Las guerras del filibuster

Pelea por el poder en la cima del imperio

Revolution #004, May 29, 2005, posted at revcom.us

Los más altos niveles de las instituciones políticas de Estados Unidos se encuentran en medio de una enconada lucha por el poder.

Las fuerzas derechistas del Partido Republicano, que hoy dominan el Congreso y la Casa Blanca, han iniciado un proceso de confrontación que, al cierre de esta edición, está a punto de estallar.

El 24 de mayo el Senado decidirá si se debe terminar el debate sobre la nominación de la jueza Priscilla Owen a un tribunal federal. Si los republicanos no tienen los 60 votos que necesitan para terminar el debate, han dicho que van a cambiar las reglas del Senado, prohibir los filibusters (táctica obstruccionista) y aprobar la nominación.

Esta batalla no parece trascendental. No es obvio el impacto que tendrá en la vida y las esperanzas de millones de personas, y muchos no saben qué es un filibuster.

Además, por el momento ocurre en el marco de la política nacional tradicional. Pero en realidad la verdadera batalla se libra en las entrañas de la estructura de poder, donde grupos de senadores corren de una reunión secreta a otra y paran de vez en cuando para hacer declaraciones hipócritas ante las cámaras. Por fuera no parece un golpe de estado: no hay tanques en la calle, no han arrestado ni asesinado a la oposición.

Sin embargo, este país está en medio de una pelea histórica por el poder que tendrá consecuencias tan trascendentales como un golpe.

Tumbar los obstáculos por todos los medios necesarios

Ahora viene la revolución. Si no ponen por obra la agenda conservadora ahora, ¿cuándo lo van a hacer?"

Richard Viguerie, fundador y líder de la derecha cristiana, en vísperas de las elecciones de 2004

Este es el momento que la derecha religiosa lleva varias décadas esperando y planeando. Con apoyo y financiamiento de los más altos niveles, han aumentado su influencia en el Partido Republicano y en todos los niveles del estado. hasta las fuerzas armadas. En el 2000, su líder George Bush se apoderó de la Casa Blanca. Ahora dominan las dos cámaras del Congreso.

Es decir, controlan las principales instituciones del estado.

Pero no están del todo satisfechos con lo que han logrado hasta la fecha. Quieren mucho más y han trazado planes para llevar a cabo cambios tan grandes y profundos que no se podrán revocar. Quieren que su visión domine el país y que domine por largo tiempo.

Quieren cambiar radicalmente lo que se permite decir, pensar y hacer. Quieren colocar al fundamentalismo cristiano en el centro de esta sociedad, como el rasero con que se mide el derecho, el comportamiento y la moral. Quieren adoctrinar a los alumnos con creencias anticientíficas acerca del creacionismo y los milagros, y obligar a los maestros a ponerlos a rezar. Quieren que los castigos y normas de comportamiento bíblicos sean el derecho nacional: el castigo severo de los niños, las ejecuciones, la demonización de los gays, etc.

Para imponer su visión reaccionaria de la familia y el género, quieren impedir que la mujer controle su propia reproducción y prohibir el aborto y el control de la natalidad. Quieren censurar todo lo que consideran indecente y subversivo: las expresiones culturales abiertamente sexuales, la política revolucionaria, la sátira antirreligiosa, la rebeldía adolescente, etc.

El afán de crear un estado fundamentalista ha llevado a esta pelea por los jueces federales, porque no cabe duda de que plasmar en realidad toda su visión requerirá grandes cambios en las normas jurídicas del país.

Muchos fallos de los tribunales federales han puesto obstáculos a la dominación de los fascistas cristianos. Han ratificado la separación del estado y la religión, han prohibido la oración en las escuelas y han limitado la censura. La Suprema Corte ha fallado que existe un derecho constitucional a la "privacidad", y a raíz de ese derecho ha revocado leyes estatales que criminalizan el control de la natalidad, el aborto y las relaciones homosexuales. Incluso falló que la "libertad de palabra" protege a los que hablan a favor de la revolución comunista o queman la bandera nacional.

Estas son normas establecidas que la derecha cristiana está resuelta a tumbar.

Una estrategia de cambios profundos

Durante décadas la extrema derecha ha tratado de hacer estos cambios poco a poco. Durante el movimiento de derechos civiles exhortó a sacar corriendo a los magistrados de la Suprema Corte que defendieron la integración. Ha propuesto proyectos de ley y enmiendas constitucionales para anular los derechos garantizados por la Carta de Derechos y permitir el adoctrinamiento religioso en las escuelas públicas, prohibir el aborto, prohibir quemar la bandera, prohibir los matrimonios gay, y así sucesivamente. Ha logrado azuzar un movimiento político derechista. pero no ha podido poner esas medidas en vigor.

