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Revolución #68, 5 de noviembre de 2006
Oaxaca, México: Policía federal ataca a rebelión
Al cierre de esta edición, la situación en Oaxaca está que arde. El domingo 29, La Jornada informó que la Policía Federal Preventiva (PFP) entró al zócalo de la ciudad de Oaxaca por la tarde, barrió barricadas y atacó a la multitud con tanquetas que disparan chorros de agua a presión. Docenas han sido detenidos. Indymedia (México) informa que la PFP golpeaba al avanzar. Se informa que la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) se defendió y sigue en control de centro del zócalo mientras que la PFP empieza a ocupar los edificios que estaban ocupados por la APPO. Flavio Sosa, vocero de la APPO, le dijo a La Jornada que no confrontará a la PFP, pero que tampoco estaban “dispuestos a entregar la ciudad”. Señaló que la PFP pretende provocar un incidente para justificar un ataque violento. La Jornada también informa que los manifestantes están resistiendo y quemando llantas y lanzando piedras. Ya se han dado protestas en la ciudad de México y se han hecho llamados a protestar ante embajadas mexicanas en muchas ciudades y países. Revcom.us publicará más información a medida que se desarrolle la situación.
“Con el corazón en la mano les decimos: es ahora o nunca…”
Mensaje de los 21 huelguistas de hambre de Oaxaca frente al Senado en
el Distrito Federal a los combatientes de las barricadas de Oaxaca
Al cierre de esta edición 4,000 agentes de la Policía Federal Preventiva (PFP) han llegado a Oaxaca a sofocar en sangre la rebelión popular que demanda la renuncia del gobernador estatal Ulises Ruiz Ortiz (URO). El gobierno federal despachó a la PFP porque no puede permitir que se siente el precedente de que un movimiento popular saque del poder a un tirano a quien respalda la fuerza del estado. El presidente ha ordenado al pueblo “que entregue inmediatamente calles, plazas, edificios públicos y bienes de propiedad privada”. Pero el pueblo ha redoblado la vigilancia de las barricadas.
Desde hace meses URO saltaba de impaciencia por que esto se resolviera con sangre y una invasión de la PFP y el ejército. Quedan 36 días antes de la toma de posesión de Felipe Calderón el 1º de diciembre. Calderón es el candidato del derechista Partido Acción Nacional (PAN), a quien declaró ganador de unas elecciones altamente fraudulentas el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación el 5 de septiembre. Lidiar con las consecuencias de una masacre no es lo que le gustaría hacer a Calderón al inicio de su gobierno. El gobierno prefería que URO renunciara y, por otro lado, dividir y aislar a los sectores más conscientes y resueltos del sindicato de maestros que quieren ampliar la lucha. El jueves 26 de octubre, el gobierno y un sector de los maestros que accedió a regresar a clases acordaron un “compromiso de un regreso a la normalidad”. Con eso, el gobierno esperaba aislar a los sectores radicales y que la lucha se fuera agotando.
Pero todo cambió el viernes por la tarde. El sector más radical de los maestros y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) tomaron la ofensiva, y URO mandó sus sicarios a atacar con armas de grueso calibre y ametralladoras.
La APPO le dio a URO como ultimátum el 27 de octubre, y colocó más de 1,000 barricadas por todo el estado y bloqueó las entradas al estado. En la ciudad de Oaxaca cerraron los negocios y se paralizó el transporte público. Antes de las 4 de la tarde, los sicarios de URO atacaron de manera simultánea en 15 barricadas. Mataron a balazos al periodista Brad Will de Indymedia cuando filmaba, y a Saúl Díaz, Jorge Hernández Hernández y el maestro Juan Andrés Robles Juárez. A pesar de que los asaltantes estaban armados, los vecinos salieron con objetos caseros a defenderse y rodearon la pandilla de 40 sicarios afiliados con el gobierno municipal de Santa Lucía, una subdivisión de la capital. “Aquí no hay miedo, hay coraje y a ellos (los priístas) se les tienen que acabar sus balas y entonces responderemos”. El viernes también arrestaron a 20 maestros, 13 de los cuales tenían heridas de bala, y desaparecieron a 50 personas.
Ahora el gobierno federal ha aprovechado este violento ataque como pretexto para una invasión. URO y la prensa amarilla dicen que la APPO atacó, pero los informes de prensa contienen fotos de policías y empleados municipales disparando desde vehículos y balcones. La oficina de la presidencia anunció en un comunicado: “En respuesta a los acontecimientos ocurridos en la ciudad de Oaxaca, los cuales atentan contra el orden y la paz de los ciudadanos del lugar, el presidente Vicente Fox ordenó la movilización de fuerzas federales a esa ciudad”.
