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Revolución #77, 28 de enero de 2007

Hay que ver

El buen alemán, El buen pastor … y ¿”El buen estadounidense”?

Dos películas “interrogan” los mitos estadounidenses sobre la II Guerra Mundial

A nuestros lectores recomendamos mucho que vean The Good German (El buen alemán) y The Good Shepherd (El buen pastor), dos películas actuales que plantean importantes cuestiones al mismo tiempo que tienen un fuerte impacto artístico.

The Good German , con George Clooney y Cate Blanchett, especialmente provocó la furia de la mayoría de los críticos. Vayan a verla ahora y hagan correr la voz, antes de que logren correrla de los cines. Es del estilo “film noir” (cine negro) de Hollywood de los años 40. Típicamente (aunque no siempre) trataba de la investigación de un crimen: un detective con fallas se encargaba de un caso aparentemente sencillo que resultaba --con el desarrollo del argumento-- un enredo de fuerzas jamás sospechadas y motivos engañosos y difíciles de descubrir. Steven Soderbergh, el director, “lo logra”; adopta la iluminación, el estilo de actuación y hasta la música de la época de modo que hace recordar ese género cinematográfico. Clooney y especialmente Blanchett sistemáticamente convencen con los papeles que desempeñan. En vez de ser solamente un experimento estilístico, la forma contribuye a profundizar y darle dimensiones al contenido.

Lo que distingue la película y le da tanto valor (y, sospechamos, lo que en realidad ha provocado la cólera de los críticos que representan la corriente dominante, especialmente el del New York Times ) es la manera en que este género se utiliza como marco artístico para contar la historia de las intrigas de las grandes potencias (Estados Unidos en particular) en Alemania después de la rendición alemana cerca del fin de la II Guerra Mundial. Eso toca uno de los nervios más sensibles de la política e ideología estadounidenses: el papel y los motivos de Estados Unidos en lo que casi universalmente se considera “la guerra buena” (la II Guerra Mundial) han formado una piedra angular de la cultura estadounidense durante muchos años, con el especial apoyo de Hollywood, que a finales de la década pasada produjo las películas de “la más grande generación”. Hoy forma un “acuerdo básico” del discurso político, como se ve en las comparaciones constantes de la “guerra contra el terror” con la II Guerra Mundial. Para no revelar más del argumento y las muchas dimensiones de la película, nos limitamos a decir que tiene una perspectiva diferente. Dado lo esencial del “discurso dominante” sobre la II Guerra Mundial para la política de casi todo el país, la película toca inquietudes muy contemporáneas y provoca todo tipo de cuestionamiento. Repetimos: vayan a verla, ahora.

También está circulando The Good Shepherd , con la dirección de Robert De Niro y el guión de Eric Roth, quien aparentemente navegó más de una década para encontrar un estudio de cine dispuesto a producirla. Matt Damon desempeña el papel de un graduado de Yale que participa en la fundación de lo que se convertiría en la CIA durante la II Guerra Mundial y se mantiene hasta la invasión estadounidense de Cuba en 1961. De Niro y Roth, utilizando un estilo completamente diferente a The Good German , también logran hacer una película que obliga al público a examinar lo que se ha dado por sentado sobre la “bondad” e inocencia estadounidense, en este caso respecto a la II Guerra Mundial y principalmente la “guerra fría”. La guerra fría duró de 1945 a 1989, y dos aspectos de ella forman el “telón de fondo” de The Good Shepherd . Primero, Estados Unidos utilizó extrema violencia contra las naciones oprimidas de América Latina, África y Asia, muchas de las cuales luchaban por la liberación nacional. Segundo, compitió con la Unión Soviética como su rival principal. A finales de los años 40 y principios de los 50, la Unión Soviética era socialista y, como tal, era un baluarte de la oposición mundial a Estados Unidos para los pueblos que luchaban por la revolución socialista o la liberación nacional. A mediados de los años 50, con la restauración del capitalismo en la Unión Soviética, el conflicto entre Estados Unidos y la URSS se convirtió en uno entre dos potencias imperialistas (mientras por todo el mundo ardían las luchas de liberación nacional). Pero durante todo ese período de la posguerra, la CIA era una fuerza clave para promover los intereses estadounidenses en los dos aspectos, con tácticas extremadamente violentas e inescrupulosas.

Cómo hicieron eso, y la manera en que lo hicieron en ese entonces está relacionado con lo que están haciendo hoy, se entretejen en el argumento de esta impactante película. Se cuestiona mucho: lo que se ha supuesto y lo “acordado” de quiénes son los “buenos”, quién tiene el “derecho” de tomar cuáles medidas… quién es moral y quién no lo es, y la relación entre los fines y los medios… dónde está la verdad, al fin de cuentas, y cómo buscarla.

Que quede claro: estas películas son obras de arte, no libros de texto, y como arte triunfan. Pero también como arte plantean con seriedad cuestiones de historia y moral en un tiempo cuando dichas cuestiones se debaten con urgencia, un tiempo que se perfila como una época igual de decisiva, en su propia manera, para las décadas por venir como el período de posguerra que tratan estas películas.

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