Lecciones para hoy del ascenso al poder de Hitler
Revolución #029, 8 de enero de 2006, posted at revcom.us
"Todo esto lleva a muchos a pensar en Hitler, y con razón. El gobierno de Bush se ha propuesto redefinir la sociedad con un molde fascista por muchas generaciones".
De la convocatoria de El Mundo No Puede Esperar--Hay que Sacar Corriendo al Gobierno de Bush
"El gobierno de Bush es la fuerza más peligrosa que jamás haya existido. Es más peligrosa que la Alemania nazi por la extensión y profundidad de sus actividades y sus intenciones en todo el mundo. Yo apoyo sin reservas el llamado a expulsar al gobierno de Bush".
Harold Pinter, premio Nobel de literatura
Siempre que se trata de sacar lecciones para hoy de la experiencia de la Alemania nazi, se molestan historiadores y políticos. Cuando el congresista Dick Durbin dijo que los relatos de Guantánamo parecen de prisiones nazis, lo obligaron a pedir disculpas ante el Congreso. Y hace un par de semanas, cuando el New York Times publicó la convocatoria de El Mundo No Puede Esperar--Hay que Sacar Corriendo al Gobierno de Bush, el comentarista de Fox News Bill O’Reilly trinó de la furia y dijo que el Times no debió haberla publicado porque traza una comparación con la Alemania nazi.
Aun entre los que odian al gobierno de Bush, hay quienes dicen que esta comparación es una exageración.
Pero hay que preguntar: ¿es verdad? ¿Hay similitudes que hay que reconocer? ¿Cómo fue que un país de millones llegó a abrazar o le siguió la corriente a un gobierno abiertamente genocida, salvajemente misógino, racista con virulencia y ferozmente anti gay?
SEGÚN LA LÓGICA DE LA LÓGICA
Es fácil mirar atrás hoy y pensar que los nazis fueron un mal sin paralelo. Pero durante su ascenso, identificar la dirección y la lógica de la sociedad era sumamente polémico. Incluso después de la primera acción nacional en que los milicianos nazis tomaron puestos frente a los negocios judíos, en palabras de un observador: "la mayoría de la gente común y corriente se inclinaba a considerar el asunto como una broma".
Y a pesar de que los nazis, que empezaron como un grupo extremista pequeño, estaban tomando cada vez más control de la sociedad, y de que su anticomunismo y antisemitismo eran bien conocidos, cuando el terror decaía temporalmente, la mayoría pensaba que lo peor había pasado. Por ejemplo, 60,000 judíos partieron de Alemania en 1933 y 1934, pero a mediados de 1935, 10,000 regresaron. Aun en el umbral de los campos de exterminio, se seguía pensando que semejantes cosas "no pueden ocurrir aquí".
La gente también se decía a sí misma que el país que le dio al mundo Beethoven, Kant y Marx jamás podría hacer semejantes cosas. Se consolaba pensando que las autoridades de Alemania estaban usando a Hitler y que nunca le permitirían hacer algo verdaderamente destructivo.
Los nazis no tenían escrúpulo moral sobre el exterminio de los judíos, pero ese no fue su plan desde el comienzo. Los primeros años del terror apuntaron a aniquilar a los comunistas (a quienes identificaron, correctamente, como una amenaza política) y a otros disidentes políticos, y a sacar a los judíos de la vida pública. No fue sino hasta 1941, ocho años después de que Hitler ascendió a la cancillería, y después de prender la II Guerra Mundial, que los nazis empezaron a exterminar a los prisioneros y a los judíos. No fue sino hasta 1942, en la Conferencia de Wammsee, que los nazis empezaron a hablar de la "solución final". Seis meses después comenzaron a exterminar a millones en las cámaras de gas. Sin embargo, en los años anteriores ya se podía ver la lógica y la justificación moral de tal programa.
Hoy, como en la Alemania nazi, cuando la retórica política es extrema e incluso bárbara, eso no es razón para descartarla sino para tomarla en serio, especialmente cuando está cobrando influencia.
DÁRSELAS DE VÍCTIMAS
Cuando todavía era un personaje marginal, Hitler gritaba a los cuatro vientos que quería matar a los judíos y "purificar al pueblo alemán". Pero cuando ascendió a la cancillería se dio cuenta de que eso alejaría a muchos. Por eso modificó su imagen pública, dejó de hablar de raza y se centró en la causa de levantar al pueblo alemán y de defenderlo de sus enemigos.