La invasión de Oaxaca no se puede justificar en nombre del pueblo, pues la voluntad del pueblo se ha visto claramente en la amplia unidad que ha forjado el movimiento. Por ejemplo, el conocido pintor Francisco Toledo lo apoya (por lo que su casa fue acribillada), la gente de negocios ha empezado a negociar con la APPO y esta ha formado organizaciones en 23 estados mexicanos y tres ciudades de Estados Unidos. Un líder indígena dijo en las páginas de La Jornada que si bien la parte visible del movimiento está en la capital, las comunidades indígenas de la Sierra Norte y Sur, de Mixe, Mazateca, la Cuenca y el Valle Central son una reserva de resistencia y apoyo.
Hace unos días llegó a la ciudad de Oaxaca una marcha de zapotecas que empezó en la comunidad Yalálag de la sierra, que viene librando una lucha tenaz por la autonomía. Miembros de otras comunidades se plegaron a la marcha al pasar por sus comunidades. A la cabeza iba doña Eulalia, una señora de 90 años, que habló en su idioma natal zapoteca. Dijo que fueron a “demostrar su dignidad” y a denunciar a un grupo de dirigentes indígenas de la Sierra Norte que habían firmado una declaración de apoyo a URO. Doña Eulalia les dijo a los maestros que los pueblos de la sierra jamás apoyarán a URO y les pidió “tener el valor de no retroceder y no cejar hasta que caiga”.
Desde hace unas semanas el gobierno ha estado presionando a los maestros por medio de amenazas y asesinatos para que regresen a clases, y finalmente les prometió un aumento salarial con la condición de que suspendieran la huelga. Los salarios de los maestros de Oaxaca son de los peores del país. La salvaje represión de la huelga de los maestros llevó a la fundación de la APPO, que agrupa a 350 organizaciones sociales. Si bien en un principio los maestros luchaban por un aumento salarial, adoptaron la demanda de la APPO de seguir en huelga y mantener la lucha hasta que URO renunciara. Pero en las últimas semanas han empezado a verse contradicciones y el gobierno ha tratado de aprovecharlas para dividirlos.
El presidente Fox le ha ofrecido a URO un puesto en el gobierno federal para que salga del estado sin parecer que el movimiento popular lo sacó. Felipe Calderón no ha dicho nada ante los asesinatos, las detenciones injustas y ataques paramilitares contra los indígenas, y caracteriza la huelga de maestros como una terrible violación de los derechos de los niños que perjudica el potencial económico de ese estado pobre.
El día de la toma de posesión de Calderón, el 1º de diciembre, un día importante para demostrar que el gobierno tiene legitimidad, la APPO ha convocado a una “insurrección pacífica” por todo el país.
La crisis de legitimidad del gobierno se ha profundizado con las vueltas y revueltas de esta crisis. Ante los ojos del mundo, y especialmente tras la crisis electoral y las protestas de millones de personas contra las fraudulentas elecciones, la incapacidad o la renuencia del gobierno a destituir a un odiado tirano mafioso ha puesto a la vista de todos la naturaleza moribunda y podrida del sistema. El odiado presidente electo del PAN solo podrá asumir el poder con el apoyo del Partido Revolucionario Institucional (PRI). La toma de posesión de Calderón está en peligro, y necesita resolver la crisis antes del 1º de diciembre sin que perdure una rebelión en el sur o una legislatura fracturada y dividida. Esa situación condiciona todo lo que hace el PAN. El PRI ha defendido incondicionalmente a URO y ni el PAN ni el presidente Fox quieren perjudicar esa alianza obligándolo a renunciar.
El gobierno no ha querido echar a URO por razones más profundas. Los tres partidos, el PAN, el PRI y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), son representantes de los terratenientes, la gran burguesía y la burguesía compradora que explotan y oprimen a los mexicanos. Defienden el podrido sistema semifeudal y capitalista sometido y ligado al imperialismo estadounidense. Los tres partidos están sometidos a las relaciones económicas y sociales que sirven al imperialismo y que han arruinado al campesinado y llevado a la emigración al norte o a los cinturones de miseria de las ciudades grandes. El estilo mafioso de URO y sus paramilitares y burócratas corruptos y asesinos son necesarios para reprimir al pueblo e imponer la modernización y la reestructuración que exigen los imperialistas, como el Plan Puebla-Panamá. Este plan busca eliminar las barreras a una mayor penetración económica y explotación imperialista de los nueve estados al sur de Puebla y de Centroamérica. Los tres partidos (incluido el PRD y su líder Andrés Manuel López Obrador) apoyan dicho plan, pero será la muerte para los indígenas.
