Bob Avakian
Obrero Revolucionario #1184, 26 de enero, 2003, posted at http://rwor.org
Nota del editor: Esta es la sexta entrega de pasajes de una importante charla de Bob Avakian, presidente del PCR, grabada en la primera parte del año pasado: "¡EMPEÑARSE EN LA REVOLUCIÓN, PROMOVER LA PRODUCCIÓN!, Cuestiones de concepción y método, Algunos puntos sobre la nueva situación". Hemos editado el texto e insertado las notas.
Como vengo señalando, hay una contradicción entre dirección, concentrada en la vanguardia, y diversidad, disentimiento, pensamiento creativo y crítico, y todas las cosas que he venido recalcando en esta charla sobre el hecho de que el partido no tiene el monopolio de la verdad ni sabe más que los demás.* Hay que aplicar esos principios; tienen gran importancia tanto ahora, cuando luchamos por sentar la base para conquistar el poder en cuanto se den las condiciones objetivas, y aun más dondequiera que el proletariado conquiste el poder.
Y relacionado con eso, quisiera plantear una pregunta interesante: ¿Por qué señala "El fin de una etapa - el comienzo de una nueva etapa"** que en la sociedad socialista "hasta se podría permitir a unos cuantos reaccionarios descarados publicar uno que otro libro y tener acceso limitado a la prensa"? , lo cual es, evidentemente, muy polémico. O sea, ¿por qué es importante hacer eso? Naturalmente, no estamos diciendo que se permitirá a los reaccionarios hacer lo que quieran, que quede bien claro (lo cual también señala "El fin/el comienzo"). Pero, repito, en la sociedad socialista, donde el proletariado ejerce su dictadura sobre la burguesía (con las estructuras del estado, instituciones y leyes correspondientes), ¿por qué debemos permitir que algunos reaccionarios publiquen libros? ¿En qué beneficia nuestros objetivos generales? Bueno, en lugar de abordar eso ahora, quisiera plantearlo como algo que vale la pena reflexionar y explorar, dado que está muy relacionado con muchos de los temas que vengo tocando.
Más bien pasemos a otra cuestión relacionada: dejando de lado de momento a los reaccionarios recalcitrantes, ¿por qué tenemos el principio, señalado en el Borrador del Programa, de que el proletariado en el poder debe valorar el disentimiento? ¿Por qué debemos valorarlo? La dictadura del proletariado es muy distinta a la de la burguesía, obviamente, y un aspecto muy importante es que en cierto sentido "todo depende de nosotros". Digo, está bien que critiquemos a la burguesía, y de hecho a mucha gente le gusta ese papel y es necesario e importante, como dijo Mao: "Sin destrucción no hay construcción", en la esfera teórica y también en lo práctico. Pero también es cierto que los críticos que no se proponen hacer otra cosa tienen el lujo de condenar todas las deficiencias de la sociedad burguesa sin hacer nada para remediar los problemas que agobian a las masas.
Pero cuando el proletariado tenga el poder, en cierto sentido "todo depende de nosotros". Si hay un problema con los servicios de salud, tenemos que resolverlo. No se vale decir: "Esos pinches capitalistas, ¡miren no más el desastre que han provocado en el sistema de salud!". ¡No se vale! Tenemos que encontrar una solución. Si hay un problema con la educación, nos toca resolverlo. (O encaminarlo hacia una solución, porque, claro, no se pueden solucionar todos los problemas de inmediato... y ese es otro aspecto complejo con el cual tendremos que lidiar). Pero en cierto sentido, repito, depende de nosotros. No podemos pasar la pelota ni maldecir a otros por no resolver el problema. Nos toca a nosotros encontrar la solución. Y eso en realidad es algo maravilloso. ¡Queremos la responsabilidad de resolver esos problemas! Ansiamos y luchamos por esa responsabilidad precisamente porque tenemos la manera de resolverlos: en la sociedad socialista, a través de la transición socialista al comunismo, esos problemas se resolverán. Pero nos tocará a nosotros hacerlo, y dependerá de nosotros.
