Una nueva economía socialista:
La política al mando

Raymond Lotta

Obrero Revolucionario #1074, 15 de octubre, 2000

En 1999 el Partido Comunista Revolucionario, EU, anunció un proyecto de un año: elaborar un nuevo Programa-un Programa marxista-leninista-maoísta-que trazará el camino hacia el triunfo de la revolución en Estados Unidos.

En ese anuncio invitamos a unirse a este proyecto y solicitamos la colaboración de mucha gente en el trabajo de investigación socioeconómica y de la estructura de clases de este país, así como la oportunidad de debatir nuestro análisis político y nuestra visión de la nueva sociedad y la estrategia para crearla. Pedimos comentarios y observaciones sobre el actual Programa (de 1981), así como sugerencias para el nuevo.

Para contribuir a este proceso, el Obrero Revolucionario está publicando una serie de artículos: pasajes del actual Programa, escritos de Bob Avakian (Presidente del PCR,EU) y otros escritos de los órganos del Partido, con el fin de explicar ciertos principios marxista-leninista-maoístas, así como el análisis del Partido de la sociedad y el proceso revolucionario.

Continuamos la serie con pasajes de la Introducción y el Epílogo de Raymond Lotta a la obra "Maoist Economics and the Revolutionary Road to Communism: The Shanghai Textbook" (La economía maoísta y el camino revolucionario al comunismo: El libro de texto de Shanghai).

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Crear una nueva economía

La revolución socialista crea una nueva economía. Los medios de producción, que hasta entonces han sido propiedad privada de una minoría, pasan al control colectivo de la sociedad. Los recursos económicos no se destinan a aumentar las ganancias, y se ponen al servicio de los intereses y necesidades fundamentales del pueblo. Si antes la producción social no se guiaba por un plan ni un propósito social, ahora se rige por metas muy claras y una coordinación global. La planificación social, la cooperación social y la participación consciente de las masas en todo aspecto del desarrollo social y económico suplantan los mecanismos y motivos del capitalismo. Se comienza a realizar el potencial de una actividad humana variada y multifacética, que el desarrollo de la producción social ha puesto al alcance de la humanidad.

Todo eso implica, desde luego, que la miseria, la deshumanización y la desigualdad que caracterizan la vida cotidiana en el capitalismo ya no tienen ninguna razón de ser. Es perfectamente posible sanar las terribles llagas de la sociedad de clases, tales como la enorme brecha entre ricos y pobres; el azote del desempleo; la opresión y degradación de la mujer; la subyugación de naciones enteras y la discriminación contra nacionalidades; así como problemas de salud, vivienda y deterioro urbano. La feroz competencia de todos contra todos para sobrevivir y pisar a los demás en la lucha por salir adelante es totalmente innecesaria. Se puede desencadenar la creatividad, energía y decisión de los "nadies" del fondo de la sociedad para hacer transformaciones monumentales. Los problemas se resolverán colectivamente: millones de personas debatirán las necesidades y el rumbo de la sociedad. Y a través de ese proceso, la gente se transformará de formas inimaginables en el sistema actual. En el socialismo todo eso será posible.

Vivimos en un mundo donde la vida y las actividades de la mayoría trabajadora se someten al control de una minoría cuyos intereses son antagónicos a los suyos y donde fuerzas económicas ciegas gobiernan su vida: de la noche a la mañana el movimiento espontáneo del precio de una mercancía o de una acción en la bolsa de valores cambia la vida de millones de personas en distintas partes del mundo. Pero la creación de un sistema de organización y dirección social de la producción marca un hito histórico porque la estructura y dinámica interna de la sociedad ya no se disfraza; es decir, ahora es posible que la comunidad de seres humanos la conozcan. El sistema económico y la sociedad ya no serán externos, ajenos, una fuerza que domina a las masas; al contrario, serán algo que ellas pueden captar, transformar y dominar paso a paso para beneficio de todos....

