Bienvenidos los inmigrantes
¡Abajo el muro!
Revolución #043, 16 de abril de 2006, se encuentra en revcom.us
¡La ola de protesta que recorre el país por los derechos de los inmigrantes es magnífica! De Nueva York a Los Ángeles, de Chicago a Houston, millones se han tomado las calles por la justicia y los derechos básicos.
Los inmigrantes viven con terror a diario: sin papeles, sujetos a redadas sorpresa, detenciones y la deportación o en la mira de paramilitares. En lugar de paralizarse y esconderse en las sombras, están alzando la cabeza, preguntando la razón de esa situación y qué se puede hacer al respecto, ¡y están en pie de lucha!
Las demandas básicas del pueblo son claras y justas, y hay que cumplirlas. Son:
- No a la discriminación contra los inmigrantes
- No a los Minutemen y otros grupos antiinmigrantes
- Alto a la militarización de la frontera
- Plenos derechos y educación digna, servicios médicos y servicios sociales
- No a la deportación
- No a las redadas
- No a los centros de detención/campos de concentración
- No a la criminalización de los que ayudan a los inmigrantes
En las próximas semanas varias acciones darán voz en general a estas demandas. Hay que ir a esas acciones, y llevar estas demandas, apoyarlas y luchar por ellas. En especial, es importante apoyar a los miles de jóvenes que se salieron de las escuelas. Es un disparate predicarles que se “queden en sus clases”, pues con su lucha por la justicia están contribuyendo, aprendiendo y enseñando mucho a los demás.
Ahora mismo, los varios representantes de la clase dominante capitalista imperialista están negociando un proyecto de ley para imponer un nuevo orden represivo en materia de inmigración. Como señala el artículo “Leyes migratorias: Todas son malas” de esta página, aunque hay fuertes diferencias en la cúpula sobre distintos aspectos de las leyes migratorias (al cierre de esta edición el Senado todavía no se ha puesto de acuerdo sobre un proyecto de ley), ninguno de los proyectos que está considerando el Congreso satisfará las justas demandas del pueblo. Todos, de distintas maneras, empeorarán la situación de las masas de inmigrantes.
No podemos dejar que se limite y canalice este gran auge de protesta al debate de la cúpula. Aceptar la noción de que “hay que defender la frontera” llevará a aceptar esos límites reaccionarios. No podemos aceptar la mejor de las alternativas negativas. Debemos perseverar en la lucha por lo que el pueblo desea y necesita, y no caer en el callejón sin salida de elegir “de dos males el menor”.
Por qué los capitalistas necesitan y temen a los inmigrantes
La clase capitalista imperialista que gobierna este país tilda a los inmigrantes de “parásitos” y “criminales”. Veamos la realidad. Un elemento esencial de este sistema de explotación son los inmigrantes. Muchos inmigrantes provienen de México, los países centroamericanos, China, Nigeria, Egipto y otros países saqueados por los imperialistas estadounidenses. En el mundo de hoy, 200 millones de personas tienen que buscar empleo en los países imperialistas porque no pueden mantener a su familia debido a que la explotación imperialista ha arruinado la economía de su propio país.
Al llegar a los países imperialistas, los explotan una segunda vez: los canalizan hacia los trabajos peor pagados y más duros y los sobreexplotan. Luego sacan provecho de ellos otra vez, pues las remesas que envían a sus familias constituyen una gran parte de las divisas de los países oprimidos, y contribuyen a mantener la “estabilidad” y el control imperialista de dichos países. Después, sacan provecho de ellos una vez más: los satanizan y les echan la culpa por la falta de trabajo digno, vivienda y otros problemas que genera el sistema. En la sociedad estadounidense se están operando grandes cambios sociales y económicos que impulsan a los imperialistas hacia un orden fascista. Como parte de esto, figuras de los medios como Lou Dobbs y políticos como Tom Tancredo azuzan un frenesí nativista y fascista en la clase media y en la clase obrera a favor de la noción de que Estados Unidos debe ser un país blanco, cristiano y altamente militarizado, y que esto eliminará los temores, ansiedad e inseguridad que trastornan su vida. Esta propaganda se dirige especialmente a los negros para hacer que les echen la culpa de su propia opresión (que es producto del sistema imperialista capitalista) a los inmigrantes, con quienes tienen mucho en común.
Los explotadores y opresores también temen a quienes explotan. Los inmigrantes son cruciales para la economía, pero los imperialistas ven en ellos una fuente de inestabilidad y rebelión contra el sistema. Muchos inmigrantes tienen amargas experiencias con la dominación y el saqueo yanqui, por ejemplo, los 1.5 millones de campesinos que perdieron el sustento cuando el gobierno mexicano firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte con Estados Unidos, lo que inunda a México de enormes cantidades de productos agrícolas baratos. El gobierno teme que tales inmigrantes mellen la “unidad nacional” que necesitan para apoyar sus guerras y agresiones en el mundo.
Por lo tanto, los imperialistas sienten la necesidad de aumentar la represión contra los inmigrantes. Quieren impedir que se unan con los oprimidos y obreros nacidos en este país y que compartan su conocimiento, experiencia y lucha contra el imperialismo. A eso se deben, en gran parte, todos estos proyectos de ley, cuyo objetivo es aumentar el control sobre los inmigrantes. Aunque se dice que George Bush tiene una posición “intermedia” en el debate sobre este tema en las altas esferas (pues, como representante de los intereses estratégicos de su clase, por el momento no presiona por las medidas más duras), su programa general (una concentración del sistema de agresión imperialista global y de medidas aceleradas hacia el fascismo en el país) es lo que ha sentado las bases y generado el ambiente para que mentirosos y demagogos sinvergüenzas como Lou Dobbs, Bill O’Reilly, Tom Tancredo y demás rieguen un virulento odio contra los inmigrantes y promuevan agresivamente “la identidad blanca, europea y angloparlante” de Estados Unidos.