Y fíjense que cuando estemos metidos en eso de solucionar todos esos problemas, se darán casos muy concretos porque en un momento dado, los recursos producidos por el proletariado y las masas son limitados. No contaremos con ayuda de los imperialistas ni mucho menos los invitaremos a (regresar y) explotar y saquear a cambio de unos centavos que apenas alcanzan para vivir. Y si estamos construyendo el socialismo y avanzando hacia el comunismo, no haremos lo que hacen los imperialistas: no explotaremos a los pueblos del mundo. Al contrario, haremos todo por nuestra propia cuenta. Todo lo que hay lo producirá la gente trabajadora, las masas. Así que tocará cuidar mucho los recursos, como el ejemplo que he mencionado en varias ocasiones de cuando estuvimos en la China socialista en el otoño y muchas horas del día no encendían la calefacción por conservar los recursos. O sea, programaban muy deliberadamente, en cierto marco, todos los recursos que gastaban y para qué. Y esa situación es prácticamente inevitable para toda sociedad socialista que acaba de nacer, dado que seguramente habrá pasado por mucha destrucción y gran agitación política y social debido a la lucha revolucionaria por el poder, guerra civil y ataques de reaccionarios e imperialistas. Y una vez que el proletariado consolide el poder, estos siguen dándole duro con sabotaje y destrucción a fin de socavar y destruir la nueva sociedad.
En ese contexto, ¿de dónde sacamos los recursos? O sea, debe de haber disentimiento en la sociedad socialista, ¿pero cómo financiamos una estación de televisión de cable (o algo parecido) o periódicos u otros medios para plantear críticas? Nos dirán: "Necesitamos dinero para esto. Necesitamos dinero para enumerar una docena de cosas que están haciendo mal. Dennos dinero para hablar del mal manejo de una serie de cosas, para decir que ustedes están monopolizando el poder". ¿Qué onda con eso? ¿Cómo lo evaluamos? ¿A poco quitamos recursos a servicios de salud (o no los destinamos completamente) para dar dinero a eso (o algunas de esas cosas)?
En fin, habrá que tomar decisiones difíciles y, evidentemente, podemos caer en dos tipos de errores: por un lado, no atender las necesidades básicas de las masas (o no encaminar las cosas de tal forma que vayamos atendiendo cada vez más esas necesidades) o, por el otro, prestar toda la atención a eso y a cada oportunidad decir: "Nos gustaría dedicar recursos a esto (un medio de manifestar disentimiento), pero la verdad no es posible porque, fíjense, aquí tenemos diez cosas". Y la neta, esas diez cosas necesitarán recursos.
Tendremos que tomar decisiones bien difíciles (digo el proletariado y sus representantes políticos) y si no nos aferramos al principio de que es importante que el proletariado, y sobre todo su vanguardia, "sea interrogado" (como dije antes), especialmente cuando está en el poder, no le dedicaremos recursos o no lo haremos sistemáticamente, porque siempre habrá otras cosas "más importantes y merecedoras" (ciertamente habrá muchas). Por eso, si no tenemos este principio, si no nos aferramos a él, si no educamos a las masas y los militantes del partido sobre su importancia, incluso ahora, jamás lo vamos a cumplir. Más bien, diremos que es importante tolerar y valorar el disentimiento, pero en realidad no será así, o quizá habrá disentimiento pero no encontrará un cauce positivo y no beneficiará nuestra causa como se debe. Esta es otra cuestión que de verdad nos toca reflexionar a fondo con todas sus implicaciones.
Coerción y persuasión: Otra unidad de contrarios
Volviendo a la cuestión de dirección y la relación entre dirección y centralismo, por un lado, y la iniciativa de las masas, diversidad, disentimiento, y pensamiento creativo y crítico, por el otro, quisiera mencionar el comentario de un camarada dirigente acerca de la película "Remember the Titans" (Recordemos a los Titans [equipo de fútbol americano]). Dijo que le hizo pensar en un aspecto valioso de la dictadura del proletariado que a lo mejor no es tan evidente a primera vista. La película cuenta la historia del equipo de fútbol de una prepa de Virginia en el momento en que terminó la segregación racial del sistema escolar y de un día para otro se integraron chavos negros al equipo. El camarada señaló que la coerción puede jugar un papel positivo hasta cierto punto. O sea, no hicieron una encuesta, no les preguntaron a los estudiantes y padres de familia: "¿Les gustaría que se integraran negros a la escuela y al equipo de fútbol?". Los blancos (o la mayoría de ellos) hubieran dicho que no. Querían proteger su posición de privilegio, pero una vez tomada la decisión, se sentó la base material para librar la lucha y convencerlos (o terminar de convencerlos) de que tenía que ser así. Ahora, no son nuestros métodos, y el camarada no quería decir que era igual, porque se trataba de la dictadura de la burguesía y de los métodos propios de esa clase, pero en todo caso es una cuestión muy interesante que vale la pena reflexionar.
