Issue and Date


Revolución #63, 1 de octubre de 2006

Entrevista a Bill Ayers:
Sobre la educación progresista, el pensamiento crítico y la cobardía en tiempos peligrosos

La entrevista de Revolución: Una sección especial para que nuestros lectores se familiaricen con las opiniones de importantes figuras del arte, el teatro, la música y la literatura, la ciencia, el deporte y la política. Los entrevistados expresan sus propias opiniones, naturalmente, y no son responsables de las ideas que aparecen en Revolución o en nuestra página web.


Bill Ayers
Bill Ayers

Bill Ayers, distinguido profesor de Educación e investigador reconocido de la Universidad de Illinois en Chicago (UIC), regresó de sus vacaciones de verano y encontró una carta de colegas con quienes ha colaborado desde hace décadas. La carta le avisaba de una conferencia sobre educación progresista que planeaban para la primavera, y le informaba ¡que no estaba invitado!

Ayers es autor de Teaching Toward Freedom (Enseñanza hacia la libertad) y muchos otros libros, antologías y ensayos sobre educación progresista publicados en muchas revistas, como Harvard Educational Review, Journal of Teacher Education, Teachers College Record, Rethinking Schools, The Nation y el Cambridge Journal of Education. También es autor de Fugitive Days (Días de fugitivo), que relata sus experiencias como uno de los fundadores del grupo de los años 60-70 Weather Underground.

Hace poco el corresponsal Reggie Dylan de Revolución habló con Bill Ayers sobre la carta de sus colegas y sus implicaciones.

Reggie Dylan: Cuéntanos cómo te enteraste de que te habían “desinvitado” a una conferencia de tus colegas y cuál fue tu reacción.

Bill Ayers: Regresé de las vacaciones de verano y encontré una carta sobre el escritorio. Los remitentes eran un administrador de una universidad, un decano y dos pedagogos que de hecho conozco bastante. Me sacó de onda porque decía que vamos a hacer una conferencia importante sobre educación progresista y lo contamos entre los educadores importantes de nuestros tiempos. Por eso tenemos el deber de explicarle por qué no lo vamos a invitar. Cuando la leí por primera vez, no más me reí y la dejé a un lado. Pero luego me quedé pensando que… No hay una sola señal de los tiempos, hay muchas, muchas señales de los tiempos, algunas muy positivas y estimulantes, pero esta es una señal funesta. Estos tipos no son solamente progresistas, son socialistas, se consideran activistas; y aun así creen que para hacer una reunión legítima tienen que decidir a quién excluir, y me excluyeron a mí. Decidí que no se trataba de mí personalmente. No es cuestión de mis sentimientos, y en lo personal no me dolió. Sin embargo, el razonamiento me empezó a perturbar mucho. No la tengo a la mano, pero lo que me acuerdo que me perturbó mucho fue esto:

La carta decía que querían presentar la educación progresista como algo conocido y bueno, no radical. Ahora, esto en sí me dio mucho coraje, porque si uno dice que es un educador progresista… Es algo que de hecho me viene irritando desde hace 40 años que soy educador progresista: la separación del concepto de la educación progresista del concepto de la política y el cambio político. No se pueden separar… a propósito, esta es una contradicción que existe desde el comienzo de la educación progresista y de hecho desde el comienzo de las conversaciones sobre la relación entre la educación y la sociedad. John Dewey fue un autor muy brillante que escribió cómo sería la educación democrática, y era socialista independiente. Pero nunca resolvió una contradicción central en nuestro trabajo, la de tratar de cambiar el sistema educativo y al mismo tiempo vivir dentro de una sociedad que propaga valores culturales, políticos y sociales diametralmente opuestos de los que enseñamos en la escuela. Es una contradicción que el educador progresista debe abordar, no esquivar. Eso es, en pocas palabras. Entonces, me dio coraje.

Reggie Dylan: En respuesta, escribiste que la posición de la carta representa en sí mucho daño para la educación progresista.

Bill Ayers: Hay dos cosas. Primero, le quitan toda la fuerza a la crítica. Dicen que presentemos la educación progresista como algo conocido, que no choque. Entonces, no van a criticar las pruebas estandarizadas ni la categorización de niños ni la privatización del espacio público ni la embestida contra los maestros y su movimiento sindical. Entonces, para mí, eso no es más que ofrecer la educación progresista “de dieta”. Yo no le veo el chiste. Ese es el primer problema.

