Revolución #58, 27 de agosto 2006
De regreso a las ruinas en Líbano
El New York Times del 16 de agosto dice que podría haber cientos de cadáveres enterrados en las ruinas del sur de Líbano y el sector sur de Beirut. En Tiro, la principal ciudad de la región, se acumularon tantos cadáveres que los tuvieron que enterrar en fosas comunes.
"En Srifa, al sur del río Litani, encontraron 26 cadáveres en las ruinas sobre las que hace tres días yo estaba parado", escribió Robert Fisk en el número del 17 de agosto del periódico The Independent. "En Ainata, encontraron otros ocho civiles muertos. Debajo de los escombros de un edificio de cuatro pisos al norte de Tiro encontraron un cadáver y, cerca, encontraron a una joven de 16 años, tres niños y un adulto. En Khiam, un lugar golpeado por más de un mes por Israel, encontraron muerto en los escombros de su vivienda al 'mukhtar' del pueblo".
El gobierno libanés informa que ha confirmado 1,300 muertes hasta hoy y que la cantidad podría subir. La mayoría de los muertos son civiles y un tercio son niños.
Todavía no se sabe el monto de los daños a la infraestructura civil; muchos pueblos y aldeas carecen de electricidad, agua y drenaje; las carreteras están destruidas y dificultan el transporte. El Comité Internacional de la Cruz Roja informa que los sembrados de tabaco y de uvas, dos de los principales cultivos del sur de Líbano, se han perdido, y que lo mismo podría suceder con las aceitunas.
Según la ONU, en las ciudades de Tayyabah, Ghanduriyah, Zibqin, Jabal al Butm, Bayyadah, Markaba y Qantarah, el 50% de las viviendas han sido destruidas. Todavía no se ha podido hacer una evaluación completa de otros pueblos. UNICEF dice que con urgencia se necesitan agua, alimentos, medicinas y colchones para 50,000 personas en el sur de Beirut.
Otro grave problema para los que regresan al sur son las bombas de dispersión. Israel soltó miles de esas armas bárbaras en zonas de mucha población, pero muchas no explotaron y estallan al tocarlas o moverlas. La agencia Associated Press informa que en Tibin "la principal calle está cubierta de bombitas".
Jawad Najam, un médico de un hospital de Tiro, dice que atendió a 25 personas con heridas causadas por bombas de dispersión en un período de 24 horas. Dijo que las bombas "parecen juguetes".
Líbano también encara un desastre ambiental. Se calcula que se regaron al mar 30,000 toneladas de petróleo a raíz del bombardeo de tanques de almacenamiento de la central eléctrica Jiyyeh, en el sur de Beirut, durante los primeros días de la guerra. Israel no dejó limpiar el derrame, lo que agravó la magnitud del desastre. La ONU estima que el daño podría ser mayor que el derrame causado por el Exxon Valdez, que hasta la fecha ha sido el mayor derrame de petróleo en la historia.
El alto número de civiles muertos NO es accidental, y NO es porque Hezbolá supuestamente se escondió entre la población. El hecho es que los ataques a civiles y a la infraestructura civil fueron medidas intencionales de Estados Unidos e Israel y son crímenes de guerra.
El artículo de Seymour Hersh “Watching Lebanon: Washington’s Interests in Israel’s War” (Con la mirada puesta en Líbano: Los intereses de Washington en la guerra de Israel), dice que varios oficiales israelíes viajaron a Washington a principios del verano para "recibir la luz verde para atacar". Hersh escribe que un experto sobre el Medio Oriente familiarizado con las ideas de los gobiernos israelí y estadounidense afirma que el plan que propuso Israel, y que Bush y Cheney aprobaron, "era iniciar una gran campaña de bombardeos en respuesta a una provocación de Hezbolá. Israel pensaba que un ataque contra la infraestructura de Líbano (las carreteras, los depósitos de combustible e inclusive las pistas de aterrizaje del aeropuerto de Beirut) podría persuadir a las grandes poblaciones cristiana y sunita de volverse contra Hezbolá… Israel bombardeó el aeropuerto, las carreteras y los puentes, entre otros blancos. La semana pasada, la Fuerza Aérea israelí había llevado a cabo casi 9,000 misiones”. (The New Yorker, 21 de agosto)
Según las fuentes de Hersh, los oficiales israelíes dijeron que sería "una guerra de bajo costo y grandes beneficios”. “De bajo costo” quiere decir que el masivo bombardeo aéreo causaría mucha destrucción y mataría a muchos civiles libaneses con mínimas pérdidas para el ejército israelí. En estos cálculos, el pueblo de Líbano no cuenta.
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