Discusión y debate sobre el Borrador del Programa del PCR

Nuevas conexiones, cuestiones de vida o muerte

Obrero Revolucionario #1116, 26 de agosto, 2001, en rwor.org

Al anunciar la publicación del nuevo Borrador del Programa, el PCR señaló que mandará "escuadras de jóvenes y luchadores experimentados a muchas ciudades y regiones del país, y a lugares donde no existe organización partidaria" para entablar una conversación revolucionaria de frontera a frontera, y de costa a costa. El partido ha pedido que las escuadras compartan sus experiencias de este estimulante proceso. A continuación publicamos pasajes de una carta de un participante.

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XX es una pequeña ciudad industrial de 100.000 habitantes; queda a una hora de una ciudad donde hay una rama del partido. La poblaron grandes olas de inmigrantes, primero del sur de Europa, y después del Caribe, África y el sudeste de Asia. En los últimos años, los grandes centros urbanos de la región han experimentado un auge económico, pero por 30 años la economía de XX ha estado por los suelos y muchas fábricas han cerrado. El problema de la drogadicción ha devastado la región; en XX, que es el principal punto de entrada de la droga, prácticamente todo mundo ha perdido un ser querido o un amigo a causa de la heroína.

El SIDA es epidémico; la tasa de infección es altísima, más alta que en muchas ciudades grandes de la región, y la principal causa del contagio son las jeringas contaminadas.

Nuevas conexiones

Un lector del OR contactó al partido e invitó a una escuadra a platicar sobre el Borrador del Programa con un grupo que trabaja en un programa de intercambio de jeringas [reciben jeringas sucias y proporcionan jeringas limpias gratis] en los barrios pobres. Una docena de activistas, que ya tenían el Borrador, se reunieron con nuestra escuadra. Las escuadras siguen el modelo de las combinaciones revolucionarias de tres en uno de la Gran Revolución Cultural Proletaria en China; en la nuestra somos tres: un camarada experimentado, un joven y un partidario de un país oprimido por el imperialismo yanqui. La mayoría de los activistas eran jóvenes negros y latinos; unos cuantos tenían 40 ó 50 años. Algunos son ex adictos y uno ha estado batallando con el SIDA por dos años. En general eran de las capas inferiores de la pequeña burguesía (que se mencionan en la página 9 del Borrador del Programa), que trabajan en el sector de servicios sociales, y viven y trabajan al lado del proletariado. También asistieron algunos proletarios.

Nos invitaron a reunirnos con ellos porque están buscando la forma de superar las limitaciones para cambiar la vida de la gente que acude al programa. La magnitud del problema es asombrosa y encima el gobierno (que subvenciona el programa) no hace más que poner estorbos burocráticos. Apenas se inició el programa, los politiqueros envenenaron la opinión pública diciendo que el intercambio de jeringas aumentaría la drogadicción, organizaron un referendo y se prohibió la distribución de jeringas. Todos los días la gente se infecta con las jeringas sucias, y muere del SIDA y otras enfermedades, pero los trabajadores del programa solo pueden proporcionar información; tienen que llevar a la gente a unos 100 kilómetros a intercambiar jeringas. En general, consideran que el problema fundamental es la pobreza y el hecho de que la gente del barrio no tiene futuro. Quieren hacer labor política en la comunidad y trabajar por un cambio social, en vez de simplemente dar mejorales. Les interesa organizar actividades que ofrezcan opciones, y cada uno ha lidiado con los riesgos personales que conlleva luchar contra las restricciones del gobierno a la distribución de jeringas (que es una cuestión de vida o muerte para la gente del barrio).

Rumbo a XX, los tres de la escuadra íbamos muy animados con la oportunidad de llevar el Borrador del Programa a una región donde no existe todavía organización partidaria y a gente que hace un par de semanas casi no tenía contacto con el partido.

Al llegar, se vio que todos estaban muy agradecidos de que el partido nos mandara a su ciudad; por nuestra parte, expresamos que estábamos muy contentos de cumplir esa tarea. Todo mundo estaba puesto para la discusión y se iniciaron conversaciones inmediatamente, antes de nuestra presentación. Los que leyeron el Borrador preguntaron qué recepción ha tenido en las ciudades grandes. Como trabajan con gente de los barrios pobres y de vivienda pública, les interesaba mucho la respuesta de esos sectores. Casi todos leyeron la primera parte del documento y algunos lo leyeron todo (los apéndices también); lo tenían subrayado para plantear dudas y preguntas.

