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Revolución #48, 28 de Mayo 2006
Reseña de película
La pesadilla de Darwin, primera parte
Esta es la primera parte de una reseña de la película La pesadilla de Darwin, que recibimos del Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar (19 de diciembre de 2005).
Por perturbadora y repugnante que sea para quien se interese en los desastres ambientales y la ruina de la vida humana, hay que ir a ver la película premiada de Hubert Sauper (mejor documental europeo, gran premio del jurado y premio del jurado Europa Label). Es como si un gran desastre hubiera golpeado a la tierra y al pueblo, pero no hay ningún tsunami, huracán, terremoto, inundación ni derrumbe. Vemos a gente de carne y hueso, de muy cerca, padeciendo a diario injusticias y tormento indecibles. La vil explotación de la gente trabajadora, la muerte de los desafortunados de las aldeas, las mujeres obligadas a prostituirse y azotadas por el SIDA, y los pulmones invadidos de gases venenosos son consecuencias de las relaciones internacionales que las grandes potencias del mundo alaban con el nombre de “libre comercio”, “economía de mercado libre” y “globalización”. Los hechos revelan dura y crudamente el significado de estas palabras.
En los años 1960 se llevó a cabo un “experimento científico” en el lago Victoria: se introdujo una nueva especie de pez, la perca del Nilo. Anteriormente, este lago, el mayor de las zonas tropicales del mundo, contaba con 400 variedades de peces. Muchas especies se comían las algas muertas y evitaban su excesivo crecimiento, que consume el oxígeno de lago y asfixia los peces. La gran variedad de peces resguardaba la producción constante de oxígeno en el lago. Pero la perca del Nilo es un depredador voraz y hasta se come sus propias crías. Alcanza el doble del peso de un ser humano, de hasta 200 kilos (es común pescar carpas de 40 k). En una sola década se ha devorado el 95% de las especies originarias y se reproduce rapidísimamente. La brusca caída del nivel de oxígeno debido a la desaparición de los pequeños peces que se comen las algas pone en peligro todo lo que vive en el lago. A la larga la perca del Nilo también se extinguirá. Trágicamente, esta debacle ambiental está poniendo fin a 14 mil años de evolución del lago.
En apariencia, el villano de la película es la perca del Nilo. Pero pronto sale a la vista un depredador mayor, con un apetito más voraz e insaciable de ganancias y poder, un jugador mucho mayor a escala mundial, es decir, el sistema social, económico y político del imperialismo y sus relaciones internacionales.
Filetes suculentos y gruesos para Europa y Japón, una miseria para los habitantes
La cámara nos lleva a la fábrica, un hervidero de actividad. Los trabajadores se afanan cortando filetes de los habitantes del lago y echando las cabezas y esqueletos en grandes recipientes de desechos, les quitan las escamas y aletas, afilan los cuchillos, cargan y descargan cajones de pescado y recipientes de desechos. Suben los filetes a correas transportadoras que los llevan a las máquinas de otra etapa del procesamiento y luego al departamento de empaque. Un trabajador de control de calidad nos cuenta que la mayoría de los habitantes del país no tiene para comprar los filetes y están destinados estrictamente a la exportación. Cuando se le pregunta si sabe que una hambruna acecha a Tanzania, se muestra desconcertado... y se queda callado.
Es tan doloroso ver las escenas del Sr. Diamond, cuya fábrica emplea a mil trabajadores, y sus gerentes y socios, los explotadores locales arrogantes y avaros. “Por acá somos los pioneros”, se jacta con orgullo. “La industria del pescado ha dado empleo a toda la gente de las orillas del lago, de la región, de Mwanza y Musoma, y hasta de la región central. Tienen trabajo y dependen completamente de la industria del pescado”. Da la impresión de que todos disfrutan de prosperidad y bienestar debido a la exportación de perca. A diario, dos aviones despegan con el pescado y “el aeropuerto está ocupado”, dice. Agrega que muchos empresarios han recibido préstamos y ayuda económica del Banco Mundial y hoy les va muy bien en la industria.