El maoísmo recalca que el simple desarrollo económico no es suficiente ni es la esencia del socialismo. El crecimiento económico debe guiarse por metas políticas y sociales globales: en lo fundamental la lucha del proletariado y el pueblo trabajador por dominar todo aspecto de la sociedad y a la larga eliminar las clases a nivel mundial. El cambio económico y la creación de riqueza social deben ir de la mano con transformaciones en toda esfera de la sociedad, sobre todo en la cosmovisión y modo de pensar. Mao recalcó que las personas y no las "cosas" son decisivas. La actividad consciente del pueblo trabajador, y no el capital acumulado ni el nivel de tecnología en sí, es la variable decisiva para el desarrollo económico y social. Es preciso que la gente trabajadora domine la tecnología y no al revés. El maoísmo también subraya que el proyecto socialista tiene que renovarse constantemente: la revolución debe continuar y es necesario librar lucha de clases incesantemente para transformar la sociedad y el mundo. Desde luego, se trata de un enfoque radicalmente diferente hacia la economía y el desarrollo de la sociedad. Cuando The Shanghai Textbook se publicó en 1975, China experimentaba la lucha y los cambios trascendentales de la Gran Revolución Cultural Proletaria. En Shanghai y en muchas ciudades surgieron nuevas formas de participación obrera en la gerencia. Los campesinos debatían la influencia que los valores patriarcales y autoritarios de Confucio ejercían en su vida. Los científicos hacían investigaciones con los obreros, una fuente muy valiosa de experiencia práctica, y compartían sus conocimientos con ellos. Se llamaba la atención a los gerentes por alejarse de las masas. ¡Los ingenieros trabajaban de obreros, los maestros se desempeñaban como estudiantes y los funcionarios del gobierno trabajaban de basureros, y viceversa! Ni los amigos ni los enemigos de esa sociedad podrán negar que retaba muy conscientemente al capitalismo a cada paso y en todo renglón.

Ningún aspecto de la organización y el desarrollo económico se daba por sentado; se cuestionaba por igual la trayectoria supuestamente ineludible de la "modernización" y urbanización (la China revolucionaria rompió audazmente con los patrones occidentales tradicionales, así como los patrones de desarrollo industrial caótico y desequilibrado del tercer mundo, e integró la industria y la agricultura, y la ciudad y el campo); la tecnología (los maoístas recalcaban que en todo sistema económico, las relaciones sociales, y no solo el desarrollo de las fuerzas productivas, determinan el diseño de la tecnología, sus aplicaciones, y la relación entre ella y la gente); el concepto de la eficiencia y lo óptimo en términos económicos (el cual se analizaba de una forma global de acuerdo a factores económicos y sociales en contraste con un enfoque estrecho de rentabilidad). Además de desafiar la tiranía de las ganancias y los miopes métodos de organización capitalistas, ese socialismo rechazó el individualismo y egoísmo que el capitalismo inculca. En las paredes de las fábricas, escuelas, hospitales y tiendas se pintaba la consigna "servir al pueblo", y era el criterio ideológico que millones y millones de personas se aplicaban a sí mismos y a los demás. Esa revolución desató la iniciativa, la creatividad y el valor... al servicio de la colectividad y no del individualismo.

Desde luego, hoy en día China es una sociedad totalmente distinta. Tras la muerte de Mao Tsetung en 1976, fuerzas de derecha dirigidas por Deng Xiaoping dieron un golpe militar y emprendieron el desmantelamiento sistemático del socialismo, la restauración del capitalismo y la resubordinación de China al imperialismo.

La política al mando

"Sin un acertado enfoque político del problema, la clase dada no podrá retener su dominación y por consigueinte, tampoco podrá resolver su problema de producción".

Lenin

"Empeñarse en la revolución, promover la producción".

consigna de la Revolución Cultural

¿Cuál es el objetivo fundamental de la planificación socialista: el crecimiento económico en sí o trascender el marco de la producción de mercancías y el dinero, y forjar una nueva sociedad? ¿Cuál debe ser el criterio principal: eficiencia, productividad y rentabilidad, o el manejo colectivo de la sociedad? El problema se puede resumir así: ¿qué clase de crecimiento y para qué?

Una sociedad socialista tiene que movilizar recursos productivos, y acumular y utilizar su excedente social (la porción del producto social que sobra después de reproducir la sociedad en su actual nivel de desarrollo). Como Bob Avakian, Presidente del Partido Comunista Revolucionario, ha señalado: "La cuestión decisiva no es si se producirá un excedente o no ni la cantidad exacta ni el modo más eficiente de producir el mayor excedente posible, sino si el excedente será producido por medios, guiado por principios y empleado para fines que permitirán lograr los mayores avances posibles hacia la transformación revolucionaria de la sociedad y, sobre todo, del mundo". En la sociedad socialista, se sustituye la mano invisible del mercado por la mano visible de la política. No por eso se niega que la planificación socialista debe prestar atención a costos y esforzarse por economizar en los renglones de fuerza de trabajo, materiales y fondos, pero eso debe subordinarse a una política revolucionaria. (Por ejemplo, los revolucionarios chinos no tomaron la decisión de ubicar industrias en las regiones menos desarrolladas del interior porque fuera la forma más eficiente de expandir la producción industrial sino porque reduciría las diferencias y desigualdades regionales. Sin embargo, una vez que establecieron esas fábricas, se empeñaron en manejarlas eficientemente.)

