La compañera se calló, pero finalmente la despidieron.
La solidaridad de los oprimidos
OR: ¿Nos puedes dar más información sobre la situación en las plantas?
A: No hay sindicatos y eso es muy inquietante, pues en todo el mundo se dice que el valle Silicon es un importante "modelo económico". Para ser franco, creo que hay cierto racismo y machismo de parte de los propios sindicatos. Piensan: "Los inmigrantes, sobre todo las mujeres, son pasivos; van a quejarse un poco, pero no van a pelear". Pero por lo que vi, la verdad es que tienen mucha fuerza, tienen una voluntad, se podría decir, indomable. Y tienen una larga tradición de lucha y lucha revolucionaria en sus países. Por ejemplo, un compañero de India me dijo que allí los obreros no aguantaban esto. Le pregunté: "¿Qué hacen?". Y respondió: "Organizamos un garehoe". "¿Qué?", le dije. "O sea, rodeamos a los gerentes hasta que cumplan nuestras reivindicaciones". "¡Andale!", le dije. Agregó: "O hacemos un bandh, un paro de todas las industrias de una ciudad. La ciudad se paraliza hasta que la compañía cumpla las reivindicaciones de los obreros".
Los inmigrantes tienen mucha experiencia de lucha que no se aprovecha.
OR: Inmigrantes de muchas partes del mundo trabajaban juntos en esa fábrica. ¿Lograron mucha unidad?
A: Existía una gran solidaridad por la experiencia común del trabajo y opresión. Por ejemplo, cuando hacíamos una comida, traían pansit de Filipinas, papas de India, burritos de México; comíamos todo y era muy sabroso.
La solidaridad trascendía las divisiones raciales, nacionales y étnicas, la verdad. Para mí, fue algo nuevo. Había obreros indios y pakistaníes, y en ese tiempo los dos países estaban en guerra por el control de Cachemira (una disputa que se remonta a la época del reparto de Sudasia por Inglaterra). India y Pakistán siempre han sido enemigos, pero la situación se recrudeció cuando los dos obtuvieron armas nucleares.
La comunidad india de Estados Unidos estaba enfurecida y convocó una gran marcha en el puente Golden Gate, donde condenó a Pakistán como el "agresor". Pero los obreros de India y Pakistán no se enemistaron, pues eran hermanos que compartían la experiencia de trabajar en las plantas de este país.
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