Revolución #90, 27 de mayo de 2007


La batalla por el derecho al aborto en Estados Unidos y México… Asesinatos de "honor" a mujeres en el Curdistán iraquí…

¡Romper las cadenas!

En abril, en Estados Unidos, el Curdistán iraquí y México ocurrieron acontecimientos que arrojaron luz sobre la situación de la mujer: el embarazo forzado, la servidumbre salvaje y el patriarcado.

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El papa y el PAN contraatacan:

Despenalizan el aborto en ciudad de México

El 24 de abril, en medio de una fuerte polémica, despenalizaron el aborto de primer trimestre en ciudad de México. Incluso con limitaciones, este es un cambio trascendental en la vida de millones de mujeres y tiene importantes implicaciones para la sociedad mexicana y para Latinoamérica en general. La reforma se logró a pesar de una campaña reaccionaria de la iglesia católica y de la intervención directa del papa, y ha desencadenado a los reaccionarios religiosos en torno a un programa de volver a subordinar completamente a la mujer.

Por semanas, la iglesia y su aliado el PAN (Partido Acción Nacional, el derechista partido de gobierno), desencadenaron una campaña de amenazas e intimidación. Los grupos defensores de la despenalización, como Católicas por el Derecho a Decidir, recibieron amenazas de muerte por correo electrónico. La jerarquía de la iglesia amenazó excomulgar a los legisladores que avalaran la reforma; un emisario del Vaticano llegó a coordinar la campaña; y el papa se entrometió personalmente en el debate y declaró que el aborto es "un desorden moral grave".

La realidad para las mexicanas: Maternidad obligatoria o arriesgar la vida con un aborto realizado en la clandestinidad

Para millones de mujeres en México, la realidad ha sido escoger entre un embarazo no planeado o un aborto peligroso en la clandestinidad. Las estadísticas varían, pero se calcula que hay hasta 500,000 abortos clandestinos anuales en el país. El Consejo Nacional de Población (Conapo) calcula que son la cuarta causa de muerte de mujeres en edad reproductiva. (La Jornada, 26 de septiembre de 2004) La directora del Instituto de la Mujer de ciudad de México calcula que 1,500 mujeres mueren al año a raíz de abortos clandestinos ("Mexico City Officials Legalize Abortion", Associated Press, 14 de abril de 2007)

Esa cifra criminal, y obligar a la mujer a tener hijos no deseados, son producto de la tradición patriarcal y la moral medieval que imponen la iglesia y el gobierno en México y la mayor parte de Latinoamérica, para impedir que la mujer tenga el derecho fundamental de controlar su propia reproducción. Ante este horror, ¡que el papa (cuya iglesia remacha esa opresión) diga que el aborto es "un desorden moral grave" es sumamente criminal!

Ahora las mujeres de ciudad de México (y de otras partes del país que tengan medios para viajar a la capital) podrán hacerse un aborto sanitario y legal. La polémica ha despertado un espíritu de rebelión contra la iglesia por sus maniobras para imponer dictámenes sobre la mujer y la sociedad en general. También ha desencadenado una lucha acerca de la posición y el papel de la mujer, el papel de la iglesia en la sociedad mexicana y la ciencia vs. el oscurantismo religioso.

El derecho al aborto y la emancipación de TODA la humanidad

Muchos defensores de la reforma en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal la presentaron como una medida de salud pública: la necesidad de regular los miles de abortos que se practican cada año. Esta es una dimensión importante, pero en un nivel más profundo la polémica manifestó el sentimiento de que la mujer debe tener el derecho de decidir qué hacer con su vida y cuerpo. En una sociedad donde la tradición define a la mujer primero que todo como madre, esta es una posición justa y desafiante.

En las semanas y los días previos al voto, miles de mujeres y hombres se lanzaron a la calle a apoyar la reforma. El día del voto, una caravana de jóvenes recorrió la ciudad declarando "no somos maquinitas de reproducción, somos mujeres con derechos y decisión" y "no somos una, no somos diez, mira Norberto [el cardenal Norberto Rivera es el arzobispo de México], cuéntanos bien".

Un grupo pro derecho a escoger sacó un anuncio de televisión en que Paulina del Carmen Ramírez Jacinto habla con desafío. En 1999, cuando Paulina tenía 13 años, fue violada y luego las autoridades de Baja California --con una brutalidad igual-- impidieron que abortara y la hicieron continuar el embarazo. Hablando de los curas y los funcionarios del gobierno que tomaron la decisión, dijo: "Cada quien es libre de pensar lo que quiera, pero la mujer es la que debe decidir, porque es su opinión y su cuerpo. Yo no decidí, decidieron terceras personas".

Con una mayor penetración imperialista, se han dado grandes cambios en la sociedad mexicana. Una consecuencia ha sido que muchas mujeres han entrado a la población activa en fábricas y maquiladoras. Estos cambios en la base económica han traído nuevas formas de opresión: especialmente en la zona fronteriza, se han visto una gran explotación y asesinatos de centenares de trabajadoras. Pero por otro lado, esos cambios han sacudido la concepción tradicional del papel de la mujer, que surgió de las relaciones feudales y semifeudales. Se ha planteado la cuestión de que la participación plena de la mujer en la sociedad como ser humano que goza de todos los derechos, incluso el derecho de determinar cuándo tener hijos, es absolutamente necesaria para la emancipación de la humanidad. Hablar de la revolución, la liberación o la emancipación y excluir a la mitad de la humanidad es hueco… o peor.

Soledad Loaeza, investigadora del Colegio de México, habló de cómo se plantea esto a millones de mujeres:

"En el pasado se hablaba de nosotras como: hijas, madres, esposas, novias, hermanas, primas, sobrinas, ahijadas. Se nos entendía solamente en asociación con un hombre --padre, esposo, novio, hermano, primo, bueno, hasta compadre… El individuo, si era mujer, como tal no existía. Tanto así que en muchos casos, cuando el otro salía de nuestras vidas, su partida generaba severas crisis de identidad".