Ningún aspecto del desarrollo económico, ninguna forma de organización económica, ninguna forma de organización del proceso de trabajo existe independientemente de relaciones de clase y de producción concretas. Sin un enfoque de clases, no se pueden resolver, ni siquiera captar, los problemas más elementales del desarrollo económico: ¿qué producir, cómo producirlo, para quién y para qué? La "eficiencia" capitalista se desprende de determinado punto de vista de clase; se fundamenta en aumentar al máximo la producción del obrero, reducir al mínimo su lucha, y encadenar a los productores y su capacidad creativa colectiva. La "racionalidad" económica no existe independientemente de las relaciones de clase que encierra y reproduce, y los fines que cumple. Ese es un punto imprescindible de la teoría maoísta.

Para los revolucionarios maoístas, el desarrollo socialista se ligaba a la lucha por superar las disparidades entre la industria y la agricultura, entre la ciudad y el campo, entre nacionalidades, entre hombres y mujeres, y entre el trabajo intelectual y manual. En lo fundamental, la política al mando significaba que la estrategia económica impulsaba la transformación revolucionaria de la sociedad, que se apoyaba en la movilización de las masas y la difusión de valores socialistas, y que servía a la causa de la revolución mundial.

En la sociedad socialista las masas deben armarse políticamente. Deben saber qué se necesita, cuáles son los problemas, aprender de las experiencias avanzadas, tener iniciativa, y participar en el debate sobre las metas y características de la planificación. Mao concluyó que para resolver problemas económicos y desarrollar la economía en aras de los intereses de las masas es necesario poner la política al mando, y no los expertos, las computadoras, los reglamentos, las cuotas de producción ni mucho menos las ganancias. Se requiere el compromiso de toda la sociedad para que la planificación económica funcione. Si no, no habrá una coordinación ni una planificación real. Pero ¿cómo se logra eso?

Los revolucionarios maoístas llegaron a la conclusión de que un sistema administrativo que impone reglas y busca controlar a la gente de esa forma sería excesivamente burocrático y no daría resultado. Es relativamente fácil que una autoridad pase por alto controles externos y reglamentos que se imponen desde arriba. Como Mao señaló en 1957: "No basta con los reglamentos... hay que cambiar la mentalidad de las personas". Aquí se destaca la importancia del aspecto ideológico, la importancia de moldear el ambiente ideológico en que se toman las decisiones en todos los niveles y la importancia de la responsabilidad colectiva, de que la gente abrace las metas y participe en una vigorosa lucha política.

Mejor dicho, la planificación no se determina simplemente por limitaciones técnicas y administrativas, sino también por factores políticos y limitaciones ideológicas. Se desenvuelve en la sociedad dentro del marco de la lucha de clases. ¿Cuál es la orientación del plan en cuanto a transformaciones? ¿Transformaciones de qué clase? ¿Para quién y para qué? Eso no se da por sentado sino que se resuelve a través de lucha. Para Mao, no era principalmente una cuestión de los mecanismos que la autoridad de planificación emplea para asegurar el cumplimiento del plan en oposición a las prerrogativas de los gerentes, sino una cuestión del papel de las masas. Las masas deben captar lo que es necesario políticamente y tener un amplio conocimiento de la totalidad del sistema-las leyes económicas, las metas, las contradicciones-para que sean los protagonistas en vez de material inerte que se somete a las fuerzas del mercado o a procesos burocráticos de planificación, para que analicen y manejen las contradicciones... para que regulen a los reguladores.

