Mumia Abu-Jamal: Enemigo del estado

Parte 2: De Pantera Negra a voz de los que no tienen voz

Obrero Revolucionario #1077, 6 de noviembre, 2000, en rwor.org

La policía ataca la casa de MOVE en la avenida Powelton

"El Daily News y el Inquirer, y los demás periódicos de esa época como el Bulletin o el Journal, calificaron las declaraciones de MOVE como `peroratas' y `arengas'. Siempre empleaban esas frases trilladas y jamás los citaban, lo cual me pareció peligroso, en un sentido político, y muy poco profesional. O sea, los políticos echan sus rollotes a diestra y siniestra, pero todos los días la prensa cita textualmente al presidente, al alcalde, al jefe de la policía, al magistrado. Así que desde la perspectiva del periodismo radical y liberador, era muy importante oír sus opiniones en sus propias palabras".

Mumia Abu-Jamal28

"Cuando la policía hacía sus fechorías, si Mumia andaba con nosotros, no era simplemente `un periodista'; contábamos con él, sin necesidad de que nos lo dijera".

Pam Africa, Familiares y Amigos Internacionales
de Mumia Abu-Jamal29

A mediados de los años 70, Mumia conoció a la organización MOVE en el curso de su labor periodística. Esa organización radical utopista, principalmente de negros, se fundó el año que Rizzo entró a la alcaldía. Sus miembros tenían trenzas, vivían como familia en casas comunales y adoptaron el apellido Africa. En 1974, tenía su casa principal en la comunidad de Powelton Village en el oeste de Filadelfia, y empezó a condenar la brutalidad policial en foros políticos y a organizar manifestaciones. Ese año, la policía golpeó a dos compañeras, quienes tuvieron un aborto a causa de la golpiza. MOVE redobló sus protestas y la policía respondió con arrestos. De 1974 a 1976, arrestaron a 400 militantes de MOVE; entre fianzas y multas tuvieron que pagar más de medio millón de dólares. Life Africa, una criatura de 3 semanas, murió durante un ataque policial.30

En marzo de 1978, el conflicto se agudizó: sitiaron a la casa de MOVE en la avenida Powelton; cortaron el agua y la luz, y bloquearon la entrega de comestibles. Mumia llegó con la grabadora como arma. Más tarde comentó que su trabajo permitió que la voz de MOVE se oyera, pues en ese momento los periodistas negros no les hacían caso y la prensa grande de plano los calumniaba.

Mumia escribe de esos días: "El sábado trabajé todo el día, pero a la hora del almuerzo me di una escapadita; en bicicleta corrí al lugar de la confrontación, donde grabé una entrevista con el militante de MOVE Chuckie Africa, quien estaba airado porque centenares de agentes armados amenazaban su casa y su familia con un ataque inminente. Al regresar a la emisora, escogí unas partes de la entrevista y esa tarde, además de las voces del alcalde Frank Rizzo y comisionado de policía James O'Neill, los radioescuchas oyeran la furia de Chuck Africa, quien condenó la ocupación de facto de su comunidad por las fuerzas armadas del estado".31

La comunidad negra y fuerzas progresistas se solidarizaron con MOVE. Varios reverendos negros movilizaron a la comunidad y el 4 de abril, miles de personas marcharon por las calles de Filadelfia en protesta contra el bloqueo. Eso inclusive empañó la imagen de la administración del presidente Jimmy Carter, quien quería proyectar a Estados Unidos como paladín de los derechos humanos.32

La estructura de poder de Filadelfia se sintió muy presionada; consideraba irresponsables los reportajes de Mumia que presentaban las posiciones de "ambos bandos". Mumia escribe: "No me premiaron por mi iniciativa y empuje; al contrario, mi jefe me habló bastante disgustado y me regañó por informar sobre el tema.... Cuando el alcalde convocaba una rueda de prensa para anunciar un proyecto con bombo y platillos, era noticia. Pero cuando el pueblo se le plantaba al estado, no era noticia".33

Mumia no se echó para atrás; siguió transmitiendo las declaraciones de MOVE en sus reportajes en medio de esa situación tan conflictiva para la estructura de poder de Filadelfia. Escribe: "Los jefes me mandaron llamar y me dijeron: `Mira, Jamal, tienes una voz fabulosa, la verdad. Quién sabe por qué la CBS no te ha contratado. Haces un trabajo de primera'. `¿Por eso me mandaron llamar?'. `No, pues. Tendremos que despedirte, pues la verdad es que no jalas con la estación'". Y entonces "William Wellington Cole" dejó la estación WPEN.34

Castigo colectivo

En mayo de 1978, las autoridades levantaron el sitio de la casa de MOVE debido a la protesta popular, y la batalla se trasladó a los tribunales, pero entre bastidores, el jefe de la policía política, George Fencl, estaba preparando un allanamiento de gran envergadura.35

