Revolución #015, 25 de septiembre de 2005, posted at revcom.us
Una serie en cuatro partes enviada por A. Brooks, lector de REVOLUCIÓN
“Cuando te acerques a una ciudad para combatirla, le intimarás la paz. Y si respondiere: Paz, y te abriere, todo el pueblo que en ella fuere hallado te será tributario, y te servirá. Mas si no hiciere paz contigo, y emprendiere guerra contigo, entonces la sitiarás. Luego que Jehová tu Dios la entregue en tu mano, herirás a todo varón suyo a filo de espada. Solamente las mujeres y los niños, y los animales, y todo lo que haya en la ciudad, todo su botín tomarás para ti; y comerás del botín de tus enemigos, los cuales Jehová tu Dios te entregó. Así harás a todas las ciudades que estén muy lejos de ti, que no sean de las ciudades de estas naciones. Pero de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios te da por heredad, ninguna persona dejarás con vida...”
Deuteronomio, 20
“Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión de ella. A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él”.
Moisés hablando a los israelitas en Deuteronomio, 30
“Están con nosotros o contra nosotros”
George Bush, poco después del 11 de septiembre
Hace poco tuve un debate muy apasionado e instructivo con una amiga. Como yo, es atea y por definición no cree que un dios o espíritu superior rija el universo. Sin embargo, piensa que independientemente de que uno crea o no en tal dios, los “principios centrales” de la Biblia son una buena guía de conducta.
No es la primera vez que oigo ese punto de vista, así que decidí explorarlo. Esa discusión me llevó a leer y estudiar los cinco libros mosaicos de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Resulta que casi desde el principio propugnan códigos de conducta y creencias que, seguidos al pie de la letra, causarían enorme daño a cualquier sociedad. Esto, a su vez, me puso a pensar en las inquietantes conexiones entre la retórica, ideología y acciones de los libros mosaicos y la retórica, ideología y acciones del gobierno de Bush y sus más devotos seguidores.
Este país, y toda la humanidad, tienen ante sí un presidente de una ideología y políticas tan horrorosas que sobrepasan a los peores criminales de guerra que hayan ocupado la presidencia (¡una competencia muy reñida!). El gobierno de Bush se ha caracterizado por ordenar directamente obediencia incondicional al programa de la clase dominante: un programa centrado en sembrar muerte, destrucción y tortura contra el pueblo de Irak, en las cárceles de Guantánamo y por todo el planeta. Y para legitimar y facilitar esas atrocidades en el extranjero, ha preparado el terreno para una rápida represión en el “frente interno” contra todos los que no obedecen dicho programa.
Otro elemento del gobierno de Bush que hace que se le llame, correctamente, “fascista” es su participación y destacado papel en la dirección de un movimiento cristiano evangélico que busca crear una sociedad apegada a una estricta interpretación literal de la Biblia. En pocas palabras, Bush y Cía quieren crear una teocracia cristiana. Las consecuencias serían desastrosas para la humanidad: para el futuro de la ciencia en nuestra sociedad; para los derechos básicos de la gente de color, la mujer, los judíos, los homosexuales y otros grupos discriminados y oprimidos; para el pensamiento y el debate crítico; y en muchas otras esferas.
En Bush, la coexistencia de la visión de una sociedad basada en una estricta adhesión a la Biblia y de una política de dominación y saqueo mundial no es ninguna coincidencia. Bush con frecuencia habla (a veces sutilmente, a veces directamente) del plan de conquistar Irak y otras “naciones terroristas” como si fuera una guerra entre culturas y civilizaciones en que Estados Unidos enarbola la espada de la cristiandad. El general Jerry Boykin, uno de los militares de más confianza de Bush, ha dicho que la guerra de Irak es una guerra contra “Satanás”.
Mucha gente progresista bien intencionada, izquierdistas y gente religiosa que se concentra en ayudar a los demás en vez de conquistar o convertir, han aunado esfuerzos para condenar la visión de Bush como una perversión de los principios centrales de la Biblia. Como odian las atrocidades que comete el sistema, hay que apoyarlos; pero es un error decir que lo que Bush y Cía están haciendo (y tratando de hacer) es una mala interpretación de la Biblia.
En realidad, la interpretación fascista cristiana de la Biblia es bastante acertada.Mejor dicho, la horrible visión del actual gobierno muestra los horrores de seguir los principios centrales de la Biblia, no de desviarse de ellos.
Para entender esto es necesario hacer algo que casi nunca se hace, especialmente en esta sociedad y muy especialmente ahora: examinar los principios centrales de la Biblia, en vez de limitarse a repetir pasajes que o no son representativos de los temas generales de la Biblia o que se presentan fuera de contexto. Con esto, espero generar una discusión que identifique las raíces bíblicas del programa que el elemento fascista cristiano de esta sociedad quiere implantar. También espero que tal discusión muestre la necesidad de oponerse a tal programa y que reconozca los inevitables horrores de implementar el sistema de valores del texto más reverenciado de los evangélicos: la Sagrada Biblia.
Me concentraré en los cinco libros mosaicos y les aplicaré un análisis crítico. Aunque estos libros no representan todo el Antiguo Testamento (ni el Nuevo Testamento), examinarlos da un buen vistazo de los temas centrales de la Biblia. Al examinarlos, citaré muchos pasajes para apoyar mis puntos, pero el énfasis no será repetirlos como loro (como los evangélicos) sino esbozar un cuadro claro de los temas predominantes de los cinco primeros libros de la Biblia.
