El partido de vanguardia y el ejercicio del poder del proletariado: Lecciones históricas, Parte 2

Bob Avakian

Obrero Revolucionario #1062, 16 de julio, 2000

Esa crítica de la "dictadura del partido" inevitablemente está vinculada con la consigna "No debían haber empuñado las armas": la consigna de los contrarrevolucionarios en condena de la Comuna de París,* como también en contra de la Revolución Rusa, como lo señaló Lenin, y la consigna común de los que se oponen a toda revolución genuina, especialmente a la revolución proletaria. Aquí es importante reconocer que toda lucha armada revolucionaria que ha llevado a la toma del Poder por el proletariado ha comenzado y es posible que en el futuro también comience—con una minoría. Esto se aplica tanto a la guerra popular prolongada en los países del tercer mundo como a una insurrección urbana en los países imperialistas. Tales luchas armadas han empezado antes de que la mayoría de la población (incluso en las zonas donde se ha iniciado) apoye la revolución. Y tales luchas armadas, por más que en lo fundamental se apoyen en las masas, después de todo ejercen cierta coerción, no solo en contra del enemigo sino también, a un nivel cualitativamente diferente, sobre las masas afectadas por ellas; concretamente, obligan a las masas, especialmente a las que no están envueltas en la lucha, a tomar posición con respecto a la revolución.

Así sucedió con la Revolución de Octubre de 1917 dirigida por los bolcheviques. Probablemente ni siquiera la mayoría de los trabajadores de los Soviets, considerando el país en su conjunto, apoyaban la idea de lanzar la insurrección armada en ese momento. De seguro en las zonas rurales los campesinos no la apoyaban. E incluso en las principales ciudades, donde estalló la insurrección armada primeramente (en Petrogrado y Moscú en particular), la mayoría de los trabajadores no industriales de seguro no apoyaron conscientemente la bandera bolchevique cuando estos lanzaron la insurrección armada; pero esos trabajadores no industriales caen dentro de la amplia categoría del "pueblo".

Así que, de acuerdo con la lógica del documento del CCR, lo único que se puede concluir es: "No debían haber empuñado las armas". No es lógico argumentar que la vanguardia no debe imponerle sus deseos a las masas cuando está en el Poder, pero sí puede hacerlo en el proceso de tomar ese Poder en primer lugar. Esta contradicción se puede resolver mediante la aplicación de la dialéctica materialista, pero no se puede resolver aplicando la lógica (burguesa) que ha adoptado este documento del CCR.

El hecho es y esto es una profunda verdad que las acciones de los bolcheviques al desencadenar y dirigir la insurrección armada correspondían a los intereses de la mayoría de las masas, no solo desde un punto de vista general e histórico a largo plazo, sino también en un sentido inmediato y urgente: correspondían a los sentimientos y necesidades de las masas y a sus "aspiraciones políticas". Pero el documento del CCR ahora rechaza precisamente criterios como estos y los remplaza con la lógica y las demandas de la democracia formal (burguesa): mejor dicho, le da más importancia a los aspectos formales [mecanismos, instituciones, etc. Nota del trad.] de la democracia, sin valorar el contenido social y de clase, colocando la forma por encima del contenido.

La misma lógica también lleva a abandonar la dictadura del proletariado en sí, como un sistema "antidemocrático" de gobierno. La dictadura del proletariado también tiene un elemento de coerción por el Estado hacia las clases antagónicas y, es más, hacia individuos de la (amplia categoría de) el pueblo. Muchas medidas básicas, como la diferencia en la escala de salarios o mandar millones de jóvenes educados al campo a integrarse con las masas campesinas, tienen un elemento de coerción.

Por supuesto, la relación entre el Estado proletario y las masas populares no se puede sostener por la coerción. En la relación con las masas del pueblo, la educación y la lucha guiadas por la ideología comunista y la línea política revolucionaria deben ser el eje central; pero ello no elimina del todo cierta coerción. Esto está relacionado con la existencia de desigualdades fundamentales, que son la herencia de la vieja sociedad—como la diferencia entre la ciudad y el campo, entre los obreros y los campesinos, entre el trabajo manual e intelectual. Lenin explicó que el Estado sigue siendo necesario en la sociedad socialista (incluso después de que la propiedad de los medios de producción se haya socializado completamente) por la existencia de tales contradicciones. Dijo que el Estado es necesario con el fin de garantizar que dichas contradicciones se resuelvan de una forma congruente con el avance al comunismo; pero al mismo tiempo, el ejercicio del poder estatal la dictadura del proletariado implica la imposición del "derecho burgués" (la expresión en la esfera jurídica y administrativa de relaciones que contienen elementos de desigualdad, que son sobras y lacras de la vieja sociedad). Para realzar esto de una manera provocativa, Lenin se refirió a ese Estado como un "Estado burgués, sin la burguesía" (véase Lenin, "El Estado y la revolución", Obras completas [OCL], Madrid: Akal Editor, tomo 27, p. 106).

