Revolución #53, 16 de julio de 2006
Problemas del Protocolo de Kyoto
El Protocolo de Kyoto dice que en el 2012 los países industriales deben reducir los gases invernadero 5.2% por debajo de los niveles de 1990. Estados Unidos, el mayor productor de esos gases (el 20% del total mundial), ni siquiera ha ratificado el Protocolo.
El Protocolo de Kyoto tiene dos problemas principales:
1) Incluso si logra cumplir sus metas, no llegará a los niveles necesarios para evitar el peligro del calentamiento global. Greenpeace afirma que debido a los gases que ya están en la atmósfera, la temperatura aumentará de 2.2 a 4 grados Fahrenheit. Además, los gases tienen consecuencias durante décadas. Por eso es importante hacer grandes reducciones rápidamente (lo que no hace el Protocolo).
La Union of Concerned Scientists explica cuánto hay que reducir esos gases: “Para que el calentamiento global no sea un peligro, en el 2050 los países como Estados Unidos tendrán que reducir las emisiones de dióxido de carbono a un 80% por debajo de los niveles del 2000, y tendrán que empezar inmediatamente”. En realidad, en el 2003 las emisiones de dióxido de carbono de Estados Unidos aumentaron un 18% en comparación con 1990, a pesar de las promesas del presidente Clinton (y del vicepresidente Al Gore). El gobierno de Bush ha permitido aumentarlas más. La Energy Information Administration calculó que las emisiones aumentarán del 33 al 46% en las dos décadas venideras.
2) Es muy poco probable que el Protocolo de Kyoto logre reducir las emisiones un 5.2% y es mucho más probable que sigan aumentando. Kyoto se basa en un sistema de compraventa de emisiones, que permite a los mayores productores comprar “créditos” y no hacer nada para cortar sus propias emisiones, y pagar a otras compañías o países para reducir sus emisiones con nuevas tecnologías (por ejemplo, cambiando de carbón a gas natural), proyectos para “capturar carbono”, etc.
Es poco probable que un plan motivado por la ganancia logre esas metas. Lo que se necesita es una serie de cambios masivos para reducir el uso de combustibles fósiles, movilizar a las masas para llevar a cabo cambios tecnológicos cuyo fin primordial no es la ganancia, revoluciones en la infraestructura, etc.
Tampoco se sabe si los demás países cumplirán las metas del Protocolo. Por ejemplo, la BBC informó que Canadá ni siquiera tiene un plan para reducir sus emisiones, que han aumentado un 20% desde 1990. Una opinión común es que, especialmente sin la participación de Estados Unidos, todo el acuerdo se irá a pique o como mínimo no seguirá en vigor después del 2012.
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