Por qué el proletariado da la bienvenida a los inmigrantes
El proletariado tiene una perspectiva completamente diferente acerca de la situación. Es una clase que no tiene nada: no tiene nada que perder más que sus cadenas y tiene un mundo que ganar. La forman las personas de todo el mundo cuyo trabajo, en conjunto, es la base de la sociedad y produce enormes riquezas que se roban un puñado de explotadores capitalistas, que transforman el producto de ese trabajo colectivo en “riquezas de particulares” y medios para mayor explotación.
Al proletariado le conviene escarbar y descubrir la verdad, y sobre esa base transformar el mundo. Y la verdad es que los millones de inmigrantes que viven en este país, con o sin papeles, son víctimas del sistema imperialista. Sus demandas son justas: plenos derechos y vivir y trabajar sin que se los cacen como animales ni los tilden de “criminales” y “aliens”.
El proletariado le dice de todo corazón a las compañeras y compañeros inmigrantes: “¡Bienvenidos! Welcome!”.
El proletariado de Estados Unidos es multinacional, con decenas de millones de negros, blancos, latinos y otros oprimidos. El proletariado revolucionario como clase no se identifica con ningún país en particular. El proletariado renuncia a la identidad chovinista de la nación estadounidense, que está al servicio del imperialismo. Su identidad es la del proletariado internacional y, con esa perspectiva, el proletariado pide la igualdad de naciones, culturas e idiomas.
Los capitalistas temen que los inmigrantes pongan en peligro su “unidad nacional”, pero el proletariado recibe con beneplácito la diversidad que traen los inmigrantes de todo el mundo, especialmente su caudal de conocimientos sobre la brutal realidad del imperialismo estadounidense y sus experiencias de lucha en contra de él. Les damos la bienvenida como gran fuente de fuerza en la lucha revolucionaria contra este sistema monstruoso. Valoramos la diversidad de idiomas, música, literatura, arte, comida y demás aspectos que enriquecen enormemente la cultura del pueblo en general.
Anhelamos y trabajamos por una situación revolucionaria: cuando maduren las condiciones objetivas mediante grandes sacudidas y cambios en la sociedad; cuando decenas de millones tomen conciencia de que el sistema es inútil; cuando haya un sector consciente de clase de las masas resuelto a jugárselo todo por la revolución; y cuando se ponga a la orden del día la lucha por derrocar el dominio de los imperialistas capitalistas. En ese momento, sin duda una gran parte de la lucha revolucionaria por el poder sería desmoronar la frontera sur.
Al tomar el poder mediante la revolución, como parte de la transformación revolucionaria de la sociedad, el proletariado eliminaría de inmediato los muchos maltratos y discriminación que sufren los inmigrantes hoy. A su vez, los inmigrantes de todo el mundo darían gran fuerza al proletariado para dirigir todos los aspectos de la revolución socialista y el avance de la revolución mundial hacia el objetivo final del comunismo.
Imagina una nueva sociedad en que invitan a los inmigrantes a clases a hablar con las nuevas generaciones sobre el sinnúmero de horrendos crímenes que han cometido Estados Unidos y otros imperialistas, en que los inmigrantes no sufren menosprecio por no hablar inglés o no conocer “la cultura estadounidense”, sino que enseñan a los demás diversas historias, culturas e idiomas como parte del vibrante florecimiento de una nueva cultura y educación socialista.
Como dice el Borrador del Programa del PCR, EU: “En el futuro comunista, las fronteras que dividen y jerarquizan a la gente serán tan absurdas como la noción de ‘divisiones raciales’, y la palabra ‘inmigrante' ya no tendrá sentido”.
La frontera no tiene nada de sagrado
La actual frontera mexicano-estadounidense se impuso en la década de 1840 después de que Estados Unidos libró una guerra contra México por grandes extensiones de territorio, a fin de ampliar la esclavitud en el Sur y expandir el capitalismo estadounidense en general. En los últimos diez años, más de cuatro mil personas han muerto porque los muros y la militarización de la frontera cerca de las ciudades obligan a cruzar por desiertos y montañas. Para colmo, algunos de la clase dominante quieren levantar más muros. Pero el “muro virtual” que piden otros es igualmente mortífero: más equipo policial y militar de punta y más agentes de la Patrulla Fronteriza. Sea físico o “virtual”, el muro es parte de la militarización estadounidense de la frontera y mata.
¡La actual frontera entre Estados Unidos y México no tiene nada de sagrado ni permanente y no tiene nada que respetarle!
En la guerra fría de la década de 1980, el presidente Ronald Reagan fue al muro de Berlín, símbolo de la aguda contienda de la época (con la amenaza de guerra nuclear) entre los bloques rivales de gángsteres imperialistas encabezados por Estados Unidos y la Unión Soviética. Como representante del gobierno estadounidense, Reagan lanzó un reto al jefe soviético: “Sr. Gorbachov: derribe el muro”. Unos años después, los imperialistas estadounidenses salieron triunfantes de esa contienda.
Desde una perspectiva de clase diametralmente opuesta y con una misión histórica completamente distinta, contra la mortífera ofensiva antiinmigrante de Bush y su clase, el proletariado revolucionario declara: “¡Abajo el muro!”.
La esencia de lo que existe en Estados Unidos no es democracia, sino capitalismo-imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen.
Lo que Estados Unidos lleva al resto del mundo no es democracia, sino imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen.
Bob Avakian