Tribunal acusa a Bush
20-22 de enero: Comisión Internacional Investigadora sobre los Crímenes contra la Humanidad perpetrados por el Gobierno de Bush
Revolución #33, 5 de febrero de 2006, posted at revcom.us
Cientos de personas acudieron al tribunal sobre crímenes del gobierno de Bush contra la humanidad el fin de semana del 20 al 22 de enero. El extraordinario tribunal empezó el viernes en la iglesia Riverside de Nueva York con un fascinante discurso de Harry Belafonte que puso a todos de pie.
Dieron testimonio la general de brigada Janis Karpinski, que estuvo a cargo de la prisión Abu Ghraib; Craig Murray, ex embajador inglés a Usbequistán; Scott Ritter, ex inspector de armas de la ONU; y Ann Wright, ex diplomática y ex coronel de la reserva del ejército.
La Comisión Investigadora Internacional presentó cinco cargos:
- Guerras de agresión
- Tortura y detención indefinida
- Destrucción del ambiente global
- Ataques globales a la salud pública
- Abandono ante el huracán Katrina
En la primera sesión del Tribunal, en octubre de 2005, se presentaron fuertes testimonios sobre cada una de estas acusaciones; la segunda sesión desarrolló ese trabajo. Un comunicado de prensa de la Comisión informa: "Los juristas están deliberando y examinando pruebas adicionales. Las conclusiones preliminares se anunciarán en una rueda de prensa el 2 de febrero a las 9:30 a.m. en el National Press Club en Washington, D.C.".
En la segunda sesión, Michael Ratner, presidente del Centro pro Derechos Constitucionales, delineó los propósitos del Tribunal y la urgencia del momento. Dijo: "Estamos juzgando al gobierno de Bush. Investigamos para denunciar. Documentamos para acusar. Despertamos conciencia para crear resistencia popular. Queremos que este juicio sea un paso más hacia el desarrollo de una resistencia masiva contra la guerra, la tortura, la destrucción del planeta y sus habitantes. La situación urge. Nuestro país y el mundo se resbalan hacia la guerra permanente, hacia la eliminación de los derechos humanos, y hacia la ruina y muerte de millones de personas. Todavía se puede impedir esto, tenemos la oportunidad de hacerlo, de no caer en el caos, pero depende de nosotros. No debemos quedarnos de brazos cruzados. Tenemos que ser tan radicales como la situación. Los testigos que oirán en los próximos días dirán la verdad; son testigos de la matanza que este país y este gobierno han perpetrado. Esta verdad nos insta a todos a la acción".
En este número de Revolución presentamos pasajes de las presentaciones de dos testigos. En números futuros tendremos más reportajes sobre el Tribunal y entrevistas a los participantes. (Los pasajes que publicamos en el No. 32 están en revcom.us).
En www.bushcommission.org se pueden encontrar informes completos de la sesión del Tribunal y de los jueces y participantes, así como las últimas noticias del trabajo de la Comisión.
Barbara Olshansky, Centro pro Derechos Constitucionales:
En Guantánamo hay presos que han sido declarados inocentes por el Departamento de Defensa. Esto lo reconoció un tribunal federal en la capital, que afirmó que son inocentes y que no existen bases para detenerlos en Estados Unidos y que no deberían estar presos. Pero el juez concluyó diciendo: "Sin embargo, creo que no tengo la autoridad para ordenar su libertad". Así que continúan detenidas en Guantánamo. Hay muchas más personas en las mismas circunstancias. No creo que el mundo sepa que continúan en la isla.
Hay una huelga de hambre desde hace tiempo y, a pesar de los boletines de prensa que ha enviado el Departamento de Defensa, ha entrado a una etapa nueva y peligrosa. La respuesta militar ante la huelga de hambre ha evolucionado desde un esfuerzo para negociar con los prisioneros hasta castigarlos por ejercer su derecho de participar en una protesta pacífica. Como resultado de los cambios de las respuestas del Departamento de Defensa, los presos se han visto en la necesidad de alterar sus demandas. En julio del 2005 la demanda inicial, por supuesto, era la petición de juicios justos, el derecho que ganaron en el caso Russell ante la Suprema Corte de Justicia. Solo que los llevaran a juicio, es todo. Después querían que soltaran a los inocentes. Y no querían que aislaran a los menores de edad. Finalmente, querían cambiar algunas condiciones del campamento, como los pésimos servicios médicos.
