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Revolución #83, 25 de marzo de 2007
Los demócratas no se oponen a la próxima guerra de Bush: Hay que pasar “de la protesta a la resistencia”
“Se anunció que la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y otros miembros de la dirección [demócrata] decidieron borrar de un proyecto de ley sobre gastos militares un requisito de que Bush obtenga autorización del Congreso antes de atacar a Irán... La medida proporciona casi $100 mil millones para dos guerras e incluye más dinero de lo que el presidente solicitó para Afganistán y lo que los demócratas llaman deficiencias de capacitación y equipo”.
AP, 13 de marzo
“A pesar de las críticas de la izquierda, los estrategas demócratas dicen que cuentan con que la mayoría de los legisladores contra la guerra reconozcan que este proyecto de ley de gastos de defensa es lo mejor que van a conseguir”.
New York Times, 14 de marzo
Uno puede cerrar los ojos y hacer de cuenta que esto no está sucediendo.
Puede hacer de cuenta que el nuevo Congreso, controlado por los demócratas (tras cuatro años de tortura, genocidio y crímenes de guerra contra los iraquíes), no le acaba de prometer al comandante en jefe de los crímenes de guerra que no hará nada contra una nueva y más peligrosa guerra contra Irán.
¡Puede hacer de cuenta que los demócratas (que han traicionado a sus seguidores tantas veces y al costo de tantas vidas) no acaban de prometerle al presidente más dinero de lo que solicitó para las guerras que está librando!
Puede hacer de cuenta que de alguna manera la historia (y el pueblo del Medio Oriente) le perdonarán por recibir estas noticias con pasividad, silencio o en el mejor de los casos “protestas como siempre”.
O uno podría abrir los ojos y confrontar la pesadilla que agobia a millones de personas en el Medio Oriente y el mundo entero, y asumir la enorme responsabilidad que tiene la gente de este país de sacar corriendo al gobierno de Bush.
Hace 40 años, una generación que rechazó la injusta y criminal guerra de Vietnam, cayó sobre el Pentágono; vio las aldeas destruidas y los niños quemados vivos con napalm, y se dio cuenta de que si no paraba esa guerra tendría las manos manchadas de sangre. Declaró que tenía que pasar de “la protesta a la resistencia”.
Ahora, cuando el gobierno de Bush, con el silencio y la complicidad de los demócratas, está escalando la guerra en Irak y preparando agresivamente una guerra contra Irán, es injustificable no sumarse a las protestas, como la de miles de personas en el Pentágono el 17 de marzo.
Es injustificable esconderse tras el pretexto de que “las protestas no tienen efecto”; es injustificable claudicar porque “no nos hacen caso”; y es injustificable descartar el peligro real de una nueva guerra contra Irán simplemente porque Bush tiene tantos problemas en Irak.
El problema nunca ha sido que “las protestas no tienen efecto”. El problema es que no ha habido suficientes protestas y que no han demandado lo suficiente.
Todavía no se han cerrado las universidades por todo el país con paros por un fin inmediato a la guerra. Durante la presentación de los premios Óscar, no hubo montones de estrellas o directores que pidieran un juicio de destitución del presidente, lo que hubiera entusiasmado a millones de personas por todo el mundo. Aunque los ex combatientes que se oponen a la guerra de Irak están adelante de la mayor parte del movimiento, todavía no han realizado protestas como las de la guerra de Vietnam: audiencias sobre crímenes de guerra o ceremonias para tirar las medallas al Capitolio. Todavía no ha surgido un Daniel Ellsberg, alguien dispuesto a pasar 150 años en la cárcel por divulgar la verdad y obstaculizar las mentiras del gobierno para una nueva guerra. Todavía no hay cientos de miles de personas que, en palabras de Cindy Sheehan “apaguen la tele, agarren una pancarta y caigan sobre la Casa Blanca como campesinos oprimidos frente al castillo del amo con horquetas y antorchas”.
¡Sé que somos capaces de hacer estas cosas! El problema no es que no haya millones que detestan el programa de Bush; el problema es que esa ira no se ha convertido en acción constante, en resistencia resuelta, no solo para demostrar descontento, sino para parar todo esto.
¡En estos tiempos de tortura legalizada, de guerras en expansión, de crímenes de guerra y de crímenes de lesa humanidad, todos somos responsables!
Seamos honestos: ninguno de nosotros puede decir, honradamente, que hemos hecho todo lo posible, y ninguno de nosotros debe dormir tranquilo hasta que lo hagamos.
La protesta, la resistencia y el rechazo son MÁS importantes cuando los de arriba “no nos escuchan”.
Muchos no quieren creer la posibilidad de que Estados Unidos ataque a Irán, tal como lo han analizado en detalle Seymour Hersh y otros. Como escribió hace poco Larry Everest: "El atolladero de Irak ha minado la influencia estadounidense, impulsado a las fuerzas islamistas y aumentado la influencia regional de Irán. La situación en el Medio Oriente es intolerable para los imperialistas, y el gobierno de Bush ha decidido tomar medidas más agresivas para combatirla, escalando la guerra de Irak y amenazando a Irán. Por su parte, los demócratas han demostrado que ni pueden ni quieren parar el ‘aumento de tropas’ de Bush en Irak. No se han opuesto en serio a las amenazas de atacar a Irán... De hecho, en ciertos casos, han dado apoyo importante a esas amenazas”.
Hoy está más claro que nunca que no habrá un “salvador” del Partido Demócrata.
Hoy está más claro que nunca que la guerra de Irak no parará hasta que nosotros hagamos algo para pararla, junto con gente por todo el mundo. Está más claro que nunca que la guerra contra Irán no se impedirá, a no ser que nosotros hagamos algo para impedirla. Y está más claro que nunca que Bush no parará hasta que lo saquemos corriendo.
Es hora de que pasemos de la protesta a la resistencia por toda la sociedad.
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