El 8 de agosto en las horas de la madrugada, 600 policías armados hasta los dientes se lanzaron al ataque. Un bulldozer tumbó la cerca y una grúa rompió las ventanas. Azotaron la casa con granadas de gas y ráfagas de ametralladora. Los miembros de MOVE se refugiaron en el sótano, pero los obligaron a salir con cañones de agua. Ante las cámaras noticiosas, cuatro policías de la unidad contra el crimen golpearon a Delbert Africa con saña, pateándole la cabeza como si fuera una pelota.36

El agente James Ramp murió de un tiro en la espalda, probablemente de una bala policial. Linn Washington le dijo al OR: "La policía sabe quién baleo al agente Ramp. Sabe que fue uno de los suyos y eso me lo contó una fuente del Departamento de Policía". Sin embargo, como pasaba con mucha frecuencia en Filadelfia, la muerte de un agente sirvió como pretexto para dispensar castigos muy crueles a todos los arrestados ese día. La policía destruyó las pruebas muy calculadamente: confiscó armas de la casa, las limpió (destruyó toda prueba forense) y las exhibió en la rueda de prensa de Rizzo. A las dos horas demolieron la casa; ni los detectives ni los reporteros ni los abogados de MOVE pudieron recopilar pruebas.37

Por la tarde, el alcalde convocó una rueda de prensa en el centro de la ciudad. Le preguntaron si se había acabado con MOVE, y Rizzo contestó: "La única manera de hacer eso es restaurar la pena de muerte, ponerlos en la silla eléctrica y yo personalmente arranco la llave".38 Mumia Abu-Jamal planteó unos interrogantes muy penetrantes sobre la destrucción de las pruebas. Rizzo de por sí estaba muy molesto por las noticias de la brutalidad policial que se filtraban a la prensa grande, pues presentía que el respaldo de los medios masivos de que gozaba durante muchos años se estaba desvaneciendo.39 Y para colmo, ¡el mismo día que un policía cayó en un operativo lo cuestionaba un periodista negro con trenzas en su propia rueda de prensa! Se salió de sus casillas y lanzó la amenaza que todo mundo ahora conoce: "La gente cree lo que usted escribe y lo que dice, y eso tiene que parar. Un día, y espero que sea durante mi gobierno, tendrá que pagar por lo que está haciendo".

Desde la perspectiva de la policía y el alcalde, no hacía falta evidencia. Un policía estaba muerto, lo cual era un desacato a la autoridad y alguien tenía que pagar. Tres años después, Mumia sería la víctima de la mismísima lógica cuando lo encontraron gravemente herido al lado de un policía muerto.

A los doce militantes de MOVE presentes ese día los acusaron de matar al agente James Ramp y posteriormente juzgaron a nueve de ellos. El 8 de mayo de 1980, los condenaron y los sentenciaron de 30 a 100 años de cárcel en medio de un clima de histeria espoleada por la prensa. Mumia escribe: "No puedo expresar lo que sentí en ese momento en el juzgado. Ser testigo de una injusticia tan descarada; me inquietó hasta el alma.... Como observador que se desenvolvía en el papel de periodista objetivo, vi que la ley no valía, que no importaba si eran inocentes o culpables ni importaban las garantías que uno supuestamente tiene".40

Mumia señaló que el argumento central de la fiscalía era totalmente absurdo: "Nueve personas no mataron a ese hombre". Era un caso muy claro de castigo colectivo.

Al día siguiente, el juez defendió el veredicto en un programa de radio. Mumia llamó y le preguntó: "¿Quién mató a James Ramp?". Desprevenido, el juez admitió: "No tengo la menor idea". En ese instante, Mumia puso de relieve la injusticia del juicio y la condena a los 9 de MOVE.

Un periodista destacado

Mumia siguió desempeñándose como periodista radial en la estación de música clásica WUH-FM, además de hacer reportajes en WDAS. En 1979, la estación independiente WHYY lo contrató de tiempo completo. Colaboró en el programa 911, la versión local del programa All Things Considered, y le hizo una entrevista transmitida por el canal 12 WHYY-TV al basquetbolista Julius Erving del equipo 76ers durante la eliminatoria del NBA.41