En la segunda semana de octubre, se formó una comisión del Senado, compuesta por dos representantes de cada uno de los tres partidos, con el fin de investigar la situación en Oaxaca. Existía la esperanza de que la comisión dictaminara que el gobierno no está funcionando y declarara la desaparición de poderes para resolver la crisis. URO aparece mucho en la tele y por la radio, aunque se mantiene en secreto su residencia u oficina de gobierno. Se traslada por helicóptero, pero a la hora o el lugar que llegue, siempre le esperan protestas. Para comprobar que su gobierno estaba funcionando, los lacayos de URO les entregaron a los senadores cajas de documentos. Se reunieron en un hangar en el aeropuerto al lado del helicóptero que en junio lanzó gas lacrimógeno contra los maestros en el zócalo. Como en una película de espionaje, tres senadores se reunieron con el secretario de Gobernación del estado en una taquería a las 2 de la mañana para recibir más documentos.
Los senadores fueron a las barricadas de la APPO y escucharon el testimonio de personas que les presentaron casquillos de balas y de gases lacrimógenos que recogieron del ataque a los maestros en junio. Escucharon por varias horas el testimonio de indígenas sobre ataques de los paramilitares de URO y de detenciones ilegales. Escucharon que en el 2004, unas pocas semanas después de que URO entró a la gobernación, mandó 250 policías a cercar y abrir fuego contra un pueblo que formó una organización para impedir la destrucción de los bosques aledaños. Los vecinos acudieron a la comisión federal de derechos humanos y los representantes de URO les fijaron una cita para reunirse con él, pero al salir los arrestaron en el estacionamiento. Muchos artistas e intelectuales dieron testimonio por varias horas ante los senadores sobre la destrucción del patrimonio de Oaxaca por URO. Contaron que mandó aplanadoras al zócalo a destruir los adoquines, la fuente y árboles centenarios.
Cuando regresaron a la ciudad de México y el Senado se puso a considerar la disolución de poderes en Oaxaca, unos soldados vestidos de civil mataron a Alejandro García Hernández cuando fue a llevar comida a las barricadas con su esposa e hijos. Estaba cargo de la seguridad de las barricadas y era presidente de su colonia. Le dispararon desde un carro, que los maestros llaman “la caravana de la muerte”, y gritaron “¡Viva URO!”. A uno de los matones se le cayó la cartera y en esta estaba su identificación militar. En el entierro, el suegro de Alejandro dijo: “Que lo sepan en el Senado, que no sean ciegos: aquí en Oaxaca hay sicarios y los ocho muertos en la lucha reclaman justicia”.
El 15 de octubre enterraron a Alejandro García tras una manifestación en el zócalo. Otra vez habló el suegro de Alejandro: “Los que teníamos miedo aquí estamos, pero la rabia indigna mi persona. ¡Si nos matan a uno, nacemos 10! Que en todos nosotros hay un radical más. ¡Hoy me siento radical!”, exclamó en referencia al comentario de URO, quien atribuyó el movimiento a “un grupo de radicales”. Otro señor comentó: “no estamos indignados unos cuantos, somos todos los oaxaqueños”.
En el Senado no hubo más que poses y tramoyas. Cuando la comisión dio a conocer el resultado de su investigación, señaló que “es claro que la permanencia del titular del Poder Ejecutivo del Estado no otorga las condiciones suficientes que coadyuven a restablecer la normalidad”, pero prefirió declarar que no tenía poder constitucional para hacer nada. En medio de todo eso, el PRD habló de los derechos del pueblo y pidió la renuncia de URO, pero cuando quedó claro que esa propuesta no se aprobaría, no se apoderó del podio ni movilizó al pueblo a las calles como cuando el Tribunal Electoral declaró que AMLO no ganó las elecciones. El PRD y el movimiento de AMLO “Por el bien de todos, los pobres primero” no están a favor de que los pobres se salgan de la arena electoral y tomen las cosas en sus propias manos. AMLO no apoya al movimiento popular de Oaxaca y cuando todo esto estaba pasando él se paseaba por su estado natal de Tabasco en campaña por el candidato de su partido, que perdió.
La necesidad de la revolución en México
Luis Hernández Navarro escribió en La Jornada: “En la lucha encontraron un lugar y una identidad aquellos que no tienen futuro. Los jóvenes punk y los desempleados, los excluidos que no han emigrado a Estados Unidos, al valle de San Quintín (Baja California) o la periferia de la ciudad de México han encontrado en la protesta un espacio de dignidad y la posibilidad de hacerse de un lugar en el mundo. Su radicalidad es notable, como también su arrojo”.
No es difícil imaginar que los auténticos comunistas de México, junto con jóvenes radicales desposeídos como estos y los campesinos que bajaron de la sierra para unirse a la lucha y dar a conocer su deseo de ideas nuevas, adopten una ideología científica liberadora, aborden los interrogantes suscitados por esta lucha y decidan cómo avanzar. Esto podría contribuir a una auténtica revolución de amplio impacto que se responsabilice de liberar a México y luchar junto con nosotros aquí y los pueblos de todo el mundo para liberar a la humanidad.
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