Las audiencias sobre Alito: El júbilo de los fascistas y la indignación popular
Revolución #031, 22 de enero de 2006, posted at revcom.us
La semana pasada se realizaron las audiencias del Senado sobre la nominación de Samuel Alito a la Suprema Corte. Se esperaba que fueran una gran confrontación política, pero eso no se materializó. Al terminar la semana, resaltaban dos cosas.
Una: la entrada de Alito a la Suprema Corte será un paso agigantado hacia la reestructuración fascista del sistema judicial.
Dos: la polarización política de este país tiene que cambiar, y rapidito.
Por qué aplaudieron los teócratas
Los pesos pesados se reunieron a expresar su júbilo el domingo anterior a las audiencias en "Justice Sunday III", una concentración en la iglesia de un predicador negro vendido: Herbert Lusk. Fueron Jerry Falwell, James Dobson y Tony Perkins, así como el senador republicano Rick Santorum (el tercero en orden de importancia en el Senado). Este grupo nefasto quiere que el derecho se base en los mandamientos de una rama de fundamentalismo cristiano sumamente reaccionaria. Todos estaban felices de contar con Samuel Alito como salvador... o al menos como arma.
Oigamos a Jerry Falwell: "Llevamos 30 años trabajando para movilizar a la gente de fe y de valores de este país y eso está llegando a una consumación en estos momentos... Estamos viendo algo que empezamos hace 30 años, la reconstrucción de un sistema judicial que ha fracasado".
El primer día de las audiencias salieron a ayudar los senadores teócratas Cornyn (Texas), Brownback (Kansas) y Coburn (Oklahoma): declararon que estaban seguros de que Alito acabaría con la actual separación de estado e iglesia, el derecho al aborto y el derecho de los gays a realizar actividades sexuales de común acuerdo sin que los metan a la cárcel.
En el curso de los días siguientes, quedó claro por qué estaban tan dichosos y confiados los fascistas cristianos.
Alito sigue con sus opiniones reaccionarias
Se ha dicho que Alito esquivó las preguntas o que no dijo nada. Más bien, lo que no dijo fue muy diciente. Rehusó decir que el fallo Roe vs. Wade (que legalizó el aborto) es algo "decidido". Tras oírlo, muchos comentaristas llegaron a la conclusión de que si llega a la Suprema Corte hará todo lo posible por volver a penalizar el aborto.
La trayectoria de Alito con respecto al aborto es infame. En 1985, cuando trabajaba en el Departamento de Justicia del gobierno de Reagan, ideó una estrategia para atacar gradualmente el derecho al aborto: poner restricciones legales y hacer que los tribunales las confirmaran. Así, después de un tiempo de erosionarlo por aquí y por allá, sería más fácil eliminarlo de frente. Alito NO se retractó de eso en las audiencias.
Unos años después en un tribunal de apelación, Alito respaldó una ley de Pensilvania que ordena a las mujeres casadas obtener el permiso del esposo para hacerse un aborto (yendo contra la opinión de la Suprema Corte). Kate Michelmann, exdirectora de NARAL (una organización de derechos reproductivos) le explicó al Senado lo difícil que fue para ella, madre de tres hijos, pedirle permiso al esposo que los abandonó para hacerse un aborto. Ahora el hombre que quiere que las mujeres hagan eso, y que quiere eliminar del todo el derecho al aborto, está listo para subir a la Suprema Corte. Y esto en un momento en que un objetivo central del gobierno de Bush es restringir y penalizar el aborto, y fomentar la dominación patriarcal en general.
En las audiencias Alito tampoco se retractó de su apoyo a la doctrina de "ejecutivo unitario": una doctrina que confiere poderes extraordinarios (o supremos) al presidente. No criticó su defensa de John Mitchell, secretario de Justicia de Richard Nixon, por hacer intervenciones telefónicas ilegales, ni se retractó de haber dicho que a los miembros del ejecutivo no se les puede responsabilizar de daños y perjuicios civiles. Y esto en un momento en que Bush viola abiertamente la ley al ordenar espiar, y dice que sus críticos son traidores.