El anticomunismo y antisemitismo persistían en su partido, ¡pero millones lo veían a él como razonable y moderado! Cuando Hitler organizó el primer boicot de los judíos, lo presentó como medida defensiva para parar una campaña internacional judía contra los productos alemanes y el gobierno nazi.
Al presentarse como la víctima de una injusticia, Hitler logró poner a la oposición en una posición defensiva y dar un aura de valentía desinteresada a sus hampones nazis, que luchaban ferozmente, con crueldad incluso, para imponer la autoridad nazi absoluta.
ASUNTO DE LEGITIMIDAD
La Alemania nazi es conocida por sus salvajes camisas pardas nazis y su antisemitismo. Efectivamente fueron parte integral del Tercer Reich y de la cimentación de la base del Partido Nacionalsocialista. Pero también se dio otra dinámica que facilitó el apoyo activo o la complicidad tácita de millones de personas.
En el libro The Nazi Conscience, Claudia Koonz, dice: "Se estableció un patrón fatal: después de devastadores ataques físicos contra los judíos, el gobierno restringía los ataques racistas no autorizados y en su lugar establecía leyes antisemitas. Muchas víctimas y personas común y corrientes no alcanzaron a ver la amenaza de esas estrategias burocráticas, que a la larga fueron más letales que los ataques esporádicos".
Los peores crímenes de los nazis sucedieron cuando cambiaron las leyes y cuando Hitler asumió el control total. Esa legalidad y la concomitante sensación de orden dieron cierta legitimidad a la violencia nazi, y desarmaron a muchos que hubieran protestado en otras condiciones. Lo último que una persona moral ha debido sentir ante la implacable avalancha de leyes represivas, era tranquilidad.
Hoy, como en la Alemania nazi, la reconfiguración de las leyes e instituciones debe despertar más alarma, más resistencia y más férrea oposición, porque esos cambios estructurales son los más duraderos y los que más daño pueden hacer.
LA HISTORIA NOS JUZGARÁ SIN PIEDAD SI NO SOMOS RESUELTOS
La resistencia a los nazis es poco conocida. No es cierto que nadie protestó ni que los nazis eran demasiado fuertes, y su victoria inevitable.
Durante su ascenso, Hitler y su gobierno tenían mucha vulnerabilidad. Grandes sectores odiaban su retórica odiosa y sus tácticas agresivas. Miles se lanzaron a la calle para oponerse y protestar. Pero muchos o esperaron demasiado o limitaron sus protestas al efecto de los nazis en una esfera de la sociedad.
Martin Niemöller fue un pastor que en un principio apoyó con entusiasmo a Hitler y luego cometió otro error grave: cuando finalmente se opuso, se limitó a tratar de impedir que los nazis se metieran con su iglesia. La idea de que se podía proteger ciertas esferas sociales de la influencia nazi sin deshacerse de todo el gobierno era falsa.
Después de pasar ocho años en prisiones y campamentos nazis, Niemöller recorrió el mundo enseñando las lecciones que aprendió. Es muy conocido por este poema: "Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".
Este poema explica la situación en 1943, cuando surgió la valiente resistencia estudiantil llamada Rosa Blanca. Aunque su resistencia fue heroica, se levantaron contra un gobierno que ya había consolidado su aparato estatal fascista. Y en la sociedad había tanto miedo que el movimiento no pudo crecer lo suficiente para desafiar a los nazis. Trágicamente, a los líderes de la Rosa Blanca los mataron.
Con urgencia tenemos que comprender mejor qué permitió que la pesadilla de la Alemania nazi destruyera tanto y a tantos. Hay paralelos con la situación actual en Estados Unidos. También hay invalorables lecciones que tenemos que aprender y aplicar, que podrían moldear el futuro para cientos de millones de personas por todo el mundo.
No estamos diciendo que Bush sea idéntico a Hitler en un sentido arbitrario o mecánico ni que Bush y su programa hoy son idénticos a Hitler y los nazis en sus tiempos más macabros.
No. Como dice la Convocatoria El Mundo No Puede Esperar--Hay que Sacar Corriendo al Gobierno de Bush, "La neta: la historia está repleta de luchas justas que triunfaron contra enemigos superiores. Pero también está llena de ejemplos de gente que se mantuvo al margen, esperando pasivamente que pasara la tormenta, y quedó ahogada por horrores que no se imaginó. El futuro no está escrito. El futuro que nos toque depende de nosotros".