De El falso comunismo ha muerto...¡Viva el auténtico comunismo!
Dos concepciones del mundo: Dos puntos de vista opuestos de la libertad
Bob Avakian
Obrero Revolucionario #1070, 17 de septiembre, 2000
En 1999 el Partido Comunista Revolucionario,EU, anunció un proyecto de un año: elaborar un nuevo Programa—un Programa marxista-leninista-maoísta —que trazará el camino hacia el triunfo de la revolución en Estados Unidos.
En ese anuncio invitamos a unirse a este proyecto y solicitamos la colaboración de mucha gente en el trabajo de investigación socioeconómica y de la estructura de clases de este país, así como la oportunidad de debatir nuestro análisis político y nuestra visión de la nueva sociedad y la estrategia para crearla. Pedimos comentarios y observaciones sobre el actual Programa (de 1981), así como sugerencias para el nuevo.
Para contribuir a este proceso, el Obrero Revolucionario está publicando una serie de artículos: pasajes del actual Programa, escritos de Bob Avakian (Presidente del PCR,EU) y otros escritos de los órganos del Partido, con el fin de explicar ciertos principios marxista-leninista-maoístas, así como el análisis del Partido de la sociedad y el proceso revolucionario.
A continuación continuamos la serie con un pasaje de El falso comunismo ha muerto... ¡Viva el auténtico comunismo!, de Bob Avakian.
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En el mundo actual solo hay dos clases capaces de dirigir la sociedad: la burguesía y el proletariado. La presente era de la historia universal se distingue por la lucha entre esas dos clases antagónicamente opuestas, y solo será superada cuando esa lucha se resuelva por el triunfo del proletariado y el paso de la época del capitalismo a la época del comunismo en todo el mundo. Es una lucha sin precedente en la historia de la humanidad porque la revolución proletaria representa un salto para dejar atrás una situación en que las condiciones materiales y las correspondientes relaciones sociales e ideas hacen imposible que la gente entre en una relación voluntaria, basada en el conocimiento de las verdaderas fuerzas motrices y relaciones fundamentales de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento humano. Esta revolución representa, como dijeron Marx y Engels en el "Manifiesto Comunista", la ruptura radical con las relaciones tradicionales de propiedad y las ideas tradicionales. Y la burguesía es la última barrera que impide dar el salto, el último impedimento que detiene esas rupturas radicales.
Por todas esas razones, la lucha entre esas dos fuerzas está destinada a ser monumental y se librará en todas las esferas. La lucha ideológica representa un campo de batalla crucial y ejerce gran influencia en todo el conflicto. En todo asunto decisivo—de la naturaleza del ser humano a la naturaleza y el contenido de la libertad—la ideología burguesa y la proletaria están fundamentalmente en oposición. Reflejan mundos radicalmente diferentes: uno caducando, en medio de una convulsión masiva, camino a la extinción; el otro viviendo las dolorosas punzadas del nacimiento.
El burgués sostiene que su sistema y sus valores son eternos, pero eso es una simple tautología porque no puede ver más allá de los márgenes de la sociedad burguesa. La burguesía no puede reconocer ni admitir que sus sagrados ideales se han vuelto huecos porque son la expresión de condiciones materiales y relaciones sociales que históricamente—si todavía no en la práctica—son obsoletas. Examinemos esto.
Primero que todo, está el dominio de las relaciones de mercancía que caracteriza a la sociedad burguesa, y con ello lo que Marx describe como el "fetichismo de la mercancía" y el individualismo burgués. Esos son principios sagrados y guías de los guardianes del antiguo orden, de los que defienden el capitalismo y el imperialismo.
Lo que Marx quería decir con el "fetichismo de la mercancía" en esencia es que en una sociedad que produce mercancías se esconden las relaciones fundamentales entre las personas que son la base de la sociedad; se esconde la realidad básica que descubrió el materialismo histórico: el hecho de que el trabajo social desempeñado por personas que entran en determinadas relaciones de producción es la base de la sociedad, de sus instituciones y sus ideas. Los individuos se confrontan por medio de las mercancías que poseen. Las cosas se relacionan entre sí: se cambia dinero por determinada cosa, que a su vez se cambia por dinero, y así sucesivamente, lo que da la apariencia de que esa es la esencia de la vida en la sociedad. En esas relaciones, los seres humanos parecen ser meros individuos que poseen esta o aquella mercancía, y su posesión parece ser accidental o producto de su propio esfuerzo y empeño. El hecho de que todos son parte de una gran división social del trabajo y de que la manera en que se ganan la vida (o acumulan fortuna) la determina por último la división social del trabajo y el proceso de producción e intercambio en la sociedad, y fundamentalmente en el mundo... eso queda oculto, eso se esconde.
