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Revolución #61, 17 de septiembre de 2006
A continuación publicamos pasajes del Informe Político de una reunión del Comité Central del Partido Comunista de Irán (Marxista-Leninista-Maoísta), un partido que participa en el Movimiento Revolucionario Internacionalista, al igual que nuestro partido. El documento completo lo distribuye el Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar. Estos pasajes presentan las ideas del Partido Comunista de Irán (Marxista-Leninista-Maoísta). Los publicamos para poner a nuestros lectores al tanto de los puntos de vista de fuerzas revolucionarias del resto del mundo.
Del Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar
Irán: Los maoístas hacen planes ante la inminente guerra
28 de agosto de 2006. Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar. Presentamos pasajes del Informe Político de una reunión del Comité Central del Partido Comunista de Irán (Marxista-Leninista-Maoísta).
Introducción
Con la agudización de las contradicciones entre Estados Unidos y la República Islámica de Irán (RII), la posibilidad de un ataque militar contra Irán se ha impuesto como cuestión principal en Irán y en el escenario político mundial. El objetivo yanqui es obtener una dominación directa sin rival sobre Irán. Estados Unidos quiere usar a Irán como peldaño hacia la consolidación de su dominación del Medio Oriente y el mundo. Para lograrlo, no puede apoyarse en un gobierno cuyas declaraciones de independencia política y cuyo carácter “nacionalista” son uno de los pilares de su legitimidad. Cuando Estados Unidos trabaja en el Medio Oriente por forjar un nuevo orden mundial, tales gobiernos ya no le son útiles. Estados Unidos necesita nuevos expertos reaccionarios, formados por las escuelas políticas del Pentágono y del Departamento de Estado. Además, el gobierno iraní depende del sistema capitalista mundial principalmente por medio de los imperialistas europeos; también tiene lazos con los imperialistas rusos. Todo eso hace que sea un obstáculo a los planes del imperialismo yanqui.
Las contradicciones en juego
El que Estados Unidos cumpla sus amenazas o no, o cómo (ataques aéreos, ocupación militar parcial o completa, despliegue de fuerzas armadas en la frontera iraní), dependerá de diversos factores: el poderío militar yanqui, dada la posibilidad de que las potencias europeas no cooperarían; la oposición de las potencias regionales como Rusia y China; la fuerza del movimiento contra la guerra en el mundo; el crecimiento y la ampliación del movimiento popular en Irán contra la RII; y si un sector importante de las fuerzas políticas y militares de la RII estaría dispuesto a cooperar con el plan yanqui de un cambio de gobierno.
La rivalidad entre las facciones de la RII, sus constantes escisiones y desconfianza mutua (cada una teme que las demás la traicionen a Estados Unidos), es una de las raíces principales de la inestabilidad y la debilidad del gobierno. A causa de la resistencia popular y la falta de cohesión interna del gobierno, la coalición gobernante no es capaz de reprimir como antes a los movimientos populares. Por eso, está en una situación inestable y se está debilitando su control de la sociedad.
Hoy la confrontación política entre la RII y Estados Unidos condiciona fuertemente la posición y las tendencias políticas de diversas capas y clases en Irán. Estamos presenciando el crecimiento de apoyo a uno u otro de estos dos polos entre un amplio abanico de fuerzas políticas. Pero el profundo odio popular a la RII, de un lado, y, del otro, los resultados desastrosos de las invasiones yanquis de Irak y Afganistán, han fortalecido la oposición a ambos polos reaccionarios.
El estado de ánimo y las tendencias de las masas
Las masas tienden fuertemente a creer que Estados Unidos y la RII llegarán a un compromiso y evitarán un conflicto general. Muchas personas tienden a creer que los dirigentes de la RII son tan corruptos que al último momento cederán lo que sea necesario para permanecer en el poder. Esta lógica tiene cierta base material, pero expresa una fuerte falta de conocimiento acerca de lo que pasa en el mundo y en la región. Aunque en sectores intelectuales se manifiestan una tendencia nacionalista y un deseo de defender la patria, la mayoría de la población reacciona con indiferencia a la situación. La tendencia dominante es maldecir e insultar a la RII y a Estados Unidos. La RII ha predicado en cierta medida la idea de defender la patria, con la esperanza de resucitar los sentimientos populares de los años de la guerra contra Irak, pero al parecer no ha tenido suerte. En conversaciones acerca de la guerra entre Irán e Irak, la mayoría concluye: “Nos engañaron”. Las masas saben que cayeron en más pobreza y que los que tenían el poder acumularon enormes riquezas. Por eso, odian profundamente a los dirigentes del gobierno, en particular a los comandantes de los Guardias Revolucionarios.