Debido a que los militares se han negado a negociar con ellos o siquiera discutir cualquier cambio, todos los prisioneros han acordado que quisieran tener el juicio que les ha garantizado la decisión de la Suprema Corte. Y si no obtienen la justicia básica están dispuestos a morir. Estimamos que por lo menos 250 personas participan en la huelga de hambre. El Departamento de Defensa cambia las cifras todos los días conforme cambia la definición de quiénes participan en la huelga de hambre. Sabemos desde dentro y por todos los abogados que visitan a sus clientes que un gran número de personas son parte de ella.
El Departamento de Defensa está alimentando a la fuerza a los prisioneros en la base. Esto significa la inserción de tubos nasales a la fuerza, sin anestesia y en circunstancias insalubres. De hecho, la policía y la inteligencia militar han creado un campo aislado donde cada persona es separada la una de la otra, donde no se pueden dirigir la palabra y donde los alimentan a la fuerza. A nadie se le permite tener contacto con esas personas, a ningún abogado, senador o periodista.
Los prisioneros reciben una pena inmediata una vez que deciden participar en la huelga de hambre. Participar en la huelga significa rechazar tres platos de comida. Cuando rechazan los platillos, les quitan todos sus artículos personales a excepción de la camisa que llevan puesta. Se les aísla y niega todo tipo de contacto. Algunos incluso son golpeados. A pesar de que lo hemos visto, sigue sucediendo.
Sabemos que a más de 30 personas se les obliga a comer desde hace mucho tiempo. Los prisioneros empezaron la huelga de hambre en agosto del 2005 y muchos de ellos están a punto de morir.
Larry McBride, quien estaba en la cárcel en Nueva Orleáns durante el huracán Katrina:
Me llamo Larry McBride. Yo estaba en la cárcel, en Templeton II, cuando la tormenta tocó tierra. Nos dijeron que soltarían a unos y que a otros los llevarían a tierras más elevadas. Pero nada de eso sucedió. Estábamos presos, pero no intentábamos escapar sino sobrevivir y no morir ahogados. El agua que salía por los excusados con orina y heces nos llegaba hasta las rodillas. Cuando el nivel del agua nos llegó a la cintura arrancamos las rejas de las camas y rompimos las ventanas para poder subir a un nivel más alto.
Entonces vimos a unos soldados de la Guardia Nacional que vinieron a tomar control de la prisión, porque los guardias (que se suponía que deberían estar ahí con sus familias, que vivían ahí) se fueron cuando empezó a entrar el agua. Nos dejaron para que nos muriéramos ahí. Se llevaron a sus familias. Y sabían que la cárcel se estaba inundando. Cuando los de la Guardia Nacional nos vieron, se pusieron a golpearnos porque creyeron que queríamos escapar. Les dijimos que no, que queríamos ir a un lugar más alto. Cuando llegamos al tercer piso, el aire estaba muy denso. No podíamos respirar. Cortaron el aire acondicionado, cortaron la televisión y los teléfonos también. No podíamos comunicarnos con nadie para saber qué estaba pasando. Y ahí nos dejaron.
Cuando los de la Guardia Nacional nos empezaron a golpear, dijeron que estábamos tratando de escapar y, Dios es mi testigo, yo no trataba de escaparme y no corrí y les dije que no estaba corriendo. Nos dejaron ahí durante tres o cuatro días. No teníamos nada de comer, ni agua, nada. Cuando llegamos a lo alto del puente [a los presos los dejaron en un puente después del huracán], cuando salimos de la cárcel, les pedimos que nos dieran agua o algo de comer. "¡No!", fueron sus palabras. No dijeron que tratarían de conseguirnos algo, dijeron: "¡No!". Se llevaron a sus familias; sus familias tenían agua y comida. Pero nunca nos dieron de comer. Y la Guardia Nacional nos tenía encañonados en el puente.
Todo el mundo habla sobre Katrina. Pero Katrina no dañó a Nueva Orleáns… ¿puedo hablar como yo quiera? Fueron los hijos de puta que jodieron los pinches diques lo que dañó a Nueva Orleáns. Eso es lo que devastó a Nueva Orleáns. Ellos mataron a mi sobrino porque no pudo ponerse su insulina. Pasó ocho días sin la medicina y se murió. Mi tío se ahogó cuando trataba de salvar a su familia. Su esposa dice que se sumergió una vez y que la segunda vez que se sumergió ya no lo volvió a ver.