A la par con eso va el individualismo burgués, la idea de que cada persona debe preocuparse por sí misma primero y en oposición a todos los demás. Esa mentalidad de "primero mi bienestar" concuerda con las relaciones de mercancía, que no son un simple intercambio con otros por medio de sus mercancías, sino una competencia mutua en que unos prosperan y otros pierden (que a su vez es una expresión de la anarquía inherente en la producción de mercancías, que parte del hecho de que las mercancías son cosas producidas no para el uso inmediato sino para el intercambio, pero nadie puede calcular certeramente la demanda que tendrá cierta mercancía en el futuro). La relación de individuos como dueños iguales de mercancías—iguales por lo menos en el sentido de que todos tienen el status común de ser dueños de mercancías en una sociedad donde el valor de la mercancía es la medida uniforme de las relaciones de intercambio—es solo la apariencia exterior. Incluso la relación entre obreros y capitalistas tiene esa apariencia. Pero en realidad eso es una forma de enmascarar la profunda esencia del capitalismo y su proceso de acumulación: la relación de explotación y opresión de la clase obrera por la clase capitalista.
Igualmente, la idea burguesa de "libertad" implica la apariencia de individualidad: la apariencia de que el individuo es soberano, de que el individuo y sus derechos son la primera prioridad y el objeto de la política y el derecho. La esencia es que esa individualidad está subordinada a las relaciones de clase: relaciones de clase de explotación y opresión. Hasta en su apariencia exterior, la individualidad burguesa y las correspondientes ideas de libertad se proyectan en términos negativos: en términos de que los derechos de uno no choquen con los derechos de otros; en términos de que otros individuos o el Estado no infrinjan los derechos de uno.
Esa idea de libertad, con su aspecto de ilusión—que encubre las relaciones fundamentales y la esencia de la explotación capitalista—también revela algo de la esencia del antagonismo social que implica el capital. Eso está relacionado con el hecho de que aunque las relaciones de mercancía en sí no necesariamente implican antagonismo social y explotación de clase, no obstante contienen las semillas de ese antagonismo y esa explotación.*
Como hemos visto, las relaciones de mercancía no son simplemente relaciones de igualdad (basadas en el principio de intercambio de valores iguales); también conllevan un aspecto de competencia y rivalidad. Hasta las nociones de individualidad y libertad que corresponden a las relaciones de mercancía en su apariencia exterior y forma general (y no únicamente las relaciones entre la burguesía y el proletariado) se expresan como choques de intereses y "voluntades" individuales. En este sentido, existe una identidad entre tales ideas y la naturaleza de la sociedad capitalista. Además, las relaciones de mercancía contienen el germen, o encierran el potencial, de relaciones en que la fuerza de trabajo misma se convierte en una mercancía. Por lo menos hasta cierto punto, eso se reconoce en la sociedad burguesa en general al decir que para ser rico es necesario ser más que un simple dueño de mercancías, que no basta trabajar por cuenta propia y tener sus propios medios de producción, sino que hay que ser patrón (y en esa capacidad dueño y usuario) de la fuerza de trabajo de otros; en otras palabras, hay que convertirse en un explotador capitalista. Este es el significado más profundo de la expresión: el capitalismo es una sociedad de competencia mortal con una filosofía desalmada.
La sociedad burguesa y sus gobernantes centran la atención en los pocos ricos y privilegiados por medio de sus medios de comunicación, su sistema educativo, su cultura y de otras formas; eso se les muestra a las masas para que lo imiten o idealicen desde su baja posición. El hecho de que esa riqueza y privilegio están directamente relacionados y se mantienen a expensas de los muchos pobres y oprimidos del mundo—el hecho de que el dominio de la propiedad privada de la burguesía en el mundo implica miseria para la gran mayoría del mundo—ese hecho profundo se tapa y se esconde. Declaran que las actuales relaciones sociales y de producción en el mundo son eternas y proclaman que el sistema prevaleciente es el mejor de todos. La meta más "excelsa" que se promueve es ascender dentro de los corruptos confines del sistema, en despiadada competencia con otros.
El proletariado consciente de clase, su cosmovisión y su cultura se enfocan en las masas populares de todo el mundo: en su subyugación y sufrimiento, pero más que eso y sobre todo en sus luchas revolucionarias y su potencial para poner patas arriba (o al derecho) el mundo burgués, para transformar completamente el mundo y la condición de la humanidad en general. Basándose en eso, apela a los sectores más amplios a unirse al programa político de la revolución proletaria, pero también a adoptar su punto de vista y su visión y a cambiar su concepción del mundo, rompiendo con la mentalidad de sobrevivir (o prosperar) por medio de la competencia feroz y de beneficiarse a expensas de los demás. La alta meta que presenta no es "ascender dentro" del sistema sino levantarse, destruirlo y poner fin a todos los sistemas y a todas las relaciones en que la riqueza de unos significa la miseria de muchos: a remplazarlos con una sociedad humana donde la gente verá realizados sus intereses en común, en la cual la cooperación será tan "natural" como la competencia parece ser en la actualidad.
