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Revolución #80, 4 de marzo de 2007
Relatos de estudiantes de inglés
"¿Cuándo vamos a vivir libres de la persecución?"
Los siguientes relatos sobre las redadas contra migrantes por el ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) los escribieron estudiantes de Inglés como Segundo Idioma del Área de la Bahía de San Francisco:
La familia O. fue víctima de las redadas de la Migra. La señora O. ya estaba de salida para trabajar cuando los agentes del ICE la pararon y le preguntaron de cierta persona. Dijeron que eran policías pero no le mostraron ninguna identificación. La señora contestó: “No conozco a nadie con ese nombre”.
Luego le hicieron muchas otras preguntas. Contestó: “No hablo mucho inglés, déjenme preguntar a mi esposo”. Trató de entrar en la casa, pero los agentes agarraron la puerta y se metieron. Empezaron a buscar a más personas. Abrieron las puertas de todos los cuartos. En la casa estaban dos niños y el señor O., todos dormidos. Se despertaron espantados cuando los agentes prendieron las luces en la cara de los niños.
Arrestaron al señor y la señora e iban a llevarse a los niños al Servicio de Protección de Menores. El señor O. llamó a unos parientes para que fueran a recoger a los niños. Al señor y la señora se los llevaron a las oficinas de inmigración en San Francisco, donde los encarcelaron. De allí los trasladaron a Tucson, Arizona. La señora dijo: “Es terrible estar en la cárcel. No me dieron buena comida. Los agentes nos quitaron toda la ropa. No nos dejaron usar la ropa interior propia. Solo teníamos calzoncitos y un sostén delgadito. Realmente me desesperó y me desconcertó porque no tenía comunicación con nadie ... No sabía qué estaba pasando con mis hijos, mi esposo, ni conmigo misma”.
Cuando la familia de la señora pagó la fianza, la soltaron de la cárcel por la noche. Los agentes no más la dejaron en la estación del camión de Tucson. Era terrible porque no tenía nada de dinero. Tenía miedo. Vendió los aretes para pagar un taxi hasta el aeropuerto, donde quedó esperando a su hermano que manejó desde San Pablo (California) para recogerla.
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Escuché la historia de una persona que vivió en Richmond durante muchos años. Se fue tempranito al trabajo en su bicicleta. Nunca se imaginó que ese sería el último día que viera a su familia. No me acuerdo en cuál calle pasó, pero la Migra lo paró y le hizo muchas preguntas. Les dijo la verdad sobre su estado migratorio. Lo agarraron y se lo llevaron al camión de inmigración. Lo mandaron a la cárcel en Martínez. Dos semanas más tarde lo deportaron a México. Su familia está espantada y preocupada porque violaron sus derechos y no saben qué hacer.
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Estoy escribiendo este relato por el pánico que estamos viviendo por la inmigración. Mi amiga María y una de sus hijas de 6 años están traumadas. El miércoles 31 de enero, a las 6 de la tarde, a mi amiga le sorprendieron muchos policías diciendo que tenían una órden judicial, y por miedo ella no les abrió la puerta del apartamento. Le rompieron la puerta, entraron al apartamento y revisaron todo. Le preguntaron: “¿Cuántas personas viven aquí?” y apuntaron sus nombres. Luego le dijeron a mi amiga: “Te damos unas semanas para desocupar el apartamento e irte”. ¿Qué les pueden aconsejar en estos casos a las personas en una situáción semejante? ¿Cuánto tiempo pasará para que desaparezca el trauma psicológico que padeció esa niña de 6 años? ¿Hasta cuándo vamos a vivir libres de la persecución?
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