Obviamente, no es fácil predecir cómo reaccionarán las masas en el caso de un ataque militar. Si estalla una guerra, con todas las consecuencias correspondientes, podrían surgir varias tendencias espontáneas. La mayoría de la población, en particular en las ciudades, no defendería a la RII y vería con indiferencia una guerra entre la RII y Estados Unidos. Pero la experiencia de la lucha de clases muestra que tales sentimientos no durarían mucho tiempo. Si las fuerzas avanzadas y revolucionarias no juegan un papel firme, el peligro principal para el pueblo sería caer bajo el ala de los intereses de uno u otro grupo reaccionario. Por eso, es urgente formar un polo revolucionario.
Solo un polo antiimperialista y antirreaccionario podría movilizar a las masas y desencadenar su iniciativa. Solo un firme plan y la propagación de la alternativa del tercer polo pueden generar esperanzas y motivación para que las masas decidan su propio destino. Formar un tercer polo será una tarea muy difícil, porque la mayoría de las masas tiene fuertes dudas ideológico-políticas acerca del desarrollo de la situación y las posibilidades para el futuro. Pero eso no se evaporará sin un frente relativamente poderoso que sea independiente de los imperialistas y de la RII, y que se encamine a una confrontación con ambos.
Las luchas populares constituyen el principal punto de partida para construir este polo. El desarrollo de las luchas populares es otro suceso político que caracteriza la nueva situación. Aunque estas luchas (de obreros, estudiantes, mujeres y jornaleros de las ciudades y las aldeas) tienen sus altibajos, son una expresión de un nuevo estado de ánimo que, en términos prácticos, está en contradicción con los polos políticos de la RII y Estados Unidos. No debemos subestimar la influencia de las líneas burguesas y las tendencias políticas en los movimientos populares, pero debido a este potencial revolucionario, entre otros factores importantes, los imperialistas y los reaccionarios piensan dos veces antes de llevar a cabo sus planes. El imperialismo yanqui apoya solo a los movimientos que amplían su influencia en la sociedad. Cuandoquiera que ocurren rebeliones radicales y combativas, los imperialistas no las apoyan y, es más, dudan en proseguir sus planes. Por eso, únicamente al apoyarnos en las luchas populares y al organizar la revolución podemos impedir la ejecución de los planes criminales de los enemigos.
La necesidad de formar un tercer polo
La lucha antiimperialista también es una lucha de clases. Eso quiere decir que diferentes sectores y clases abordan de distintas maneras esta lucha. La política del tercer polo es una política de clase que ante todo obedece a los intereses de la clase obrera y de la mayoría de la población y se opone al poder político de las clases reaccionarias y de los imperialistas.
No es difícil imaginar las posibles combinaciones de fuerzas del gobierno que Estados Unidos está fraguando para el futuro de Irán: los antiguos verdugos del cha, los Guardias Revolucionarios de Jomeini y la Organización de Mujaidines Khalq (que, cuando huele el poder, empieza a amenazar a los comunistas), más comandantes militares y agentes del servicio de inteligencia yanquis con mucha experiencia en la organización de escuadrones de la muerte en América Latina.
En cuanto a las metas en Irán, Estados Unidos se está preparando para dejar intactas las relaciones sociales y de producción e imponer nuevos guardias de otro estado reaccionario dependiente del imperialismo.
La política del tercer polo se opone a la reacción y al imperialismo, lo que quiere decir oponerse a la República Islámica y a cualquier gobierno reaccionario que la reemplace por medio de intrigas, manipulación política, crímenes militares y posiblemente años de una guerra civil parecida a lo que está pasando en Irak.
En la revolución de 1979, los imperialistas del Grupo de los 7 se unieron con Jomeini y su camarilla para cortar de tajo la revolución y derrotarla. Hoy, el Grupo de los 8 (los mismos imperialistas más Rusia) busca decidir el futuro de Irán después de la RII, y esta vez posiblemente quieren imponer un nuevo gobierno reaccionario mediante una guerra, bombardeos, golpes de estado y escuadrones de la muerte.
El chiste es si queremos forjar y podemos forjar otra alternativa. En esencia, la política del tercer polo propone una alternativa al actual gobierno y a los futuros gobiernos reaccionarios. Por ello, no basta oponerse a la inminente guerra. El verdadero reto es el futuro de Irán. ¿Nosotros, el proletariado y el pueblo trabajador de Irán, queremos tomar nuestro futuro y destino en nuestras manos o no? Tal es el problema fundamental que deben abordar todos los comunistas y revolucionarios y fuerzas progresistas.
Hoy, la realidad es que el gobierno reaccionario y el imperialismo tienen sus propias alternativas, pero el pueblo no. ¿Cómo se puede cambiar esta situación?
