Revolución #90, 27 de mayo de 2007
Los Ángeles: Marcha desafiante de miles de migrantes y aliados
17 de mayo de 2007. Miles de manifestantes marcharon al parque MacArthur, regresando al lugar donde el LAPD (Departamento de Policía de Los Ángeles) atacó con balas de goma y macanazos a un mitin por los derechos migratorios el 1º de Mayo.
“¡No más!”, declaró Ángela Sanbrano, directora ejecutiva del Centro de Recursos Centroamericanos (CARECEN) a la multitud. "Hoy hemos venido a reafirmar nuestros derechos de libre asamblea que violaron el 1º de Mayo".
La marcha comenzó en la iglesia Immanuel Presbyterian en un barrio donde viven latinos y coreanos. El pastor, Frank Alton, dijo que durante varios días la iglesia recibió llamadas telefónicas airadas, pero no obstante se enorgullecía de abrirles la puerta a los migrantes.
El ánimo de la protesta celebró la valentía de los miles de migrantes que siguen luchando por sus derechos ante ataques y amenazas. Y hombro con hombro con ellos marcharon nuevos aliados, entre ellos gente de diferentes nacionalidades, de la comunidad religiosa interconfesional y feligreses de distintas iglesias de todo Los Ángeles, y estudiantes que viajaron desde Ventura, Riverside y el condado Orange.
“Me alegra ver tanta gente de todos lugares”, dijo un inmigrante mexicano. “Hay afroamericanos y japoneses y americanos apoyándonos en esta causa. Venimos a trabajar y solo pedimos un trato justo. Son bonitas las palabras de esta manta”, continuó, apuntando a la manta “Somos Seres Humanos, Exigimos un Mundo Mejor”. “Es verdad, somos seres humanos y merecemos ser tratados con respeto y dignidad”.
Maritza ayudó a repartir velas a los manifestantes con sus amigas del sindicato, un grupo de señoras afroamericanas que trabajan con ella en la industria de servicios. Se reían al tratar de pronunciar lo mejor que podían el “Sí se puede”. Comparaban la brutalidad del 1º de Mayo con la brutalidad contra el pueblo negro durante el movimiento de derechos civiles. Una dijo: “Estamos aquí para apoyar a nuestros hermanos y hermanas latinos. Sentimos que nuestro pueblo, el pueblo negro, ha pasado por esa situación y por eso debemos tomar posición y apoyar a estas personas aquí”.
El 1º de Mayo, el LAPD atacó a periodistas; ahora muchos reporteros y equipos periodísticos regresaron al parque MacArthur para cubrir la protesta y también apoyarla. Un presentador de Telemundo anunció en su noticiero la víspera de la protesta que iba a asistir como periodista, pero más importante, que debía asistir como ser humano.
En los días después del ataque, las autoridades y la policía sermoneaban bastante que ya era hora para “cicatrizar” y reparar el daño que se hizo a la relación entre la ciudadanía y la policía. El alcalde Antonio Villaraigosa ha prometido realizar una investigación (pero no mencionó procesar a ningún policía). Todo eso apunta a calmar la situación, pero el coraje y la indignación popular no se han calmado.
El jefe de policía William Bratton estaba presente; cuando habló con periodistas sobre el nuevo enfoque del LAPD a esta protesta, no se oía por los abucheos de docenas de manifestantes. Muchos letreros exigían su destitución y el procesamiento y encarcelamiento de todos los policías que participaron en el ataque del 1º de Mayo. Una mujer que estaba en el parque MacArthur el 1º de Mayo dijo: “Si piensan que pueden esconderse tras su placa por lo que hicieron a la gente, ¡se equivocan! ¡Queremos justicia!”.
Lo que hizo el LAPD el 1º de Mayo es precisamente lo que los entrenan a hacer y lo que continuarán haciendo. En vísperas de la protesta y el mismo día, la policía habló abiertamente sobre sus planes para infiltrarse en la marcha con agentes vestidos de civil. El comandante Sergio Díaz, al cual apenas ascendieron, anunció que habría un número indeterminado de agentes secretos entre la multitud con el fin de identificar “provocadores”. “El que cause problemas será arrestado”, dijo.
Algunos de los manifestantes habían oído del proyecto de ley del Senado para un programa de trabajadores huéspedes, visas temporales y más militarización de la frontera. Algunos decían que estas medidas solo intensificarán la explotación del trabajador migrante. Otros comentaron que darle una visa temporal a los migrantes es como deshumanizarlos, o sea tratarlos como una clase de gente que solo sirve para hacer los trabajos más agotadores en este país sin concederles plenamente los derechos.
Una señora centroamericana dijo: “¡Tengo 35 años jodiéndome en la costura! ¿Te parece justo eso? ¡Queremos la legalización!”.
Todavía hay mucha indignación contra las redadas de la ICE (migra) y la separación de familias tras la deportación de cientos de migrantes por todo el país. Una joven de la Youth Justice Coalition (Coalición Juvenil para la Justicia) dijo: “Pedimos un fin a las redadas. Yo digo que todos somos seres humanos: ilegales o ciudadanos”.
Muchos describieron cómo les abrió los ojos la brutalidad descarada del LAPD y las nuevas propuestas para una reforma migratoria con toda esa habladera de que los migrantes también podrán gozar del “sueño americano”, que en realidad ha sido más bien la pesadilla del norte para millones de migrantes explotados. “No somos criminales, somos seres humanos y queremos la legalización y también justicia por la forma en que la policia nos trató”, dijo un joven mexicano.
Un estudiante de México dijo que la legalización es una reivindicación justa pero que el problema es más grande que una reforma migratoria. Salió para Estados Unidos de un pueblo en el campo del sur hace cinco años. Dijo que durante mucho tiempo se sentía culpable por haber dejado a sus padres y su casa. En la primavera del año pasado, escuchó un pasaje del DVD Revolución de Bob Avakian titulado, “¿Por qué viene gente de todo el mundo?”, que le hizo reflexionar sobre su “elección” de salir de la casa. Se dio cuenta de las fuerzas más grandes que lo habían arrastrado de su pueblo a la frontera y de allí a las cocinas y fábricas de Los Ángeles. Lo inspiró a investigarlo más: “Necesitamos pensar en las razones por qué la gente viene aquí, y solucionar eso. Ahora sé que la gente está dejando sus tierras por el TLC [Tratado de Libre Comercio] y el Plan Puebla Panamá. El gobierno de México y los intereses que representa [Estados Unidos] está causando una destrucción para la humanidad. Están causando un daño irreparable para el medio ambiente. Tenemos que pensar en eso también y buscar una solución para eso”.
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