Alito tampoco se retractó del comentario que hizo en 1985 de que se interesó por el derecho constitucional motivado en gran medida por desacuerdos con los fallos de la Suprema Corte. (Esto se refiere a fallos que permitían votar a los negros, lo que el gobierno tuvo que hacer como concesión al movimiento de derechos civiles y la lucha de liberación negra). Alito ahora dice que lo interpretaron mal, o que no se expresó con claridad, y que "por supuesto" acepta la idea de "una persona, un voto" en general; pero no negó el comentario del 85 y siempre se muestra reacio a aplicar ese principio en la práctica. Y, de nuevo, esto en un gobierno que pone obstáculos a los negros para votar y trata de consolidar el predominio republicano con métodos ilegales.
Racismo velado
Casi tan importante como lo que no dijo, fue lo que dijo al empezar las audiencias. Alito atacó a los estudiantes del movimiento contra la guerra de sus años universitarios en la Universidad de Princeton; dijo que eran "gente muy privilegiada que se portaba irresponsablemente" y contrastó "lo peor que vi en la universidad con la sensatez y la decencia de la gente de mi propia comunidad".
Dos puntos. Primero, esos estudiantes luchaban por la justicia a pesar de ataques de la policía o de la Guardia Nacional. Eran personas de principios y de valor, no irresponsables... y hoy necesitamos más de eso. Segundo y quizá más importante: Alito adoptó las palabras y las imágenes del movimiento que se formó (con gente de los sectores bien pagados de la clase obrera, pequeños comerciantes y policías) para atacar las manifestaciones contra la guerra y, más aún, a los negros que trataban de integrar la vivienda y las escuelas. (Se le llamó el movimiento de "cascos", porque los obreros de construcción se ponían sus cascos cuando iban a atacar a los estudiantes).
Los comentarios sobre las audiencias pasaron eso por alto y recalcaron que Alito representa a "los blancos étnicos trabajadores y responsables" " (descendientes de italianos, irlandeses y otros inmigrantes europeos). De hecho, Alito representa a un sector fascista de la clase dominante, y le ha dedicado la vida a eso. En las audiencias apeló al sector retrógrado de los "blancos étnicos" que apoyó el racismo y la reacción en los años 60 y los apoya hoy, a diferencia de un importante sector que se separó de esa postura en esa época y que hoy está inquieto y furioso por la dirección fascista de la política.
(Lo irónico de la declaración de Alito sobre "gente muy privilegiada que se portaba irresponsablemente" es que él fue miembro de un grupo que sí era privilegiado e irresponsable: Concerned Alumni of Princeton. ¡Para defender sus privilegios, ese grupo atacó los programas de admisión de negros y la presencia de mujeres y gays en la universidad! Alito sentía tanto honor de pertenecer a ese grupo que lo puso en la lista de asociaciones en una solicitud de trabajo en 1985, ¡pero luego en las audiencias dijo que no recordaba mucho sobre las ideas de ese grupo!).
Los demócratas montan un show, pero le desenrollan el tapete a Alito
Mientras que los fascistas se pavoneaban y cacareaban, la oposición demócrata tartamudeaba. Todo mundo esperaba una confrontación, pero ningún demócrata montó una pelea de sustancia.
Digámoslo de este modo: si uno ve a un boxeador entrar al ring para una pelea importante que puede llevar al campeonato, y ve que no está en forma y que solo suelta unos puños flojos... y que cuando logra conectar un gancho al adversario no le da duro... y que al final muestra alivio cuando el referí declara un nockout técnico y lo saca del campeonato... bueno, uno piensa que el boxeador no creía que podía ganar o que tiró la toalla, o ambas cosas.
Eso describe a los demócratas. ¿Dónde estaba un demócrata que dijera: "¡Oiga, conteste la pregunta de frente o yo le aplico un filibuster!"? ¿Dónde estaba un demócrata que dijera: "No me venga con cuentos de que no recuerda las ideas de esa organización racista y sexista. La puso en una solicitud de trabajo en 1985. Ahora diga la verdad y recuerde que está bajo juramento"? Más que eso: ¿dónde estaba un demócrata que dijera claramente lo que está en juego: que poner a Alito en la Suprema Corte equivale a dar un paso enorme hacia el fascismo, sí, y que hay que impedirlo con medidas extraordinarias?
