Issue and Date
Revolución #59, 3 de septiembre 2006
Entrevista de "Pongamos las cosas en claro"
Weng Zheng: “Teníamos un sueño de que el mundo puede ser mejor que hoy”
Sobre Pongamos las cosas en claro El proyecto “Pongamos las cosas en claro” se inspira en los escritos de Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, EU. Su propósito es fomentar el debate acerca de la “primera ola” de revoluciones socialistas del siglo 20 (la revolución bolchevique en la Unión Soviética de 1917 a 1956 y la revolución china de 1949 a 1976). Esos grandes avances en la construcción de una sociedad libre de explotación y opresión han sido blancos de un aluvión incesante de desinformación y falsificación. “Pongamos las cosas en claro” dice la verdad sobre esas revoluciones: sus logros abrumadoramente positivos, tanto como sus errores y deficiencias. También fomenta y divulga los análisis y observaciones de otras personas que perforan la “opinión oficial” acerca de la Revolución Cultural y otros temas, y contribuyen a un debate más completo sobre el pasado y el futuro del comunismo. Entre los que coinciden con que esas revoluciones fueron principalmente positivas hay diferencias y desacuerdos: acerca de los contornos generales y de aspectos, medidas y experiencias particulares. Este “debate dentro del debate” es un elemento necesario y productivo de la contraofensiva a las mentiras sobre el comunismo. El proyecto “Pongamos las cosas en claro” cree que es muy importante leer las obras de personas como Wang Zheng, que reciben poca atención en los medios de comunicación, pero que tienen cosas importantes que decir. Ponte en contacto con “Pongamos las cosas en claro” en www.thisiscommunism.org. |
El proyecto “Pongamos las cosas en claro” le hizo la siguiente entrevista a Wang Zheng, profesora de Estudios de la Mujer de la Universidad de Michigan y autora de Women in the Chinese Enlightenment: Oral and Textual Histories (La mujer en la Ilustración china: Historias orales y textuales) y muchas obras de investigación, como “State Feminism? Gender and Socialist Formation in Maoist China” (¿Feminismo estatal? El género y la formación socialista en la China maoísta). Sus obras ofrecen una perspectiva feminista.
Wang Zheng también es editora y colaboradora de Some of Us: Chinese Women Growing Up in the Mao Era (Unas de nosotras: La mujer china en la época de Mao) (Rutgers University Press, 2001), una antología de autobiografías. Las nueve colaboradoras escribieron sobre la familia, la escuela, el barrio, el lugar de trabajo, la cultura popular, la campaña de ir al campo durante la Revolución Cultural y el impacto de, como dice la introducción, “la política de igualdad de género en la época de Mao”. Los ensayos van contra “la narrativa de la edad de las tinieblas” sobre el socialismo chino en general y la Revolución Cultural en particular. Como dice la portada, estos escritos “hacen trizas los estereotipos de persecución y represión, de víctimas y victimarios, en la China maoísta”.
PCC: Muchas personas que vivieron los años socialistas de China, la “era de Mao” (1949 a 1976), han escrito autobiografías, en particular sobre la década de la Revolución Cultural. ¿Qué las motivó a escribir Some of Us?
WZ: El libro es una autobiografía colectiva de nueve autoras, todas de la República Popular de China. Todas vinimos como estudiantes de posgrado y varias conseguimos puestos en universidades aquí. Quedamos muy asombradas con muchas autobiografías escritas por la diáspora china. Las más popularizadas o de más éxito son las que pintan la era de Mao como un tiempo “de tinieblas”: una era terrible donde solo había represión y dictadura y matanzas, todas las historias de horror y muy parciales.
No puedo decir que estén diciendo mentiras, pero en gran parte es ficción. Tomemos, por ejemplo, el libro Red Azalea (Azalea roja) de Anchee Min, muy usado aquí en las universidades. Min, cuando estaba en Estados Unidos, dijo que es una autobiografía, pero cuando se le preguntó sobre el libro en China, entre amigos y familiares y gente que la conocía y que vivía en ese ambiente, dijo que es ficción. Así que eso es un aspecto del problema.
Esa clase de autobiografía tiene mucho éxito en el mercado debido a las reglas de publicación en este país. ¿Qué libros se popularizan en este país? Ahí se ve un patrón. En Estados Unidos, en el Occidente, se alienta la mentalidad de guerra fría, que los países capitalistas son tierras bondadosas de libertad y los países socialistas son terribles, que la China comunista, la China roja, fue un infierno horrible. Así que son historias de horror. Esos son los libros que tienen la mayor circulación y siempre reciben mucha atención de los medios de comunicación.
