Segunda parte: ¿Tiene caso hablar de la revolución? ¿Cómo podría darse en Estados Unidos?

Entrevista a Bob Avakian, Por Carl Dix

Sobre la guerra y la revolución, Ser revolucionario y cambiar el mundo

Obrero Revolucionario #1156, 23 de Junio, 2002, posted at http://rwor.org

En tiempos de grandes retos, el pueblo requiere "armas" extraordinarias que lo preparen para asumir tales retos, y lo que les brindamos aquí es verdaderamente extraordinario: una nueva arma política para los que nos oponemos a la ofensiva de guerra y represión de los imperialistas yanquis, que elevará nuestra conciencia y nos permitirá asumir retos y entrarle de lleno a la lucha por cambiar el mundo. En este número del Obrero Revolucionario se publica la primera parte de una importante entrevista a Bob Avakian, el líder del PCR, que se hizo a principios del año.

Tuve el gran honor de entrevistar a Avakian. De antemano, sabía que a mucha gente le hubiera gustado plantearle cuestiones muy candentes, pues a mí me las han venido planteando cuando divulgo el Borrador del Programa del partido y cuando platicamos de "la guerra ilimitada" que la clase dominante imperialista de Estados Unidos ha desatado contra el mundo. Así que sabía que iba a tener la responsabilidad y la oportunidad de plantearle esas cuestiones en nombre de todos.

Fue una experiencia fenomenal, difícil y a la vez muy divertida. Hace mucho tiempo que no tenía la oportunidad de platicar así con Bob Avakian, pero lo encontré igual, el mismo camarada "encendido" (para usar una frase de Peter Tosh) que ha dado liderazgo decisivo al movimiento revolucionario en tantas coyunturas cruciales en el pasado. Estaba totalmente al tanto de los acontecimientos en Estados Unidos y el mundo, y le entraba con el mismo entusiasmo inagotable a las cuestiones histórico-mundiales de la revolución proletaria. Pasamos varios días juntos haciendo la entrevista, que abarcó una gran variedad de temas, tales como la situación actual, la religión y lo que lo ha sostenido a lo largo de muchos años como líder revolucionario. Y al terminar "la jornada", lo pasábamos hasta muy noche platicando de básquetbol, cine y más.

Ojalá que los lectores disfruten tanto de la entrevista y aprendan tanto de ella como yo en el proceso de elaborarla.

Carl Dix

Con gran entusiasmo el Obrero Revolucionario brinda a los lectores esta entrevista y diálogo entre Bob Avakian, el presidente de nuestro partido, y Carl Dix, nuestro vocero nacional.

Esta es la segunda parte, publicamos la primera parte "La nueva situación: La `guerra contra el terrorismo'" en el número de la semana pasada, y en los próximos números publicaremos otras partes de esta importante entrevista, que abarca una gran variedad de temas. En el futuro, la entrevista se publicará en su totalidad y estará disponible en la Internet.

La entrevista tiene leves cambios editoriales.

Carl Dix: Este es un tema importantísimo y cuando lo planteamos a la gente -o sea, a gente de todas las capas sociales: proletarios, gente de los ghettos y barrios, gente más acomodada de la clase media que está consciente de que todo esto ocurre y siente que en el fondo algo está muy mal- algunos tienen un punto de vista optimista y otros pesimista, pero todos se preguntan cómo podría darse una revolución. ¿Cómo podrían darse las condiciones necesarias para lanzarse a la revolución? Quisiera que abordaras esto.

