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Revolución #83 edición electrónica fechada 25 de marzo de 2007

Nuevo informe del Southern Poverty Law Center

Trabajadores migrantes: "Casi esclavitud"

"Doce trabajadores huéspedes guatemaltecos dicen que los tomaron presos agentes de Imperial Nurseries, una de las mayores compañías mayoristas de plantas en Estados Unidos. Los reclutaron para plantar pinos en Carolina del Norte, pero cuando llegaron los llevaron a Connecticut y los obligaron a trabajar casi 80 horas a la semana en los viveros. Los metieron en un departamento sucio sin camas y en vez de pagarles los $7.50 por hora prometidos, les dieron $3.76 la hora, menos el teléfono y otros gastos".

De "Casi esclavitud: Programas de trabajadores huéspedes en Estados Unidos",
un informe del Southern Poverty Law Center

El programa federal de "trabajadores huéspedes" permite entrar a una cantidad controlada de trabajadores de otros países por un tiempo corto. No les permite quedarse a vivir en el país, traer a su familia u obtener documentos como licencia de manejar. Como parte de las medidas para controlar mejor la migración y redoblar la represión en general, unas figuras prominentes de la clase dominante piden expandir esos programas y a la vez reprimir más a los trabajadores indocumentados. En mayo de 2006, por ejemplo, Bush dijo que esos programas "satisfarán las necesidades de nuestra economía… y mejorarán nuestra seguridad porque nos permitirán saber quiénes están en el país y por qué".

Pero un nuevo informe del Southern Poverty Law Center (SPLC) muestra la brutal realidad de esos programas, que son como una forma de esclavitud. Se titula "Casi esclavitud: Programas de trabajadores huéspedes en Estados Unidos". (El informe está en la internet en inglés en splcenter.org).

Encadenados

"Casi esclavitud" calcula que trajeron a unos 121,000 trabajadores huéspedes a Estados Unidos en el 2005 para hacer trabajos "no especializados". De ellos, unos 32,000 trabajaron en agricultura y los demás (unos 89,000) en silvicultura, procesamiento de mariscos, jardinería, construcción y otras industrias no agrícolas.

El programa se llama H-2, por la visa que reciben los trabajadores (hay otra visa, H-1, para los trabajadores "calificados"). Permite entrar al país al trabajador huésped solo en condición de empleado de la compañía o el contratista que lo trajo. Lo deportará inmediatamente si deja de trabajar para esa compañía, no importa si renunció, si lo corrieron o si se lastimó y no puede trabajar. Según la ley, los trabajadores huéspedes pueden recibir uno de dos tipos de visa: la H-2A para el trabajo agrícola, que supuestamente trae más derechos y recursos legales, y la H-2B para el trabajo no agrícola. En realidad, esas distinciones no significan mucho.

Las compañías usan cada vez más reclutadores y representantes para contratar trabajadores, y hay portales de la Internet, como mexican-workers.com y labormex.com, donde pueden buscarlos. Un portal pregona que los mexicanos son “gente que tiene una fuerte ética de trabajo” y “gente alegre y amable que nos cae muy bien”.

Los reclutadores –generalmente contratados por compañías estadounidenses— van por todo Latinoamérica prometiendo trabajos en Estados Unidos. Cuando llegan a este país, muchos trabajadores ya tienen deudas de miles de dólares con los reclutadores, que piden de $2,000 a $5,000 por un período de trabajo que, según este informe, a veces ni llega a un año. Muchos tienen que recurrir a usureros y terminan pagando intereses por las nubes. A veces la familia tiene que entregar la escritura de la casa como garantía, y si el trabajador huésped renuncia a su chamba en Estados Unidos, tiene que pagar un dinero adicional para que se la devuelvan.

Con esas deudas y las limitaciones de su visa H-2, los trabajadores huéspedes básicamente están atados a la compañía. Si ponen quejas o quieren buscar otro trabajo, la compañía puede ponerlos en la “lista negra” para que no trabajen para ninguna otra compañía, o simplemente amenaza deportarlos.

En una entrevista el 15 de marzo en el programa radial Democracy Now!, Mary Bauer, autora del informe “Casi esclavitud”, dijo:

“Encontramos que el programa de trabajadores huéspedes lleva al abuso y la explotación de los trabajadores, pero no debido a unas pocas compañías abusivas y malas, sino por la propia estructura del sistema. El hecho de que los trabajadores pagan enormes cantidades de dinero y llegan a Estados Unidos con deudas aplastantes, el hecho de que luego los atan a una compañía –pues solo pueden trabajar legalmente para la compañía que los trajo—, la estructura de ese sistema lleva a que los exploten sistemáticamente en el trabajo”.