Espero demostrar que, en esencia, el mundo de los cinco libros mosaicos es un mundo que muchos contemporáneos conocen bien: un orden social represivo, consolidación del gobierno por medio de temor y terror, conquista y destrucción implacables de pueblos y países extranjeros a fin de reforzar el poder. Debido a todos esos elementos es que digo sin excusarme que dios es el “fascista original”.
No cabe duda de que a lo largo de la historia se han cometido y justificado grandes horrores en nombre del cristianismo. Unos pocos ejemplos: las cruzadas; la conquista de los aztecas, los incas y otras civilizaciones amerindias por europeos que creían que su sociedad y su religión eran superiores; la brutal esclavitud de los africanos en las Américas; la persecución de judíos, especialmente concentrada en el Holocausto; la guerra actual contra un “eje de la maldad” que para los fascistas cristianos es sinónimo de una guerra contra el mundo islámico. Además, los fundamentalistas cristianos atacan a los homosexuales y ordenan que la mujer ocupe un papel tradicional, subordinado, en la sociedad, en la cocina y en la alcoba.
Mucha gente progresista reconoce que la Biblia y la religión se han usado a lo largo de la historia para reforzar la opresión y justificar toda clase de crímenes contra la humanidad, pero no entiende que la Biblia propone directamente esos principios. ¿Cómo han podido distorsionar -con fines tan crueles un libro —se pregunta mucha gente— que -ensalza el amor al padre y la madre, servir a los pobres y respetar la humanidad de todos?
La respuesta, lamentablemente, es que esos principios altruistas en realidad tienen poco que ver con el mensaje fundamental de la Biblia. Lamento decirlo, pero por locos que parezcan (y son) los fascistas cristianos, no se están inventando su locura. Los principios centrales que Bush y los fascistas cristianos quieren imponer como guía de la política interior y exterior del país son los mismos principios que presentan los libros mosaicos: conquista, saqueo, opresión y represión de toda clase.
Es fácil ver cómo han engañado a gente de buen corazón para que piense que la Biblia es una fuente de bondad moral y amor hacia el prójimo. Todo lo que hay que hacer es aislar pasajes que muestran esos sentimientos y enseñarlos como si así fuera todo el libro. Así es como se enseñan tradicionalmente la Biblia y otros textos religiosos en las sociedades modernas. Por ejemplo, un pasaje de Éxodo, 34 describe a Dios así: “...Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por millares...”. Los libros mosaicos tienen otros pasajes que piden misericordia para los necesitados y los oprimidos. Por ejemplo, en Éxodo, 22, dios recuerda a los israelitas que no celebren su libertad de Egipto oprimiendo a otros: “No mal tratarás al forastero ni le oprimirás, pues forasteros fuisteis vosotros en el país de Egipto”.
Deuteronomio, 23 dice: “No entregarás a su señor el siervo que se huyere a ti de su amo. Morará contigo, en medio de ti, en el lugar que escogiere en alguna de tus ciudades, donde a bien tuviere; no le oprimirás”.
Pasajes como estos han llevado a mucha gente religiosa progresista a pensar que la Biblia es un instrumento para repartir amor y luchar contra la injusticia social. Pero hay un problema: en la Biblia se encuentran salpicados aquí y allá principios bondadosos, pero no representan su esencia fundamental y de hecho la contradicen. Del mismo modo que toda la historia de Estados Unidos (con su brutal opresión de mujeres, grupos de color, homosexuales y otros grupos, encima del salvajismo con que ha tratado a otros pueblos del mundo) es una burla de la retórica progresista de la Declaración de Independencia, igualmente la totalidad de los libros mosaicos contradice esos pocos pasajes respetables.
Empecemos con algo tan obvio que se suele pasar por alto: si uno toma la Biblia al pie de la letra, tiene que creer que todo el mundo y la enorme diversidad de formas de vida que lo habitan fueron creados por un creador todopoderoso en siete días (seis, porque el séptimo descansó), en vez de haber sido creados en el curso de miles de millones de años por procesos naturales. Los que adoptan esta creencia tienen que rechazar siglos de avances científicos que han demostrado que en este planeta ha habido vida desde hace miles de millones de años y que ha evolucionado por medio del proceso de selección natural, un proceso que lleva a la extinción de muchas especies y al surgimiento de muchas otras. (El tema de la evolución se examina magistralmente en la serie de Ardea Skybreak La ciencia de la evolución.La recomiendo: es sumamente interesante).
Veamos un par de ejemplos. Si uno toma al pie de la letra la versión de la creación de la Biblia, tiene que concluir que dios creó maravillas como el Gran Cañón del Colorado y los dinosaurios, pero la ciencia ha demostrado que los dinosaurios existieron mucho antes de la época en que se escribió la Biblia y que el Gran Cañón del Colorado existe desde mucho tiempo atrás. Ante discrepancias como estas, los evangélicos salen con ridiculeces como que los dinosaurios y los seres humanos vivieron al mismo tiempo, y que el Gran Cañón del Colorado se formó durante el diluvio universal. Lo grave es que tales explicaciones se están aceptando; por ejemplo, el libro de Esther Kaplan With God on Their Side señala que la tienda del parque del Gran Cañón del Colorado recibió órdenes de vender libros que “explican” que lo formó el diluvio universal.
La combinación de ignorancia y crueldad produce grandes horrores. Como veremos en esta serie, eso es lo que sucederá si se cree que la Biblia es La Verdad y se toma como guía.
Continuará: Segunda parte: El orden social represivo de la Biblia