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Revolución #48, 28 de Mayo 2006
Decisión en el caso de Ward Churchill
Un panel de cinco personas de la Universidad de Colorado ha recomendado que se suspenda de dos a cinco años o se despida al profesor Ward Churchill, quien desde hace 15 meses ha sido el blanco de ataque de dos gobernadores y una chusma de periodistas derechistas y presentadores fascistas de la tele por comentarios que hizo después del 11 de septiembre de 2001.
Se dice que el panel investigó una falta de ética profesional de parte de Churchill. Pero esta investigación, de principio a fin, ha sido motivada por intereses políticos. Como dijo un columnista del Rocky Mountain News: “Seamos honrados. A ustedes no les importa si cometió plagio. El gobernador de Colorado no le ha pedido a Churchill que renuncie por tergiversar intencionalmente los hechos en las notas al pie de página”.
La decisión de investigar la “falta de ética profesional” fue en sí ilegítima. No se debe a quejas sobre sus métodos de investigación, sino a que quieren sacarlo del mundo académico por sus puntos de vista políticos. Cuando el 25 de febrero de 2005 lo invitaron a Hamilton College, en el estado de Nueva York, la derecha armó un escándalo por un ensayo que Churchill escribió sobre el 11 de septiembre.
Hamilton College retiró la invitación, echó a la decana que lo invitó y Churchill empezó a recibir amenazas de muerte. El gobernador de Colorado, Bill Owens, dijo en el programa de TV O’Reilly Factor de la cadena FOX: “Hay que despedirlo por sus palabras y por su conducta, que no concuerdan con lo que somos en Colorado y en la Universidad de Colorado”. Mejor dicho, no se debe permitir que enseñen en las universidades de Colorado profesores que no concuerden con las posiciones sumamente conservadoras del gobernador. La presidenta de la Universidad de Colorado se vio obligada a renunciar porque dijo, con respecto al ataque a Ward Churchill, que temía un “nuevo macartismo” y que “otra vez estamos viviendo tiempos peligrosos”.
Para afilar el ataque, David Horowitz, dedicado a purgar las universidades de pensamiento crítico y disentimiento, aconsejó públicamente a los políticos de Colorado y las directivas de la universidad que no despidieran a Churchill por sus puntos de vista políticos sino por “falta de ética profesional”. En un dos por tres, los enemigos políticos de Churchill dieron a conocer una lista de quejas, casi todas viejas y ya consideradas, sobre plagio, falta de ética profesional, notas al pie de página incorrectas, etc., que fueron el pretexto para la investigación. Cuando se determinó que dos de los elegidos para el panel de investigación podrían apoyar a Churchill, los remplazaron.
En medio de todo eso, los estudiantes votaron a Ward Churchill el “profesor favorito” pero la asociación de ex alumnos no le dio el premio. Junto con la investigación empezó la presión pública, por medio de la prensa local, para obtener el resultado “correcto” con una “investigación” extensa de todos los cargos y un “veredicto” sobre cada uno.
En un artículo titulado “La policía de las notas al pie de página vs. Ward Churchill” en la página web de Inside Higher Education, John K. Wilson dice:
“Al extender el significado de ‘falta de ética en la investigación’ más allá de su definición, y al apoyar la suspensión y el despido de un profesor con titularidad por su manera de escribir notas al pie de página, el comité de Colorado ha abierto la puerta a una caza de brujas derechista en las universidades, que los conservadores fácilmente podrían aprovechar en todo el país. Si no les gusta el punto de vista político de un profesor, simplemente entablen una queja por ‘falta de ética de investigación’”.
En su informe el comité admite lo siguiente:
“La investigación solo empezó después de los ataques contra el profesor Churchill por sus polémicos puntos de vista, y quizá debido a ellos… Por tanto en el comité hay inquietud sobre los orígenes de la investigación y escepticismo sobre los motivos”.
