Revolución #52, 25 de junio de 2006
El capitalismo, el medio ambiente, y la ecología del socialismo
Se han planteado importantes interrogantes sobre la grave situación de los ecosistemas de la Tierra. Quisiera mencionar varios puntos sobre las diferencias del socialismo con respecto a los problemas ecológicos:
Hay que tener una perspectiva global, y entender que la revolución y la transformación revolucionaria es un proceso mundial. La cuestión ecológica solo se puede abordar a escala mundial, y solo se puede resolver con un sistema social y económico, el socialismo, que no trate el ambiente simplemente como un medio de acumular riqueza.
El 80% de los recursos mundiales los absorben los países capitalistas avanzados, que tienen el 15% de la población mundial. El imperialismo ha producido un patrón de actividad económica y de desarrollo industrial despilfarrador y destructivo. El problema de los gases invernadero principalmente es el resultado del desarrollo capitalista-imperialista.
De modo que un importante problema para la revolución proletaria es el hecho de que existe una concentración extrema de riqueza y absorción de recursos por los países imperialistas. Pero también hay que lidiar con las cuestiones ambientales globales, y solo el socialismo y el comunismo lo pueden hacer a fondo.
No se puede separar el desarrollo económico de los problemas ecológicos. La respuesta es tumbar las relaciones de poder imperialistas pero también reconocer mucho más profundamente que hay que desarrollar economías socialistas sostenibles que respondan a los problemas ecológicos. Este es un nuevo reto muy importante para nosotros en el siglo XXI.
La economía capitalista no puede tratar el medio ambiente de una manera sostenible y racional por tres razones:
Primero, su lógica es “crecer o morir”. Tiene que bajar los costos y crecer para competir y ganar una mayor tajada del mercado. La producción sin planificación, de gran escala e interconectada mundialmente plantea una grave amenaza al medio ambiente.
Segundo, los horizontes del capitalismo tienden a ser a corto plazo. Hay que potenciar al máximo las ganancias rápidamente, sin pensar en las consecuencias en 10, 20 ó 30 años. Por eso vemos que en Estados Unidos construyen una central nuclear porque parece lucrativa y a los 10 años se dan cuenta de que no está dando ganancias. Entonces gastan más dinero para desbaratarla y salen con otra solución que ofrece ganancias a corto plazo.
Tercero, la producción capitalista por naturaleza es privada. La economía se subdivide en unidades capitalistas de control y propiedad de los medios de producción que compiten entre sí, y cada unidad de capital se preocupa fundamentalmente por su propia expansión y sus propias ganancias. La economía, el ambiente natural y el ambiente construido por los seres humanos, y la sociedad no se pueden tratar como un todo social en el capitalismo. Todo está fragmentado en partes privadas y cada parte mira lo demás como si fuera “gratis”. Un capitalista individual puede abrir una acería y toma en cuenta los costos de esa acería; pero lo que hace con el aire no es “su costo” porque no es parte de su esfera de propiedad. En la teoría económica tradicional eso se llama “externalidad”.
Por esas razones el capitalismo es incapaz de abordar los problemas ambientales fuera del marco de propiedad privada y de producción para obtener ganancia, y de la lógica ciega del crecimiento. Vemos lo que está haciendo en el mundo. Por su parte, el socialismo podrá lidiar con estas cuestiones de una manera sostenible, racional y justa porque la propiedad de los medios de producción se socializa por medio del estado proletario y es posible planificar conscientemente el desarrollo; y porque los criterios económicos son radicalmente diferentes.
En el socialismo, los criterios económicos no son la ganancia sino la necesidad social, lograr un equilibrio racional entre la industria y la agricultura, reducir las diferencias entre la ciudad y el campo, tomar en cuenta el desarrollo a corto, mediano y largo plazo, etc. La planificación socialista puede tomar en cuenta factores no económicos, como la salud, el medio ambiente, la enajenación que produce el trabajo. Y todo esto tiene que estar conscientemente al servicio del avance de la revolución mundial hacia un mundo comunista.
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