El segundo problema es no abordar el hecho de que el sistema educativo sirve a la sociedad de modos sutiles y de modos francos. Por eso toda escuela en toda sociedad es un microcosmo de esa sociedad, de alguna forma la representa… Este es un buen ejemplo. A veces es difícil ver eso en nuestra propia sociedad, ya que es muy común y corriente. Pero ve a otro país. Por ejemplo, si fueras a Sudáfrica, cuando existía el apartheid, verías escuelas para blancos con clases de 15 alumnos, alta tecnología, maestros bien preparados y un ambiente plácido. Pero en los ayuntamientos las clases serían de 85 alumnos, sin aparatos y con salones indescriptibles. Aunque no supieras nada del apartheid, verías el apartheid. Una escuela está preparando a los alumnos para manejar la sociedad; la otra los está preparando para trabajar en las minas y las fábricas, y para la prisión.

Bueno, eso es cierto en todas las sociedades y en la nuestra también. Ve a ver las escuelas en los ghettos y barrios pobres. Luego ve a las comunidades adineradas y verás. Sería como vivir en un mundo de fantasía separar la educación progresista de las desigualdades atroces de nuestras escuelas, de la memorización embrutecedora, de la separación de los niños por categorías, del castigo. No cambiarás nada sin abordar las desigualdades sociales reinantes. Y ahora, estamos viendo una de las formas más crueles de eso en la preparación de los jóvenes para la prisión, el desempleo y la guerra. Lo vemos en las escuelas urbanas. ¿Adónde van las fuerzas armadas a reclutar? No reclutan en New Trier [secundaria de clase media de los suburbios], no reclutan en Adover y Exeter [preparatorias privadas]. Ahí no les abren la puerta. No, reclutan en DuSable High School y Lawndale High School [prepas negras y pobres].Y eso no es justo.

Reggie Dylan: Tú estás en la lista de David Horowitz [Horowitz es un agente de alto nivel al servicio del gobierno de Bush que está atacando el disentimiento y el pensamiento crítico en las universidades. Bill Ayers es uno de los maestros que Horowitz ataca vehementemente en su libro The Professors: The 101 Most Dangerous Academics in America]. Qué tal si hablamos de los ataques contra el disentimiento y el pensamiento crítico que se están dando en los círculos académicos en general. Lo que describes es todo un frente de esto, lo que está pasando en los niveles primarios y secundarios, pero también se está dando en las universidades…

Bill Ayers: En efecto; no son solo las escuelas primarias y secundarias. Eso es algo que estos días veo con más claridad. El otro día estaba escuchando a Berlusconi, el cabrón que gobernaba Italia, y él decía que los critican porque tienen mucho poder, pero la verdad es que no tienen en su poder ni las escuelas ni la economía. Y lo mismo pasa en Estados Unidos. Mira, veamos a Chicago, o cualquier otra ciudad: la derecha no solo es conservadora, es probablemente la cábala de ideólogos más reaccionarios que he visto en mi vida. Tienen objetivos ideológicos muy, pero muy bien definidos: el control de las tres ramas del gobierno federal, de muchos gobiernos estatales, de la prensa, de esa prensa amarilla y servil que solo obedece y cumple con lo que quieren. Sin embargo, de oírlos a ellos, se quejan del poco poder que tienen, de lo marginados que están, de que están bajo ataque. Uno podría decir, es pura demagogia, puras tonterías. Pero la verdad es que ellos ven algo que tal vez nosotros no captamos bien, y es que su poder es endeble y no es duradero. La razón por la que creo que van a bombardear a Irán es porque saben que tienen un tiempo muy limitado en el cual quieren hacer todas las cosas malas que quieren hacer o, desde su punto de vista, sentar las bases para lo que quieren alcanzar en la próxima década, y lo están haciendo con una resolución frenética. Y aunque los saquen del poder, el espacio público que más los encabrona es la educación. Es uno de los espacios públicos que se está peleando.

¿Qué vemos? Un ataque frontal contra la idea misma de la educación pública. Es un ataque contra la idea de que debe haber educación gratis y pública y común para todos. Eso lo vemos de maneras sutiles y no tan sutiles. Formas sutiles como la tolerancia cero. ¿De qué sirve la tolerancia cero en una democracia? En un sistema educativo democrático, la justicia en el aula es flexible, pero no en una sociedad autoritaria. En una sociedad autoritaria, la justicia en el aula es autoritaria. Tolerancia cero, ¿ves? Ese es un ataque. Otro es la obsesión con la estandarización de los estándares. Repito, yo estoy a favor de los estándares, pero me opongo a estándares que para mí, en un sentido fundamental, son antidemocráticos. Estoy a favor de estándares fijados por los que trabajan en las aulas unos con otros. Luego vemos que ponen como ideal, como ejemplo de la escuela, al mercado metafórico. Por eso hay escuelas chárter y el sistema de vales para ellas (vouchers). Detrás de todo eso está la idea de que todo es un mercado, que hay consumidores y productores, etc.