Como se ha señalado en "Grandes objetivos y gran estrategia" y también en "Las dos cuestas" ("Cómo vencer la cuesta") ***, la coerción juega un papel positivo hasta cierto punto. No podemos basarnos exclusivamente en la persuasión, pues la persuasión y la coerción son una unidad de contrarios. No es simplemente cuestión de preguntar: "Bueno, y ustedes, ¿qué quieren hacer?", y eso es cierto también cuando tenemos el poder. Veamos las medidas que instituyeron en China para ir barriendo las grandes divisiones, tales como mandar jóvenes con estudios al campo. No nos hagamos ilusiones: en realidad muchos de esos jóvenes no querían ir al campo; no se inclinaban espontáneamente a hacerlo. Recuerdo que en un viaje a China, unos integrantes de nuestra delegación hablaron con un grupo de jóvenes que estaban a punto de irse al campo. A primera vista parecían muy entusiasmados con ir e integrarse con los campesinos, pero de repente quedó claro que se estaban burlando [BA se ríe] y, ¡era lo que menos les interesaba! La verdad, fue muy inquietante y nuestros compañeros de delegación dijeron: "¡Qué grueso! A esos chavos de plano les parece muy gacho irse al campo".
En fin, sin un poco de coerción, no hubiera sido posible cumplir esa medida. A veces se piden voluntarios y hay respuesta. En última instancia, como dijo Mao sobre el comunismo, queremos que la gente transforme voluntaria y conscientemente a sí misma y al mundo. Pero incluso en el comunismo habrá coerción de alguna forma, aunque no habrá el dominio de clase ni supresión política. Lenin ofreció esta analogía: la sociedad comunista será más o menos como una orquesta que sigue al director. O sea, todo mundo tiene la voluntad de jalar en la misma dirección, y cada cual aporta lo suyo en su debido momento y a su propia manera. La coerción no tiene un carácter antagónico, pero (incluso en el comunismo) no está totalmente ausente. Y ciertamente bajo la dictadura del proletariado, habrá coerción... y también ahora en nuestro trabajo... Claro, no tenemos el poder y no nos basamos en la coerción, pero sí nos valemos de ella de alguna forma... Si no están de acuerdo, pregúntenles a las masas con quienes trabajamos [BA se ríe]. Nos recordarán que sí nos valemos de la coerción cuando luchamos y discutimos con ellas, cuando les echamos un telefonazo o les tocamos la puerta.
Un ejemplo que he mencionado antes: cuando participaba en el Movimiento de Libertad de Expresión en la época de los 60, todavía no me metía de lleno, pero me apunté para una tarea (tenían un chingo de comités y me apunté para uno) y una compañera me habló y me invitó a volantear en la escuela a eso de las 7 de la mañana. No quería hacerlo y le dije que se acercaban los exámenes parciales o algo por el estilo y en todo caso no se me antojaba madrugar [BA se ríe]. Pero insistió mucho: "Tienes que hacerlo. La lucha depende de la participación de los compañeros... bla, bla, bla". Y finalmente me fastidié, dije está bien y colgué. En parte sus métodos no eran los mejores, pero la neta no tenía ganas de hacerlo. Sin embargo, la compañera logró lo que buscaba; me rendí no porque me agotó sino porque en realidad no podía refutar el argumento básico de que el movimiento dependía de nosotros: si íbamos a luchar, teníamos que entrarle todos y no solo unos cuantos. Así que madrugué y me fui a volantear. Claramente, fue una forma de coerción, pero no fue antagónica: no me encañonaron ni me obligaron a la fuerza, pero sí fue una forma de coerción.
Así que la coerción juega un papel positivo hasta cierto punto ahora, y especialmente bajo la dictadura del proletariado. Hay algunas cosas que hay que hacer.Por eso, Lenin dijo que la dictadura del proletariado es una especie de estado burgués sin la burguesía: estaba señalando precisamente este tipo de contradicciones. En el sistema jurídico, ciertas cosas son obligatorias y no se dejan simplemente a que la gente las haga voluntariamente. Hay ciertas cosas que se pueden hacer y ciertas cosas que no se pueden hacer, cosas que uno debe hacer y que no debe hacer. La ley las especifica, lo cual es necesario para que el proletariado se mantenga en el poder y transforme la sociedad. ¿Cómo superamos las divisiones, como las contradicciones entre el trabajo manual e intelectual, y entre la ciudad y el campo, que en un país como China eran enormes? ¿Cómo las superamos sin valernos hasta cierto punto de la coerción? Pero, también, como señalan "Grandes objetivos y gran estrategia" y "Las dos cuestas", hay que emplearla con criterio muy claro y combinarla dialécticamente con la persuasión, es decir, llevar a las masas a hacer las cosas consciente y voluntariamente. Y en última instancia, el aspecto principal es que lo hagan consciente y voluntariamente... en última instancia.Pero como ya mencionamos, en última instancia no significa en cada instancia [BA se ríe] ni en cada momento, pero en lo fundamental y en última instancia tenemos que basarnos en la persuasión. Cuando tenemos el poder, a corto plazo podemos valernos de las instituciones del estado y obligar a la gente a hacer ciertas cosas; pragmáticamente hablando, el partido puede hacer eso, pero si nos basamos en eso, si ese es el aspecto principal, la situación se transformará en su contrario.
