Revolución #55, 30 de julio de 2006


 

Dos pasajes de “Por qué estamos en esta situación… y qué hacer al respecto: Un sistema totalmente podrido y la necesidad de la revolución”

A lo largo de todo el proceso, sin rebasar la situación en cada momento, y sin descaminarnos y tratar de hacer algo de modo prematuro o inadecuado, es necesario trabajar conscientemente con metas estratégicas en mente, con la correcta orientación estratégica, de manera que inclusive el desarrollo de movimientos políticos, influencia política y lazos organizados en todas las capas sociales y en todas partes de la sociedad cuando todavía no existe una situación revolucionaria, esté encaminado estratégicamente hacia el momento en que surjan las condiciones para la revolución. Quiero recalcar que es crucial hacer esto sin rebasar la situación y sin actuar como si estuviéramos en determinada situación cuando todavía no lo estamos, lo que lleva al desastre. Para que se dé una revolución, un elemento fundamental es que haya un pueblo revolucionario de millones, no de miles; una orientación revolucionaria, una orientación estratégica revolucionaria, se fundamenta en eso y dicta trabajar con ese objetivo porque esa es la base sin la cual no se puede dar una lucha revolucionaria por la toma del poder. Cualquier tentativa, sea cual sea el camino revolucionario, cualquier tentativa de librar una lucha por el poder o de confrontar al otro lado en esos términos, sin un pueblo revolucionario de millones, conducirá a la derrota y a graves reveses no solo prácticos sino políticos e ideológicos: llevará a la desmoralización de las masas, a que las aplasten a nivel organizativo y político, a que queden desorientadas y desmoralizadas por un largo tiempo. De modo que ese es un principio fundamental: para que se dé una revolución tiene que haber un pueblo revolucionario, y eso tiene una relación dialéctica con el avance hacia una situación revolucionaria y con su surgimiento, porque un pueblo revolucionario de millones solo puede gestarse en relación dialéctica con el desarrollo y maduración de una situación revolucionaria. Pero hay que trabajar hacia esa meta a lo largo de todo el proceso, sin sobrepasarse, sin descaminarse y sin tomar medidas que solo son adecuadas cuando sí existe un pueblo revolucionario y una situación revolucionaria.

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Así que entre otras cosas… [el terrorismo] es una forma muy equivocada, en muchas dimensiones, de solucionar la contradicción de desproporcionalidad tecnológica, por así decirlo, o usando la terminología militar imperialista, la naturaleza asimétrica del componente técnico de los lados contendientes. En todas las dimensiones es una respuesta equivocada y, más que eso, en última instancia es una respuesta reaccionaria a ese fenómeno concreto, y está vinculada con un punto de vista y un programa ideológico y político que se propone algo que no es una alternativa fundamental al imperialismo y que, en la medida que sea una alternativa al imperialismo, no es una alternativa positiva. No es una alternativa fundamental y, en la medida en que sea una alternativa, no es una alternativa positiva. El terrorismo en general es una expresión de una concepción del mundo y de una metodología erróneas que están al servicio de un programa y unos intereses que no son una revolución cabal encaminada a la abolición de toda la explotación y la opresión y, al fin y al cabo, a la emancipación de toda la humanidad. Esa no es su meta y no es capaz de alcanzarla. Ambas cosas son importantes. Por eso es que, más y más, acaba apuntando no contra la fuente de la opresión del pueblo, sino contra sectores del pueblo, y su meta es algo que no llevará a la emancipación de toda la humanidad. Los dos aspectos están entrelazados: por las mismas razones que el enfoque militar, por llamarlo así, es desatinado, es parte de un punto de vista y un programa ideológico general que a fin de cuentas no es emancipador y que no puede ser emancipador. Inclusive si esto lo aplicaran personas con una concepción del mundo diferente a, digamos, el fundamentalismo religioso, en la aplicación se crea una división y una contradicción fundamental entre las metas declaradas y los medios concretos.

Es importante distinguir el terrorismo de una auténtica guerra popular, donde dicha guerra sea posible y donde sea la estrategia debida. Es importante recalcar este punto porque los imperialistas siempre buscan borrar esa distinción y declarar que toda clase de lucha armada contra ellos, inclusive si cuenta con gran apoyo y participación popular, es una forma de terrorismo. Especialmente en estos días es muy importante trazar la distinción objetiva, reconocer y enfatizar la distinción objetiva, y combatir las tentativas imperialistas de borrar esa distinción y equiparar con un acto de terrorismo toda lucha revolucionaria, inclusive las que cuentan con gran apoyo y participación popular.

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Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es
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