Las guerras de Estados Unidos: Una historia vergonzosa
Revolución #020, 30 de octubre de 2005, posted at revcom.us
"Sabía que mi dios es más grande que el de ellos".
Teniente general William "Jerry" Boykin, subsecretario de Defensa encargado de Inteligencia, hablando de sus experiencias como comandante de la Fuerza Delta del ejército en Somalia.
A la invasión de Somalia a comienzos de los años 90 le dieron un nombre perverso: "Operación restaurar la esperanza". Las fuerzas estadounidenses y sus "aliados" ocuparon el país e impusieron un reino de terror. Pero poco después se retiraron repentinamente tras la "batalla de Mogadiscio", cuando los combatientes somalíes derribaron dos helicópteros estadounidenses y miles atacaron a los soldados derribados en medio de la ciudad. Murieron 18 soldados y 84 quedaron heridos.
Es ilustrativo volver a examinar esos sucesos en el contexto del debate sobre si se debe "apoyar a las tropas" cuando el gobierno las despacha a invadir, saquear y sembrar terror por todo el mundo. Además, es útil recordar lo que pasó en Somalia en vista de lo que dijo el general de brigada Gary Jones, comandante de la Guardia Nacional en Louisiana, acerca de Nueva Orleáns: "…esta ciudad parecerá una pequeña Somalia…".
Según la propaganda oficial, la meta de la invasión era llevar comida a una población hambrienta. Pero Colin Powell, secretario de Estado, descubrió el pastel cuando dijo que retirarse de Somalia "asestaría un golpe devastador a nuestras esperanzas de establecer el Nuevo Orden Mundial…". Este era el plan del gobierno de George Bush padre tras la guerra fría de crear un monopolio de poder estadounidense, en particular en los territorios donde tenía influencia la Unión Soviética (como el Cuerno de África, donde está Somalia). Cuando Bill Clinton subió al poder, conservó las tropas en Somalia y la ONU despachó docenas de miles más.
El libro Black Hawk Down (que acepta y promueve el pretexto oficial de la invasión) describe el modo de pensar de las fuerzas yanquis en Somalia. Se pavoneaban como si fueran los dueños del mundo con el poder de joder a todo y a todos. A sus ojos, los somalíes eran infrahumanos y les gritaban insultos racistas (igual que a todos los africanos y los negros en general). Los medios de comunicación decían que Mohammed Farrah Aidid, líder de un clan somalí y blanco de la invasión, era un "conejo de la selva con educación".
Les encantaba aterrorizar a la población y sembrar miedo sobrevolando mercados, barrios y calles día y noche. El viento que producían los helicópteros tumbaba casas, mezquitas, quioscos y muros, y aterraba al ganado; a las mujeres les quitaba la ropa y les arrastraba los niños de los brazos.
En una redada esposaron a una señora porque gritaba. Media hora después llegó un intérprete, que explicó que el viento de un helicóptero arrastró a su hijito. El 19 de septiembre de 1993, los helicópteros de la 10a división del ejército dispararon misiles en medio de una multitud y mataron a 100 civiles desarmados.
Los Rangers, una fuerza élite, atacaban repentinamente desde helicópteros, destruían edificios, mataban o secuestraban, y luego los recogían los helicópteros. En una redada contra Aidid, una unidad clandestina secuestró por equivocación a un general somalí que Estados Unidos preparaba para gobernar el país y destruyó su casa.
Incluso sin tener una dirección progresista o revolucionaria, el pueblo somalí peleó valientemente contra la ocupación. El 3 de octubre de 1993, en la famosa batalla que se conoce como "Black Hawk Down" (Black Hawk derribado), miles de somalíes asediaron horas a las tropas del general Jerry Boykin ("mi dios es más grande que el de ellos").
La batalla empezó cuando un combatiente armado con un RPG (lanzacohetes) derribó un helicóptero Black Hawk en Mogadiscio, la capital. Miles de somalíes, muchos de ellos desarmados, llenaron la zona de combate. Más tarde derribaron otro Black Hawk y dañaron un tercero y cuarto, que se estrellaron al llegar a la base.
Los habitantes de Mogadiscio atacaron a los Rangers desde todos los lados. Se comunicaron quemando llantas (para señalar el frente de batalla) y corriendo la voz. El libro Black Hawk Down describe la valentía y resolución de la población desde el punto de vista de los sorprendidos soldados estadounidenses. Los dejó pasmados ver a civiles desarmados correr hacia los tiroteos en vez de huir, como también que les dispararan mujeres y niños. El pueblo somalí sacrificó centenares de vidas para hacer añicos el aura de invencibilidad que Estados Unidos proyectaba por medio del terror.
Poco después de esa batalla, Washington retiró las tropas de Somalia y puso fin a otra vergonzosa guerra.