No estoy diciendo que no hubo hostigamiento desastroso, sino que China es muy, muy grande, con una población de mil millones de habitantes. Tenemos grupos sociales distintos que viven de distinto modo el mismo período histórico. Como chinos, cuando leemos tales autobiografías, hay muchas experiencias que no compartimos. Pueden ser verdad, pero no es nuestra experiencia.
Descubrí un grupo de mujeres chinas de mi edad que tenemos la misma actitud hacia esas autobiografías. Queríamos hacer algo. Por lo menos alzar la voz. Relatan sus experiencias... ¿y las nuestras? Nuestra experiencia no se ha relatado. Por eso pensamos, en particular yo como historiadora, que lo importante no es una vindicación, sino una presentación del cuadro complicado de la historia.
Otro aspecto es que al mirar quiénes escriben la “literatura de condena”, generalmente es gente de la élite. En realidad, no se oye la voz de los obreros, la clase campesina, las clases bajas del fondo de la sociedad. ¿Cómo fue la experiencia de esa gente en la China de Mao o la China comunista?
El Partido Comunista era un partido muy complicado, con distintas facciones y distintas visiones de China o incluso del socialismo. Los miembros del Partido Comunista tenían distintas visiones. Durante esos años, había toda una gama de personas que participaban en diferentes cosas y diferentes personas del partido proponían medidas que tenían efectos diferentes.
Era una situación sumamente complicada. Pero en este país se oye una sola voz de condena: la gente de la élite que sufrió durante esos años. Los que creen que esa es la verdad, y la única verdad, pues no, es una distorsión terrible del cuadro general.
PCC: ¿Por qué se popularizó la “literatura de condena”?
WZ: A finales de los años 70 y comienzos de los 80, hubo un movimiento masivo de escribir narrativas de víctimas, que luego se trasladó al Occidente con los chinos que encontraron en la “tierra de la libertad” capitalista un mercado lucrativo para presentarse, en la era “post-Mao”, como “víctimas”.
“Negar completamente la Revolución Cultural” fue una treta de Deng Xiaoping1 para preparar el terreno para desmantelar el socialismo y consolidar el poder político. Fue una manera de blanquear los crímenes de él y de sus socios y distraer la atención pública.
A raíz de eso, ser víctima de la Revolución Cultural pasó a ser un signo de prestigio social muy codiciado. Los intelectuales corrieron a escribir esas narrativas de víctimas. Deng Xiaoping aprobó eso; lo ayudó a limpiar el terreno ideológico para el neoliberalismo y el darwinismo social que más tarde acompañaría el ascenso de una economía de mercado capitalista. Durante ese proceso, los intelectuales recuperaron el poder y los privilegios que les quitaron durante la era de Mao y en particular la Revolución Cultural. Quienes se desvían del modelo del nuevo arquitecto Deng Xiaoping son excluidos de los privilegios de la nueva élite, o acaban en la cárcel.
PCC: En el libro, hablas de que cuando llegaste a Estados Unidos, una señora dijo que su hija era cheerleader y de tu respuesta a eso.
WZ: Bueno, sí, eso fue después de que Deng Xiaoping [inició] la condena de Mao y la Revolución Cultural. Hablo de eso también en mi ensayo. Todo eso me confundió, porque todo el mundo decía que fue víctima de la Revolución Cultural y el Partido Comunista, pero en mi vida no tenía ejemplos para definirme ni como víctima ni como victimaria. Fue una época confusa para mí. Ni siquiera sabía cómo analizar la situación, porque en China en ese tiempo muchos intelectuales estaban creando esas “narrativas de víctimas”.
Mi experiencia en Estados Unidos me hizo ver más claramente el significado de la revolución china y los cambios que hizo... porque tuve la perspectiva comparativa que me permitió comparar la mentalidad de la mujer aquí y la mentalidad de la mujer de la era de Mao, en la época socialista.
Un ejemplo de mi vida aquí es que cuando vivía con una familia estadounidense, la amiga de la dueña de la casa vino un día y se puso a hablar de su hija. Le pregunté: “¿Qué hace ella?” y la señora dijo con mucho orgullo: “Es cheerleader” [las jóvenes que dirigen los aplausos y vítores en los eventos deportivos]. No sabía esa palabra y pensé: ¿qué clase de “dirigente” es? Tenía mucho interés por saber, pero cuando me explicó, me asombró y sentí desprecio por ella. Pensé: ¿De veras? ¿Siente tanto orgullo por eso? Pensé que esa señora jamás hubiera imaginado que su hija podría ser una dirigente que recibe aplausos de los hombres.