En la escuadra procuramos entablar una conversación revolucionaria y no hacer una sesión de "preguntas y respuestas" ni "darles las respuestas". Así que la plática exploró la visión del Borrador del Programa y los grandes retos que tiene nuestra clase.

Debatimos el Borrador del Programa

Todo mundo estaba de acuerdo con la condena al sistema y la meta final que plantea el Borrador, pero tenía muchas dudas sobre el proceso de la revolución y de construir una nueva sociedad. Una activista comentó que estaba totalmente de acuerdo con el Borrador y le encantaba la "fantasía" de una nueva sociedad, pero que el Borrador no explica lo suficiente qué organizaciones dirigirán la sociedad después de la revolución, y que eso es necesario para obtener apoyo al proyecto revolucionario. Otra respondió que hay que tener una base en las comunidades, o sea, organizar a la gente de base.

Le entramos al tema. Señalamos que las organizaciones de masas surgirán en el curso de las luchas populares. Un joven negro dijo que cuando empezó a leer el documento tenía la misma duda, pero cuando lo leyó todo se dio cuenta de que el mundo será radicalmente diferente y, tan es así, que ni nos podemos imaginar las formas de organización que surgirán.

Platicamos de la importancia de acumular experiencia en las luchas de hoy y establecer formas de organización que sirvan de modelo para la futura sociedad. Un compañero de la escuadra dio el ejemplo de los camaradas de la BJCR, que hicieron reparaciones con otros residentes de vivienda pública en Chicago (porque el gobierno no las hizo); así fomentaron la cooperación, y comprobaron que el pueblo puede organizarse y atender a sus necesidades elementales. También destacó la experiencia y lecciones de la Coalición 22 de Octubre contra la Brutalidad Policial, que nos ayudan a captar la gran fuerza potencial del pueblo. Pero recalcamos que para ir más allá de los primeros pasos, será necesario hacer la revolución, o sea, tumbar a los imperialistas con una guerra popular y tomar el poder.

También debatimos si la guerra revolucionaria podrá triunfar en las entrañas de la bestia, o sea, en este país, con una clase media tan grande y acomodada. El debate se puso al rojo vivo cuando hablamos del sector de la salud, los enfermeros y, sobre todo, los médicos. Un activista dijo: "Está bien. Los maestros y trabajadores sociales se unirán pero, ¿los demás?". Todo mundo estaba de acuerdo en que por lo general los médicos quieren ayudar a la gente cuando inician la carrera, pero terminan por creerse muy superiores. Otro dijo que francamente no importa cuánto nos esforcemos por elevar sus miras, que mientras se necesiten palancas o dinero o "inteligencia" para entrar a la carrera de medicina no será posible diluir la arrogancia y el egoísmo de la profesión médica.

Le entramos al tema de las contradicciones inherentes a esas capas sociales y hablamos de los aspectos de potencial unidad. Se mencionó "Breaking With Old Ideas" (Romper con viejas ideas), una película de la China revolucionaria sobre la lucha por transformar el sistema educativo en un instrumento al servicio del proletariado. Cuando señalamos que en el socialismo el criterio para ingresar a la universidad no será ni el dinero ni las palancas ni la inteligencia sino el deseo de servir el pueblo, y que gente como ellos y la gente del barrio tendrán voz y voto en eso, el entusiasmo fue general.

Platicamos del potencial revolucionario del proletariado. Un señor negro (que fue miembro del Partido Pantera Negra) dijo que al leer la primera parte del Borrador no encontró mucho sobre el "lumpenproletariado", los que a su juicio dirigirán la revolución.

Para responder, un compañero de la escuadra leyó lo que dice la página 62 del Borrador sobre un sector del proletariado: "Muchos proletarios viven sin techo y pasan hambre. Se ven obligados a trabajar en lo que puedan, a intercambiar productos y servicios en la ‘economía informal’ de los ghettos y barrios pobres; van de un trabajo a otro o participan en actividades semicriminales". Le preguntó si se refería a ese sector y él respondió que sí. El Borrador señala que ese sector es parte de la capa inferior de la clase trabajadora, a la cual habrá que movilizar "a lo largo del proceso revolucionario como la columna vertebral" (p. 64).

En la página 67 se habla del lumpenproletariado, "la clase criminal", que está compuesta de gente que proviene de diferentes clases y tiene capas altas e inferiores: "En las capas inferiores están los delincuentes comunes, que se dedican exclusivamente a la delincuencia. A diferencia de muchos pobres que se ven obligados a cometer delitos, el lumpenproletariado son aquellos que se dedican al crimen y cuya concepción del mundo se centra en eso".