Así pues, la visión de libertad del proletariado comunista es radical y profundamente diferente de la burguesa. La visión comunista de libertad implica fundamental y esencialmente la abolición de las condiciones de esclavitud de toda clase, la abolición de toda explotación y opresión, es más, la abolición de toda diferencia de clases y antagonismos sociales. Persigue, sí, liberar a los individuos de esas relaciones de explotación y opresión, pero no busca una situación donde cada individuo independientemente busca su propio interés personal, aparte de o contra la sociedad. El comunismo reconoce que los individuos deben unirse y se unirán en la sociedad para alcanzar sus intereses colectivos (y sus intereses como individuos). Y que es solo en y por medio de la sociedad—y fundamentalmente en y por medio del proceso de producir y reproducir los elementos materiales necesarios para la vida—que el pueblo puede lograr una creciente dimensión de libertad. Ese principio fundamental seguirá aplicándose en la sociedad comunista, aunque allí se aplique de una manera muy diferente que en todas las previas sociedades humanas.
En la sociedad comunista habrá libertad para los individuos a un nivel enteramente nuevo, y habrá un margen mayor para la individualidad, pero no habrá individualismo, o mejor dicho, no será un problema social de trascendencia. No se vivirá dentro de los límites de la lucha individual por la existencia ni motivados por el deseo de obtener riqueza a expensas de otros. Consciente y voluntariamente, la gente se subordinará a los más altos intereses del conjunto de la sociedad. Captará a fondo sus verdaderas relaciones con otros en la sociedad y con la naturaleza, por medio de la sociedad. Entenderá que la libertad de actuar en esferas diferentes al trabajo y que la naturaleza del trabajo mismo—alienante o gratificante, una negación de su voluntad o una expresión de ella—depende del carácter de las relaciones sociales, y sobre todo de las relaciones de producción, y del desarrollo general de las fuerzas productivas. Entenderá eso y actuará en consecuencia. Será consciente de que existen las bases y con ellas la necesidad de elevar continuamente las condiciones materiales, sociales y culturales de los miembros de la sociedad en común. Sabrá que los intereses de todos se logran por la transformación de la sociedad, extendiendo la esfera de libertad para todos. Ese es el profundo punto que Marx señaló en su declaración de que "el derecho no puede ser nunca superior a la estructura económica ni al desarrollo cultural de la sociedad por ella condicionado" (Marx, "Crítica del Programa de Gotha", OE, tomo III, Moscú, Editorial Progreso, 1974, p. 15).
Mao habló de ese punto al dar una descripción concisa del comunismo: "La época en que la humanidad entera proceda de manera consciente a su propia transformación y a la del mundo será la época del comunismo mundial" (Mao, "Sobre la práctica", OE, tomo I, p. 331). El significado y las implicaciones de eso se comentan con detalle en el último capítulo de Democracy: Can’t We Do Better Than That?. Allí se señala que el comunismo entiende que la esencia de la libertad es el reconocimiento y la transformación de la necesidad; que ese proceso de la relación dialéctica (contradicción) entre necesidad y libertad nunca termina, aunque se expresa de forma diferente en circunstancias diversas; y que en la sociedad comunista eso tendrá una nueva expresión cualitativamente diferente porque no existirá la obstrucción y confusión de la división de clases, el antagonismo social y la falta de abundancia común. El siguiente pasaje del capítulo da una idea básica de lo que dice con relación al carácter esencial de la sociedad comunista y sus principios de orientación:
"...seguirán dándose contradicciones en el seno del pueblo, y por supuesto la lucha para resolverlas será una fuerza impulsora en la sociedad; pero no habrá contradicciones entre el pueblo y el enemigo... no habrá enemigos. Seguirá presentándose coacción, en el sentido de la necesidad, pero no existirá la coacción social en el sentido de la dominación política de una parte de la sociedad sobre otra o de la dominación de un individuo sobre otro. En ausencia de tal antagonismo y coacción, los individuos se unirán voluntariamente (y lucharán, a menudo duramente, no cabe duda, pero no en forma antagónica) para confrontar y transformar continuamente la necesidad....
"La abolición de los antagonismos sociales y de la dominación política, y la unidad de los seres humanos a partir de los principios básicos del materialismo dialéctico—junto con la lucha sobre cómo aplicarlos y desarrollarlos más—creará la posibilidad, por primera vez, de una asociación voluntaria en la sociedad a partir de un conocimiento fundamentalmente correcto y cada vez más profundo de las leyes del movimiento de la naturaleza, de la sociedad y de la relación entre las dos; creará la posibilidad de reconocer y transformar la necesidad a un nivel completamente nuevo y muy superior a lo que habrá sido posible hasta ese momento" (Avakian, pasajes en español del libro Democracy: Can’t We Do Better Than That?,Êpp.Ê52-53).
FOOTNOTE:
*ÊEn "Sobre la contradicción", Mao cita el artículo de Lenin "En torno a la cuestión de la dialéctica", donde refiriéndose al intercambio de mercancías, Lenin dice que "el análisis revela... todas las contradicciones (o los gérmenes de todas las contradicciones) de la sociedad contemporánea [capitalista]" (Véase Mao, OE, tomo I, p. 341).
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