Hoy, cuando controla los más altos niveles del poder, puede aplicar una estrategia distinta. El Rdo. Rick Scarborough, líder de una red de "Pastores patrióticos", dijo hace poco: "Se necesitan dos tercios del Congreso, la firma del presidente y tres cuartos de los estados para cambiar la Constitución. o un solo juez". (Newsweek, 16 de mayo)

En pocas palabras, en vez de escribir de nuevo medida por medida lo que dice la Constitución, su plan es colocar magistrados leales en los máximos tribunales y reinterpretarla.

En los próximos años, cuando los republicanos estarán en control del Congreso, se van a jubilar o morir dos, tres o hasta cuatro magistrados de la Suprema Corte. Están resueltos a aprovechar esta oportunidad y "aplanar" todo obstáculo jurídico y político a la reconfiguración de la Corte. y de la sociedad.

Hay que subrayar una y otra vez lo extremista que es este plan y visión.

La actual Suprema Corte (que la derecha religiosa odia con tanta pasión) es en realidad una institución muy conservadora y leal servidor de este sistema opresivo.

Es la misma Corte que le dio el poder a George Bush en el 2000. A diario defiende las normas y las relaciones de propiedad del capitalismo. Ha permitido el encarcelamiento de inmigrantes sin juicio, toda una serie de nuevas medidas de espionaje policial y la tortura en los penales yanquis de Baghram (Afganistán) y Guantánamo (Cuba).

Pero a pesar de todo eso, el evangelista Pat Robertson le dijo a ABC News el 1§ de mayo que los jueces federales y los cambios culturales que han permitido desde hace 100 años son una amenaza más seria a este país que "los terroristas barbudos que estrellan aviones contra nuestros edificios". Esta es la brutal mentalidad de los fascistas que se ven a un paso de la victoria final.

Aplastar el filibuster

Así que, ¿qué significa lo que está pasando en el Senado?

Ya han aprobado la gran mayoría de los jueces nominados por Bush, muchas veces sin debate u oposición: 204 jueces, 34 de ellos a la Corte de Apelaciones (un nivel inferior a la Suprema Corte).

Pero los demócratas han recurrido a una táctica tradicional del Senado llamada el filibuster para estancar la nominación de siete jueces especialmente extremistas. Los republicanos chillan que esto es completamente intolerable.

El filibuster es una táctica obstruccionista. En el Senado, una mayoría de los senadores (o sea, 51) tiene que votar a favor de un juez para aprobarlo. Pero las reglas permiten que una minoría continúe el debate indefinidamente, y así aplace el voto. Históricamente, el filibuster se ha usado para impedir que la mayoría prevaleciera y dejar que la minoría apelara a la opinión pública. La mayoría de las veces son los derechistas los que lo han utilizado, por ejemplo los senadores sureños lo hicieron para bloquear leyes de derechos civiles en los años 1960.

Las reglas dictan que se requiere una "supermayoría" de 60 votos para terminar el debate cuando se ha iniciado un filibuster.Es por eso que los republicanos y la derecha cristiana se han indignado tanto. Bush nominó a estos siete jueces derechistas hace tiempo, los republicanos tienen una mayoría de 51 votos para aprobarlos, pero no tienen los 60 votos necesarios para terminar el debate.

Así que la minoría de senadores demócratas puede estancar el proceso de aprobarlos. casi para siempre.

¿Y qué importa si solo son siete de los 204 jueces que ha nominado Bush?

Bueno, para los republicanos ¡aprobar los jueces más extremistas es el meollo del asunto!

Las fuerzas lideradas por Bush, el senador Bill Frist y el congresista Tom DeLay no aceptarán haber llegado tan lejos y tener que aceptar una Suprema Corte con nuevos magistrados republicanos "moderados" y el mismo marco jurídico de siempre. No quieren que la nueva Corte se parezca a la actual.

La meta de su estrategia es llenar la corte con una mayoría mucho más extremista dispuesta a revocar los precedentes jurídicos y la interpretación tradicional de la Constitución.

Los fascistas cristianos saben que cualquier nominado a la Suprema Corte leal a sus metas tropezará con un filibuster por un grupo sustancial de senadores. Así que quieren abolir la regla que permite usar esta táctica.

Las reglas actuales requieren que 67 senadores voten a favor de este cambio, pero los republicanos tienen una estrategia para pasar por alto esa regla también. La llaman la "opción nuclear": el vicepresidente Dick Cheney (quien también es presidente del Senado) anunciará que solo se necesita una mayoría de 51 senadores para abolir el filibuster.

Es una medida gangsteril: si la oposición demócrata recurre al derecho tradicional de estancar la nominación de los siete jueces más extremistas, los senadores republicanos y Cheney cambiarán las reglas y les quitarán ese poder.

