Orfeo
Revolución #008, 17 de julio de 2005, posted at revcom.us
El 20 de mayo, la revista Science anunció que un grupo de investigación surcoreano, dirigido por el Dr. Woo Suk Hwang, dio un paso extraordinario en la investigación de células tronco, o células madre.
El grupo tomó el ADN de una célula somática humana y lo introdujo en un óvulo humano, y logró estimular el desarrollo de células tronco embrionarias. Este nuevo procedimiento se llama clonación terapéutica o transferencia nuclear de células somáticas, y puede llevar al desarrollo de tratamientos y curas de graves problemas médicos que afectan a millones de personas.
En una sociedad cuerda, donde reine el pensamiento crítico en vez del fanatismo religioso, se celebraría un avance como ese con elogios.
Pero en esta potencia imperialista, la más tecnológica del mundo entero, el presidente fundamentalista anunció que continuar dicha investigación es peligroso e inaceptable.
En vez de apoyar las investigaciones para aprovechar las posibilidades que ofrecen las células tronco embrionarias, el presidente Bush amenazó con vetar un proyecto de ley de la Cámara de Representantes que propone suavizar las restricciones a dicha investigación.
Dicho proyecto de ley propone proporcionar fondos federales a investigaciones que utilizan los embriones sobrantes de la fertilización in vitro que ahora se tiran a la basura.1
En la rueda de prensa del 23 de mayo donde criticó el avance de los científicos coreanos, Bush se rodeó de familias de bebés nacidos de embriones fertilizados in vitro donados por otras parejas. Los acompañaron otros momios de la derecha fundamentalista. Con esa foto, Bush quería propagar fundamentalismo y promover la censura de la investigación médica.
Todo eso me hizo pensar en las fotos de Hitler rodeado de niños “arios de raza pura” que se propagaron en la Alemania nazi antes de la guerra y el holocausto.
El fascista matón Bush —que como gobernador de Texas ejecutó a más presos que ningún otro gobernador, que ordena la destrucción de miles de vidas en Irak y Afganistán, y que domina un sistema mundial donde cada día 50,000 personas mueren de hambre y de enfermedades— tienen el descaro de hablar de apoyar una “cultura de vida”.
Por lo visto esa “cultura de vida” no se aplica a los millones de personas de Estados Unidos que fallecen de enfermedades que las células tronco embrionarias podrían curar, ni tampoco a los centenares de millones de personas de todo el mundo que se beneficiarían de avances de dicha investigación.
Bush, quien niega la realidad de la evolución y el calentamiento global, habla de hacer investigaciones médicas con “los criterios morales más altos”. Criticó el proyecto de ley diciendo que violaba “líneas éticas cruciales” al “crear incentivos para destruir vidas humanas emergentes”.
Como alternativa, Bush propuso que los embriones sobrantes de fertilización in vitro sean “adoptados” por parejas que no pueden tener hijos. ¡Qué risa me dio imaginar a Bush arrullando a un “embrión adoptado”, más pequeño que un puntito en la yema del dedo! Me hizo pensar en los personajes ridículos de la comedia de Monty Python The Meaning of Life (El significado de la vida), que cantan “cada espermatozoide es sagrado” mientras sale un bebé tras otro del vientre de señoras católicas, y las pobres ni siquiera dejan de lavar los trastes.
Es un escándalo intolerable que en este país la posición oficial respecto a la investigación de células tronco se base en una moral religiosa fundamentalista y no en raciocinio y conocimientos médicos sólidos. Las consecuencias serán graves para los millones que se pueden beneficiar de tal investigación.
Bush y su camarilla hablan de los embriones como si fueran un niño humano. El líder de la Cámara de Representantes y un fascista cristiano importante, Tom DeLay, dijo que aprobar el proyecto de ley destinaría fondos para “descuartizar a seres humanos vivos e individuales”.
Hablemos claro. Esos embriones son una bolita de células, más pequeños que un grano de arena, congelados cuatro o cinco días después de la fertilización. Llamar “vida humana” a un grupito de células que ni siquiera se han diferenciado es pura ignorancia oscurantista.
Decir que un embrión congelado es lo mismo que un niño humano es negar que primero hay que implantar el embrión en el útero de una mujer y dejarlo crecer nueve meses como parte integrante de su cuerpo. Es negar también que somos humanos porque tenemos una vida social y una existencia independiente en el mundo, ¡lo que implica haber nacido!
Hasta que la reproducción no requiera ese proceso de crecimiento dentro del útero, la prioridad tiene que ser la vida y las necesidades de la mujer como individuo humano, y el proceso de crecimiento del feto tendrá que subordinarse a ella. ¡La mujer no es incubadora!
Esta importante investigación de células tronco embrionarias se debe ampliar guiada por una moral que concuerde con el conocimiento científico del mundo y que fomente los intereses de la humanidad.
ÀQué pasará si las posibilidades que abre esta investigación jamás llegan a concretarse? ÀQué impacto tendrá eso en la vida de hoy y mañana de los que sufren, que no pueden caminar o que morirán de enfermedades que tal investigación algún día pudiera tratar o curar? ÀQué clase de sociedad tendremos si permitimos que el oscurantismo religioso absoluto reemplace la ciencia y el pensamiento crítico en esfera tras esfera?
Es horroroso que Estados Unidos se encamine hoy hacia una teocracia fundamentalista, y especialmente cuando nuevos descubrimientos abren nuevos horizontes para la humanidad. ¡No podemos permitir eso! Debemos desatar el espíritu creativo de la humanidad en las ciencias, en el arte y en toda esfera. Necesitamos una sociedad revolucionaria encaminada hacia el auténtico comunismo, donde brote un pensamiento crítico, inquisitivo y científico que hoy solo podemos imaginar.
NOTAS:
1. Se calcula que la fertilización in vitro ha generado por lo menos 400,000 embriones humanos congelados que no se usarán y que botarán. (Generalmente se requieren varias implantaciones de embriones para lograr un embarazo). Pero Bush dictó, contra la opinión de casi todos los médicos y científicos, que usarlos en la investigación médica es “destrucción de vida”, aunque los tirarán a la basura.