Bob Avakian: Bueno, creo que siempre hemos considerado que una situación revolucionaria depende de dos factores o elementos esenciales; esa es una forma de sintetizarlo. Primero, tiene que darse una situación objetiva favorable, es decir, que lo que ocurre en la sociedad y el mundo, y los acontecimientos mundiales, influyan en la sociedad de tal forma que maduren las condiciones necesarias para que se cuestione el derecho y la capacidad de la clase dominante de seguir gobernando, y susciten una resistencia masiva, oposición, revuelo, trastornos y volatilidad por toda la sociedad que, como acabo de mencionar, pongan en tela de juicio el rumbo de la sociedad. Esa situación tiene que darse y puede darse por varias razones. Obviamente, la pueden provocar las repercusiones de las guerras que los imperialistas libran en el plano internacional o una crisis económica. Puede surgir como consecuencia de conflictos intestinos de la clase dominante, aunque por lo general estos surgen por cuestiones y dificultades fundamentales por las cuales atraviesa el sistema al luchar por sus intereses por medio de la guerra u otros medios en Estados Unidos o en otros países, pero especialmente en el plano internacional. Todo esto puede crear una situación volátil en que se den escisiones en la clase dominante porque sus planes no están saliendo bien, como en el caso de Vietnam o incluso algo más profundo, y surjan importantes conflictos en sus filas debido a esas agudas contradicciones. Y esos conflictos, encima de la resistencia que han suscitado, abren grietas por las cuales salen más pujantemente el gran descontento y coraje de las masas por los atropellos y ultrajes de todos los días en este sistema.

Así que varios fenómenos pueden surgir y combinarse y crear una situación muy volátil que ponga en tela de juicio el derecho y la capacidad de la clase dominante de gobernar y el rumbo de la sociedad, no solo para los revolucionarios o unas pocas fuerzas avanzadas -unas miles o docenas de miles como es el caso hoy- sino para millones, o quizás docenas de millones. Es decir, esas cuestiones se plantearán de manera aguda y urgente, y muchos preguntarán: ¿debemos seguir esto o aquello? y, ¿cómo resolvemos estos grandes conflictos y contradicciones cada vez más patentes?

Ahora, aparte de la situación objetiva, se necesita una fuerza revolucionaria, un partido de vanguardia con la concepción, metodología y programa correctos, y la línea política y las medidas adecuadas para dirigir y unir a las masas con una orientación revolucionaria en torno a un programa que lleve a la resolución de esas contradicciones o abra paso para resolverlas. Hay muchas contradicciones y muchas corrientes de resistencia: la opresión de los negros y otras nacionalidades oprimidas, la opresión de la mujer, la explotación de los distintos sectores del proletariado, las guerras y el saqueo internacional, la represión que desata la clase dominante en Estados Unidos (u otras sociedades). Se necesita un partido que desenvuelva los medios de unir a mucha gente y llevarla a una posición revolucionaria, y cuando surja plenamente una situación revolucionaria, una y organice a las masas para librar una lucha revolucionaria contundente y conquistar el poder.

Así es como surge una situación revolucionaria y la aprovechan las fuerzas avanzadas de la vanguardia, dirigiendo y uniendo en aras de un programa revolucionario a las masas que se han lanzado a protestar y rebelarse, pues en el momento en que surja una situación revolucionaria queda claro (o se da la base para que quede claro) a millones de personas que solamente un programa revolucionario permitirá salir de toda esta locura.

Si uno analiza las cosas ahorita, a pesar de todo lo que hacen los imperialistas yanquis, a pesar de su proyecto y sus ambiciones, sigue reinando una estabilidad relativa, aunque hay mucha incertidumbre e inseguridad y, aparte de la guerra y represión, la economía y otras cosas sacuden a la gente. Pero aun con todo eso existe una estabilidad relativa y no es el caso que millones de personas se hayan volcado a las calles, al escenario político, para cuestionar el sistema. Así que si uno analiza la situación ahorita tal y como es sin imaginar los cambios que podrán darse, le puede parecer que la revolución es imposible.