Con respecto a la educación universitaria, por ejemplo en mi caso, nos deja con la boca abierta cuando dicen que pertenecemos a un bastión de pensamiento liberal rodeados de radicales. No tenemos la menor idea de qué están hablando. Bueno, es cierto que yo estoy aquí, pero tengo un montón de colegas derechistas que promueven el statu quo y creen en él. Eso es cierto en todas partes. Entonces, hay que preguntar: ¿por qué son ellos los que atacan? Porque es cierto que aquí las personas que piensan críticamente tienen un espacio y pueden hacer cosas; tienen una tribuna pública para esa discusión. Eso es intolerable para los derechistas, no lo pueden aceptar. Por eso, a mi manera de ver las cosas, es por lo que están atacando de frente la educación en general.

De kinder al grado 12, están atacando el espacio público. En la educación universitaria, el ataque al espacio público adopta la forma de atacar la idea de que hay un lugar para la libertad intelectual. Creo que eso es muy, muy importante.

Reggie Dylan: Y hay una conexión. Porque ahora los jóvenes que entran a la universidad llegan con un conocimiento muy estrecho de la realidad, enredado con la religión fundamentalista, con la idea que la evolución no es un hecho sino una teoría. Entran a la universidad y chocan con ideas que no conocían. Se les anima a cuestionar como nunca antes. Parece que la meta de Horowitz es eliminar eso. Y, como estábamos diciendo, Ward Churchill es una concentración de eso.

Bill Ayers: Bueno, el ejemplo de Ward Churchill va al grano porque creo que mucha gente, hasta de la izquierda, pierde de vista el contexto, lo que tú y yo estamos platicando, y en cambio quiere examinarlo por partes: “Bueno, ¿qué es lo que dijo y concuerdo o no con cada punto?”. A mí, ¿qué chingaos me importa? Primero, un comité universitario, que no debe haberse establecido, hizo un estudio meticuloso y encontró tantititos casos, una menudencia, donde usó una frase que ya se había publicado, pero nada como lo que hizo Doris Kearns-Goodwin [historiadora conocida que cometió plagio en uno de sus libros], nada como lo que han hecho los académicos de peso de Harvard, tú sabes, como Dershowitz [acusado de plagio]. Sin embargo a él sí que le exigen todas las normas al pie de la letra. Encima de eso hay gente de izquierda que se siente obligada a decir, “bueno, no concuerdo con esta u otra parte de lo que dice Ward”. ¿Eso qué tiene que ver? A él lo están poniendo en la picota por su política, por ser de izquierda, por criticar al imperialismo yanqui en lo que se relaciona con los indígenas. Nosotros de socialistas o comunistas o izquierdistas, ¿cómo podemos dejarlo al abandono, cómo vamos a decir, soy un izquierdista de los buenos porque no hablo como habla Ward? Para mí eso es atroz. Ojalá que cuando vengan por Ward todos nos tomemos del brazo y no dejemos que se lo lleven.

Reggie Dylan: Hay otra relación entre el ataque a Ward y el libro de Horowitz The Professors, que tiene 100 profesores en la lista, y lo que escribiste al final de tu carta, o sea, ¿hasta dónde llegará esto? Escribiste que la limpieza no tendrá fin.

Bill Ayers: Aparte de ser cobarde, es cínico. Pero también es suicida. Digo cínico porque, por no tenerle confianza al pueblo, se buscan un espacio muy apretado para gozar de su carrera de izquierdista. Me da tristeza si es que no me da asco. Uno tiene que confiar que si dice la verdad, si se declara y dice la verdad, y si está dispuesto a escuchar y dialogar, que la gente agarrará la onda. Esta cobardía de no declararse la vemos todo el tiempo en el Partido Demócrata. ¿Por qué no se declaran contra la guerra? Muchos de ellos saben que es lo debido. Pero no lo harán. Por una parte, porque ya son del sistema. Incluso los que saben que es lo debido, no se declaran y el motivo es que no le tienen confianza al pueblo. Nosotros como revolucionarios tenemos que decir que al fin de cuentas, el pueblo tendrá la cabeza, la fuerza y las agallas necesarias para alzarse. Pero ¿por qué ha de hacerlo si ni nosotros tenemos el valor? Y la carta que recibí era una carta cobarde. Es cínica, es cobarde y va por un camino resbaloso.

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.

Basics
Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es
From Ike to Mao and Beyond