El papel de la mujer: Dos posiciones totalmente opuestas

La burguesía reaccionaria y el proletariado revolucionario

Bob Avakian, presidente del PCR,EU

Obrero Revolucionario #1098, 15 de abril, 2001, en rwor.org

¿Cuál es la fuente del patriarcado, la supremacía masculina y la opresión de la mujer? En una palabra, la causa fundamental de todo eso es el sistema, pues las raíces de esa opresión son la división de la sociedad en clases, entre explotadores y explotados, y la "red" de relaciones sociales que acompaña a esas divisiones. En el mundo de hoy, sería totalmente imposible desentrañar la opresión de la mujer del sistema capitalista imperialista, pues es un elemento esencial de la naturaleza y del funcionamiento del sistema.

Para aclarar este punto, veamos el "gran debate" y lucha de la burguesía sobre la mujer y las fuerzas armadas (es decir, sus fuerzas armadas), y la mujer y el combate. Algunos sectores declaran tajantemente que la participación de la mujer perjudica a las fuerzas armadas. Y en realidad tienen razón, dado que su fin es conquistar y saquear, y el "derecho masculino" a la mujer como botín de guerra es indispensable para eso, para la "moral" de la tropa: es el "premio" por cumplir las órdenes sanguinarias de los imperialistas. Por eso, en Tailandia, en Filipinas, en Okinawa, en América Latina y dondequiera que haya bases militares yanquis, alrededor hay vastas zonas de burdeles. Muchísimas mujeres y niñas se ven en la necesidad de "complacer" a los soldados, pues viven en la miseria sin otra forma de ganarse la vida gracias al mismo sistema imperialista que esos soldados imponen a punta de fusil. En eso, todos los ejércitos imperialistas y reaccionarios son iguales. (Y, ¿Israel? En el ejército israelí participan mujeres, junto con los hombres, porque es necesario, pero no nos dejemos engatusar: Israel es una sociedad patriarcal y machista--o sea, ese es un elemento básico de su naturaleza reaccionaria--, y la mujer no goza de igualdad ni en el ejército ni en ninguna esfera de esa sociedad).

A la concepción y práctica de la burguesía con respecto a la mujer en las fuerzas armadas y el combate se contrapone la larga tradición del proletariado revolucionario desde la Comuna de París. Si los imperialistas debaten el papel de la mujer en las fuerzas armadas y el combate, para el proletariado revolucionario no hay nada que debatir porque ya está resuelto: las mujeres participarán en las fuerzas armadas y en el combate, y serán comandantas militares (aunque no por eso queremos decir que no habrá necesidad de hacer nuevos avances en ese sentido).

Veamos brevemente la historia de nuestra clase y las luchas armadas que ha librado. Veamos la Comuna de París, donde en 1871 nuestra clase tomó el poder por vez primera durante dos meses, hasta que el ejército reaccionario ahogó en sangre al nuevo poder proletario. Las mujeres lucharon en las primeras filas en todo aspecto y etapa del levantamiento. Recordemos el comentario de un burgués sobre la Comuna y el papel de la mujer en la lucha armada: "Si la nación francesa fuera una nación de mujeres, ¡qué terrible sería!" Con eso quería decir, ¡qué nación tan terrible para la burguesía! Se refería específicamente a la mujer en el combate, y en todo aspecto y etapa de la lucha por una nueva sociedad.

Esto es un ejemplo muy concreto de nuestra consigna "¡Romper las cadenas! ¡Desencadenar la furia de la mujer como una fuerza poderosa para la revolución!", la cual expresa nuestro firme compromiso, y se ha aplicado dondequiera que nuestra clase ha librado una guerra revolucionaria: en la revolución rusa, en la revolución china, y hoy por hoy en Nepal, en Perú y en todos los lugares donde nuestra clase ha librado o está librando guerras revolucionarias. Esta consigna se aplicará más y más cabalmente con el avance de la revolución proletaria en todo el mundo; será un elemento clave para alcanzar la victoria y avanzar al comunismo.

Todo eso ilumina muy claramente la profunda diferencia entre la burguesía reaccionaria y el proletariado revolucionario. Desde luego, desencadenar la plena participación de las mujeres en la guerra revolucionaria, como combatientes y comandantas en todos los niveles de las fuerzas armadas revolucionarias, es apenas el primer paso: quedará pendiente la tarea de movilizar a las masas de mujeres, y hombres, para cortar de tajo todo vestigio de la opresión de la mujer en la sociedad y en el mundo entero como un elemento clave, y una fuerza incontenible, para el avance a la meta final del comunismo. Sin embargo, hay que recalcar que para dar ese primer gran paso de conquistar el poder es indispensable desencadenar la furia de la mujer en la guerra revolucionaria, y su plena participación como combatientes y líderes. Eso representa una profunda diferencia entre nuestra clase y la burguesía (y todos los reaccionarios).


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