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Revolución #68, 5 de noviembre de 2006

El gobierno ataca al periodista Josh Wolf

Josh Wolf

Josh Wolf, reportero, videógrafo y activista político, lleva dos meses en un penal federal por no dar testimonio ante un gran jurado ni entregar un video que filmó de una protesta en julio de 2005 contra la cumbre de los G-8 en San Francisco. Lo pueden tener preso hasta julio del año entrante, cuando vence el gran jurado. Este es un ejemplo de los extremos a los que llegará el gobierno para silenciar e intimidar a los periodistas que dicen la verdad.

Wolf filmó la protesta, convocada por el grupo Anarchist Action, y puso segmentos en su blog y en el portal de Indymedia. También se los ofreció a los canales de televisión. En el video se ve a los manifestantes marchar por la calle con estandartes de “La guerra es el síntoma, el capitalismo es la enfermedad” y “Destruir la máquina de guerra”, y a la policía amenazar con arrestarlos si no se suben a la acera. Se ve a un policía sentado encima de un manifestante apretándole el cuello y a otro apuntar con dos pistolas a los demás para que se alejen. Se ve a la policía dispersar a la multitud, empujar a los que se van y decirles: “Váyanse o les vuelo la tapa de los sesos” y “Soy agente federal, hijueputa”.

Después de la manifestación, dos agentes del FBI llegaron al apartamento de Wolf y le hicieron preguntas acerca del movimiento anarquista en San Francisco y alrededores. Le mandaron entregar todo el video que filmó pero, tras hablar con su abogado, Wolf dijo que no.

Es muy inusual que el gobierno federal se meta en una acción judicial contra una manifestación local. El Equipo Conjunto Antiterrorista se metió con el pretexto de que, según la policía, unos manifestantes trataron de quemar una radiopatrulla (el único daño fue que le rompieron una luz trasera). El gobierno dice que, como el departamento de policía recibe fondos federales, fue un “ataque contra propiedad federal”.

En realidad, esto es parte de un patrón general de usar las nuevas leyes federales “antiterroristas” para interponer acciones judiciales contra lo que normalmente serían juicios locales. Dado que es un gran jurado federal, no se aplican las leyes de California que normalmente amparan a los periodistas.

Un gran jurado es un tribunal especial que se reúne en secreto para investigar delitos y dictar acusaciones. En ellos no pueden participar el público, los medios ni abogados defensores. Una persona citada a dar testimonio tiene muy pocos derechos de negarse a contestar. El gobierno ha usado el gran jurado muchas veces contra el pueblo a lo largo de los años. Asimismo, muchas veces los llamados a comparecer se han negado a dar testimonio.

En una entrevista en línea que le hizo CNET, Wolf habló de lo que cree que pasaría ante el gran jurado: “Me dirían: ‘¿Conoce a esta o aquella persona?’. Luego obligarían a esas personas a dar testimonio, como hizo el Comité de la Cámara sobre Actividades Antiamericanas [de McCarthy] para crear una lista de comunistas”.

Dijo que se negó a entregar el video porque sería actuar como brazo de la policía y perjudicaría sus relaciones con sus fuentes de información.

Kevin Ryan, el fiscal federal de San Francisco encargado del caso de Wolf, ha convocado en varias ocasiones un gran jurado para atacar militantes políticos. En el 2003, mandó comparecer ante un gran jurado a antiguos militantes del Partido Pantera Negra de todo el país, supuestamente para investigar actividades de hace más de 30 años. Según los informes periodísticos, Ryan tenía jurisdicción debido a una cláusula de la Ley Patriota contra el terrorismo, aunque el atentado en cuestión ni siquiera ocurrió en propiedad federal.

Martin Garbus, abogado de Wolf, puso al descubierto los motivos políticos del ataque cuando dijo que el video no tiene nada que ver con el daño a la radiopatrulla. Le dijo al San Francisco Chronicle que el video tiene entrevistas a 10 manifestantes que se quitaron la máscara para hablar con él.

“Esperaban que les protegiera la identidad, y eso es lo que está haciendo”, dijo. “Cuando se quitan la máscara y hablan con él, es porque creen que no los mostrará en un lugar hostil”, como un gran jurado.

Wolf ha recibido apoyo de muchos periodistas y otras personas. La Sociedad de Periodistas Profesionales le dio una beca de $30,000, la mayor cantidad que ha dado. Su presidente, Dave Carlson, dijo: “Tenemos que ponernos firmes y rechazar los repetidos esfuerzos del gobierno de cambiar el papel de los periodistas de observadores independientes a agentes de policía”.

En un comunicado de prensa, Reporteros sin Fronteras dijo: “Enviar a la cárcel a este periodista porque ha protegido sus informaciones constituye, a la vez, una grave violación de la libertad de prensa y una negación de la Primera Enmienda de la Constitución. Los periodistas no son ni auxiliares de la justicia, ni auxiliares de la policía”.

Judith Miller, corresponsal del New York Times que pasó 85 días en la cárcel por no dar testimonio ante un gran jurado que investigaba cómo se divulgó el nombre de un agente de la CIA, dijo: “Temo que el caso de Josh Wolf, mi caso y el de otros periodistas tengan el efecto de sembrar miedo en los medios y las fuentes”.

En los últimos meses el gobierno de Bush ha atacado a varios periodistas que lo han criticado. Hasta amenazó acusar de traición al New York Times, un bastión del ala liberal de la clase dominante, porque publicó detalles de un programa secreto de investigación de transacciones bancarias de miles de estadounidenses.

En una carta en su blog a sus partidarios, Wolf escribió: “Los mundos inquietantes de George Orwell y Aldous Huxley se han vuelto realidad… Ya es más que hora de despertar. No se puede seguir tomando una siesta y esperar que no sea demasiado tarde. Hagan lo que hagan, no sucumban a la noción de que no se puede hacer nada; es otra forma de cobardía. No pueden fracasar si no tratan de hacer algo, y siempre existe la posibilidad de que tengan éxito”.

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