Cosas pequeñas como esa contrastaron mi experiencia como joven criada en la China roja, la China socialista, y la experiencia general de la mujer de esta sociedad, sus ideas acerca de lo que pueden hacer y su perspectiva sobre su vida. Había una diferencia marcada.
PCC: Ese es un tema que surge a lo largo del libro.
WZ: La cuestión del género es un tema que he abordado en mis escritos. Diría que desde su comienzo, el Partido Comunista incorporó una agenda feminista y atrajo a feministas, aunque en su larga historia, en la guerra y en otras luchas críticas, la igualdad de género no siempre ha sido una prioridad. Mis investigaciones indican que las feministas del partido han fomentado las políticas relacionadas a la mujer y la igualdad de género. El partido nunca ha sido un órgano monolítico; siempre ha tenido militantes con una diversa gama de visiones e intereses políticos. Cada medida es el resultado de negociación y contienda de distintos intereses. En ese sentido, las comunistas feministas han promovido la igualdad de género con mucho éxito.
PCC: ¿Qué ejemplos nos puedes dar?
WZ: Las leyes de matrimonio. Porque desde un principio, desde 1949, todas esas mujeres trabajaron muy duro por la igualdad de género, la igualdad entre hombres y mujeres llegó a ser la ideología oficial. Ahora no es así, pero durante esos años, dominaba en toda la producción cultural, la literatura, las películas, los carteles, en todas partes. Todas partes. Las mujeres rompieron las barreras del género en todos los oficios; había mujeres pilotos, milicianas, conductoras de trenes, toda clase de oficios. En toda esfera que antes se consideraba empleo o profesión masculina, se alentó a las mujeres a entrar en esos campos.
Así que mi generación nació en esa atmósfera cultural, o digamos, cultura política. Dimos por sentado la igualdad de género. La igualdad de oportunidad en educación, empleo y pago fue nuestra experiencia, especialmente durante la Revolución Cultural. El sistema socialista adoptó el concepto igualitario y beneficiaba a la mujer, y el sistema económico socialista trató de proporcionar recursos iguales y eso también beneficiaba a la mujer. Se garantizó la licencia de maternidad para las mujeres que trabajaban en empresas estatales, y no había discriminación de género ni en el empleo ni en la educación.
Debo decir que muchos de esos beneficios se limitaban principalmente a la mujer urbana. En las zonas rurales, las medidas económicas eran diferentes. Incluso durante el período de las comunas en las zonas rurales, era difícil que una mujer ganara lo mismo que un hombre, porque en la sociedad rural la resistencia a la igualdad de género es tan fuerte que incluso si una mujer hacía el mismo trabajo que un hombre, se le pagaba menos.
Hoy es mucho más difícil fomentar la igualdad en China, porque todas las brechas --de género, de clase, de región-- todas se están ensanchando. Por supuesto, antes --en particular, durante la Revolución Cultural cuando Mao quería reducir la brecha entre ciudad y campo, y obrero y campesino-- el partido adoptó ciertas medidas, como los médicos descalzos2 y los maestros rurales que fomentaban la educación rural, y trató de aplicarlas en esos años.
PCC: Se oye mucho hablar del cierre de escuelas durante la Revolución Cultural, de quemas de libros y de que la educación sufrió mucho.
WZ: Bueno, sí, ese es uno de los mitos. Durante la Revolución Cultural, los primeros dos años, cerraron las escuelas pero eso no significa que no podíamos leer. En verdad, leímos mucho porque distribuían libros de las bibliotecas. Los Guardias Rojos tomaron los libros de las bibliotecas y los circulaban.
Leíamos muchos libros. Muchos jóvenes tenían talento y tiempo, y no tenían que ir a clases, así que perfeccionaban su talento. Los que querían tocar violín o tenían interés por las matemáticas o la física, pues hacían eso. Muchos no iban a clases, pero básicamente se dedicaban a su esfera de talento. En realidad, eso es lo que hacía la mayoría. Se oye solamente de la violencia terrible de los Guardias Rojos y que de esa generación de jóvenes todos eran Guardias Rojos. ¡Pero no fue así! Los Guardias Rojos eran una pequeña minoría de mi generación. Yo nunca fui. Muchos no éramos. Nos llamaban “Xiao Yao Pai”. No nos gustaba la violencia, no nos gustaban las luchas, simplemente nos apartamos de todo eso. No participamos en la violencia, no hicimos nada de esas cosas. Nos fuimos a la casa a hacer lo que nos daba la gana.