En 1980, a la edad de 26 años, lo eligieron presidente del capítulo de Filadelfia de la Asociación Nacional de Periodistas Negros y al año siguiente figuró en la lista de "gente destacada" de la revista Philadelphia, que mencionó "sus entrevistas penetrantes, elocuentes y apasionadas". Sin embargo, en el clima político polarizado de Filadelfia, a Mumia le resultaba cada vez más difícil ser periodista de la prensa grande sin traicionar su misión como "la voz de los que no tienen voz". En su libro All Things Censored (Lo que se prohíbe) Mumia cuenta que WHYY lo asignó a escribir sobre la policía, no sobre la brutalidad policial sino reportajes "positivos e inofensivos", por ejemplo, entrevistar al comisionado de policía o a un "policía heroico" o a una protesta de miles de policías. La radio independiente transmitió su reportaje de esa protesta en todo el país, pero Mumia escribió que olía a racismo y "censura solapada". El era el único empleado negro de la estación, salvo la secretaria y el departamento de correo: "Se insinuaba que hacía falta enseñarme a mí como reportero y afroamericano urbano la `verdadera' calidad de la policía".42

En 1981, Mumia dejó WHYY. Buscó otras formas de seguir su labor y entró a trabajar de taxista para mantener a la familia. En esa época se celebraron dos juicios importantes. En 1981, exoneraron a tres de los policías que golpearon a Delbert Africa y en otro juicio el fundador de MOVE, John Africa, se defendió de cargos federales y ganó.

Tras esos juicios, las autoridades se lanzaron nuevamente contra MOVE. Pam Africa cuenta: "En noviembre o diciembre de 1981, el alcalde Greene tomó la decisión de barrer a MOVE, en las calles y la cárcel. Hubo una racha de golpizas y juicios, y Mumia siempre estuvo presente y lo informó todo. Sacaba sus artículos muy rápido, a pesar del bloqueo informativo y de que era un periodista independiente y ya no trabajaba en la radio".43

En esos días Mumia cayó repentinamente en las garras de la policía.

En sus garras

"El que se mete al juego de la política, tiene amigos y enemigos. Es la supervivencia de los más aptos".

alcalde Frank Rizzo respecto
al manejo de fuerzas radicales44

"Me quieren matar".

Mumia Abu-Jamal a su hermana
el día que lo balearon45

"Es una pesadilla que mi hermano y yo nos encontremos en este horrible apuro, especialmente dado que mi principal acusador, la policía, también fue mi atacante. Parece que mi verdadero crimen fue que sobreviví sus ataques, pero esa noche nosotros fuimos las víctimas".

Mumia Abu-Jamal,
dos meses después de su arresto46

El 9 de diciembre de 1981, la policía paró a Billy Cook, el hermano de Mumia. Fue un caso típico de hostigamiento por "el delito" de "ser negro y conducir". Poco antes de las 4 a.m., Billy iba en su carro por la calle Locust en un barrio pobre del centro de Filadelfia. El agente Daniel Faulkner lo paró, según el informe oficial, porque tenía una placa floja y un parachoques roto; antes de bajarse del vehículo decidió arrestarlo, y pidió refuerzos y una patrulla que lo llevara al bote. Lo sacó del auto y en un dos por tres lo tiró en la capota y le dio con la linterna.47

Por casualidad, Mumia pasó en su taxi por el lugar donde golpeaban a su hermano. Momentos después, cuando los refuerzos llegaron, lo encontraron en el suelo con un tiro en el pecho. Faulkner estaba muerto por dos impactos de bala y Billy Cook estaba parado contra la pared, herido y sangrando. Los demás involucrados se marcharon.

De acuerdo a la mentalidad de la policía, independientemente de cualquier prueba que hubiera, Mumia era culpable y se merecía la muerte por el simple hecho de que un agente estaba muerto. De hecho, estaba muy malherido. La bala policial le perforó el pulmón, atravesó el abdomen y el hígado, y quedó cerca de la médula espinal. Esa noche, los policías querían rematarlo. Mumia escribe: "Según la declaración de un testigo, demoraron unos 40 ó 45 minutos en llegar al hospital, que quedaba a apenas dos o tres cuadras. Me golpearon en la calle, me golpearon en la patrulla y me pasearon por la ciudad esperando que muriera". Al llegar al hospital, lo tiraron al suelo y lo patearon, esposado con las manos a la espalda.

Se despertó después de la cirugía cosido de punta a punta con grandes grapas y con tubos en la nariz. Recuerda: "Sentí una presión muy fuerte, como que me inflaba, una sensación de estar hinchado, lleno. Fue lo primero que sentí después de la cirugía. A pesar del agotamiento y tremendo cansancio, hice el esfuerzo de abrir los ojos y vi a un policía que me miraba directamente a la cara. Tenía 35 años, pelo rubio y bigote. Al principio, no me daba cuenta qué pasaba. Me miraba con una sonrisa fría y macabra.

"Me pareció que pasaron varios minutos, pero a lo mejor fueron solo 15 ó 20 segundos. De pronto no lo alcancé a ver y sentí un gran alivio, como si un globo se me desinflara en el abdomen. Y lo volvió a hacer dos, tres, cuatro veces. Aunque estaba esposado a la cama, procuré voltear la cabeza y vi que pisaba el recipiente de orina, de modo que no pudiera drenar más orina y esta se volvía por el tubo hacia la vejiga. Quería reventarme la vejiga media hora después de la cirugía. Así que amanecí esposado y atado a la cama en un hospital civil, y no penal, y un policía armado con una ametralladora Uzi pretendía matarme.

