El sórdido secreto de la explotación capitalista

Bob Avakian, Presidente del PCR,EU

Obrero Revolucionario #1057, 4 de junio, 2000

En octubre de 1999, el Partido Comunista Revolucionario,EU, anunció un proyecto de un año: elaborar un nuevo Programa-un Programa marxista-leninista-maoísta-que trazará el camino hacia el triunfo de la revolución en Estados Unidos.

En ese anuncio invitamos a unirse a este proyecto y solicitamos la colaboración de mucha gente en el trabajo de investigación socioeconómica y de la estructura de clases de este país, así como la oportunidad de debatir nuestro análisis político y nuestra visión de la nueva sociedad y la estrategia para crearla. Pedimos comentarios y observaciones sobre el actual Programa (de 1981), así como sugerencias para el nuevo.

Para contribuir a este proceso, el Obrero Revolucionario está publicando una serie de artículos: pasajes del actual Programa, escritos de Bob Avakian (Presidente del PCR,EU) y otros escritos de los órganos del Partido, con el fin de explicar ciertos principios marxista-leninista-maoístas, así como el análisis del Partido de la sociedad y el proceso revolucionario.

A continuación continuamos la serie con un pasaje del libro El falso comunismo ha muerto... ¡Viva el auténtico comunismo!:

Marx también analizó y puso al descubierto las entrañas del sistema capitalista, y especialmente lo que se ha llamado ``el sórdido secreto de la explotación capitalista''. Es decir, Marx fue más allá de las apariencias y examinó a fondo la relación entre los dueños capitalistas y quienes trabajan para ellos, y demostró que esta relación que parece ser de igualdad-un simple intercambio de salario por trabajo-encierra una relación fundamental de explotación y opresión detrás de su apariencia de igualdad.

Para eso, Marx no se limitó simplemente a denunciar a los capitalistas por ser ricos ni a señalar la enorme discrepancia que hay entre la gran riqueza que controlan los capitalistas y la mísera pobreza de las masas trabajadoras. Marx investigó a fondo qué causa todo eso y demostró que ha dejado de ser necesario. El capitalismo no es simplemente una sociedad donde se ha generalizado la producción de mercancías y donde las cosas-o las cosas de importancia social-no se producen para el uso inmediato sino para venderlas por dinero; fuera de eso, otra cosa que caracteriza al capitalismo es que la fuerza de trabajo (el trabajo humano) es una mercancía.

Como mercancía, la fuerza de trabajo contiene valor, igual que todas las mercancías. El valor de la mercancía fuerza de trabajo se determina de la misma manera, con la misma medida, que el de las demás mercancías: por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla (el tiempo necesario en las condiciones sociales de producción predominantes). Esto quiere decir que el valor de la mercancía fuerza de trabajo es equivalente al valor de las mercancías necesarias para la subsistencia del trabajador, para que siga trabajando y sea capaz de producir nuevas generaciones de trabajadores. Aunque el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas puede variar de un país a otro, en la sociedad capitalista en general el valor de la mercancía fuerza de trabajo es menos que el valor total que el trabajador produce durante su jornada de trabajo. Por lo tanto, parte del trabajo del trabajador es trabajo pagado, o sea trabajo durante el cual ha producido un valor equivalente al valor de su fuerza de trabajo (que corresponde a su salario); pero la otra parte es trabajo no pagado, o sea trabajo durante el cual ha producido valor por el cual no le pagan: ese es el valor que se roba el capitalista.

Esa es la fuente, la única fuente, de la ganancia de los capitalistas: la fuente de su ingreso personal y, lo que es más importante, es la fuente que les permite reinvertir y ampliar sus empresas capitalistas; es la fuente que les permite controlar la sociedad y mantener sus instituciones, especialmente las instituciones políticas y militares que usan para reprimir a la clase obrera y a las masas populares.

Ahora bien, en toda sociedad donde se produzca un excedente (más de lo que se necesita para sobrevivir), este no se distribuirá simplemente entre todos los miembros de la sociedad. Si se hace eso, no se podrían desarrollar cualitativamente las fuerzas productivas sociales, no habría recursos para encarar desastres naturales u otros sucesos imprevistos, no habría cómo administrar la sociedad ni financiar la educación, la cultura y otras necesidades del pueblo. Marx señaló que esto se aplica a la sociedad comunista, no menos que a la capitalista. Pero también recalcó la gran diferencia entre las dos sociedades: en el comunismo-una sociedad de seres que cooperan libremente y donde no existen clases-el pueblo mismo regulará la apropiación y distribución del excedente según sus necesidades, de la misma manera que regulará el proceso de la producción. Por contraste, en el capitalismo el proceso de producción, así como la apropiación y distribución del excedente, lo controla una clase que está divorciada de la producción y que domina a los que producen el excedente y la riqueza social en general, es decir, a la clase obrera. Cuanto más duro trabajan los trabajadores en el capitalismo, tanto más refuerzan el poder del capital y tanto más refuerzan las condiciones de su propia esclavitud.