También hay que tomar en cuenta la particularidad de la contradicción y manejar las cosas en varios planos. Por ejemplo, he leído informes de discusiones del Borrador del Programa que enfocan la cuestión de la mujer y específicamente las cosas que se deben prohibir bajo la dictadura del proletariado, por un lado, y las que en vez de ser prohibidas, deben ser el blanco de grandes campañas. En realidad toda clase hace este tipo de distinciones desde su propio punto de vista y de acuerdo a sus intereses de clase. Digo, sus representantes políticos las hacen. En la sociedad burguesa, hay muchas cosas que no se prohíben. Algunas cosas son prohibidas, otras son laissez-faire (uno puede hacerlas si quiere) y algunas no son prohibidas, pero son socialmente inaceptables, o sea, ocasionan mucha vergenza, condenas, ataques y el repudio de la sociedad, etc. Así es como lo maneja la burguesía desde su propio punto de vista, pero nosotros tendremos que hacer lo mismo, desde nuestro punto de vista; cuando el proletariado tenga el poder, también tendremos que hacer distinciones.
Por ejemplo, prohibiremos la violación, y también la pornografía (como señala el Borrador del Programa). Pero a lo mejor en el caso de otras tendencias o prácticas atrasadas tiene más caso combatirlas a través de grandes campañas y luchas y desarrollando medios para que las masas tomen cartas en el asunto. Sin embargo, en otros casos, estos no serán los métodos más indicados sino medios indirectos de abordar el problema, tales como la educación y la lucha general por transformar las relaciones sociales, y entre ellas, el aspecto muy importante de la posición y papel de la mujer en la sociedad, lo cual implica apoyarse en las masas que están hartas de esas cosas atrasadas y comprenden que ya no tienen por qué aguantarlas, apoyarse en ellas y a la vez darles nuestro apoyo de muchas maneras, digo, en lugar de prohibir algo de desarrollar una gran campaña.
En fin, debemos manejar las cosas en el plano que corresponda. Y si no sabemos hacerlo, si en un momento dado recurrimos a prohibiciones o desatamos grandes campañas contra cierta gente cuando más bien corresponde tratar el asunto por medio de la educación, acabaremos confundiendo los dos tipos de contradicciones (contradicciones entre el pueblo y el enemigo, y contradicciones en el seno del pueblo) e incluso aunque en general las identifiquemos correctamente, a lo mejor revolveremos los métodos de tratarlas y no aplicaremos los más adecuados en cada caso.
Por último, quiero plantear la siguiente cuestión, que es importante pero que no voy a abordar en esta oportunidad sino más bien plantear para reflexión y debate: ¿Cuál es la relación entre lo que he venido recalcando (como por ejemplo el principio de la relación dialéctica entre la coerción y la persuasión) y lo que recalcamos en "Grandes cuestiones y gran estrategia", "Las dos cuestas" y el Borrador del Programa sobre la naturaleza cualitativamente distinta de la dictadura del proletariado comparada con todos los estados anteriores? ¿Y cuáles son las implicaciones de todo eso, en un sentido dialéctico, para la extinción del estado, y junto con ella, la extinción de la necesidad y base del partido de vanguardia?
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Notas:
* Vea "No sabemos todo... hay que ser buenos para aprender," OR No. 1181.
** "El fin de una etapa - el comienzo de una nueva etapa", una charla de Bob Avakian publicada en la revista Revolución, otoño de 1990.
*** "Grandes objetivos y gran estrategia" es una obra inédita de Bob Avakian. El OR publicó varias entregas en los números 1127-1142 (del 18 de noviembre de 2001 al 10 de marzo de 2002). Entregas de "Cómo vencer la cuesta" salieron en el OR No. 927 (12 de octubre de 1997), No. 930 (2 de noviembre de 1997), No. 932 (16 de noviembre de 1997) y los Nos. 936-940 (del 14 de diciembre de 1997 al 18 de enero de 1998).
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