Revolución #89, 20 de mayo de 2007


La lucha de los chicanos y la revolución proletaria en Estados Unidos

Parte 2: La independencia mexicana y la guerra de 1846-1848 entre Estados Unidos y México

Estamos publicando una serie de pasajes de "La lucha de los chicanos y la revolución proletaria en Estados Unidos". Este informe, de un grupo de estudio del Partido Comunista Revolucionario, EU, salió en junio del 2001. La investigación fue parte del proceso de elaborar el borrador del nuevo programa del PCR. (El Borrador del Programa y el informe completo están en línea en: http://revcom.us/s/programme_s.htm).

El informe tiene tres partes: Parte 1: La historia y la situación actual de los chicanos; Parte 2: La fuente de la opresión de los chicanos y la solución; Parte 3: La auténtica liberación: Puntos de unidad y discrepancias con otras perspectivas y enfoques.

La primera parte, en el número de la semana pasada, habló de las raíces históricas de la opresión del pueblo chicano y la colonización de lo que hoy es el Suroeste de Estados Unidos. A continuación publicamos otro pasaje de "La historia y la situación actual de los chicanos".

La independencia mexicana

De 1776 a 1836, los movimientos de independencia sacudieron las Américas. En México, el padre Miguel Hidalgo encabezó una rebelión que dio inicio a la guerra de Independencia. El 16 de septiembre de 1810 dio el famoso “Grito de Dolores”: “¡Viva nuestra Virgen de Guadalupe! ¡Abajo el mal gobierno! ¡Muerte a los gachupines!”. Tras 11 años de levantamientos, México declaró la independencia en 1821.

Si bien los asentamientos del Suroeste eran parte de México, no participaron en el movimiento de independencia debido a su escaso contacto con el resto de México; tenían un desarrollo independiente. En lo que hoy es el estado de Nuevo México, la supresión de los apaches estimuló una nueva inmigración mexicana, que abrió paso a la expansión de la agricultura y la ganadería.

En 1822, se abrió el camino de Santa Fe, que conectó Santa Fe (Nuevo México) a los mercados estadounidenses. Esto redujo el aislamiento de esas provincias con respecto a Estados Unidos y aumentó su separación de México. Ciertas fuerzas de la clase dominante mexicana se opusieron al comercio entre dichas provincias y Estados Unidos porque temían perderlas, y en 1835 fomentaron una rebelión que llevó al poder a López de Santa Anna. Este puso impuestos en las provincias del norte que suscitaron la oposición de ricos y pobres por igual, pues dependían de los productos que Estados Unidos les vendía a precios más bajos. Estalló una rebelión que las autoridades mexicanas sofocaron con la ayuda de los grandes terratenientes de Nuevo México, quienes pronto se dieron cuenta de que los indígenas y campesinos, que eran la principal fuerza rebelde, representaban un mayor peligro para ellos que el gobierno central de México.

La guerra de 1846-1848 entre Estados Unidos y México

Al principio del siglo 19, dos sistemas económicos contendían en Estados Unidos: la esclavitud y el capitalismo. El sistema esclavista del Sur, con su hambre de nuevas tierras, estimuló el robo del norte de México (lo que hoy es el Suroeste de Estados Unidos), pero los capitalistas del Norte también codiciaban la tierra, el oro y otros minerales de ese territorio, que era una puerta al comercio con el Oeste. En 1836, los esclavistas asentados en el este de Texas se apoderaron de ese territorio mexicano y lo declararon la República Independiente de Texas. En 1845, Estados Unidos la anexó, a pesar de las protestas del gobierno mexicano, lo cual prendió la guerra entre México y Estados Unidos.

Los campesinos indígenas y mexicanos libraron una feroz lucha contra esa guerra de agresión estadounidense. Un grupo de inmigrantes irlandeses desertaron del ejército yanqui, se pasaron al lado mexicano y formaron el Batallón de San Patricio. En Nuevo México, pocos terratenientes opusieron resistencia al ejército estadounidense, pero los campesinos e indígenas sí, y la lucha se extendió por todo el Suroeste y California. No obstante, el 2 de febrero de 1848, México perdió la guerra. Las tropas yanquis penetraron profundamente en el territorio mexicano, llegaron hasta la capital y la rodearon. De esa forma pusieron en claro que Estados Unidos iba a imponerse en el hemisferio.

Al final de la guerra, Estados Unidos se quedó con la mitad del territorio mexicano: las tierras más abundantes en recursos naturales, fértiles para sembrar frutas, y para la pastura y la ganadería, con gran riqueza mineral de cobre, plata y petróleo. El robo de ese territorio perjudicó gravemente el desarrollo económico de México.

Unos 75,000 mexicanos vivían en los asentamientos del Suroeste, 60,000 de ellos en Nuevo México. La mayoría eran campesinos, trabajadores de rancho y mineros pobres.

