Revolución #61, 17 de septiembre de 2006
La masacre del 11 de septiembre que nunca mencionan
El 11 de septiembre de 1973 el gobierno estadounidense organizó un golpe militar en Chile que tumbó al gobierno de Salvador Allende (elegido por la ciudadanía) y puso en el poder a la dictadura fascista del general Augusto Pinochet. Con motivo del 30 aniversario del golpe, el Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar escribió: “Nadie puede decir con seguridad cuántas personas murieron. En esa época, los revolucionarios chilenos hablaban de decenas de miles de víctimas. El actual gobierno habla de tres mil, pero las fuerzas armadas que cometieron ese crimen todavía tienen la última palabra acerca de los sucesos políticos de los que no quieren hablar. Según algunas estimaciones, torturaron a 400,000 personas. La generación de intelectuales y otros sectores que logró escapar, tuvo que exilarse”. Muchos de los muertos “desaparecieron”, o sea, el gobierno los secuestró y nunca volvieron a aparecer.
A un sinnúmero de personas las llevaron a cámaras de tortura clandestinas, por ejemplo, en barcos de la Marina como el Esmeralda, donde “se usaban picanas eléctricas, se aplicaban descargas eléctricas de alto voltaje en los testículos de la víctima, se suspendía a la víctima de los pies o se la sumergía en un cubo lleno de agua o de excremento”. (Santiago Times, 7 de septiembre de 1999) En muchos casos, la verdad sobre la muerte de los desaparecidos solo salió a flote porque entre los muertos figuraban un sacerdote inglés, un funcionario de la ONU o Charles Horman, un cineasta estadounidense muerto poco después del golpe militar. La película galardonada Missing cuenta la historia de Horman.
El golpe, que desató 17 años de terror y muerte contra el pueblo chileno, fue dirigido por el gobierno estadounidense. El secretario de Defensa, Melvin Laird, le dijo al Consejo de Seguridad Nacional: “Queremos hacer todo lo posible para perjudicarlo [Allende] y tumbarlo”. Un memorando de la CIA sobre los preparativos del golpe describe las actividades de un aliado clave estadounidense en Chile para “aumentar el nivel de terrorismo en Santiago” (Ver: “The Pinochet File: A Declassified Dossier on Atrocity and Accountability”, compilado por Peter Kornbluh)
Las transcripciones de conversaciones entre el presidente Richard Nixon y el asesor de seguridad nacional Henry Kissinger poco después del golpe de estado demuestran el papel directo pero oculto de Washington. Cinco días después, Kissinger se quejó a Nixon de que “en tiempos de Eisenhower habríamos sido héroes". Nixon le contesta: “Pues no —como lo sabes— nuestra mano no se revela en esta, pues”. Kissinger continúa: “Nosotros no lo hicimos. Quiero decir, los ayudamos” y “[nombre borrado de las transcripciones] creó las mejores condiciones posibles” para el golpe. Nixon: “Cierto y eso es lo que vamos a decir”. (“New Transcripts Point to U.S. Role in Chile Coup”, Reuters, 17 de mayo de 2004)
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