En ninguna parte.
Eso no se debe a estupidez o debilidad o falta de agudeza, como dijeron unos comentaristas. Se debe a la posición de los altos demócratas en la actual estructura de poder, y a cómo ven su papel y sus opciones en esa situación. En algunos sentidos importantes, a ellos no les gustan los avances de Bush hacia un fascismo teocrático. Pero esa oposición en el mejor de los casos es parcial: la dirección demócrata se opone a irse de Irak, apoya la Ley Patriota, y día con día claudica y adopta el marco de referencia de los fascistas sobre el aborto, la separación de la iglesia y el estado y otros asuntos cruciales.
Los demócratas le temen más a que las masas salgan a la calle a rechazar el programa de Bush. Los que piensen escribirle a su congresista, ahórrense el trabajo porque sus "representantes" están muy enterados del descontento popular. Lo que pasa es que no quieren hacer nada que pueda destapar ese descontento, no vaya y sea que "su base" se desborde a las calles y se les salga de las manos. Por eso hacen y dicen apenas lo suficiente para dar la impresión de que sí están haciendo algo, pero lo que hacen es darle largas al asunto y embaucar a la gente.
Sean demócratas o republicanos, los que están en la cima de la "pirámide del poder" deben lealtad en primer lugar a la preservación del imperialismo. Puede que tengan diferentes opiniones sobre los métodos de hacerlo y que desempeñen diferentes papeles en esa labor, pero eso es que lo harán. Eso se vio en las audiencias de Alito.
Hay que movilizar la furia
Las audiencias dejaron furiosos a millones. El artículo "Lunes de sangre" y la foto y la leyenda del programa que se celebró en el teatro Grand Lakes de California dan una idea de eso. También lo vemos en los emails que hemos recibido de lectores angustiados por la dirección de la sociedad que preguntan con urgencia qué hacer.
Como dijimos, hay furia. La pregunta es si puede encontrar un cauce político organizado efectivo. La respuesta es: sí, si...
Sí, si la gente no se deja encajonar por lo que hagan o pidan los demócratas de alto nivel. Sí, si la gente se suma a las iniciativas que plantean la gravedad de la situación y movilizan a responder. Sí, si la gente entiende en serio que el gobierno de Bush tiene graves problemas y que por eso hay un enorme potencial de cambiar dramáticamente la ecuación con sus acciones. Sí, si la gente también entiende que no hacer nada es garantizar que Bush capee estos problemas y que el futuro fascista sea realidad.
Todo eso significa que los que sí entienden lo que está en juego tienen mucho que hacer.
No basta con ponernos furiosos, y definitivamente no basta con esperar que los demócratas hagan algo ni con presionarlos. Inclusive los partidarios de los demócratas tienen que reconocer que ellos jamás harán nada a no ser que teman que ustedes, y gente como ustedes, "se les están saliendo de las manos". ¿No quedó eso claro en las audiencias de Alito?
Sobre todo, hay que salirse de los confines puestos e impuestos desde arriba. En este momento lo central es comprometerse a movilizar a muchos para las acciones políticas de masas del Informe presidencial con la consigna de que Bush se largue con todo y su programa. Cuanta más gente lo haga, más sentirán la urgencia de sumarse toda clase de fuerzas de la sociedad y más podremos cambiar la dinámica y la dirección.
En cuanto a la nominación de Alito, la cosa no ha terminado. Al lado de la decepción hay furia. Hay que apoyar las manifestaciones, reuniones públicas y otras protestas contra Alito esta semana por derecho propio y, también, hacer que sean tributarios de las protestas de fin de mes para sacar corriendo al gobierno de Bush.
Como hemos dicho, este enero presenta una coyuntura crucial. Cada día tiene que contar, y contar mucho. Hay que darle un cauce político organizado y potente a la furia que trina por todas partes y que aumenta cada día.
Ahora.