México tuvo que firmar el tratado de Guadalupe-Hidalgo, que le quitó la mitad del territorio, pero dio garantías constitucionales de “respetar y proteger el gozo de la libertad y la propiedad” de los mexicanos que quedaron en el territorio estadounidense. Ese tratado y el protocolo anexo les garantizaba el derecho a los antiguos títulos de propiedad, el idioma y los derechos civiles. Pero al gobierno yanqui no le importó un comino y no lo respetó.

A los nueve días de la firma del tratado se descubrió oro en California. Miles de personas inundaron la zona y abrumaron completamente a la pequeña población mexicana de 7500 personas. En 1848, la población del estado aumentó a 67,000 y en 1849 a 250,000 habitantes. A los rancheros mexicanos los arruinaron los impuestos, los usurpadores y el costo de los trámites para defender sus títulos de propiedad. Algunos trabajaron de artesanos o de jornaleros en ranchos, pero a los que querían minar oro les cobraron un altísimo impuesto para “mineros extranjeros” que prácticamente les impidió trabajar en las minas. Esa gran estafa suscitó resistencia. Tiburcio Vásquez y Joaquín Murrieta, tildados de delincuentes en la historia oficial de California, no aceptaron las injusticias contra los mexicanos y formaron bandas armadas que rondaron por el estado hasta que los capturaron y asesinaron.

En Texas la guerra terminó, pero la lucha del pueblo siguió. Los grandes terratenientes y ganaderos se propusieron adueñarse de todo y despojar a los mexicanos. En esa época se establecieron los Texas Rangers (rinches), pistoleros de los rancheros ricos, quienes sembraron terror y subyugaron a los mexicanos con asesinato y robo. Los pobres y despojados se alzaron. Juan Cortina dirigió un importante y heroico movimiento de resistencia en Texas; libró batallas armadas y eludió la captura por más de una década.

El ritmo de la expansión yanqui fue más lento en el suroeste de Texas y en Nuevo México. Al principio los angloamericanos que migraron a esa zona se casaron con mexicanas de la alta sociedad y se integraron a la élite. Poco a poco, compraron o se robaron las tierras de los pequeños agricultores mexicanos en violación del tratado de Guadalupe-Hidalgo. De 1850 a 1900, el gobierno confiscó casi 800,000 de hectáreas de individuos, 680,000 hectáreas de tierras comunales y 720,000 hectáreas de otras tierras en Nuevo México. En Texas, los anglos construyeron nuevos pueblos y marginaron las viejas poblaciones, y los mexicanos terminaron de jornaleros y peones. De esa manera, la conquista de Texas por Estados Unidos institucionalizó la segregación y discriminación contra la población mexicana.

Una alianza siniestra de políticos y 20 familias ricas de Nuevo México, llamada la camarilla de Santa Fe, se adueñó de las tierras comunales y adquirió grandes extensiones de tierras debido a los altos costos de los trámites de títulos de propiedad (que eran solamente en inglés), altos impuestos y leyes arbitrarias, además de robo y asesinato. Muchos mexicanos perdieron sus tierras y migraron hacia el sur de Colorado. Esos asentamientos todavía existen.

En 1865, la victoria del capitalismo sobre el sistema de esclavitud en la guerra de Secesión llevó grandes cambios al Suroeste y aceleró la caída del sistema feudal que existía en muchas partes de la región. La expansión de los ferrocarriles favoreció la agricultura capitalista en gran escala y la ganadería (facilitó el transporte de los productos al Este). Eso arruinó a los terratenientes y rancheros, y empujó a los pequeños agricultores, campesinos y pastores de ovejas a la clase trabajadora, al lado de los inmigrantes chinos e irlandeses en las minas, los ferrocarriles y los huertos.

El capitalismo avanzó cabalgando sobre la vasta mayoría de los mexicanos del Suroeste, y subyugándolos a sus propósitos. Desencadenó un reino de terror y ahogó su resistencia en sangre. A través de ese proceso brutal, la minoría oprimida de mexicanos se transformó en una nueva minoría nacional dentro de este país: los chicanos o mexicano-americanos.

En resumen: como muestra este recuento histórico, cuando Estados Unidos se apoderó de las provincias del norte de México, los asentamientos de la región eran pequeños y aislados, no solo de México sino también entre sí. La conquista de la región por Estados Unidos impidió que se integraran al proceso de consolidación de la nación que ocurría en México. Asimismo, la consolidación del capitalismo estadounidense en el Suroeste retardó el desarrollo independiente económico, social, cultural y político de los mexicanos de esa región, formó una nacionalidad oprimida —los chicanos o mexicano-americanos— y empujó a la gran mayoría a la clase trabajadora con trabajadores de otras nacionalidades. Todo eso sentó la base para un nivel más alto de lucha contra el enemigo común en las futuras décadas.

Próximo número: La revolución de 1910

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.

Basics
Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es
From Ike to Mao and Beyond