Revolución #56, 13 de agosto 2006


 

Masacres e invasión:

Las manos sangrientas de Estados Unidos e Israel en Líbano

La guerra en Líbano ha entrado en su cuarta semana y los horrorosos crímenes de Israel y Estados Unidos siguen sin tregua. Han arrasado pueblos enteros del sur del país y, según los informes del gobierno libanés, han matado a más de 900 personas: el 90% son civiles y se calcula que un tercio son niños. Hay unos 3,000 heridos y un millón de desplazados: un cuarto de la población nacional.

Israel es una teocracia

Por más que se las dé de puesto de avanzada de la democracia moderna, Israel es una teocracia: un estado explícitamente judío que afirma que los judíos son “el pueblo elegido de dios”. Los “ultraortodoxos” desempeñan un papel central en la legislación e imposición de las leyes. Esas fuerzas oscurantistas adoptan una interpretación literal de los textos religiosos como pretexto para la expansión de las fronteras actuales de Israel.

El gobierno israelí despachó a más de 10,000 efectivos a invadir Líbano y ocupar la zona hasta el río Litani, a 24 km. de la frontera. El primer ministro israelí dice que la guerra podría durar varias semanas más. A los civiles los matan cuando se quedan en casa y cuando tratan de huir. Han atacado con misiles y artillería a observadores de la ONU, ambulancias de la Cruz Roja, la infraestructura civil y el ejército libanés.

Ante todo esto, Estados Unidos está bloqueando los intentos de acordar un cese del fuego y ha acelerado los envíos de armas a Israel.

Hay muchas razones para temer que esto sea parte de una campaña estadounidense a fin de preparar el terreno para una guerra mayor y más sangrienta por toda la región.

Masacre de Qana

A la una de la mañana del 30 de julio, los cazas israelíes iniciaron un ataque contra Qana, en el sur de Líbano, que duró toda la noche. Soltaron unos 80 misiles y bombas, devastaron gran parte del pueblito y destruyeron una casa de tres pisos donde se refugiaban 63 personas de dos familias. La Cruz Roja informa que a la fecha ha sacado 18 cadáveres; 16 eran niños o desvalidos y el total puede aumentar.

La masacre de Qana es una concentración de la naturaleza criminal y terrorista de la guerra que está librando Israel.

La mayor parte de la población de Qana (12,000 habitantes) huyó ante los previos ataques, pero esas dos familias no pudieron irse. Eran pobres (los adultos eran trabajadores de tabaco y de construcción), muchos y con ancianos, enfermos y niños: uno tenía 95 años, dos estaban en sillas de ruedas y docenas eran niños. Tomar un taxi hacia el norte cuesta mil dólares y no lo podían pagar.

La red televisiva libanesa informó sobre la masacre casi inmediatamente, pero los ataques continuaron toda la noche e impidieron llegar a los trabajadores de rescate. Muchos sobrevivieron el bombardeo pero murieron de shock o asfixiados.

Todo el mundo vio a los damnificados y la gente de pueblitos cercanos excavar los escombros y sacar un cadáver tras otro. Mostraban a los niños muertos para que se viera el terror que vive el país.

Se cuartean las mentiras

Israel le echó la culpa de la masacre a Hezbolá y lo acusó de utilizar a la población civil como “escudos humanos”. También dijo que Hezbolá lanzó cohetes desde el pueblito. Pero el grupo de derechos humanos Human Rights Watch informó que ninguno de las docenas de periodistas extranjeros, trabajadores de rescate y observadores internacionales que fueron a Qana el 30 y 31 de julio vieron indicios de la presencia militar de Hezbolá dentro de la casa o cerca de ella.

Muhammed Mahmoud Shalhoub, un agricultor de 61 años que estaba en el sótano y sobrevivió, rechazó las afirmaciones israelíes: “Si vieron un lanzacohetes, ¿dónde está? A Israel le mostramos nuestros muertos, ¿por qué no nos muestra el lanzacohetes?”.

El 1º de agosto, el periódico israelí Haaretz escribió que “se han planteado dudas acerca de la versión militar. Ahora parece que no tenían información acerca de cohetes lanzados desde el edificio ni de la presencia de combatientes de Hezbolá”.

