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Revolución #64, 8 de octubre de 2006

Leyes antiinmigrantes, militarización fronteriza y redadas a toda marcha

A Rosa se le llenaron los ojos de lágrimas cuando dejó a su hijito Víctor con su amiga y vecina Julie. A su esposo ya se lo habían llevado y Rosa sabía que tenía que huir enseguida. El fin de semana del Día del Trabajo la Migra llegó a Stillmore, Georgia, un pueblo de apenas 1,000 habitantes.

Los agentes entraron en un complejo de casas rodantes con armas, chalecos a prueba de balas y una lista de inmigrantes sin documentos, y se los llevaron. Unos meses antes, la Migra inició una investigación de la compañía empacadora de pollos Crider y reunió una lista de nombres y direcciones de trabajadores sin papeles.

Arrestaron a más de 120 trabajadores, los metieron en un camión y se los llevaron a un tribunal de la Migra en Atlanta. Centenares huyeron, y muchos se escondieron en el bosque sin agua y comida.

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Redadas. Mil arrestos semanales. Centros de detención. Deportaciones. Militarización de la frontera. Un muro de 700 millas (1,120 km). Cámaras, sensores y tecnología para la caza de seres humanos. Más leyes para criminalizar a los inmigrantes.

Estos ataques avanzan a toda marcha.

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El 21 de septiembre la Cámara de Representantes aprobó dos proyectos de ley de inmigración que le dan al Departamento de Seguridad de la Patria y las dependencias policiales autoridad para arrestar y meter a la cárcel a inmigrantes sin papeles, y aumentan la cantidad de deportaciones, especialmente de presuntos “pandilleros”.

Si ahora el Senado los aprueba, estos proyectos de ley: 1) Permitirán al Departamento de Seguridad de la Patria encarcelar por seis meses o más a indocumentados que considere una “amenaza a la seguridad nacional”. Bloquearán la entrada al país a presuntos “pandilleros” y le permitirán al Departamento de Seguridad de la Patria deportar a quienes crea que son pandilleros. Acelerarán la deportación de los indocumentados acusados de delitos. 2) Aumentarán a diez años de cárcel la sentencia por construir o financiar la construcción de túneles en la frontera. 3) Permitirán la deportación inmediata de los salvadoreños indocumentados que actualmente viven en Estados Unidos amparados por decretos judiciales sobre asilo que datan de los años 80, en los tiempos de la guerra civil de El Salvador. Le darán a las corporaciones policiales estatales y municipales la autoridad de arrestar indocumentados y transferirlos a la Migra. Asignarán más abogados del Departamento de Justicia a procesar “coyotes”.

El 29 de septiembre el Congreso aprobó una ley que destina fondos para construir un muro fronterizo de 1,120 km. El muro, cuya construcción durará 18 meses, cubrirá un tercio de la frontera. Será una cerca doble con caminos, luces y sensores, y separará varias ciudades y cruces fronterizos: Tecate y Calexico, California; Douglas, Arizona; y El Paso, Laredo y Brownsville, Texas. Se cree que Bush firmará la ley pronto.

El Houston Chronicle informó que la ley destinará $21.3 mil millones para contratar otros 1,500 agentes de la Migra y construir otros 6,700 cupos en centros de detención, y “miles de millones de dólares para construir una cerca ‘virtual’ de sensores terrestres, vehículos aéreos sin tripulación y equipo de vigilancia”. El Departamento de Seguridad de la Patria ya había contratado el 21 de septiembre a la compañía Boeing, la segunda compañía de armas del mundo, para construir el “muro virtual” a un costo de 2 mil millones de dólares. Boeing construirá más de 300 torres de radar en la frontera norte y sur, pero empezará en Arizona. Las cámaras las elaboró una compañía y pueden detectar a seres humanos a una distancia de 14 km.

Además, la ley manda que el Departamento de Seguridad de la Patria estudie cómo “parar a los vehículos que entran ilegalmente al territorio estadounidense”. En Irak, el ejército yanqui tiene retenes en los caminos y rutinariamente abre fuego contra los carros “sospechosos”; muchos iraquíes (y muchos niños) han muerto en esos incidentes. ¿Vamos a ver lo mismo ahora en la frontera?

Fuera del muro fronterizo, la ley ordena al Departamento de Seguridad de la Patria “tomar las debidas medidas para obtener control operativo de las fronteras internacionales terrestres y marítimas”. Define “control operativo” como “impedir todas las entradas ilegales, de terroristas, demás extranjeros ilegales, instrumentos de terrorismo, narcóticos y contrabando”.

Las medidas de militarización que han entrado en vigor desde la década pasada han llevado a cruzar la frontera en zonas más aisladas y peligrosas, como el desierto de Arizona. Desde que empezó esta militarización en 1994, con la “Operación Gatekeeper” del presidente Bill Clinton, ha aumentado la cantidad de muertos en la frontera. Un informe gubernamental del 14 de septiembre dice que en los últimos seis años la cantidad casi se ha duplicado, de 241 en 1999 a 472 en 2005. El grupo Ángeles Fronterizos calcula que desde 1994 más de 4,000 personas han muerto cruzando la frontera.

El muro tendrá un impacto devastador en el medio ambiente y la ecología de la zona. Por ejemplo, unos militantes del movimiento ambientalista le dijeron al San Francisco Chronicle que el plan de construir un camino a lo largo del muro cerca de Tijuana aumentará la erosión, destruirá un estuario frágil y dirigirá más aguas negras hacia el océano Pacífico. También trastornará el movimiento, hábitat y migración de miles de especies a lo largo de la frontera, varias de las cuales están en peligro de extinción.

Los demócratas han criticado a los republicanos por no ser lo suficientemente duros en la militarización y “seguridad” de la frontera: Ken Salazar, congresista de Colorado, dijo que el muro es un “truco”; Harry Reid, de Nevada, le dijo al Washington Post que: “El propósito es proteger a los congresistas actuales y no la frontera”. Nancy Pelosi le dijo a Associated Press que la ley “ofrece mucho menos que las propuestas que ha presentado el Partido Demócrata una y otra vez”.

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“Puede que no tengan los derechos de los americanos, pero tienen derechos humanos”, dijo David Robinson, el gerente del complejo de casas rodantes de Stillmore. “No hay ninguna razón para tratarlos como animales”. Llevó una bandera a una laguna y la puso al revés como protesta.

Hoy Stillmore está casi desierto. No hay nadie en el supermercado, la procesadora de pollos ni en las calles. La Associated Press lo llamó “pueblo fantasma”.

La alcaldesa, Marilyn Slater, dijo: “Esto me hace pensar en lo que leí sobre la Alemania nazi y las redadas de la Gestapo”.

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