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Revolución #027, 19 de deciembre de 2005

El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor

Tercera parte: La revolución bolchevique estremece al mundo

Nota de la Redacción: Revolución está publicando por entregas la conferencia de Raymond Lotta "El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor". La semana pasada publicamos la segunda parte. Lotta está dando una serie de conferencias por todo el país como parte del proyecto Pongamos las cosas en claro. El website http://www.thisiscommunism.org tiene las fechas de las conferencias y materiales relacionados.

Los sucesos de febrero de 1917 abrieron el camino a la Revolución de Octubre en Rusia. Grandes huelgas y protestas en lo que hoy es San Petersburgo tumbaron al zar y una coalición liberal tomó el poder. Pero no atendió a las necesidades y reclamos más elementales de las masas ni se retiró de la horrorosa I Guerra Mundial y, en octubre de 1917, los bolcheviques dirigieron una insurrección armada de las masas que tumbó el viejo orden.

John Reed retrató vividamente el heroísmo y emoción de la Revolución de Octubre: la organización de los ferrocarrileros, asambleas acaloradas en las fábricas, proclamaciones y preparativos para la insurrección, y la arremetida final contra los centros del gobierno encabezada por los batallones de marineros y obreros armados de Kronstadt. El nuevo gobierno revolucionario lanzó de inmediato dos decretos contundentes: anunció el retiro de Rusia de la I Guerra Mundial y otorgó a los campesinos el derecho de apoderarse de las vastas tierras del zar, los terratenientes y la iglesia. Era un cambio político y social monumental, y marcó los albores de un nuevo día para las masas. A finales de octubre, cuando las fuerzas que quedaban del gobierno derrotado lanzaron el último intento de recuperar el poder, miles y miles de obreras y obreros salieron de las fábricas y se volcaron a la calle en los barrios proletarios en defensa de la revolución.

Ahora, una mentira que figura mucho en la propaganda anticomunista es que la revolución fue un golpe de los bolcheviques, quienes manipularon la situación. Según el cuento, la desintegración del viejo orden dejó un vacío, Lenin tomó el poder ilegalmente, y se aferró a él gracias al engaño y el autoritarismo.

Pero no es cierto. ¿Por qué?

Primero, tal cuento borra de la historia la opresión por la cual millones de personas se alzaron. Richard Pipes, historiador burgués experto en la revolución rusa, señaló en una de sus obras: "Los que experimentaron la revolución rusa jamás vieron el regreso a la normalidad. La revolución fue apenas el comienzo de sus penas". ¿Acaso todo estaba muy bien, sin penas, antes de la revolución?

¿Cuál era la situación antes de la revolución? La mayoría de la población vivía en el campo, donde todavía se trabajaba la tierra con arados de madera. La religión y la superstición estaban enraizadas en la vida cotidiana, y la siembra de la tierra se regía por los días santos. El marido golpeaba a la mujer. Las ciudades sufrían grandes epidemias. La autocracia gobernaba a través de una enorme red de espías, policías y prisiones. Suprimían los idiomas y culturas de las etnias. Esa era la "normalidad" antes de la revolución, y se volvió más intolerable cuando Rusia entró a la I Guerra Mundial y a los campesinos y obreros se los llevaron a la fuerza como carne de cañón del ejército zarista.

Además, el cuento del golpe borra la acción colectiva y los anhelos de los obreros y campesinos que dieron vida a la revolución, pues nació del gran descontento social, de la efervescencia intelectual y la resistencia popular.

Entonces, ¿cuál fue el papel de Lenin y del partido de vanguardia que dirigió? A diferencia de las demás fuerzas de la sociedad rusa, el partido bolchevique estaba preparado para dirigir el alzamiento de las masas. Tenía comités en las fábricas y mucha fuerza de base en las fuerzas armadas y los soviets (asambleas de representantes obreros proscritas que luchaban por el poder en las ciudades medianas y grandes). Su programa y visión tenía mucho eco. Las masas odiaban los valores e instituciones del viejo orden, y el nuevo poder proletario sentó las bases para nuevos valores sociales y relaciones sociales y económicas revolucionarias.

John Reed le puso el título Diez días que estremecieron al mundo a su reportaje de la Revolución de Octubre, ¡y no exageró!

Por todo el continente europeo, soldados, marineros y obreros que sufrían los estragos de la guerra oyeron con gran entusiasmo que el nuevo país socialista pedía un fin a la matanza, y la paz sin anexión ni conquista. En Kiel y Hamburgo, los marineros desobedecieron órdenes de seguir combatiendo. Alzaron la bandera roja, establecieron "consejos" similares a los soviets ( soviet significa "consejo") y soñaron con llevar a Alemania por el mismo camino.

Al otro lado del globo en Seattle, los obreros hicieron una huelga general de cinco días en 1919. La clase dominante puso el grito en el cielo: advirtió que era el comienzo de una insurrección y que Seattle sería otro San Petersburgo. En realidad, la huelga distaba mucho de una insurrección, pero era cierto que el modelo de la revolución rusa avivaba la conciencia de los obreros. Cuando el gobierno de Estados Unidos mandó municiones por ferrocarril a Seattle con destino a la contrarrevolución rusa, los estibadores no quisieron cargarlas en los buques de transporte.

El mundo entero vibraba con la noticia del estallido de la revolución rusa y el giro radical que dio en octubre, cuando los nuevos líderes de la sociedad eran los comunistas, y no solamente demócratas burgueses que querían modernizar el país. Era algo totalmente nuevo y de repente las viejas luchas también adquirieron nuevas dimensiones. Los opresores se alarmaron y los oprimidos se alentaron. Los obreros aprendieron a leer para captar las noticias de la revolución: en pequeñas reuniones después del trabajo leyeron con detenimiento los periódicos y debatieron el significado de palabras desconocidas como soviet y socialismo, y nombres como Lenin, Marx y Stalin. Mao Tsetung dijo que las salvas de la revolución bolchevique llevaron el marxismo a China.

¡La Revolución de Octubre efectivamente estremeció al mundo! Tan fue así que en 1949 (¡más de 30 años después!) Winston Churchill diría:

"Nos pesa mucho el hecho de que no pudiéramos ahogar al bolchevismo en la cuna e incorporar a Rusia, un país abatido, al marco general del sistema democrático".

El historiador Eric Hobsbawm hizo un comentario interesante. Dijo que la guerra de Secesión de Estados Unidos fue la guerra más grande de los años 1815 a 1914, y sin duda la guerra más grande de la historia estadounidense. Pero no tuvo mucho impacto en el plano mundial. En cambio, la revolución bolchevique marcó un hito en la historia mundial: afectó a los pueblos de Rusia y del mundo; impactó a las clases dominantes y fuerzas reaccionarias; y moldeó los acontecimientos mundiales.

El capitalismo mundial no podía marchar igual que antes. La sexta parte del globo se zafó de la explotación imperialista. A los imperialistas les preocupó que se contagiara la ideología de la revolución bolchevique, lo cual motivó ciertas concesiones a los obreros de los países capitalistas del Occidente en aras de la paz social.

Se empeñaron en aplastar la revolución soviética. Intentaron ahogarla en la cuna, una y otra vez, con presiones económicas (como el primer embargo de petróleo de la historia) y amenazas de ataques militares. Reprimieron con saña a las fuerzas revolucionarias de Europa oriental y central, y respaldaron a las fuerzas de oposición de la sociedad soviética.

La próxima semana: El nuevo poder proletario abre paso a la revolución social

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