Israel afirmó que los civiles “no han debido estar ahí” y que advirtió en volantes que todos se fueran. Pero Qana no está cerca de Israel, lo que desmiente las afirmaciones de que solo busca crear una “zona de seguridad” a lo largo de la frontera para “protegerse”. Además, Israel ha atacado con misiles, artillería y ametralladoras los carros, taxis y camiones (e incluso una ambulancia con una gran cruz roja) en que huye la población. Por eso es igualmente peligroso quedarse o huir.

Ataques deliberados contra civiles

Los comentarios de los dirigentes políticos y militares israelíes antes de la masacre de Qana demuestran que fue parte de ataques deliberados contra la población civil del sur de Líbano a fin de preparar el terreno para la invasión terrestre.

Tras dos semanas de bombardeos, las fuerzas israelíes cruzaron la frontera pero tropezaron con una fuerte resistencia de los combatientes de Hezbolá y sufrieron bajas relativamente altas.

Haim Ramon, el “ministro de Justicia” israelí, dijo en una reunión del gabinete de seguridad días antes del ataque contra Qana: “En el sur de Líbano todo el mundo es terrorista y tiene lazos con Hezbolá. Nuestra gran ventaja en comparación con Hezbolá es la potencia de fuego, y no el combate cara a cara”.

El 3 de agosto, Human Rights Watch sacó un informe titulado “Golpes fatales: Los ataques contra civiles en Líbano” sobre una serie de ataques que mataron a 153 civiles. Concluye: “El patrón de ataques durante la ofensiva israelí en Líbano sugiere que las fallas no se pueden explicar o excusar como simples accidentes. La extensión del patrón y la gravedad de las consecuencias indican la comisión de crímenes de guerra”. (El informe está en hrw.org).

Made in U.S.A.

“¡América tiene la culpa de esto!”

Habitantes de Qana tras la masacre
(Salon.com, 31 de julio)

Tanto la masacre de Qana como toda la guerra son Made in U.S.A. Estados Unidos le dio a Israel los cazas y las bombas, y estos se utilizan en aras de las metas políticas y militares del imperialismo estadounidense.

El periodista Robert Fisk escribió en el Independent de Inglaterra (31 de julio) que en uno de los misiles que mataron a las dos familias en Qana (de fabricación estadounidense) vio escrito: “Para usar en MK-84 Bomba Guiada BSU-37-B”. Además, se cree que los cazas son de Estados Unidos.

Poco después de la masacre, ante una fuerte presión por un cese del fuego inmediato, Condoleezza Rice se reunió con el primer ministro israelí, Ehud Olmert. Después, Olmert declaró: “No detendremos esta batalla, a pesar de los difíciles incidentes de esta madrugada. [Así se refiere a la masacre de más de 28 civiles—Revolución]. Continuaremos las actividades y, si es necesario, las ampliaremos sin dudarlo”. Dijo que iban a continuar los bombardeos 10 a 14 días más.

El New York Times citó aun “alto funcionario del gobierno israelí”: “Dada la estrecha colaboración que tiene con Bush y Rice, ¿piensa que diría algo por el estilo sin su consentimiento?”.

Crece el conflicto y cháchara de un cese del fuego

Al cierre de esta edición, Israel ha anunciado que ocupará una zona de Líbano de 24 km., al sur del río Litani, y que movilizará a miles de reservistas para reforzar a los 10,000 soldados que ya tiene en Líbano. Los fuertes combates con Hezbolá continúan en el sur.

También ha empezado a bombardear cerca de la frontera de Líbano y Siria, lo que podría empujar a Siria al conflicto. El 4 de agosto, un ataque aéreo mató a 33 trabajadores agrícolas que cargaban fruta en un lote de estacionamiento en el noreste del valle de Bekaa. El servicio noticioso oficial de Siria anunció que 17 de los muertos son trabajadores sirios (cinco son mujeres).

Continúan los bombardeos de los pueblos del sur y de la ciudad de Tiro, e Israel ha vuelto a bombardear los barrios chiítas de Beirut.

Las bombas israelíes han destruido cuatro puentes de la principal carretera norte-sur del norte de Beirut, donde la mayoría son cristianos y Hezbolá tiene poca influencia. Como la carretera de Beirut a Damasco ya está cortada en varios lugares, este ataque bloqueó la única carretera a Siria, aisló a Líbano del resto del mundo e impidió la llegada de combustible, comida y medicinas.