En vez de normas técnicas y económicas, los revolucionarios chinos fomentaron métodos no burocráticos y antiburocráticos de comunicar decisiones y establecieron una nueva norma: la experiencia avanzada y el ejemplo moral. Popularizaron instituciones ejemplares que llevaron la línea general a la práctica-brigadas rurales, comunas y fábricas-y exhortaron a aprender de esos modelos. Se estudió esa experiencia (muchas veces directamente, es decir, campesinos y obreros de varias partes del país viajaron a esos lugares), pero no se recomendó hacer calco y copia sino examinar cómo analizaron y superaron problemas, cómo lograron avances a pesar de la oposición de los seguidores del camino capitalista. Se estudiaron los avances en cuanto a reorganizar las relaciones sociales y de propiedad, y a manejar los problemas políticos y técnicos, y se vio cómo aplicar todo eso a sus propias condiciones. Las masas superaron muchas dificultades y rompieron con viejas formas de construcción económica en la construcción del Canal de la Bandera Roja (un monumental esfuerzo colectivo de campesinos que aumentó dramáticamente las tierras bajo riego) y en la lucha contra las crueles características geográficas y climáticas librada por la brigada rural Tachai cuando era un bastión revolucionario. La Constitución de la Acería de Anshan dio la pauta para la gerencia industrial revolucionaria. En fin, a través de esos modelos la gente captó más profundamente las metas y métodos de la revolución comunista.

Por otra parte, una serie de campañas políticas nacionales enfocaron la atención de las masas y elevaron su conciencia respecto a problemas clave de la sociedad. Por ejemplo, las fuerzas revolucionarias lanzaron varias campañas (como las campañas para restringir el derecho burgués, y criticar las ideas de Confucio de servilidad y sumisión ciega a la autoridad) a principios y mediados de los años 70 en el contexto de la lucha entre los caminos capitalista y socialista, y la lucha de dos líneas en el partido. Su propósito era preparar a las masas para tomar decisiones y evaluar actividades de acuerdo a los intereses generales de la sociedad, para analizar los intereses de clase que ciertas instituciones y medidas beneficiaban, y así fortalecer su capacidad de librar la lucha por mantener y extender el poder político.

El poder político del proletariado se concentra en su estado, y el proletariado necesita un estado que represente sus intereses. No es suficiente dejar las cosas a nivel local o a nivel de fábricas. Es necesario que el proletariado aborde los problemas de la sociedad y el mundo, problemas de política, cultura e ideología. Uno de los fundamentos de la Revolución Cultural era que la gente trabajadora, a través de su experiencia de lucha y el estudio del marxismo, tenía que captar la relación entre la lucha de dos líneas en la economía y otras esferas. Las medidas económicas de los revisionistas formaban parte de un programa general que buscaba regresar a las masas a su condición anterior de bestias de carga. Para que las masas pudieran librar, y más que eso ganar, la batalla en cualquier frente, en particular en el frente económico, y prevenir la restauración capitalista, tenían que atender y responder a lo que pasaba en toda la sociedad. Por eso fue sumamente importante que transformaran las empresas de simples unidades de producción a lo que Mao llamaba "universidades de la lucha de clases", donde establecieron grupos de estudio teórico y hacían actividades culturales, entre otras cosas. Asimismo, equipos de obreros y campesinos hacían labor en las universidades en estrecha relación con la lucha política de la sociedad. De hecho, no habría sido posible iniciar y realizar las transformaciones radicales de organización económica, gerencia y proceso de trabajo que hemos mencionado sin la movilización política de la gente común, la gente trabajadora.

Es necesario que el proletariado transforme la sociedad en su totalidad: la situación de la mujer, la opresión de las nacionalidades minoritarias, los valores del sistema educativo, etc. Para asegurar que las transformaciones políticas, sociales y económicas beneficien a la revolución mundial, se necesita un estado que se defienda ante las fuerzas que buscan restaurar el viejo orden. Pero todo eso no significa nada si los obreros no se transforman en amos del estado, si no libran una lucha sobre el carácter y las acciones del estado, porque el que controle el estado, en última instancia, controlará los medios de producción. Por eso la política debe mandar a la economía.

Fundamentalmente, un plan debe concentrar las experiencias avanzadas y las aspiraciones de las masas; se elabora para su uso y debe desatar su iniciativa. Eso requiere cierta clase de dirección política, no una camarilla dictatorial sino un auténtico partido de vanguardia ligado al pueblo, un partido que sirve al pueblo y que tiene la capacidad de dirigirlo en la lucha compleja por dar a luz a un nueva sociedad, y revolucionarizar a la misma vanguardia. Poner la política al mando también implica todo eso.


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