Otros han sacado conclusiones sobre los motivos de la investigación. En la página web InsideHigherEd, un profesor escribió lo siguiente cuando salió un artículo sobre la investigación:
“Uno debe preguntarse por qué empezó la investigación. La amenaza a la libertad académica radica precisamente en el uso de procedimientos para callar a quienes tienen ciertos puntos de vista, aunque tales procedimientos fueran justos”.
Hay que decirlo sin rodeos: esta investigación ha causado más daño y es un mayor peligro que cualquier falta de ética de investigación que el comité haya descubierto. Los miembros del comité que llevaron a cabo la investigación, ya fuera por presión o por despiste, se dejaron usar por fuerzas que quieren acabar con el pensamiento crítico en las universidades: uno de los pocos espacios sociales donde se aplica en búsqueda de la verdad sin tener que someterse a las autoridades gubernamentales o al adoctrinamiento político o religioso.
En una “Carta abierta de académicos preocupados” titulada “Defender el disentimiento y el pensamiento crítico en las universidades”, cientos de profesores dicen:
“El caso de Churchill no es un asunto aislado sino un ejemplo de una campaña bien organizada lanzada en nombre de la ‘libertad académica’ y del ‘equilibrio académico’, que en realidad quiere purgar de las universidades a los pensadores radicales y de oposición, y crear un clima de intimidación. La acusación de los derechistas de que las universidades son ‘dictaduras de la izquierda’ es absurda, pero es cierto que, lamentablemente, las universidades son uno de los pocos refugios del pensamiento crítico y el disentimiento que quedan. Eso es algo que se debe defender y fortalecer”.
Las poderosas fuerzas derechistas del país han llegado a la conclusión de que el pensamiento crítico, que se esfuerza por comprender más a fondo la realidad, es una amenaza a este sistema imperialista y su afán de un mayor imperio mundial. Además, es un obstáculo a la reconfiguración radical de la sociedad y la cohesión en torno a un fascismo cristiano ciego. Por tanto el gobierno de Bush está comprometido a establecer y hacer cumplir una serie de nuevas normas reaccionarias y fundamentalistas.
El libro de David Horowitz The Professors: The 101 Most Dangerous Academics in America (Los profesores: Los 101 académicos más peligrosos de Estados Unidos) lo están promoviendo en grande el programa Hannity and Colmes de la cadena FOX y Pat Robertson en su programa 700 Club. Además, según el artículo “La policía de las notas a pie de página vs. Ward Churchill” al que nos referimos, el American Council of Trustees and Alumni (ACTA, fundado por Lynne Cheney, la esposa del vicepresidente), “acaba de publicar un informe sobre ‘¿cuántos Ward Churchills habrá?’, que dice que ‘los profesores aprovechan las clases para promover agendas políticas’. ACTA da como prueba de que abundan los profesores como Ward Churchill en las universidades un estudio de las listas de cursos y de programas de estudio que mencionan justicia social, sexo o raza”. El informe del comité de la Universidad de Colorado es un balde de agua fría para los círculos académicos y para la sociedad en general. Envalentonará a los seguidores de Horowitz y sus camisas pardas para acechar y hostigar más a profesores progresistas y radicales, cuyas voces se tienen que escuchar dentro y fuera de las universidades.
Con tanto en juego, los ataques como este contra Ward Churchill no se pueden permitir. La “Carta abierta” propone una resolución para que la firmen grupos docentes por todo el país. Dice:
“Se resuelve que la tentativa, atizada por las autoridades gubernamentales, de despedir a Ward Churchill y el juicio ante la prensa al que lo han sometido es un ataque grave contra el disentimiento, la investigación crítica y la libertad académica, así como una profundización del ambiente represivo de la sociedad en general. Es un ataque intolerable que tiene que parar ya. No se puede tolerar el precedente de que a un profesor se le pueda atacar públicamente y amenazar con despedirlo por lo que escribe. La Junta de Directores de la Universidad de Colorado tiene que cesar todo esfuerzo de despedir a Ward Churchill, cesar la investigación espuria sobre su obra y repudiar lo que ha hecho hasta la fecha. Además, todas las universidades deben reafirmar, de palabra y de obra, su compromiso a defender el pensamiento crítico”.
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