Loaeza vincula el derecho de la mujer de controlar su reproducción y el cambio del papel que puede jugar en la sociedad:

"[P]ero creo que el factor determinante de la conciencia de libertad que hemos adquirido ha sido la posibilidad de decidir cuántos hijos queremos tener. Este es un asunto vital que cada una de nosotras debe resolver en el ámbito estrictamente privado de su conciencia. Cuando esa decisión queda en manos de otros, estamos entregándoles nuestra libertad". (“Por el derecho a decidir”, La Jornada, 22 de marzo de 2007)

El debate sobre la despenalización del aborto ha redoblado la polarización social. Alborotó a las fuerzas derechistas que quieren reforzar las ideas opresivas de la iglesia sobre el papel de la mujer. La jerarquía de la iglesia mandó que los médicos desobedecieran la reforma y el Colegio de Abogados Católicos pidió que la Procuraduría General de la República la declarara inconstitucional por violar los derechos del feto. Hablan del "asesinato" de un grupo de células (que no tiene vida independiente fuera del útero) para someter a la mujer a abortos clandestinos que matan a miles cada año. Esta campaña de culpa y vergüenza busca mantener a la mujer en el papel de incubadora.

Desde el punto de vista de la emancipación de la humanidad, la libertad de la mujer para tomar decisiones básicas sobre su vida y cuerpo, sin sentir culpa ni vergüenza, es un requisito absoluto para que participe plenamente y en pie de igualdad en la sociedad, tome decisiones sobre su futuro, se encargue de su propia vida y, lo que es más, sueñe y haga las mayores contribuciones posibles en todas las esferas del avance de la humanidad.

El choque sobre el papel de la iglesia

El debate sobre la despenalización del aborto ha llevado a un gran choque entre los defensores de una sociedad laica y los que buscan aumentar el papel de la iglesia en la sociedad y el gobierno. La Constitución mexicana plasma una estricta separación formal de la iglesia y el estado, y prohíbe que la iglesia se entrometa en el gobierno y que los funcionarios del gobierno inmiscuyan sus creencias religiosas en funciones oficiales. Ante el deterioro de la influencia de la moral tradicional y los valores de la iglesia debido a los profundos cambios en la estructura económica y social y en la mentalidad general, el PAN ha estimulado la intromisión directa y abierta de los agentes de la iglesia en la vida política del país. Una manifestación flagrante de esto ocurrió el año pasado en los estados controlados por el PAN, donde retiraron los libros de ciencias de las escuelas porque la iglesia católica se opuso a su presentación de la sexualidad humana. En el congreso reciente de ProVida, un grupo reaccionario que se opone al aborto, participó una guardia de honor oficial del ejército.

La tradición de la separación de la iglesia y el estado está asociada con sectores importantes de la clase dominante de México, agrupados hoy en el PRD, y la apoyan grandes sectores de la sociedad. La campaña de la iglesia para imponer su autoridad en la sociedad e interferir directamente en la despenalización del aborto es una señal peligrosa de que busca erosionar el carácter laico del estado e imponer dictámenes religiosos en esferas sociales importantes. Un columnista de La Jornada dio la alarma:

"Según encuestas, 55 por ciento de la población mexicana está de acuerdo con despenalizar el aborto. Sin embargo, la Iglesia y su partido ignoran la realidad. Quieren una sociedad a la medida de sus dogmas. Fuera de ella está el infierno. Manejado exclusivamente por hombres, el Vaticano aseveró recientemente que el aborto, la eutanasia, la píldora del día siguiente, los laboratorios donde se manipulan los embriones y los parlamentos que aprueban leyes contrarias al 'ser humano' (es decir, a lo que enseña la Iglesia) son 'terroristas'. Aquí, el PAN y sus grupos fascistas, el cardenal acusado de proteger la pederastia, son la verdad y la vida. En lo personal, no quiero esa verdad ni esa vida". (Iván Restrepo, “Aborto y estado laico”, La Jornada, 30 de abril de 2007)

También se dio un fuerte rechazo a las afirmaciones escandalosamente anticientíficas de que el aborto es asesinato y de que la vida empieza en el momento de la concepción. Otro columnista de La Jornada escribió: "Basta con despejar la confusión entre vida e individuo biológico, como en una lección de conocimientos elementales que escribió con meridiana claridad en estas páginas, el sábado pasado, Julio Muñoz Rubio: ni el cigoto ni los embriones ni el feto son individuos biológicos, sino células con vida, como todas las de los organismos vivos… Si los antiabortistas creen que dar término a la vida de un conjunto de células se llama asesinato, entonces el oscurantista cardenal López Trujillo [el emisario enviado por el Vaticano para dirigir la lucha contra la despenalización del aborto] comete asesinato cuando se come una zanahoria o se empaca un pollo". (José Blanco, “Todos ganan, la iglesia pierde”, La Jornada, 27 de marzo de 2007)

La lucha para establecer los hechos científicos sobre el aborto, en oposición a las mentiras y distorsiones de la iglesia, es un frente importante de esta batalla. Es esencial para romper las cadenas del oscurantismo y el pensamiento anticientífico que la iglesia trata de imponer.

La reforma ha entrado en vigor y los servicios de salud ofrecen atención a las mujeres que quieren abortar… pero la lucha continúa. La actual inquietud social, los profundos cambios ideológicos de la mujer y las opciones de control de su vida pueden contribuir al proceso de reconocer y buscar una nueva manera de organizar la sociedad, y de bregar con lo que se necesitará para alcanzarla.

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