Bauer hizo un comentario importante sobre el programa de “braceros” del gobierno federal de 1942 a 1964, que trajo al país a millones de mexicanos a trabajar temporalmente en el campo. Notó que ahora muchas personas consideran que ese programa fue un “desastre de derechos humanos”, pero que en realidad tenía “protecciones laborales muy fuertes”. Señaló: “El problema fue que la estructura del sistema llevó a la misma clase de abusos que vemos ahora... Si pensamos como sociedad que se condenó rotundamente como fracaso al programa bracero, bueno, no hay razón para creer que el sistema actual es diferente. No hay razón para creer que algún programa en el futuro será diferente”.

La amenaza constante de la deportación

El informe cita a Otto Rafael Botón-González, un trabajador de bosques guatemalteco: “Cuando el supervisor veía que una persona se preparaba para dejar el trabajo debido al mal pago, nos quitaba los papeles. Rompía la visa y nos decía: ‘¿No quiere trabajar? Pues lárguese. ¿No quiere trabajar? Pues ahorita llamo a la Migra para que le quite los papeles y lo deporte’”.

Juan, que también trabaja en el bosque, dice: “El patrón se nos llevó nuestros pasaportes y los guardaba. Nos los quitó tan pronto llegamos de México. Los pedíamos y nos decía que no. Cuando nos pagaban, queríamos cambiar los cheques. El patrón decía: ‘Háblenle al chofer y se los cambiará’. No nos daban los pasaportes para cambiar los cheques. Decían que la oficina superior les mandó hacer eso”.

De acuerdo a “Casi esclavitud”, la confiscación de los pasaportes es muy común. En unos casos, destruyeron los pasaportes y convirtieron al instante a los trabajadores en “ilegales”. Muchas veces los trabajadores descubren que les han hecho deducciones por el teléfono, las herramientas, el transporte, etc.

Hay muchísimas maneras de robar y mantener endeudados a los trabajadores.

El informe dice que muchas veces prometen 40 horas de trabajo la semana o más, pero al final les dan solo 25 horas o les pagan por pieza. En la silvicultura, por ejemplo, se paga según la cantidad de arbolitos plantados al día, de $15 a $30 por cada saco de mil arbolitos. Si el trabajador planta un promedio de 1,500 arbolitos al día, recibirá de $22.50 a $45 o más por una jornada de 12 horas. Escolástico de León-Granados, un trabajador de Guatemala, dijo que generalmente gana $25 por una jornada de 13 horas, o $1.92 la hora.

Atrapados en trabajos peligrosos

Los trabajos que hacen los trabajadores huéspedes son de los más peligrosos de Estados Unidos, como la silvicultura (el más peligroso después de la minería) y la agricultura. El informe dice que la cantidad de muertos en la silvicultura y la agricultura es 10 veces mayor que el promedio nacional.

Si un trabajador huésped se lesiona en el trabajo, supuestamente tiene derecho a indemnización, pero muchas veces no se le informa de eso. Incluso si hace la solicitud, dejando de lado su temor de ser despedido e inmediatamente deportado, enfrenta muchos obstáculos. En unos estados se le permite recibir los beneficios solamente si se queda en el estado donde se lesionó, y en otros casos se le quitan los beneficios cuando sale del país.

La experiencia hoy de los trabajadores huéspedes y la de los aparceros negros después de la guerra de la Secesión y el fin de la esclavitud en el Sur es muy parecida. Hablando estrictamente, los aparceros negros eran “libres”, pero los terratenientes intencionalmente les amontonaban deudas y los obligaban a seguir labrando la tierra. Los apareceros tenían que pagar las herramientas y las semillas, y los engañaban para quitarles el dinero de las cosechas. De la misma manera, los trabajadores huéspedes tienen deudas agobiantes, condiciones de trabajo mortales, el robo flagrante de sus sueldos y la amenaza constante de que los despidan.

Mujeres: Acosadas y violadas

Las trabajadoras huéspedes encima sufren opresión por ser mujer. El informe del SPLC dice: “Muchas mujeres han reportado grave acoso sexual en el trabajo. No hay estudios que cuantifiquen este problema entre las trabajadoras huéspedes. Sin embargo, en una encuesta de trabajadoras agrícolas en California en 1993, más del 90% afirmaron que el acoso sexual es un serio problema en el trabajo”.