Mi crítica de la película The Morning Sun (Sol de mañana) de Carmelita Hinton, y le dije eso, fue que me gustó la primera parte, pero no la segunda porque se enfocó en la violencia de los Guardias Rojos. Primero, no todos los Guardias Rojos participaron en la violencia. Segundo, la Guardia Roja constituía un pequeño porcentaje de nuestra generación. ¿Por qué nunca relatan las historias de la mayoría? Como los Xiao Yao Pai que se marginaron de eso para seguir sus propios intereses durante esos años. La respuesta de Carmelita Hinton fue que era una película documental y no tenía secuencias filmadas de los Xiao Yao Pai. Si destruyes cosas, eso lo van a filmar, pero si estás en casa leyendo, eso es aburrido y nadie lo va a filmar. En esas secuencias filmadas, siempre se ve a los Guardias Rojos destruyendo cosas y golpeando. Sí, muchos Guardias Rojos hicieron eso, pero no creo que fuera la mayoría.
PCC: A partir de nuestras investigaciones, no cabe duda de que los Guardias Rojos desempeñaron un papel muy positivo en la Revolución Cultural. Sirvieron de catalizadores para elevar la conciencia sobre lo que pasaba en la sociedad. Su espíritu de critica y desafío a las autoridades reaccionarias estimuló a los trabajadores, campesinos y otros sectores a levantar la cabeza y hablar de los problemas de la sociedad. La violencia no fue la principal tendencia, y gran parte de la violencia que ocurrió la fomentaron los seguidores del camino capitalista para desprestigiar al movimiento. Las metas de la Revolución Cultural fueron impedir que dieran marcha atrás a la revolución y transformar más profundamente la sociedad y el pensamiento.
WZ: Lo central es que por un tiempo, para mi generación, había una meta. Sabíamos que queríamos ser diferentes, un nuevo tipo de ser humano, crear una sociedad diferente con una visión, un propósito, y que esos seres humanos diferentes no simplemente ansiarían cosas materiales, casas, carros, bienes de consumo.
Queríamos contribuir al bien común, nos preocupamos por los seres humanos de conjunto, la sociedad de conjunto, no solo en China sino en todo el mundo, que el mundo puede ser pacífico, contento, sin explotación y opresión. En un sentido, se puede decir que eso ha sido un sueño utópico desde hace mucho, mucho tiempo. Pero utópico o no, teníamos un sueño de que el mundo puede ser mejor que hoy.
Yo jamás toleraría la violencia. Por otra parte... una revolución para llegar a una sociedad igualitaria requirió ciertas medidas drásticas, como la reforma agraria para confiscar la tierra de los terratenientes y redistribuirla a los que no tenían tierra. Entonces, si entrevistas al terrateniente, a sus hijos, te dirán que les confiscaron la tierra, que ejecutaron al terrateniente; escuchas esa historia y [los hijos] están llenos de odio. Pero si entrevistas a la clase sin tierra que recibió terrenos de los comunistas, vas a oír una historia diferente. Por eso es muy importante tener una visión más completa de lo que sucede. La relación que los campesinos pobres tienen con la revolución comunista es drásticamente diferente. Pero esos campesinos pobres no pueden escribir sus autobiografías en inglés. Por eso, nunca se escucha la voz del campesino. Incluso los hijos de los campesinos que pueden escribir en inglés... jamás se podrán popularizar sus obras en este país debido a que los que controlan el mercado de publicaciones no popularizarán esas autobiografías.
Debe haber igualdad y justicia en el mundo. Queríamos mejorar nuestro ser interior para construir esa clase de mundo. No veo nada malo en ese sueño. Todavía no veo nada malo en ese sueño, aunque digan que es ingenuo. Creo que la humanidad necesita tener algo bello en la mente para no convertirnos en animales. ¿Qué propósito tiene vivir en un mundo de competencia desaforada, un mundo ruin? ¿Qué propósito tiene? Y tener tanta riqueza material mientras destruimos el planeta, ¿qué propósito tiene? Es posible vivir de una manera diferente, por eso los sueños son importantes.
PCC: Eso es importante, que el mundo no tiene que ser así, y durante la época socialista en China esos cambios empezaron a darse porque no es un sueño utópico. Quiero hablar del movimiento masivo de jóvenes urbanos como tú que mandaron al campo. Esa es una de las cosas que están bajo ataque.
WZ: Sí, sí. Hay mucho debate sobre por qué Mao y el partido hicieron eso, cuáles eran sus motivos. Incluso ahora, no pienso que sea malo pedir a los jóvenes educados que contribuyan a las zonas pobres, aunque tal vez no se deben usar medidas drásticas. Pienso que es necesario que la gente educada vaya a los lugares pobres para contribuir con su conocimiento al desarrollo.