Los comunistas deben crear un tercer polo apoyándose en sus aliados más cercanos que representarán los intereses de la mayoría del pueblo y trabajarán por construir un polo que tenga influencia y autoridad sobre un gran sector de la población. En esta conexión, tal polo debe introducir un programa y plan mínimos para gobernar la futura sociedad, expresarse como una alternativa al servicio de las masas y luchar por ganarse el reconocimiento como tal de las masas.
También es posible aprender de los reaccionarios. Antes de obtener el poder estatal en 1979, Jomeini y su camarilla ya estaban actuando como un futuro gobierno. Por eso, pudo movilizar fuertemente a su base social e influir a sectores de la población que no eran parte de su base social. Pero pudo presentarse como gobierno alternativo porque había alcanzado un acuerdo con las potencias imperialistas.
Nuestra fuente de fuerza es el pueblo y nuestra aspiración es servir a los intereses de la mayoría del pueblo. Al apoyarnos en él, debemos declarar con valor que el pueblo necesita su propio poder político.
Además, para que el tercer polo sea más que una oposición, debe dedicarse a dirigir las luchas populares y a ser un centro dirigente de las diversas luchas de las masas. Las experiencias de estas luchas han mostrado que cuando surjan las luchas de las masas, la existencia de tal centro puede jugar un papel positivo en el desarrollo de la lucha popular y en la expansión de las iniciativas revolucionarias, y contribuir a desarrollar la fuerza política y práctica del tercer polo. La tarea de nuestro partido en este período álgido es trazar un horizonte claro para la lucha revolucionaria. El trabajo para forjar tal unidad revolucionaria amplia corresponde cien por cien a nuestra meta y horizonte. En la corriente de tal unidad, nuestro partido propagará su propio programa y perspectiva, o sea, la revolución proletaria. Nuestra alternativa es un nuevo estado. El programa de nuestro partido esboza la estructura de tal estado. Queda claro que se puede obtener tal nuevo estado con un programa social y económico de nueva democracia y una orientación socialista únicamente por medio de una guerra revolucionaria. Pero la oportunidad política para obtenerlo pasa por la actual lucha política.
Cómo llevar a cabo esta política
Como cualquier gran obra, se necesita un fuerte centro con la necesaria flexibilidad para poder unir a un espectro más amplio.
Nuestro partido, como partido comunista, debe jugar un papel importante en la formación de tal centro fuerte. Pero se debe extender tal papel a todo el movimiento comunista de Irán. Sin la intervención, cooperación y coordinación de los partidos y organizaciones comunistas y revolucionarios afines, no es posible concretar la política de un tercer polo y llevar a cabo un programa común.
Definitivamente tal programa contribuiría a fortalecer todo el movimiento comunista en Irán y sentaría las bases para el desarrollo ideológico, político, organizativo y práctico de ese movimiento. Como es sabido, para construir la amplia unidad de todos los comunistas de Irán, también se necesita trabajo teórico y práctico de otras formas, y no podemos reducir el conjunto de las tareas de los comunistas de Irán a las tareas políticas más urgentes del día. Pero sin la firme intervención política y la organización de la práctica revolucionaria, eso no es posible con el disperso frente de los comunistas de Irán.
El trabajo para unir a algunas fuerzas y partidos de izquierda es un nivel de actividad, pero otro nivel es unir a los activistas de los movimientos populares en torno a la política del tercer polo. Sin formar tal nivel de unidad, no es posible influenciar decisivamente la opinión pública. Esta unidad dará esperanzas a muchas masas avanzadas.
Es claro que la lucha del pueblo se debe apuntar contra el enemigo principal, la RII. Mientras esté en el poder, no se puede hablar de apuntar la lucha contra Estados Unidos y el gobierno por igual. Pero es importante presentar claramente la realidad del probable futuro (los planes del imperialismo yanqui) y oponerse a las ilusiones falsas o apoyo a las políticas yanquis. Únicamente de esa manera se puede impedir la desintegración del movimiento popular al servicio de los intereses de uno u otro polo reaccionario y movilizar apoyo para el tercer polo.
El chiste es que las masas y sobre todo los comunistas y las fuerzas revolucionarias deben captar la urgencia de la situación: que si no nos apresuramos, correremos el peligro de que en los inminentes sucesos políticos quedemos atrapados entre la RII y los imperialistas. Ahora mismo la contradicción entre el imperialismo y la RII y las grietas en el campo enemigo nos han generado aire para respirar. Si no hacemos nada ahora, mañana será muy tarde. Tal situación no durará mucho y después tendremos una situación peor que Irak.
¿Cuál es la relación de esta política con la estrategia de la guerra popular?