El SPLC informa que en 1995 la Comisión de Igualdad de Oportunidades en el Empleo (EEOC) visitó sembradíos en Fresno, California. Encontró que los trabajadores llamaban los campos de una compañía el fil del calzón, por las muchas trabajadoras violadas por los capataces en medio de los sembrados. Un abogado de EEOC que participó en la gira dijo: “Nos dijeron que cientos, hasta miles, de mujeres tenían que tener relaciones sexuales con los supervisores para conseguir empleo o no perderlo, y/o aguantaban el constante manoseo, toqueteo y peticiones sexuales de los supervisores”.

El SPLC cuenta la historia de Martina, una trabajadora huésped mexicana:

"Vino a Estados Unidos con una visa H-2B para preparar cangrejos. Sabía por sus empleos previos que siempre contratan a hombres para preparar el ostión y a mujeres para el cangrejo, y que pagan mejor a los hombres. Un año la trajeron en la temporada del ostión. Cuando bajó del avión, la recogió el gerente principal y le hizo entender que la habían contratado para ser su amante”.

Secuestrados y amenazados

Hernán vino a Estados Unidos en septiembre del año pasado con un grupo de seis trabajadores huéspedes mexicanos contratados para la silvicultura en Arkansas. El patrón les quitó los pasaportes y visas “para sacar copias” y no se los devolvió. Se los llevaron a otro estado, Louisiana, donde su vivienda era una casa abandonada sin puerta y solo unos vidrios rotos en las ventanas. Les pagaron $70 por dos semanas de trabajar 12 horas al día en la cosecha del camote. Cuando se quejaron, el contratista les exigió $1,600 para devolverles los pasaportes. Como no pudieron pagar, huyeron sin quincena ni pasaporte. Entonces el contratista llamó por teléfono a las esposas en México y amenazó con denunciarlos a la Migra si no le pagaban $2,000.

El informe del SPLC cita una demanda en Carolina del Norte entablada por un grupo de trabajadores tailandeses, que pagaron $11,000 cada uno por un contrato de tres años de trabajo agrícola. En cuanto llegaron, el contratista les quitó los pasaportes, visas y boletos de regreso. Después de dos meses, a algunos los trasladaron a Nueva Orleáns para limpiar los daños del huracán Katrina. Los albergaron en hoteles dañados, uno lleno de moho, sin luz ni agua caliente. Tenían que cocinar con agua contaminada lodosa (y posiblemente tóxica). Según el informe: “A los trabajadores los vigilaba un hombre armado. Como no les pagaron nada por su trabajo, no tenían dinero para comprar comida. Al último, a algunos los trasladaron de nuevo a Carolina del Norte. Los que se quedaron en Nueva Orleáns lograron escaparse con la ayuda de lugareños que supieron de su situación”.

“Nos han tratado como animales”

Hace poco se descubrió la situación horrorosa de cientos de trabajadores huéspedes de India en un astillero en Mississippi, porque decidieron protestar. En una declaración el 11 de marzo afirmaron:

“Somos más de 300 trabajadores de India en Pascagoula, Mississippi. Vinimos de distintas regiones de India con visas H2B para trabajar como soldadores y operarios... Pagamos de $15,000 a $20,000 para venir a Estados Unidos. Lo pagamos a un abogado estadounidense que representaba los intereses de la compañía y los reclutadores de India. Tenemos pruebas de estos pagos. Para muchos, son nuestros ahorros de toda una vida en India. Todos vendimos nuestras propiedades y casas para venir a trabajar para Signal.

“Aquí nos han tratado como animales. Nos han amenazado con despedirnos y reducirnos el sueldo. Vivimos aislados. No se permiten visitas en los campamentos. Vivimos 24 hombres en un solo contenedor, con dos baños para todos. No se nos permite presentar quejas a la compañía”.

La compañía irrumpió en la habitación de los trabajadores y encerró a seis en un cuarto bajo llave. Un trabajador desesperado, que había vendido todo lo que tenía para conseguir la visa de trabajador huésped, intentó suicidarse cortándose las venas.

* * * * *

El hecho de que la expansión de estos programas es una parte clave de las “reformas” migratorias que proponen los dos partidos de la clase dominante, tanto el republicano como el demócrata, muestra lo represivas que son esas “reformas”. Este gobierno y este sistema necesitan a millones de migrantes que trabajen por un sueldo de miseria, pero quieren ejercer mucho más control sobre ellos. Al expandir los programas de trabajadores huéspedes, buscan mantener a los migrantes en una subclase estilo casta, oprimidos, desesperados y sin derecho alguno: “casi esclavitud”.

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