Una serie en cuatro partes por A. Brooks, lector de Revolución
Revolución #019, 23 de octubre de 2005, posted at revcom.us
En la tercera parte de esta serie (A y B) se vio cómo, según la Biblia, dios consolidó su reino por medio de miedo y terror.
A lo largo de la historia, se han cometido horribles atrocidades contra otros pueblos en nombre de dios, caracterizadas por el mayor grado de salvajismo. El estímulo por lo general han sido dos nociones relacionadas: la noción de que determinado pueblo es superior (con frecuencia debido a su religión, en particular en el caso del cristianismo) y la noción de que tal pueblo tiene derecho a una tierra ya habitada porque es superior. O sea, la filosofía que instiga a la conquista suele ser la noción de que un pueblo tiene derecho a la tierra de otro pueblo porque es superior debido a su religión.
Como mencionamos antes en esta serie, esa lógica ha servido para justificar matanzas horribles de gente inocente, inclusive en la "época moderna": el sojuzgamiento de los amerindios desde la llegada de Colón, la esclavitud de los africanos en las Américas, los horrores perpetrados contra los judíos en el Holocausto, la colonización de pueblos de África, Asia y las Américas por las potencias europeas.
Es importante entender que no es una casualidad que tales conquistas se hayan hecho en nombre del dios cristiano ni que la religión haya sido el medio para dominar a otros pueblos, saquear sus tierras y justificarlo. No, el camino de esas conquistas sagradas lo traza la Biblia. La esencia de la narrativa de los cinco libros mosaicos (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) es esta: dios "escoge" a un pueblo, le da unas enseñanzas y mandamientos, y le exige que las siga absolutamente. Cualquiera del "pueblo escogido" que desafíe el poder absoluto de dios o contravenga sus mandamientos (y por supuesto cualquier ser humano que no pertenezca a ese pueblo escogido), ¡que se atenga!
Hay dos formas de ver que la conquista es un tema central de la Biblia. Una es estudiar el viaje del pueblo escogido hacia la tierra de Canaán, que dios les ha prometido. De inmediato se ve que esa "tierra prometida" no está vacía y que en ella viven muchos pueblos, como los amorreos, los heteos, los cananeos y los jebuseos. La otra forma de captar la brutalidad cometida en nombre de dios es estudiar lo que él manda hacer con los pueblos que su pueblo escogido encuentre, especialmente si se interponen en el camino de los planes de dios.
Empecemos con el primer tema: la salvaje limpieza étnica de dios en la tierra de Canaán. Éxodo describe el plan de aniquilar a todos los habitantes de esa tierra a fin de despejarla para el pueblo escogido: "Porque mi Ángel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir. No te inclinarás a sus dioses, ni los servirás, ni harás como ellos hacen; antes los destruirás del todo, y quebrarás totalmente sus estatuas". (Éxodo, 23) Aquí se ve claramente la justificación que da dios para la destrucción total: que adoran a otros dioses. En el siguiente pasaje, se reitera que a los habitantes de la tierra prometida les espera la aniquilación: "Yo enviaré mi terror delante de ti, y consternaré a todo pueblo donde entres, y te daré la cerviz de todos tus enemigos. Enviaré delante de ti la avispa, que eche fuera al heveo, al cananeo y al heteo, de delante de ti... [[em> pondré en tus manos a los moradores de la tierra, y tú los echarás de delante de ti.[[/em>No harás alianza con ellos, ni con sus dioses. En tu tierra no habitarán, no sea que te hagan pecar contra mí sirviendo a sus dioses, porque te será tropiezo". (Éxodo, 23)
En este pasaje vemos un tema que se repite con frecuencia en la Biblia: no hacer las paces con otros pueblos, ¡inclusive si ellos quieren hacer las paces! En otro pasaje de Éxodo, dios de nuevo ordena a sus seguidores no hacer las paces con los habitantes de Canaán: "Guárdate de hacer alianza con los moradores de la tierra donde has de entrar, para que no sean tropezadero en medio de ti. Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y cortaréis sus imágenes de Asera". (Éxodo, 34)
En Levítico, dios repite una de sus tácticas favoritas: desatar plagas contra los que no lo siguen. Así empieza la recomendación de cómo limpiar una casa infectada por él mismo: "Cuando hayáis entrado en la tierra de Canaán, la cual yo os doy en posesión, si pusiere yo plaga de lepra en alguna casa de la tierra de vuestra posesión...". (Levítico, 14) En el mismo libro, dios da una justificación de los horrores que inflige a los moradores de Canaán: que se han desviado de sus mandamientos: "Guardad, pues, todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra, no sea que os vomite la tierra en la cual yo os introduzco para que habitéis en ella. Y no andéis en las prácticas de las naciones que yo echaré de delante de vosotros; porque ellos hicieron todas estas cosas, y los tuve en abominación. Pero a vosotros os he dicho: Vosotros poseeréis la tierra de ellos, y yo os la daré para que la poseáis por heredad". (Levítico, 20)
En Números, hablando a Moisés, dios usa un truco favorito de los conquistadores e imperialistas en toda la historia: decir que los conquistados son los agresores y que los invasores son los atacados. Dios le da a Moisés una lista de procedimientos para "cuando salierais a la guerra en vuestra tierra contra el enemigo que os molestare...". (Números, 10) Nótese la distorsión de la ecuación: los seguidores de dios han reunido ejércitos para invadir una tierra habitada, pero dios dice que es "vuestra tierra" porque él lo ha decidido. A partir del hecho de que es "vuestra tierra", los invasores tienen legitimidad y los ataques del "enemigo" (los moradores de esa tierra) son ilegítimos.¿No se parece esto a la actual ocupación de Irak, así como a otras guerras de Estados Unidos y otras potencias imperialistas?
Próxima semana, Cuarta parte (B): Cómo dios expresa su filosofía de conquista por medio de sus principales soldados.