¿Cómo serviría esta táctica a nuestra estrategia? ¿Cuáles son sus objetivos a corto plazo y a largo plazo? ¿Qué relación tiene con el plan de reconstruir el movimiento comunista? ¿Cómo puede contribuir a iniciar la guerra popular? Para contestar estas preguntas, se necesitan más discusión y debate.
Después de la formación de nuestro partido, señalamos que necesitamos una acumulación inicial de fuerzas para comenzar la guerra popular. Necesitamos ganarnos a estas fuerzas mediante actividad en los movimientos populares y el impulso de la construcción de nuestro partido.
Debemos continuar señalando esta orientación básica. Pero ¿cómo avanzar cuando la situación política experimente cambios críticos? Eso tiene mucha importancia cuando la violencia ejerza un papel crítico en la marcha de los sucesos políticos. Una de las particularidades positivas de la situación es que los imperialistas no ocultan este hecho; admiten que no pueden avanzar sin usar armas y violencia. Aunque siempre han usado la violencia, en la década después del derrumbamiento de la Unión Soviética, las ilusiones acerca de “la era de paz”, incluso de parte de las fuerzas políticas progresistas, generaron un ambiente de hostilidad hacia la violencia revolucionaria y la idea de una guerra justa. Pero el actual ambiente es más favorable para la propagación de ideas tales como “sin un ejército popular nada tendrá el pueblo” y “sin el poder político todo es ilusión”. Las tendencias economicistas y reformistas en el movimiento de izquierda serán un obstáculo a esta línea, pero debemos propagar ampliamente nuestra propaganda y agitación de que sin la violencia revolucionaria no habrá manera de transformar la sociedad y eliminar la injusticia. Tal situación facilitará cada vez más el trabajo de educar a las masas acerca de la necesidad de tener su propio ejército y de organizar la violencia revolucionaria.
Por último, el tercer polo, según nuestro punto de vista y en los hechos, es un nuevo poder político, opuesto al viejo sistema y a sus esfuerzos por renovarse. En lo fundamental, este polo se concretará por medio de una guerra popular, un ejército popular y el nuevo poder. Pero se debe plantear ahora la política que llevará por ese camino y se debe empezar a concretarla. Hay que propagar con valor el programa de la sociedad futura opuesta al viejo sistema. Naturalmente debemos analizar las fuerzas políticas existentes, pero también reconocer y trabajar por plasmar el potencial más amplio. Eso generará un ambiente a favor de nuestro trabajo estratégico.
De todos modos, en este amplio frente debemos crear constantemente opinión pública de que sin un ejército popular, las masas quedarán aplastadas entre dos fuerzas poderosas, los reaccionarios iraníes y los imperialistas, y no lograrán nada. Además, la experiencia de Irak ha mostrado que las masas no quedarán calladas ante una invasión imperialista. Si Estados Unidos ataca y ocupa al país, el pueblo resistirá espontáneamente. Si los comunistas no están presentes para encauzar la lucha y el odio del pueblo hacia la revolución proletaria, este podría seguir a la cola de las clases reaccionarias y se dejará dirigir por un camino reaccionario.
Nuestra política hacia el movimiento mundial contra la guerra
Entre las fuerzas occidentales contra la guerra, cunde una tendencia que presta poca atención al carácter de clase y al programa social de las fuerzas reaccionarias que se resisten a los imperialistas. Deben distinguir entre las diversas fuerzas que se resisten a los imperialistas, y tomar una posición de modo que contribuya a forjar una resistencia revolucionaria (no una resistencia reaccionaria) a los imperialistas.
Eso ayudaría a las masas a deshacerse de la influencia de los reaccionarios locales y a lanzar una lucha de liberación revolucionaria y antiimperialista. Luchar contra el imperialismo con un programa reaccionario no es resistencia contra el imperialismo. El objetivo de estas fuerzas reaccionarias locales es obtener una pequeña parte de la explotación de los pueblos del mundo. Es importante ver esto desde el punto de vista del internacionalismo. Nuestra visión no contradice el derrotismo revolucionario [el argumento de Lenin de que en tiempos de guerra, las masas de los países imperialistas deben darle la bienvenida a las derrotas de su propia clase dominante], sino que lo completa. El actual movimiento mundial contra la guerra debe asumir la consigna de impedir la guerra yanqui contra Irán. Pero, a su vez, este movimiento debe apoyar la lucha de los iraníes contra la RII.
La debilidad del movimiento contra la guerra en el caso de Irak es que no ha existido un tercer polo antiimperialista y antirreaccionario en ese país. Si existiera, el movimiento contra la guerra lo apoyaría, y ese movimiento tendría cualitativamente más influencia y legitimidad política contra los imperialistas. En una palabra, es importante que el movimiento contra la guerra apoye a las fuerzas revolucionarias en Irán.
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