Revolución #86, 29 de abril de 2007
Los fascistas cristianos ganan terreno
El fallo de la Suprema Corte: Amplio ataque contra la mujer
La semana pasada la Suprema Corte votó 5 a 4 a favor de confirmar la “Ley de prohibición del aborto de parto parcial”. Es un fallo extremadamente opresivo e injusto, que sin duda (y sin necesidad alguna) causará la muerte de mujeres y meterá a la cárcel a los médicos que buscan ayudarlas. Además, los argumentos a favor del fallo representan una enorme escalada de la guerra contra la mujer, que llevan al país un paso más hacia la teocracia, o el gobierno de los fascistas cristianos.
El fallo confirma una ley federal que prohíbe un método de aborto que se llama "dilatación y evacuación". Como explicamos en el recuadro "Los hechos", es un método que se usa rara vez y en general solo cuando hay un problema grave con el embarazo o un médico piensa que es el método más seguro para la mujer. Para las 2,200 mujeres al año que lo necesitan, ese método podría salvarles la vida.
Quitarles esa opción es muy malo. Pero lo que es más, la Suprema Corte cambió la interpretación de esa ley de una manera peligrosa.
La lógica mortífera (y patriarcal) del fallo
Previamente, la Suprema Corte subrayó el derecho de la mujer de tomar decisiones sobre su vida y salud. Ahora hace hincapié en la protección de la vida del feto. Tachó las partes de la ley que protegen la salud de la mujer y solo permite excepciones en casos muy extremos para salvarle la vida. (Por supuesto, los fiscales anti-aborto también rechazarán esas excepciones).
Además de atacar la salud de la mujer, la Corte implica que el aborto en sí le causa daño emocional. Aunque admitió que faltan "datos fidedignos", el magistrado Anthony Kennedy escribió en la opinión de la mayoría que es "manifiesto" y "normal" concluir que "algunas mujeres" que deciden terminar un embarazo sufren "pesar, depresión severa y pérdida de autoestima". Por consiguiente, continuó, el gobierno tiene un interés legítimo en la prohibición de este método para impedir que una mujer tome "una decisión tan grave" sin pensar y sin razón. Es decir, ¡ahora el gobierno tiene el derecho de impedir que una mujer haga lo que el gobierno piensa que le podría hacer daño emocional! Kennedy hasta escribió que si el fallo "estimula a unas mujeres a dar a luz", eso protegerá "el interés del estado en respetar la vida".
Primero, esa ley no "estimulará" a la mujer a hacer nada: la obligará, so pena de castigo, a dar a luz cuando no quiere. Segundo, Kennedy rechaza sin pensarlo dos veces las pruebas concretas de que este es un método esencial para proteger la salud de la mujer y acepta las crueles afirmaciones pseudocientíficas de que una mujer que decide abortar podría (y según Kennedy debería) "lamentar la decisión de abortar la vida de la criatura que ha creado y nutrido ".
¿De dónde sacó la mayoría de la Suprema Corte esas "pruebas"? De un puñado de declaraciones juradas de la Fundación Justicia, un grupo derechista cristiano que tiene una línea telefónica de "ayuda" para aconsejar a las mujeres que sus problemas emocionales se deben al "pecado del aborto". La fundación recibe apoyo y financiamiento de varias organizaciones fascistas cristianas, como Enfoque en la Familia, que dice descaradamente que la mujer debe subordinarse al hombre y debe sentir culpa y vergüenza por el "pecado" de querer controlar su propio destino.
El fallo y la lógica subyacente son un salto radical, que suscitó fuerte disentimiento de la minoría de la Corte. La magistrada Ruth Bader Ginsburg dijo que demuestra una hostilidad "no disimulada" e "inquietante" al derecho de la mujer al aborto. Señaló que siguiendo esa lógica el Congreso podría legislar que el aborto es "infanticidio" (asesinato de un niño) y que la Corte lo confirmaría.
Los cimientos patriarcales de esa lógica se ven claramente en lo que escribió Kennedy: "Respetar la vida humana encuentra su máxima expresión en el vínculo de la madre con su hijo" (nuestro énfasis). Dejando a un lado por el momento el hecho de que un feto NO es un niño, hay que captar que esto es radicalmente nuevo. La opinión de Ginsburg afirma que antes la Corte "reconocía el derecho de la mujer a escoger un aborto antes del momento de viabilidad sin que se involucrara innecesariamente el estado… La Corte describió lo central que es la decisión de una mujer de tener un hijo para su dignidad y autonomía, para su persona y destino, y para su concepción de su lugar en la sociedad". Ahora, Ginsburg continuó, la Corte ha adoptado "una manera de pensar que refleja nociones antiguas del lugar de la mujer en la familia y bajo la Constitución, que se han desacreditado hace mucho tiempo".
En realidad, los fallos previos de la Corte (incluso los que Ginsburg menciona) no defendieron enteramente (y no podían defender) la centralidad de "la dignidad y autonomía de una mujer". Pero el nuevo fallo es algo mucho peor y es una respuesta cualitativamente más represiva a las contradicciones relacionadas con la opresión de la mujer en el capitalismo.