“La destrucción de hoy ha creado un problema muy grave y ha cortado la única cuerda de salvamento para la ayuda humanitaria”, la vocera del Programa Mundial de Alimentación, Robin Lodge, le dijo al Times. “Era casi la única carretera al mundo exterior”.

En medio de toda la destrucción, Condoleezza Rice anunció que solo permitirá negociar un cese del fuego cuando esté lista (o sea, cuando beneficie a Estados Unidos e Israel). Tanto los ataques militares como las maniobras diplomáticas están al servicio de los objetivos estratégicos yanquis. Por eso, las maniobras diplomáticas permiten que la guerra continúe hasta que esas metas se logren y el cese del fuego concuerde con los intereses de Estados Unidos e Israel.

No es seguro que habrá un cese del fuego. De hecho, hay señales de que la guerra podría escalar de un modo dramático e imprevisible.

No cabe duda de que un cese del fuego con una “fuerza internacional” militar europea sería una continuación de la labor israelí en Líbano. Sería una violación del derecho de autodeterminación de Líbano y una reestructuración a la fuerza de la política libanesa por el imperialismo yanqui e Israel.

Además, ¿qué significa que Estados Unidos e Israel digan que van a destruir a Hezbolá? El 40% de la población de Líbano es chiíta (1.5 millones de personas). Es el mayor grupo étnico del país y ha sufrido una larga historia de represión a manos de los imperialistas y otras fuerzas libanesas. La base de Hezbolá son los chiítas. Así que decir que van a destruir a Hezbolá como fuerza política tiene implicaciones genocidas.

Problemas para los imperialistas y un futuro diferente

Las dificultades para Estados Unidos e Israel siguen aumentando con el paso de la guerra. La indignación popular está creando problemas para los gobiernos árabes pro Estados Unidos y, debido a la resistencia de Hezbolá, la ocupación de Líbano ha sido más difícil de lo esperado.

La gran riqueza y fuerza militar de Estados Unidos e Israel no significan que lo tienen todo bajo control. El 1º de agosto, un editorial del Wall Street Journal se quejó de que “Israel está perdiendo la guerra” y que mientras continúe, fortalece a Hezbolá y perjudica los intereses estratégicos estadounidenses.

Hace poco el Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar informó: “El problema es que todos los actores principales que hablan en este escenario son reaccionarios y no podrán representar de manera consecuente los intereses del pueblo. Su política refleja el hecho de que son explotadores cuyos intereses necesariamente son estrechos porque se basan en relaciones de clan, capitalistas, semifeudales y dependientes del imperialismo. Por otra parte, nunca ha quedado más en claro la potencial fuerza de las grandes masas del Medio Oriente, quienes no han tenido voz. Esa es la contradicción que se tiene que resolver para que la gran tormenta cuyo creciente viento ya se puede sentir vuelva la situación a favor de las masas”. (“Qué motiva el embate israelí contra el Líbano, y los intereses del pueblo”, 24 de julio de 2006)

Los ataques israelíes han unificado a Líbano como nunca. Líbano es un país con fuertes divisiones étnicas y religiosas. De 1975 a 1990, cayó en una guerra civil entre varios grupos étnicos (con el apoyo de potencias regionales). Pero el 31 de julio, los dirigentes religiosos de las comunidades maronita, sunita, chiíta, ortodoxa griega y druze pidieron un alto inmediato a “los crímenes de guerra contra el pueblo libanés”.

Al día siguiente de la masacre de Qana, miles de libaneses (religiosos y laicos, hombres y mujeres) atacaron la sede de la ONU en Beirut. Asimismo, hubo grandes manifestaciones contra Estados Unidos, Israel y la ONU en Bruselas, París, El Cairo, Damasco, Teherán, varias ciudades de Pakistán, Delhi y otros lugares. La semana anterior se realizaron una gran protesta y marcha de docenas de miles de personas en Londres, y una protesta bloqueó la avenida frente a la embajada israelí en Bogotá.

Cada día que continúa la guerra crece la indignación por todo el mundo y el potencial de hacer trizas los planes de los imperialistas y reaccionarios. En Estados Unidos, el país que más responsabilidad tiene por los crímenes que se cometen en Líbano, tenemos una gran responsabilidad de oponernos a esta guerra.

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