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Revolución #67, 29 de octubre de 2006
Hay que ver: Atomic Cafe
Hace poco alquilé el DVD de Atomic Cafe, una película de 1982 de Kevin Rafferty, Jayne Loader y Pierce Rafferty, sobre la celebración extraña y casi jubilosa del gobierno de la guerra nuclear. Es un documental: tiene informes periodísticos, discursos de funcionarios del gobierno, información de manuales de entrenamiento militar, películas propagandísticas y música pegajosa de los años 50. Empieza con las primeras pruebas nucleares en 1945 y termina un poco antes de la crisis de los misiles en Cuba [de 1962].
Salió durante la guerra fría, cuando mis padres eran niños. Hoy, cuando hablo con gente de esa época, cuentan que tenían pesadillas de un ataque nuclear y que hacían simulacros de bombardeos en la escuela. Recuerdo que en la escuela me enseñaron que el bombardeo atómico de Japón fue “heroico y necesario para terminar la II Guerra Mundial”. Nunca nos hablaron de los horrores de los ataques contra Hiroshima y Nagasaki ni de lo que Estados Unidos estaba dispuesto a desencadenar para ganar la guerra fría.
Lo que mi generación sí ha oído es a George Bush hablar de la “guerra contra el terror” y la “batalla en defensa de la civilización”, y despotricar contra otros países por tener armas nucleares. Pero el único país de la historia que ha soltado un arma nuclear es Estados Unidos. Hoy el gobierno de Bush se atribuye el derecho de decidir cuáles países pueden producir, probar o utilizar armas nucleares. La lógica es: todo lo que haga Estados Unidos es justificado, incluso lanzar armas nucleares, mientras que los países del “eje del mal” no tienen ni el derecho de defenderse.
Esta película da una perspectiva histórica del papel de Estados Unidos como la mayor y más peligrosa potencia nuclear del mundo. Los documentales, los discursos y la propaganda oficial muestran la glorificación de las armas nucleares. Oímos a oficiales militares describir lo hermosa y emocionante que es una explosión nuclear. Estas declaraciones contrastan con imágenes del sufrimiento y la destrucción causados por el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki.
Hay muchos momentos que nos dejan boquiabiertos, como por ejemplo cuando el presidente Harry Truman habla de la decisión de atacar a Japón: “Agradecemos a Dios que nosotros tengamos esta arma, en vez de nuestros enemigos; y rogamos que Él pueda guiarnos para utilizarla a Su manera y con Sus propósitos”. O un programa con el senador James E. Van Sant [durante la guerra de Corea] que exhorta a lanzar ataques nucleares contra varias ciudades de Corea del Norte y la región de Manchuria, en China. Dice que Estados Unidos podría “destruir” y “contaminar” a “blancos” norcoreanos.
Vemos cómo llevaron a cabo 67 pruebas nucleares en las islas Marshall en el Pacífico, en particular en la isla de Bikini, entre 1946 y 1958 (American Journal of Health). Vemos a los isleños expuestos a grandes dosis de que han perdido el pelo y tienen la piel manchada. Un corresponsal explica que esos son los únicos problemas, a menos que contraigan enfermedades en el futuro. Hoy, unos 50 años más tarde, hay un alto índice de niños que nacen muertos, abortos espontáneos, y cáncer en las islas Marshall debido a la radiación. Atomic Cafe muestra a los soldados obligados a participar en las pruebas atómicas de los años 50 en Nevada. Tienen “chapas” de radiación que determinan si “recibieron una dosis letal”, como describe un reportero.
También vemos las películas propagandísticas del gobierno para fomentar patriotismo durante la guerra fría con escenas de un ataque nuclear contra Estados Unidos. Vemos a los estudiantes que se escondían debajo de sus pupitres en simulacros de ataque nuclear. Otras películas exhortan a todas las familias a construir refugios antiaéreos. Una muestra a un niño en bicicleta con traje de radiación que le cubre todo el cuerpo y gafas protectoras oscuras que parece un extraterrestre.
Son imágenes desgarradoras. Se ve que Estados Unidos es una potencia nuclear sanguinaria, lista a atacar a cualquiera que esté dispuesto a desafiarlo. Esto es muy pertinente para entender la situación mundial de hoy, cuando es la mayor potencia militar, con el mayor arsenal de armas de destrucción masiva, y sigue amenazando al mundo.
Atomic Cafe nos abre los ojos e inquieta. Hay que verla.
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