"Seguía y seguía, y no podía hacer absolutamente nada. No podía hablar porque tenía un tubo en el esófago, y otro en la nariz y otros orificios. Así que aguanté, pues no me quedaba otra y él se sonreía, y lo hacía una y otra vez. Yo nada más lo miraba".48

Más tarde en el juicio la fiscalía afirmó que Mumia confesó en el hospital, pero el informe del agente que lo resguardaba desmiente esa versión: "El hombre negro no hizo ninguna declaración".49

A Lydia Wallace, la hermana de Mumia, le entró pavor al enterarse de que un hermano se encontraba en la delegación y el otro en el hospital, resguardado por la policía. Corrió al hospital y en los primeros momentos ni siquiera reconoció a su hermano porque estaba muy golpeado, con la cara hinchada y cubierto de costras de sangre. Mumia se despertó momentáneamente y le dijo en susurros que era inocente.50

El complot contra Mumia

Los primeros agentes en llegar al lugar de los hechos fueron Robert Shoemaker y James Forbes de la unidad contra el crimen (la misma que Rizzo estableció para atacar a los radicales negros). El oficial de mayor rango era ex comandante de esa unidad: Alfonse Gordano.51 Durante una década, dicha unidad atacó a los Panteras Negros y MOVE, y los acusó en los tribunales, y Mumia era uno de sus contrincantes. Esa misma noche, según el informe policial, el inspector Fencl se encargó de la investigación. (Fencl ideó el allanamiento de la casa de MOVE en la avenida Powelton y encabezó la unidad de la policía política que le siguió la pista a Mumia desde que tenía 15 años.)52 Aun si no hubieran conocido a Mumia, el hecho de encontrar a un negro con trenzas herido al lado de un policía muerto bastaba para que la policía estuviera dispuesta a ejecutarlo, pero es difícil imaginar que no lo reconocieran esa noche.

Al día siguiente, todo mundo sabía quién estaba en sus garras porque la prensa lo conocía muy bien. Los periódicos sacaron la noticia de la muerte de Faulkner en primera plana, y comentaron sobre las creencias y actividades políticas de Mumia. El titular del Philadelphia Inquirer decía: "El sospechoso Jamal: un luchador elocuente que no teme alzar la voz" y el artículo lo describió como "un periodista fastidioso muy reconocible por sus trenzas, su política revolucionaria y su voz resonante de barítono".

En los meses siguientes, la maquinaria de la unidad de homicidios hizo todo lo posible para que condenaran a Mumia: ocultó e inventó pruebas y coaccionó a testigos. Un juez de muy mala fama por estar siempre de parte de la policía se encargó de hacerle un juicio chueco.

Durante 12 años muy intensos y explosivos, Mumia fue un enemigo implacable de la cruel estructura de poder. Condenó sus crímenes, defendió a las víctimas y alzó una voz de protesta. Ahora estaba en sus garras, un preso político con destino al pabellón de la muerte.

Notas:

28 Abu-Jamal, Mumia, entrevista que le hizo C. Clark Kissinger

29 Entrevista a Pam Africa, Obrero Revolucionario, No. 855, 5 de mayo de 1996

30 Harry, p. 96

31 All Things Censored, p. 107

32 25 Years on the Move, folleto, mayo de 1996

33 All Things Censored, p. 108

34 Abu-Jamal, Mumia, entrevista que le hizo C. Clark Kissinger

35 Paolantonio, S.A., Frank Rizzo--The Last Big Man in Big City America, Camino Books, Filadelfia, 1993, p. 224

36 Harry, p. 100; también en "Death Row Notebook"

37 Washington

38 Harry, p. 101

39 Paolantonio, pp. 218-222

40 Abu-Jamal, Mumia, de una entrevista que le hizo Chris Bratton, "Death Row Notebook"

41 All Things Censored, pp. 110-111; también la entrevista a Washington

42 All Things Censored, pp. 111-2

43 Pam Africa, de una entrevista que le hizo el OR

44 "Death Row Notebook"

45 "Death Row Notebook"

46 "Revolucionario en el pabellón de la muerte: La historia de Mumia Abu-Jamal"

47 Weinglass, pp. 24-26

48 Abu-Jamal, Mumia, entrevista que le hizo C. Clark Kissinger

49 Weinglass, p. 50

50 "Death Row Notebook"

51 Actas del juicio de Mumia, 19 de junio de 1982, p. 116

52 Paolantonio, en varias discusiones de Fencl y su papel


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