Issue and Date
Revolución #73, 17 de diciembre de 2006
Asesinato policial: ¿Cuál es el problema? ¿Y cuál es la verdadera solución?
¿Cómo salir de esta situación en que la policía mata a balazos a jóvenes negros, latinos y de otras nacionalidades oprimidas? ¿En que hay más de dos millones de presos en este país, supuestamente el “mejor del mundo”?
¿Por medio de “comprarles a los negros” o de hacer una revolución?
Ahorita la gente tiene mucho coraje por el asesinato de Sean Bell. ¿Cuántos más tienen que morir? ¿Cuántos más se sumarán al sinnúmero de víctimas, a los millones de seres humanos masacrados en el viaje de África a la esclavitud, a los miles linchados en los tiempos de segregación racial oficial, a los que ahora mueren asesinados a manos de la policía en las urbes, una y otra vez?
¿Cuándo se romperá esta cadena de esclavización, explotación y encarcelamiento masivo? ¿Y cómo se logrará de verdad? Esto se está debatiendo en estos días con mucha más urgencia que en “tiempos normales”.
Algunos dicen que una solución es que los negros deben boicotear los negocios que no son de negros y gastar su dinero en los negocios de negros. Quieren fortalecer la clase de “pequeños empresarios” (o sea, capitalistas) negros.
Pero esto, ¿adónde nos lleva? Esos pequeños capitalistas tienen que explotar a la gente para sobrevivir. ¿A qué gente creen que explotarán? Tienen que pedir a los bancos e instituciones financieras grandes préstamos y otras formas de financiamiento. ¿Quién controla los bancos y con qué fines? Tienen que competir entre ellos, porque “sobrevive solo el más cabrón”. Todo eso los obligará a ocupar todo el poder que acumulen para extender y defender esa explotación, y fortalecer su posición en la competencia feroz. Y tienen que hacer todo eso como parte de un imperio internacional que se ceba del sudor y sangre del pueblo del mundo entero. ¿Quién diablos quiere ser parte de eso ? NO es que los capitalistas sean el enemigo; en realidad, este sistema racista los aplasta a ellos y se debe forjar unidad con ellos cuando oponen resistencia a la discriminación y luchan contra el sistema. En la lucha contra la brutalidad policial, y el sistema en general, debemos unirnos con los que promueven y siguen esa estrategia. Pero la pura verdad es que el camino capitalista no lleva a la liberación.
Piénsenlo así: si uno está enfermo, necesita saber lo que lo está enfermando. No puede tratar el cáncer del estómago como si fuera una infección intestinal. Le hace falta un diagnóstico correcto y luego, sin lugar a dudas, el remedio apropiado.
“Comprarles a los negros” puede parecer fácil, lógico o que tiene sentido común, pero no cura la enfermedad. La enfermedad que aflige y que tanto ha hecho sufrir al pueblo durante cientos de años es el capitalismo: el sistema que vive de la ley de ganancias antes que nada.
El capitalismo fomentó la esclavitud en primer lugar y después se cebó del trabajo de los esclavos. Después mantuvo a los negros en las plantaciones como aparceros, hasta que le resultó más lucrativo mecanizar la agricultura y correrlos de la tierra, para explotarlos en las industrias urbanas como empleados de bajos ingresos, los últimos para contratar y los primeros para echar. Luego el capitalismo los echó de la industria cuando encontró en otra parte más ganancias, y lanzó a la juventud de hoy en una vida donde le toca, por turnos, el crimen, la prisión y los trabajos mal pagados. El capitalismo generó y fortaleció las instituciones políticas y sociales sanguinarias de supremacía blanca y las ideas racistas igualmente sanguinarias que siguen definiendo la dichosa “civilización estadounidense”. Hoy el capitalismo no tiene nada que ofrecer a la juventud más que la droga o a la religión, y las dos son un callejón sin salida. Y las ideas y programas de los que actualmente están al mando del sistema capitalista tienen, definitivamente, un elemento y una lógica genocida contra los negros.
No se pueden curar las infamias del capitalismo con más capitalismo.
El pueblo necesita una onda bien nueva, algo radicalmente y fundamentalmente distinto. Una ruptura radical que arrancará de raíz todo el sistema económico y político que produjo y sigue produciendo esta opresión, en vez de tratar de superarse dentro de ella. Que construirá un nuevo poder estatal comprometido a eliminar toda opresión —y, como parte crucial de eso, la opresión del pueblo negro y de otras minorías— y que da pasos gigantescos en toda esfera social para realizar avances inmediatos en eso. Una sociedad donde la dirección alienta y fomenta el debate y el disentimiento, como una parte clave de llegar a la verdad, transformar el mundo y crear una sociedad en la cual la gente respira y se desarrolla plenamente. Donde la dirección dirige todo eso de manera que apoya y ayuda a la gente a crear nuevas ideas e instituciones basadas en la VERDAD. Ideas e instituciones que dicen ¡basta! de ricos que joden a los pobres; de la opresión de los de color por los blancos; de la opresión de la mujer por el hombre. ¡Basta! de que un grupo controle la riqueza y el poder y obligue a los demás a trabajar como esclavos para hacerlos cada vez más ricos y poderosos. ¡Basta! de las mentiras que lo justifican.
No, no se cura el capitalismo con más capitalismo, se cura con la revolución: una revolución comunista, que erradica todo lo reaccionario.
Es una solución dura, pero es la única, y hay una manera de lograrla y una manera de resolver los problemas para saber cómo hacerla. Hay mucho que estudiar y discutir sobre la respuesta revolucionaria, y muchas más cuestiones a las cuales todos debemos buscar el enfoque correcto.
Checa este Partido y a su presidente, Bob Avakian, y si ya lo checaste, arrímate más. Trabaja con él, constrúyelo, súmate: hay trabajo que hacer y un mundo que ganar.
Basta de competencias: ¡SÉ UN EMANCIPADOR DE LA HUMANIDAD!
Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.