Aunque me mandaron al campo, no lloré durante todos esos años en la granja. Si lees las autobiografías que hablan de lo terrible que fue para las “chicas mandadas”, como por ejemplo en Wild Swans (Cisnes silvestres), cuando Jung Chang habla de su experiencia de ser “mandada”, su experiencia en el campo... ay, que se sintió tan lastimada. Porque era de una familia de altos funcionarios comunistas y ¿cómo podían mandarla a ella a trabajar en el campo como campesina? Que simplemente no podía trabajar de campesina. ¡Qué terrible! Cuando leí eso, me ofendió mucho esa actitud de que se merece privilegios, de ser superior y de cómo la iban a mandar a ella a hacer ese trabajo. Así que cuando sus padres se las arreglaron para sacarla del campo, ay, qué regocijo. Y ni siquiera en el momento de escribir el libro reflexionó sobre sus privilegios.
¿Por qué era imposible ser campesina cuando en ese tiempo el 90% de los chinos eran campesinos? ¿En qué se fundamentaba eso de no poder trabajar en el campo? ¿A poco tenía corona? No lo entiendo. Si lees esos libros de condena, todos se quejan de que éramos gente de ciudad, teníamos educación, mis padres eran profesores o altos funcionarios y yo tenía muchos talentos, y ahora tenía que trabajar en el campo. ¿Qué hay de malo en trabajar en el campo? Si se puede contribuir con sus talentos a los campesinos, a la comunidad rural. Todavía no veo nada malo en eso.
PCC: El proyecto “Pongamos las cosas en claro” quiere responder a las distorsiones y mentiras y sacar a la luz la verdadera historia del socialismo. Puesto que tienes mucho interés en esa historia, ¿cómo ves la popularización de nuestro trabajo?
WZ: Bueno, el otro lado tiene toda la maquinaria de promoción y nosotros no. En un sentido, el interrogante es cómo aumentar nuestro volumen. Hemos estado tratando de alzar la voz para que la gente nos escuche, pero en cierta medida el mercado siempre nos esconde o nos suprime. Eso es un problema enorme cuando se vive en esta economía capitalista de mercado.
Quizá para los académicos sería importante crear libros que no van solamente a los círculos académicos. Acabo de regresar de una conferencia sobre China. Muchos académicos piensan que el nuevo libro de Jung Chang sobre Mao [Mao: The Unknown Story, o Mao: La historia desconocida] es una porquería. Esos académicos hacen investigaciones, estudian la historia y los documentos, y saben que ese libro no cumple las normas académicas. Creo que los expertos en China, o sea, todos mis colegas, han tratado de informar a sus estudiantes. Pero sabes que en este país, a la mayoría de los estudiantes solo les interesan cosas de Estados Unidos. Así que nuestras clases no son muy grandes. Unos se informan, pero no muchos. Las conferencias no son un lugar adecuado para informar al público en general. Ese es el problema principal aquí. ¿Cómo hacer que nuestro trabajo sea accesible al público en general y que circule? En realidad es una cuestión de quién puede popularizarnos. Son temas políticos en este país, porque a la corriente dominante le conviene satanizar el socialismo.
¿Cuánto dinero invierte ahora el gobierno de Estados Unidos en la guerra de Irak: más de $70 mil millones, verdad? Así que en este sistema es posible invertir muchísimo dinero en matar a gente de otra religión, y no en educación gratuita, educación universitaria, para tener una población informada. ¿Es este sistema mejor que China, cuando era un país socialista y tenía mucha gente informada debido a la educación gratuita? ¿En este país, quieren ofrecer servicios médicos gratuitos, educación gratuita, en vez de invertir tanto dinero en matar? Eso es malvado. Si se quiere hablar de maldad, es eso.
Si la práctica de la revolución comunista china se frustró debido a ciertos errores o ciertas fuerzas, necesitamos explorar nuevos métodos, pero aunque el Partido Comunista de China hubiera cometido errores, eso no demuestra la superioridad del capitalismo.
****
Notas de la Redacción
1. Deng Xiaoping fue un importante seguidor del camino capitalista en el Partido Comunista de China y un organizador clave del golpe de estado reaccionario que derrocó el poder proletario en octubre de 1976. Fue el principal arquitecto de la restauración del capitalismo en China y de la “apertura” a la explotación y saqueo imperialista.
2. El movimiento de “médicos descalzos” fue una innovación de la Revolución Cultural. Capacitó a centenares de miles de jóvenes campesinos y urbanos, y los envió al campo a tratar enfermedades y heridas, vacunar y participar en programas de salud pública, como el control de la natalidad. En 1976 había casi 1.5 millones de médicos descalzos en el campo chino.
Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.