En ese caso, como en otros, el Borrador aborda detalladamente la duda que se planteó y al ex Pantera le alegró ver que el Borrador pone a ese sector como parte de la columna vertebral de la revolución en este país.

Otro activista dijo: "No soy religioso ni voy a la iglesia pero, ¿qué opinan de la espiritualidad? Se supone que la Biblia y el Corán son una guía para la vida, ¿no?". De ahí le entramos a la moral y las normas que nos deben guiar, y si es posible actuar con desinterés total. El Borrador del Programa plantea una moral elevada y emancipadora que no se basa en dioses ni en la religión. Un compañero de la escuadra señaló que los reunidos éramos un ejemplo vivo del hecho de que mucha gente tiene motivos altruistas, y que esa visión tendrá mucha más fuerza y será muchísimo más liberadora cuando el proletariado tenga el poder y dedique los recursos de la sociedad a atender las apremiantes necesidades del pueblo.

Una joven preguntó sobre la posibilidad de vivir de acuerdo a nuestra filosofía (o sea, la de todos): ¿por qué no podíamos juntar recursos, dijo, trabajar juntos y, al grado posible, zafarnos de las relaciones capitalistas y crear un movimiento que cobre fuerza? La verdad, no se proponía hacer la revolución; más bien se preguntaba a qué dedicar la vida. Su intervención estimuló una discusión muy buena sobre la importancia de establecer normas y modelos revolucionarios. Comentamos que las casas de jóvenes de la BJCR son un modelo que fomenta la moral proletaria: de respetar a las compañeras, no hacer comentarios ni chistes machistas, no emborracharse, y trabajar colectivamente para solucionar los problemas de cada quien. Nuevamente volvimos al punto de que para hacer eso será necesario tumbar a los imperialistas, tomar el poder y desmantelar su aparato de represión.

Otro punto fuerte de la discusión fue el internacionalismo proletario, que es la base del Borrador del Programa. El compañero de la escuadra que es de un país oprimido destacó que esta revolución está al servicio del proletariado internacional y los oprimidos del mundo, y que no simplemente busca mejorar la situación del pueblo de este país. Señaló que el triunfo de la revolución en Estados Unidos significará mucho para los oprimidos de su país y del mundo entero. Sus conmovedoras palabras plantearon el reto de ver más allá de las necesidades de los de abajo de esta sociedad y visualizar el proceso revolucionario en todo el mundo.

Con las miras hacia el futuro

Todos, incluso los que tenían más dudas, estaban muy comprometidos a solucionar los problemas del pueblo. Al final de la reunión, un obrero blanco nos dio las gracias por ir y nos dijo que iba a terminar de leer el Borrador. En los años 60 estudió un tiempo en la universidad, militó en SDS [una organización estudiantil radical] y pensaba que las cosas iban a cambiar. Después de la guerra de Vietnam, regresó a la comunidad y se metió a la droga. Opinó que los 60 fracasaron porque no se llevó esta visión comunista revolucionaria a la clase trabajadora de una forma que pudiera conectarse con ella. Lo llenó de optimismo que estemos viajando a muchos lugares y nos animó a volver.

Hubo varias propuestas para continuar nuestra conversación revolucionaria; hicimos algunas citas e intercambiamos números de teléfono. Una compañera compró varios folletos y una subscripción al OR. Nos invitaron a poner una mesa en un festival de música hip hop y se programó una presentación de la película "Breaking With Old Ideas" en un centro comunitario al lado de uno de los grandes multifamiliares.

Al reflexionar en la escuadra sobre la discusión, nos pusimos a pensar en toda la gente de los barrios, proyectos de vivienda pública, clínicas y universidades que tiene las mismas profundas inquietudes que ese grupo, pero que a lo mejor no conocen el partido ni el Borrador del Programa. Al iniciar el proyecto de elaborar el Borrador, el partido planteó dos interrogantes: ¿Es posible hacer la revolución en este país, aquí en las entrañas de la bestia? Y, ¿existe un proletariado con una posición estratégica en la sociedad capaz de hacerla? Consideramos que el Borrador ha dado la respuesta a esos interrogantes--un rotundo sí--y que es absolutamente correcto distribuirlo y entablar esta conversación revolucionaria de frontera a frontera y de costa a costa para profundizarlo y enriquecerlo, y conectarnos con nuevos sectores del pueblo que lo abrazarán.


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