Las consecuencias

Harry Reid, líder de los senadores demócratas, ofreció aceptar un acuerdo humillante: prometió aprobar cuatro de los jueces nominados y (según un informe) no montar un filibuster contra el primer magistrado nominado por Bush a la Suprema Corte.

Pero el líder republicano, Bill Frist, lo rechazó arrogantemente.

Los demás esfuerzos por forjar un "acuerdo mutuo" han fracasado también. La Casa Blanca y los republicanos están resueltos a quitarle a los demócratas el poder de bloquear jueces y creen que tienen la posibilidad de hacerlo ya, cueste lo que cueste.

Al cierre de esta edición, no se sabe con precisión lo que pasará el 24 de mayo y después. Pero se está tramando un cambio profundo en la vida política y las normas del gobierno. Los que detentan el poder están resueltos a concentrar más poderes en sus manos y empujar la Suprema Corte y toda la sociedad en una nueva dirección extremista y siniestra.

Están haciendo añicos las estructuras de la política oficial tan descaradamente que incluso algunos sectores del Partido Republicano están incrédulos.

El columnista conservador David Brooks advirtió que Frist está llevando el Senado a "tierra desconocida". El Senador Arlen Spector se quejó públicamente que la situación se acerca "al abismo". Se dice que la "opción nuclear" tiene el potencial de "destruir el Senado". Pase lo que pase, harán añicos el "centro" de la política nacional y todos los medios tradicionales de ejercer y justificar el poder.

Estos son sucesos peligrosos, incluso para los muchos millones de personas que no tienen ningún interés en este sistema político y económico. Por un lado, el futuro que quieren estos fascistas cristianos sería un horror para toda la humanidad y pondría muchos más obstáculos a la lucha por la justicia y la liberación. Por otro lado, el hecho de que la política oficial va tan aceleradamente hacia la derecha tiene el potencial de despertar a millones de personas y atraerlas a la lucha política, y plantea muchos interrogantes sobre qué clase de futuro necesitamos y debemos luchar por lograr.

Lo que hace falta y se necesita urgentemente

Reid dijo en el Senado: "Si los republicanos revocan nuestros derechos en esta cámara, su poder no tendrá límites. La derecha radical estará libre de hacer lo que quiera, y no solo en cuanto a los jueces. Podrán hacer lo que les dé la gana con la Suprema Corte, con las demás nominaciones y con los proyectos de ley, como la privatización del sistema de Seguridad Social".

Es una declaración de las metas de la derecha que rara vez se oye en el Congreso. La "opción nuclear" de Frist y Cheney busca eliminar todo obstáculo oficial a su plan. y va mucho más allá que escoger unos jueces o hasta la Suprema Corte.

Pero vale la pena examinar de cerca lo que dijo Reid: "Si los republicanos revocan nuestros derechos en esta cámara, su poder no tendrá límites".

Primero que todo, Reid y los demócratas no han puesto ningún obstáculo a los planes republicanos. Han respondido al continuo avance de los fascistas cristianos con cobardía y un sinfín de acuerdos, colaboración y débiles peticiones de moderación. Públicamente han fomentado parálisis e incredulidad.

Pero desafortunadamente no se puede decir lo mismo de la extrema derecha. Han forjado un movimiento enfocado, motivado y bien financiado. Han azuzado a los sectores de la población más fundamentalistas e ignorantes, y los han movilizado en preparación para la lucha que se libra hoy, desde los más altos niveles de la estructura de poder.

Sí se necesita "limitar sus poderes". y más. ¿Pero dónde está? ¿Dónde están las protestas que llenan las calles de las ciudades. dónde están los paros estudiantiles en las universidades. dónde está el clima político que se mofa de estos pendejos y los acosa por donde van? No existe. y su ausencia es cosa seria.

El potencial y las posibilidades son obvios.

Millones de personas han respondido con horror y temor al ascenso del fascismo cristiano. e indignación a la cobardía de los demócratas. Bob Avakian ha señalado en este periódico que los demócratas y los que votan por ellos están "desconectados".

Es más que hora de hacer añicos este marco paralizador de la política burguesa oficial y desechar la falsa ilusión de que "la situación regresará a la normalidad con el tiempo" o que la política normal le quitará el poder a estos fascistas.

Hay que movilizar a millones de personas a luchar contra los que detentan el poder y a prepararse para quitarles el poder. El momento es propicio para plantear una nueva visión revolucionaria y libertadora de un futuro diferente. en contraste con el futuro que ofrecen los fascistas.

La situación se desenvuelve rápidamente y no podrá continuar largo tiempo sin llegar a una resolución.

Esta resolución no está escrita. Pero los fascistas cristianos ganarán importantes victorias si no se organiza un potente movimiento de oposición ya y si no se moviliza a sectores clave de la población a luchar resueltamente contra ellos.

La meta de estas palabras es sembrar la alarma. causar desvelo y días de acciones inagotables, creativas y desafiantes.