Nazim Hikmet
Revolución #008, 17 de julio de 2005, posted at revcom.us
Corría el agua
reflejando a los sauces en su espejo.
En el agua los sauces lavaban su cabellera.
Golpeando encendidas espadas desnudas contra
los sauceslos caballeros rojos galopaban hacia donde el sol se hunde.
¡De pronto,
como un pájaro
tocado en el ala,
un jinete herido se desplomó de su caballo!
No gritó.
No pidió que tornaran a los que seguían.
¡Solamente, con los ojos llenos de lágrimas, contempló
las herraduras centelleantes de los caballos que se alejaban!
¡Ay qué triste
qué triste es para él
no poder ya inclinarse sobre el cuello espumoso
de los caballos galopantes,
no blandir ya el sable tras los blancos ejércitos!
El rumor de las herraduras se apaga poco a poco.
Los jinetes se pierden ahí donde el sol se hunde.
Caballeros, caballeros rojos caballeros,
cuyos caballos tienen alas de viento,
caballos con alas de viento...
caballos de viento...
caballos...
caballo...
Como los caballeros con alas de viento la vida ha pasado.
Enmudeció el agua que corre.
Sombras cayeron sobre las sombras.
Se borraron los colores.
Velos negros descendieron
sobre sus ojos azules.
¡Se inclinaron los sauces
sobre sus rubios cabellos!
¡No llores, sauce,
no llores!
No implores ante el espejo del agua negra,
no implores,
no llores!
1928