La lógica que guía el documento del CCR no puede dar respuesta al asunto aquí planteado de acuerdo con la misma lógica (burguesa): si el socialismo realmente beneficia a la mayoría del pueblo, si se apoya en las masas populares y corresponde a sus intereses, mientras que solo a una pequeña minoría de explotadores le conviene oponerse al socialismo y restaurar el capitalismo, entonces ¿por qué es necesario ejercer la dictadura del proletariado?

Hablé detenidamente sobre esto en Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr? (especialmente en el capítulo 7). Allí cité la obra de Lenin "La revolución proletaria y el renegado Kautsky", que aborda esta cuestión con gran perspicacia. Lenin habla de la base interna y de las conexiones internacionales que le dan a la burguesía una gran ventaja sobre el proletariado, que acaba de tomar el Poder y no tiene experiencia histórica en su ejercicio. De ese modo explica por qué la dictadura del proletariado será necesaria durante un largo tiempo.

Lenin volvió a este asunto repetidas veces en los primeros años de la República Soviética y sus escritos de esa época ofrecen un analisis muy profundo, aunque inicial, de por qué la dictadura del proletariado será necesaria durante todo el período de transición del capitalismo hasta una etapa superior de la sociedad. Como sabemos, Mao profundizó ese análisis y lo sistematizó en la línea básica de que el socialismo constituye un largo período histórico de transición del capitalismo al comunismo, de que a lo largo de todo ese período hay clases y lucha de clases, y de que es necesario combatir la restauración capitalista y continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado. Pero el documento del CCR ha perdido de vista todo esto; con su lógica no puede dar una explicación materialista de por qué la dictadura del proletariado es absolutamente necesaria en toda la etapa del socialismo; no puede explicar que esa dictadura no está en conflicto y concuerda con el hecho de que el socialismo y el avance al comunismo corresponden a los intereses fundamentales del proletariado y las amplias masas, en oposición a un pequeño puñado de explotadores....

En el socialismo la lucha de clases avanza en olas, en particular los levantamientos de masas para defender la dictadura del proletariado e impulsar la revolución. Volviendo a las palabras de Lenin sobre cómo mantener la energía y el entusiasmo revolucionario de las masas, se puede decir lo siguiente: como el período de transición socialista y la dictadura del proletariado han durado mucho más que lo esperado; como a las revoluciones socialistas iniciales no les siguieron otras revoluciones en sociedades más avanzadas técnicamente; como los Estados socialistas han existido rodeados por el imperialismo; debido a todos estos factores no es realista esperar que las masas del pueblo puedan mantener un alto nivel e intensidad de entusiasmo y energía revolucionaria continuamente, ni se ha visto. En realidad, esperar eso contradice la experiencia y los principios dialécticos.

Por la naturaleza contradictoria del proceso de la transición del capitalismo al comunismo a nivel mundial, y como parte del mismo, el papel de las masas como amos de la sociedad y dueños de los medios de la producción en el socialismo es real, pero no es absoluto es relativo y agudamente contradictorio se expresa directamente por su participación en todas las esferas de la sociedad y es mediado por numerosos instrumentos, sobre todo por el Estado y el partido de vanguardia.

De nuevo, ningún planteamiento formalista decir que la democracia formal es la esencia del asunto puede abordar seriamente, ni mucho menos resolver, esta contradicción. Insistir en eso de hecho está de acuerdo con los principios de la democracia burguesa y con los intereses de la burguesía de atacar y socavar la dictadura del proletariado, precisamente diciendo que por no ajustarse en todos los aspectos importantes a los principios de la democracia formal representa una negación de la democracia, aun para aquellos en cuyo nombre se ejerce....

Es importante hablar de otra práctica de la Comuna de París que Marx consideró de importancia decisiva: "remplazar" o "destituir" a los dirigentes. De nuevo, la experiencia histórica de la dictadura del proletariado demuestra que no ha sido posible aplicar este principio en el sentido estricto en que Marx lo planteó en referencia a la Comuna de París, donde las masas elegían a los funcionarios y podían destituirlos en cualquier momento.