En pocas palabras, Marx demostró que la producción del valor y especialmente de la plusvalía-o sea, el valor creado por el trabajador durante la producción como mercancías de los productos de la sociedad capitalista, y dentro de eso el valor extra por el cual no le pagan, el valor con el que se queda el capitalista-es la fuerza motriz de la acumulación capitalista. Esa, dijo Marx, es la esencia fundamental de la sociedad capitalista, ``el sórdido secreto de la explotación capitalista'' y la raíz de la opresión del proletariado. Y, Marx explicó, la subordinación del trabajador al proceso de acumulación capitalista lo somete a una situación en la que no vive sino a condición de encontrar trabajo, y lo encuentra únicamente a condición de que su trabajo cree suficiente ganancia para el capitalista que lo explota. Por lo tanto, el capitalismo simultáneamente lleva a la explotación implacable de los trabajadores que trabajan y al desempleo de muchos otros; crea ``un ejército industrial de reserva'' que crece enormemente en tiempos de crisis económica.

A partir de esto Marx concluyó que aunque los trabajadores deben luchar para no dejarse aplastar por el sistema capitalista, ninguna lucha que se limite a pedir mejores condiciones dentro del sistema capitalista puede cambiar la situación de la clase obrera en un sentido fundamental: la única manera en que la clase obrera puede cambiar en lo fundamental su situación y la de la humanidad entera es levantándose, reconociendo sus intereses de clase más elevados, tumbando al sistema capitalista y emprendiendo la transformación comunista de la sociedad.

Con el materialismo histórico Marx (junto con Engels) había explicado que el surgimiento de las relaciones de explotación y opresión-y de uno de sus aspectos más fundamentales: las condiciones sociales que llevaron a la opresión de la mujer-estuvo ligado al desarrollo de la división en clases, que a su vez estaba ligado a ciertas fases del desarrollo de la producción. Más adelante, Marx demostró que el capitalismo representa la última de esas fases de producción, la última sociedad donde existirán clases y antagonismos sociales, y que será el proletariado, por medio de una revolución que derribe al capitalismo y transforme radicalmente a la sociedad, el que abolirá todas las formas de explotación y de opresión, y todas las diferencias de clase.

Al mismo tiempo, Marx recalcó y explicó que a diferencia de todas las demás clases en la sociedad contemporánea y las pasadas, la concepción del mundo del proletariado debe ser el internacionalismo, no el nacionalismo. Aunque en la época burguesa el mundo está dividido en naciones, el proletariado es una clase internacional y sus intereses, como clase, radican en el triunfo del comunismo a nivel mundial. El comunismo solo puede lograrse a nivel mundial eliminando las relaciones de explotación, los antagonismos sociales, la opresión y las desigualdades en el mundo entero.

El hecho de que el internacionalismo debe ser la cosmovisión y la posición política del proletariado se basa en una realidad fundamental: el sistema capitalista es un sistema mundial de producción de mercancías y de explotación; un sistema que necesita y forma cada vez más un mercado mundial bajo el dominio del capital; un sistema que especialmente en su etapa imperialista (como veremos) integra toda la economía mundial a su proceso de acumulación, integra diversos sistemas de producción y países en diferentes niveles de desarrollo. Así Marx demostró que el internacionalismo debe ser la cosmovisión del proletariado, y como él mismo dijo: solo emancipando a toda la humanidad puede el proletariado emanciparse a sí mismo.

De la misma manera que Marx puso al descubierto la esencia de la relación entre capitalistas y trabajadores (la burguesía y el proletariado) en la sociedad capitalista, desenmascaró el saqueo y los estragos coloniales de Inglaterra y otros países capitalistas en India, Egipto, China y el resto del mundo. Como dijo con fuerza e ironía:

``El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata en América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: son todos hechos que señalaron los albores de la era de producción capitalista'' (Marx, El capital, México, Fondo de Cultura Económica, 1946, tomo I, p. 638).

Marx demostró que todo aquello estaba vinculado inseparablemente al capitalismo y que la revolución proletaria le pondría fin a nivel mundial. Una expresión práctica de esto fue que Marx y Engels dirigieron la fundación de la primera organización internacional de obreros, conocida como la I Internacional.

Aquí debemos detenernos y preguntar: ¿``refuta la realidad'' esos principios fundamentales del comunismo y la cosmovisión y metodología en que se basan? ¿Están ``pasados de moda''? ¿Demuestran los acontecimientos mundiales, los hechos, la experiencia diaria de las masas no solo en un país, en Estados Unidos, sino en todo el mundo, que esos principios ya no tienen validez y trascendencia? ¿Ya no ofrecen una descripción o un análisis correcto de los sucesos diarios y de la esencia del funcionamiento del sistema capitalista y de sus relaciones a nivel interno e internacional?

¡Todo lo contrario! Los principios del comunismo conservan su validez y más que nunca son la base para despejar la confusión que crean los voceros del viejo orden y comprender lo que en realidad está ocurriendo en el mundo. Son la base para analizar correctamente el mundo y transformarlo en pro de los intereses de las masas populares y de la humanidad entera.

Pero el marxismo es una ciencia viva que progresa con los avances y cambios de la realidad y la sociedad. Esto nos lleva a la segunda gran cumbre del marxismo, el leninismo.


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