La centralidad del derecho al aborto para la emancipación de la mujer
Varias generaciones de mujeres han rechazado esas ideas "antiguas y desacreditadas" (consagradas ahora por la mayoría de la Suprema Corte) al entrar a la población activa y recibir educación. Con el desarrollo de métodos seguros de control de la natalidad y con la legalización del aborto, se dio otra enorme transformación en la participación de la mujer en todas las esferas sociales. Los movimientos en pro de la emancipación de la mujer reflejaron y contribuyeron a ese fenómeno.
Como resultado, millones y millones de personas abrazaron la posición de que la mujer puede tomar sus propias decisiones, independiente de la autoridad del padre, el esposo o la iglesia. ¡Una parte muy importante de eso es el derecho de controlar su propia reproducción! Ese derecho es esencial para planificar su propio futuro y encargarse de su propia vida. Una mujer que no puede controlar esto no es más que una esclava doméstica.
Ninguna mujer debe sentirse culpable o avergonzada por decidir si tendrá un hijo o no. La capacidad de tomar esa decisión es crucial para tener una posición y capacidades iguales a las del hombre, y para contribuir a todo aspecto de la sociedad. Las tradiciones y valores que coartan la capacidad de la mujer de soñar con tal igualdad y de esforzarse por alcanzarla para contribuir todo lo posible al avance de la humanidad, son criminales. No hay absolutamente ninguna razón por la que la mujer o el hombre tengan que vivir en el siglo 21 con la moral tradicional del siglo 13.
Pero el nuevo fallo ("Gonzales vs. Carhart") le permite al gobierno intervenir y dictar a la mujer cuáles de esas decisiones muy personales puede tomar: por ejemplo, si abortar un feto gravemente deformado. La lógica es que en realidad el gobierno sabe más que la mujer sobre su salud mental. Esencialmente dice que la mujer DEBE sentirse culpable y angustiada por terminar un embarazo en los últimos dos trimestres y DEBE pensar que la maternidad es su "auténtico lugar" y "máxima expresión".
Un salto hacia la teocracia fascista cristiana
El movimiento fascista cristiano captó bien el significado del fallo. Respondió con júbilo y resolución de no parar a medio camino. La presidenta de la Coalición Cristiana, Roberta Combs, anunció que "solo es cuestión de tiempo" antes de que la Suprema Corte anule el fallo Roe vs. Wade (que legalizó el aborto en 1973). El presidente de la Operación Rescate (un grupo de fanáticos que atacan e intimidan verbal y a veces físicamente a las mujeres que entran a las clínicas de aborto) dijo: "Si los abortos de parto parcial son inconstitucionales, pues todos los abortos deben serlo. Hay poca diferencia entre un aborto de parto parcial de segundo trimestre y un aborto de succión de 12 semanas".
Esa gente y esas fuerzas de ninguna manera buscan un acuerdo mutuo o terreno común. Quieren un mundo sin aborto legal y sin control de la natalidad, y donde una vez más la mujer esté bajo la dominación del hombre.
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"Los sacrificios que hace el hombre en la lucha de esta nación, los hace la mujer en la preservación de esa nación en casos individuales. Lo que el hombre contribuye en forma de valor en el campo de batalla, la mujer lo contribuye en forma de sacrificio, dolor y sufrimiento eternos. Todo hijo que una mujer da a luz es una batalla, una batalla librada por la existencia de su pueblo… en realidad nuestro movimiento tiene un solo punto, que es el hijo, la diminuta criatura que tiene que nacer y fortalecerse, y que le da significado a la lucha vital".
Esas palabras suenan muy familiares a los que están familiarizados con la "derecha cristiana".
Las dijo Adolfo Hitler.
Históricamente, un primer paso del ascenso del fascismo y demás movimientos reaccionarios es una campaña para empujar a la mujer de nuevo a la servidumbre doméstica. En Alemania, la República Weimar legalizó el aborto en 1927, pero una de las primeras medidas del gobierno nazi fue prohibirlo. En 1943 el Tercer Reich lo castigaba con la pena capital.
Esto no es un futuro apropiado para nadie, y nos toca a nosotros cambiar la dirección en que está encaminada esta sociedad.
Para todos los que pensaban que "nunca prohibirán el aborto", este fallo les debe dar la alarma; debe ser la gota que colma el vaso y suscitar una potente resistencia.
Y para todos los que sueñan con un mundo mejor, que suscite algo más profundo. Como escribió Bob Avakian: "La opresión de la mujer está íntimamente ligada a la división de la sociedad en amos y esclavos, explotadores y explotados, y acabar con todo esto es imposible sin liberar completamente a la mujer. Por eso la mujer desempeñará un enorme papel en el proceso de hacer la revolución y garantizar que no pare a medias". Tenemos que contemplar qué se necesitará para conseguir la liberación cabal de la mujer e ir más allá de una sociedad en que tal atraso existe y las leyes lo consagran. ¡Romper las cadenas! ¡Desencadenar la furia de la mujer como una fuerza poderosa para la revolución!
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