Debemos decir de frente que tener el derecho formal de remplazar a sus dirigentes, cuando las condiciones sociales (contradicciones) son tales que algunas personas son menos "remplazables" que otras, no es la esencia del asunto. Para dar un ejemplo extremo, si las masas de la China socialista hubieran tenido el derecho de destituir a Mao de su cargo de dirección, y si hubieran ejercido ese derecho a las tontas, expulsándolo, habrían encontrado que no existía otro dirigente de su talla o estatura para remplazarlo. En realidad, se hubieran encontrado en una situación donde alguien hubiera tenido que jugar un papel que, desde una perspectiva formal, sería el mismo de Mao; o sea, alguien tendría que ocupar las posiciones de dirección, y por la división del trabajo en la sociedad particularmente entre el manual y el intelectual solo un pequeño sector del pueblo sería capaz de desempeñar ese papel. La eliminación de Mao como dirigente solo hubiese significado que alguien menos calificado o peor, un representante de la burguesía en vez del proletariado desempeñara el papel dirigente. Esto no se puede evitar y adherirse a las normas estrictas de la democracia formal no es la respuesta.

Claro que esto no significa que la división entre las masas y los dirigentes debe ser absoluta, en vez de ser limitada y finalmente superada; ni menos significa que los dirigentes y no las masas deben ser los amos de la sociedad socialista. En la China revolucionaria se le dio mucho énfasis a la crítica y, en un sentido general, supervisión de las masas a los dirigentes. Esto se expresó a un nivel completamente nuevo con la Revolución Cultural que, como enfatizó Mao, representaba algo radicalmente nuevo: "una forma, un medio de movilizar a las amplias masas de manera abierta, en todos los terrenos y de abajo arriba para exponer nuestro lado oscuro" (Mao, citado en Importantes documentos de la Gran Revolución Cultural Proletaria, Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras [ELE], 1970, p. 26). A pesar de lo importante y nuevo que fue esto, persiste el hecho de que durante la transición socialista serán necesarios los dirigentes y habrá una contradicción objetiva entre dirigentes y dirigidos; por lo tanto, habrá la posibilidad de que esta contradicción se transforme en relaciones de explotación y opresión.

Dadas las contradicciones que caracterizan la transición del capitalismo al comunismo a nivel mundial, si el partido no desempeña el papel dirigente que ha desempeñado en el Estado proletario, ese papel lo tomarán otros grupos organizados camarillas burguesas y pronto el Estado dejará de ser proletario; será burgués. Se debe decir francamente, desde el punto de vista del proletariado, que el problema con los partidos dirigentes en los países revisionistas no es que tengan el "monopolio" del poder político, sino que han ejercido ese poder político para restaurar y mantener el capitalismo. El problema es que no son revolucionarios, no son verdaderos comunistas y, por lo tanto, no se apoyan en las masas, no las movilizan para que ejerzan la dictadura del proletariado y para continuar la revolución bajo esa dictadura.

Como ya se ha dicho, por medio de la Revolución Cultural en China se crearon nuevos medios y métodos para atacar las diferencias y desigualdades de la vieja sociedad: medios y métodos para restringir el derecho burgués al máximo posible en cualquier momento dado y de acuerdo con las condiciones materiales e ideológicas. Sin embargo, durante el período de la transición socialista persistirá una contradicción fundamental: existirán esas diferencias y desigualdades, y su expresión en el derecho burgués, que constituyen la base de las clases, de la lucha de clases y el peligro de la restauración capitalista. Este es un problema que no se puede abordar fundamentalmente, ni mucho menos resolver, con una actitud formalista. Se tiene que abordar por medio de la lucha de clases bajo la dirección de los comunistas revolucionarios ese es el eslabón clave y no de ninguna otra forma. Así fue exactamente como se atacó bajo la dirección de Mao.

Hablando específicamente sobre la distribución de los ingresos, por medio de la Gran Revolución Cultural Proletaria se adoptó una orientación básica y se estipularon normas concretas para disminuir gradualmente las diferencias salariales (de acuerdo con el desarrollo de la afluencia común y principalmente alzando los niveles más bajos). Como parte importante de esto, hubo una orientación de mantener la menor diferencia posible entre los salarios de los funcionarios gubernamentales y los obreros comunes. El espíritu de la Comuna de París al respecto se proclamó y se puso en práctica, aunque tales diferencias todavía existían y se veían como algo que se tendría que disminuir más. Pero por importante que fuera aplicar estos principios (de acuerdo con las condiciones concretas en cualquier momento dado), esto no cambia el hecho esencial de que por un largo período histórico de la sociedad socialista persistirán diferencias y desigualdades que contienen el potencial de volverse antagonismos de clase cuando no está al mando una línea proletaria dirigiendo la lucha contra ellas.

* La Comuna de París de 1871 fue un gran levantamiento armado de las masas de Francia. Los trabajadores se apoderaron de la ciudad y llevaron a cabo cambios políticos y sociales radicales. La burguesía contraatacó y ahogó la Comuna en la sangre de miles.


Este artículo se puede encontrar en español e inglés en La Neta del Obrero Revolucionario en:
rwor.org
Cartas: Box 3486, Merchandise Mart, Chicago, IL 60654
Teléfono: 773-227-4066 Fax: 773-227-4497
(Por ahora el OR/RW Online no se comunica por correo electrónico.)