Pero al unir esos elementos de la situación objetiva y los conflictos, erupciones, rebeliones y protestas que suscitarán con el trabajo de las fuerzas revolucionarias, puede darse un cambio trascendental que ponga en tela de juicio el rumbo de la sociedad y plantee la resolución de los agudos conflictos y contradicciones. Así puede surgir una lucha revolucionaria que logre arrebatar el poder a los imperialistas. Para eso, un elemento clave, o ciertamente uno de los elementos clave, es el surgimiento de lo que llamamos un pueblo revolucionario, o sea millones de masas inclinadas hacia la revolución que se levanten y luchen decididamente contra la estructura de poder, y que estén dispuestas y decididas a luchar por un cambio radical a costa de grandes sacrificios.

Así que surgen movimientos y luchas de los varios sectores del pueblo, y el partido hace su trabajo en medio de todo esto, trabaja con todas las capas sociales, fundamentalmente el proletariado y los oprimidos, cuyos intereses fundamentales son tumbar el sistema y transformar completamente la sociedad. Esto le permite palpar la situación y enterarse cuando se empieza a dar una situación revolucionaria, o sea, le ayuda a captarla y también a ganar a las masas a una posición revolucionaria cuando se produzca una combinación de condiciones volátiles que constituya una situación revolucionaria.

No sabemos con precisión cuándo sucederá, pero sabemos que el sistema por su propia naturaleza, así como la situación actual con todo lo que está desatando últimamente, encierran el potencial de una situación revolucionaria. No podemos decir con certeza que surgirá de todo esto, pero tampoco podemos descartar esa posibilidad. Existe el potencial, como hemos señalado, de que todo se desborde caóticamente y desate toda clase de factores y fuerzas que los imperialistas muy difícilmente podrán controlar, suprimir o canalizar. Por ejemplo, ahorita quieren atacar a Saddam Hussein, pero la situación en Palestina es un gran estorbo. Existen muchos factores y fuerzas impredecibles, y desde el punto de vista de la clase dominante -y en cierto sentido desde nuestro propio punto de vista- las masas son la más grande. Son la gran fuerza que puede cambiar el rumbo de todo a medida que las contradicciones objetivas se vayan agudizando o que las agudicen los imperialistas con sus propias iniciativas y acciones.

Y esto nos lleva de vuelta a una cuestión fundamental que Mao destacó: donde hay opresión, hay resistencia. Esto lo demuestra la historia de todo país y toda sociedad, incluido Estados Unidos. Mucho antes del 11 de septiembre se daba resistencia en muchos frentes. Por un lado, el movimiento contra la globalización capitalista cobraba cada vez más fuerza y cuestionaba políticamente de manera contundente (e incluso en cierto sentido ideológicamente) el triunfalismo capitalista que surgió y que Estados Unidos propagó tras la victoria política en la Guerra Fría. Hace varios años nadie se imaginaba que [ese movimiento] llegara a donde llegó en el par de años antes del 11 de septiembre. Por otro lado, han estallado fuertes luchas contra la brutalidad policial, tanto rebeliones espontáneas como luchas organizadas, por ejemplo, en Cincinnati y hace una década a una escala mucho mayor en Los Ángeles. Se ha organizado resistencia y un recio movimiento para parar la ejecución de Mumia Abu Jamal y ganar su libertad. Se han dado luchas contra la opresión de la mujer, muchas de las cuales se han enfocado en el derecho al aborto. En fin, se dan todas esas formas de opresión y, aparte, el proyecto imperialista de montar una ofensiva arrolladora de represión suscitará resistencia. Así ha sido y será siempre.

Pueden sofocar o suprimir el disentimiento, la rebelión, la resistencia y los levantamientos por un tiempo, pero tarde o temprano estallarán, y con mayor fuerza, y todo esto sienta las bases para que un partido de vanguardia como el nuestro y las demás fuerzas revolucionarias movilicemos a las masas y las ganemos a la posición revolucionaria. Y al hacer este trabajo en medio del desenvolvimiento de las agudas contradicciones objetivas se abre paso para el surgimiento de un pueblo revolucionario, y si la vanguardia está trabajando en las varias corrientes de ese pueblo revolucionario, se da una verdadera oportunidad de hacer la revolución.


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