De ahí Sauper nos lleva a las afueras de Mwanza. En medio de la miseria, uno de los muchos espectaculares que adornan el paisaje, el de la Coca-Cola, dice: “La vida sabe rico”. Enormes botellas de concreto de Coca-Cola, anunciando su tristemente célebre marca, sobresalen en medio de las casas, hechas de palos y ramas con hules y lonas. Los camiones descargan los desechos en un basurero. Los que viven alrededor, principalmente las mujeres, han levantado tendederos de madera y palos en que cuelgan o colocan al sol los esqueletos salados con la cabeza entera. Los chicos ahuyentan los cuervos y grullas blancas, y las nubes de moscas y otros insectos, que sobrevuelan y descienden en busca de pescado. En la fábrica trabajaban principalmente varones jóvenes, pero en el basurero las mujeres luchan por sus familias. Casi podemos oler el hedor del pescado putrefacto.
En el basurero, una señora de un ojo se queja de que el veneno del aire provoca ceguera y problemas respiratorios. Un subtítulo advierte que hay un nivel peligroso de amoniaco en el aire. Una señora de edad mediana que cuelga peces cuenta que su vida ha mejorado. En el campo, donde solía vivir como campesina, dice, no hay trabajo, ninguna manera de ganar el sustento, ni dinero, alimento ni ropa. Es mejor ganar un poco de dinero aquí que en la aldea, dice. Agrega que al menos aquí se puede sobrevivir en medio del hedor y suciedad... Echa una mirada a su alrededor y en susurros dice que ya no puedo decir más. Su patrón le advierte que no diga más y que siga trabajando.
Sauper no saca conclusiones, pero las escenas sí. El mercado mundial, es decir, el capitalismo mundial, es el mayor depredador que el mundo jamás haya presenciado y su muy cacareada “magia” convierte a los seres humanos en pepenadores que pelean por lo que puedan para sobrevivir.
“Vendemos nuestro país”
Volvemos a Mwanza. La escena: un salón de conferencias. Una delegación de la Comisión de la Unión Europea está sentada de un lado de la mesa. Un entusiasta delegado felicita a los representantes políticos del capitalismo de Tanzania, sentados del otro lado, por la alta calidad del pescado y las condiciones higiénicas y sanitarias de “clase mundial” en que se procesa y empaca para el mercado europeo. El pescado de la región lagunera genera el 25% de las divisas por concepto de exportación del país. Los tanzanos presentes en la reunión representan a la perfección el término marxista “capitalista comprador”: los capitalistas de un país oprimido cuyo negocio depende de la economía imperialista mundial y cuyos políticos están subordinados a ella.
Luego, hay una escena de una conferencia internacional sobre ecología, de altos burócratas e importantes empresarios y políticos de Tanzania y del exterior, tales como un ministro gubernamental y su séquito. En la conferencia pasan un documental. Una película dentro de una película: la perca del Nilo elimina las demás especies de pez del lago Victoria y asfixia toda la vida del lago.
Al “respetable” ministro no le agrada en absoluto el tema de la película. “Nuestra presencia tiene un solo objetivo”, dice con energía. “¿Cómo podemos vender nuestro país, vender nuestro lago y nuestro pescado?”. “Crear una película es un proceso”, en que un cineasta toma lo que considera importante para su historia y se deshace de lo que no considera de importancia. “En esta película, el productor salta de una parte a otra... Como es sabido, no todo el lago está contaminado, lleno de algas y sin oxígeno”. El lago y la perca generan ingresos importantes para el país, sostiene el panzón ministro. “Es importante ver el aspecto positivo de la industria del pescado. No podemos ver solamente lo negativo”. Tenemos que vender el país. Veamos lo positivo y “vendamos el país”. El presidente de la reunión, al parecer un alto funcionario gubernamental, asiente: “Es importante evitar la unilateralidad, solo ver lo negativo. Contrapongamos lo positivo a lo negativo y vendamos el país”. Las autoridades corean con descaro ante las cámaras que hay que vender los bienes naturales y humanos de Tanzania al mejor postor.
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